La Caja de la Memoria

MEMORY BOX. Fran­cia-Líbano-Cana­dá-Qatar, 2021. Un film de Joa­na Had­jitho­mas y Kha­lil Jorei­ge. 102 minutos

Para quie­nes han sufri­do los horro­res de una gue­rra, es com­pren­si­ble que algu­nos pre­fie­ran dejar sepul­ta­dos los tris­tes recuer­dos aun­que eso no impli­ca que eso haya que­da­do com­ple­ta­men­te eli­mi­na­do de la memo­ria. En base a ello, los rea­li­za­do­res Joa­na Had­jitho­mas y Kha­lil Jorei­ge que han vivi­do en el tumul­tuo­so Líbano de la déca­da del 80, se han ins­pi­ra­do para ofre­cer este emo­ti­vo drama.

Los cineas­tas con la cola­bo­ra­ción de la guio­nis­ta Gae­lle Mace han per­gue­ña­do un rela­to enfo­can­do a tres gene­ra­cio­nes de ori­gen liba­nés esta­ble­ci­dos en Mon­treal. La acción comien­za en la neva­da vís­pe­ra de Navi­dad don­de Alex (Palo­ma Vuthier), de 14 años de edad, jun­to con su madre Maia (Rim Tur­ki) y la abue­la Teta (Cle­men­ce Sab­bagh) se apres­tan a cele­brar el acon­te­ci­mien­to. El orden exis­ten­te se alte­ra con la recep­ción de una volu­mi­no­sa caja que fue remi­ti­da por los fami­lia­res de Lisa, quien fue la ínti­ma ami­ga de juven­tud de Maia, que había deja­do Líbano como con­se­cuen­cia del con­flic­to béli­co. Ese envío estre­me­ce un tan­to a Maia por lo tan­to Teta pre­fie­re guar­dar la caja en el sótano y abrir­la des­pués de la Navi­dad a fin de que nada pue­da inco­mo­dar o alte­rar el espí­ri­tu de la fies­ta hoga­re­ña. Sin embar­go la gran curio­si­dad de Alex moti­va que fur­ti­va­men­te ella la abra en don­de su con­te­ni­do cons­ti­tui­rá toda una reve­la­ción al ente­rar­se de aspec­tos de la vida de su madre que has­ta enton­ces había desconocido.

Manal Issa

A tra­vés de fotos impre­sas, gra­ba­ción de casets, dia­rios per­so­na­les, revis­tas del pasa­do y car­tas envia­das por la joven Maia (Manal Issa) a Lisa entre 1982 a 1988, los recuer­dos comien­zan a afluir, en don­de se mani­fies­ta lo que ella atra­ve­só duran­te la nefas­ta gue­rra, inclu­yen­do la músi­ca como vía de esca­pe y la pul­sión de la ado­les­cen­cia a tra­vés del roman­ce con el atrac­ti­vo Raja (Has­san Akil), su pri­mer amor. A medi­da que la gue­rra va cobran­do inten­si­dad, Alex se impo­ne de las varia­das tra­ge­dias sufri­das por su fami­lia como así tam­bién las ale­grías, des­en­can­tos, temo­res, y angus­tias de su madre al com­pás del bom­bar­deo como esce­na­rio de fon­do duran­te ese perío­do cruen­to que vivió el país.

Más allá de su con­te­ni­do, lo que enor­me­men­te valo­ri­za a este dra­ma es su pre­sen­ta­ción visual ape­lan­do a un admi­ra­ble esti­lo que inclu­ye pan­ta­llas com­par­ti­das y téc­ni­cas de ani­ma­ción stop-motion para refle­jar a tra­vés de un impe­ca­ble mon­ta­je este mag­ní­fi­co colla­ge de la memoria.

Obser­van­do este sobre­co­ge­dor rela­to que tran­si­ta entre fic­ción y reali­dad, en los actua­les momen­tos resul­ta impo­si­ble diso­ciar la gue­rra civil liba­ne­sa con la tra­ge­dia que actual­men­te sobre­lle­va el pue­blo de Ucra­nia com­pro­ban­do cómo fami­lias ente­ras se desin­te­gran y que sin duda algu­na eso reper­cu­ti­rá amar­ga­men­te para quie­nes logren sal­var sus vidas.

Had­jitho­mas y Jorei­ge han logra­do un con­mo­ve­dor dra­ma que tran­si­tan­do entre fic­ción y reali­dad demues­tra la impo­si­bi­li­dad de borrar de la men­te las viven­cias de quie­nes han teni­do el infor­tu­nio de haber sufri­do los estra­gos de una gue­rra nefas­ta y sin sen­ti­do alguno. Jor­ge Gutman