Impe­ca­ble Dra­ma Africano

TWIST Ā BAMA­KO. Fran­cia-Cana­dá-Sene­gal. Un film de Robert Gué­di­guian. 129 minutos

Dejan­do de lado el habi­tual esce­na­rio de Mar­se­lla, el mili­tan­te rea­li­za­dor Robert Gué­di­guian esta vez enfo­ca su cáma­ra en Mali para ilus­trar un dra­ma his­tó­ri­co ubi­ca­do en los pri­me­ros años de la déca­da del 60, cuan­do el país afri­cano aca­ba­ba de inde­pen­di­zar­se del colo­nia­lis­mo fran­cés. Habien­do teni­do como pri­mer jefe de gobierno a Modi­bo Kei­ta su pro­pó­si­to fue el de esta­ble­cer un esta­do afri­cano inde­pen­dien­te de orien­ta­ción socia­lis­ta capaz de erra­di­car la des­igual­dad eco­nó­mi­ca y social imperante.

Ali­ce Da Luz y Stépha­ne Bak

A tra­vés del guión del cineas­ta con la cola­bo­ra­ción de Gilles Tau­rand se asis­te a un rela­to que entre­mez­cla docu­men­tal con fic­ción. En ese con­tex­to es que ha trans­cu­rri­do la vida de Sam­ba (Stépha­ne Bak), hijo de un adi­ne­ra­do comer­cian­te local, quien lleno de ímpe­tu y jovial vita­li­dad se embar­ca a lo lar­go del novel país para trans­mi­tir a sus con­ciu­da­da­nos las vir­tu­des del socia­lis­mo; es así que en sus alo­cu­cio­nes abo­ga por los prin­ci­pios de la soli­da­ri­dad, la nece­si­dad de tra­ba­jar en for­ma colec­ti­va y en gene­ral com­par­tir la rique­za de quie­nes la deten­tan con los sec­to­res más des­fa­vo­re­ci­dos de la población.

En ese pere­gri­na­je lle­ga a cono­cer a la bella Lara (Ali­ce Da Luz) quien ha hui­do de la aldea en que vivía para no doble­gar­se a un casa­mien­to for­za­do con un hom­bre a quien no quie­re. De este modo sur­ge entre ambos un apa­sio­na­do amor aun­que obs­ta­cu­li­za­do por los esfuer­zos que el padre de Lara inter­po­ne para obli­gar­la a retor­nar a su hogar a fin de hon­rar las tra­di­cio­nes vigen­tes y sal­va­guar­dar el honor y la dig­ni­dad de la familia.

Simul­tá­nea­men­te a la cru­za­da empren­di­da por Sam­ba y a la apa­sio­na­da his­to­ria de amor, el film ilus­tra cómo a pesar de los nue­vos aires que soplan en Malí, exis­ten fac­to­res difí­ci­les de erra­di­car como es el caso de la revuel­ta de los comer­cian­tes que se opo­nen abier­ta­men­te a las medi­das inter­ven­cio­nis­tas del Esta­do; ade­más se agre­ga, la difi­cul­tad de eli­mi­nar las ances­tra­les cos­tum­bres medie­va­les don­de la mujer debe per­ma­ne­cer sumi­sa a la volun­tad pater­nal y cum­plir su rol de bue­na madre y espo­sa de sus hijos.

Exal­tan­do el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio de la juven­tud, Gué­di­guian brin­da una sobria ilus­tra­ción de la cul­tu­ra malí median­te la impe­ca­ble repro­duc­ción de épo­ca de Papa Maha­mou­douj Kou­ya­te y Oumar Sali, la logra­da foto­gra­fía de Pie­rre Milon, el colo­ri­do dise­ño de ves­tua­rio de Anne-Marie Gia­ca­lo­ne y Abi­dou Lahad Gue­ye y la remar­ca­ble ban­da sono­ra con la músi­ca de Johnny Hall­day y Ray Char­les, entre otros. A estos valo­res se aña­de la mag­ní­fi­ca inter­pre­ta­ción de Bak y Da Luz quie­nes con­tri­bu­yen a apun­ta­lar la soli­dez de este impe­ca­ble dra­ma afri­cano. Jor­ge Gutman