PINK LAKE. Canadá, 2020. Un film escrito y dirigido por Emily Gan y Daniel Schachter. 80 minutos.
Un drama romántico y la paternidad son dos temas que se entremezclan en Pink Lake. En este primer largometraje Emily Gan y Daniel Schachter logran un film íntimo centrado en el estudio psicológico de los protagonistas del relato.
El guión de los realizadores ubica la acción en una cabina situada en las sierras de Gatineau en Quebec; allí reside la pareja integrada por Sam (Charles Brooks) y Cora (Alysa Touati), quienes llevan una apacible e idílica vida; la única divergencia de opinión entre ambos que no llega a afectar la relación es debida a que él desearía formar una familia pero Cora no se encuentra emocionalmente preparada para asumir la maternidad.
La rutina se ve alterada con la visita de Nadia (Marie-Marguerite Sabongui) quien es una muy querida amiga de larga data de Sam, llegada del exterior y que acaba de sufrir una desilusión amorosa al haber sido dejada por su pareja.
Habida cuenta de su vocación maternal lo que Nadia fervientemente anhela fervientemente es concebir un hijo; es así que en una de las caminatas realizadas con Sam, le pregunta si estaría dispuesto a donarle su esperma, dejando en claro que ella sería la única en ocuparse de la eventual criatura como madre monoparental sin que él asuma responsabilidad paternal alguna ni tampoco utilizar su apellido. Ante la inusitada sorpresa por dicha propuesta, él comenta con Cora la conversación que mantuvo con Nadia en donde ella acepta ese singular arreglo; sin embargo gradualmente la duda comienza a corroerla.
Lo que valoriza al relato es el acertado enfoque de los realizadores a través de la dinámica relación que se va suscitando entre los tres personajes. Por una parte, se observa cómo a través de la inseguridad y contradicciones de Cora, eso va afectando su romántico vínculo con Sam; por su parte él está a la expectativa aguardando que la incertidumbre que envuelve a su pareja pueda finalmente quedar resuelta; frente a ello, la actitud de Nadia es la de esperar y confiar de que podrá concretar su propósito.
Tal como está expuesto, Pink Lake no pretende plantear un problema moral aunque permite cavilar sobre cuál sería la repercusión emocional que podría generar un embarazo dispuesto de ese modo y hasta qué punto podría dejar indiferente a Sam como padre biológico como asimismo a Cora. De todos modos, a través de la buena descripción de caracteres y con la muy convincente actuación de su breve elenco, los noveles cineastas brindan un film que sin grandilocuencia alguna está satisfactoriamente elaborado y capaz de captar la adhesión del espectador. Jorge Gutman