CRIMES OF THE FUTURE. Canadá-Grecia, 2022. Un film escrito y dirigido por David Cronenberg. 107 minutos
Dada la excelencia de su director, Crimes of the Future es una de las películas que más interés ha despertado antes de su estreno comercial. Hasta dónde las expectativas están justificadas depende del juicio que merezca a cada espectador. Lo que sí se puede anticipar es que David Cronenberg ofrece un relato en el que algunas de las inquietudes manifestadas en otros trabajos de su filmografía vuelven a resurgir aquí.
El guión del realizador ubica la acción en un futuro no muy lejano, en algún lugar no especificado de Grecia, a pesar de que la ubicación geográfica dista de tener importancia. La primera secuencia imbuida de horror lleva la impronta “Cronenberg” y establece el tono de lo que sobrevendrá después; allí se observa a una madre que viendo a su hijito de 8 años masticando un plástico del tarro de basuras que se halla en el baño, aprovecha para asfixiarlo con una almohada cuando está dormido en su lecho.
Inmediatamente después se presencia a Saul Tenser (Viggo Mortensen), quien acostado en una cama tentacular es asistido por su socia y pareja Caprice (Léa Seydoux), una antigua cirujana; a través de un mecanismo de control el cuerpo de Saul es abierto y después de haber sido sus entrañas tatuadas, vuelve a cerrarse donde él no ha experimentado dolor alguno en esa macabra operación. De allí en más ese acto es ejecutado públicamente frente a una sorprendida audiencia donde Caprice va removiendo los órganos tatuados de Saul a la vez que su cuerpo es capaz de generar otros nuevos que serán igualmente objeto de ablaciones y tatuajes.
La fama suscitada por la performance de Saul concita la atención de Timlin (Kristen Stewart) una investigadora de la Oficina del Registro Nacional de Órganos que trabaja a las órdenes de Wippit (Don McKellar) y cuya función es la de considerar la evolución humana con la mutación de cuerpos y órganos nuevos, asumiendo el riesgo de que desaparezca la configuración genética. En este universo distópico la cirugía no produce dolor y constituye el nuevo sexo que permite unir a dos personas que se atraen.
Si bien la fantasiosa premisa de Cronenberg puede fascinar por su audacia, lo cierto es que muchos de los aspectos consignados en el guión originan situaciones irresueltas y en algunos casos no siempre fáciles de comprender. La visión de esta historia de ciencia ficción perturba en su mayor parte en la medida que resulta inconfortable presenciar la mutilación del cuerpo humano como si se despellejara a un animal exponiendo sus sangrientas entrañas y vísceras; eso es lo que precisamente se aprecia en una dramática escena en que el conmovido padre del niño asesinado en la primera secuencia le pide a Saul que practique su autopsia.
No es la primera vez que el inteligente realizador ofrece una obra provocativa como lo fue Crash, que en 1996 Cannes la distinguió con el Premio Especial del Jurado. El tiempo ha transcurrido y hoy día este film está lejos de generar un escándalo; en todo caso lo que no está sujeto a discusión es el sólido soporte que Mortensen, Seydoux y Stewart brindan en sus respectivos roles. Más allá de las observaciones apuntadas, no hay duda que una resiliente audiencia que incluye a los numerosos incondicionales de Cronenberg saldrá satisfecha de haber contemplado la cinemática proposición de su autor. Jorge Gutman