Un Modes­to Drama

WHEN YOU FINISH SAVING THE WORLD. Esta­dos Uni­dos, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Jes­se Eisen­berg. 88 minutos

Debu­tan­do como rea­li­za­dor, el actor Jes­se Ein­sen­berg tras­la­da a la pan­ta­lla un tema leja­na­men­te basa­do en su homó­ni­mo audio dra­ma de 2020. Aun­que modes­to y sin gran­des pre­ten­sio­nes, When You Finish Saving the World es un film acep­ta­ble a pesar de que no resul­ta fácil con­gra­ciar­se con sus prin­ci­pa­les personajes.

Finn Wolfhard y Julian­ne Moore

Eisen­berg pre­sen­ta una fami­lia no muy uni­da inte­gra­da por Evelyn (Julian­ne Moo­re), su mari­do Roger (Jay O. San­ders) y el úni­co hijo ado­les­cen­te Ziggy (Finn Wolfhard). Des­de un comien­zo se apre­cia la rela­ción poco agra­da­ble entre la madre y su hijo. Ella está a car­go de un alber­gue des­ti­na­do a per­so­nas que han sido víc­ti­mas de vio­len­cia domés­ti­ca en tan­to que el mucha­cho es un aspi­ran­te a músi­co que com­po­ne rock fol­cló­ri­co con influen­cia alter­na­ti­va y a tra­vés de live streams trans­mi­te sus con­cier­tos a una audien­cia que según él alcan­za a 20.000 segui­do­res en línea; al vivir en el mis­mo hogar Evelyn no tole­ra su músi­ca en tan­to que él no admi­te que ella inter­fie­ra o abra la puer­ta de su habi­ta­ción mien­tras está trans­mi­tien­do. A todo ello, Roger no jue­ga rol alguno en la diná­mi­ca fami­liar y más bien cree estar rodea­do de dos narcisistas.

Evelyn no muy satis­fe­cha en su hogar encuen­tra solaz en su acti­vi­dad altruis­ta tra­tan­do de ayu­dar a quie­nes requie­ren calor humano y cari­ño en el alber­gue que diri­ge; sin embar­go, su per­so­na­li­dad no le per­mi­te socia­li­zar y empa­ti­zar como corres­pon­de con los resi­den­tes. Todo cam­bia cuan­do cono­ce a Kyle (Billy Bryk), el hijo ado­les­cen­te de una trau­ma­ti­za­da madre sol­te­ra (Elea­no­re Hen­dricks) que se halla en el alber­gue; es así que Evelyn, impre­sio­na­da por la sen­si­bi­li­dad y madu­rez de este mucha­cho que con­tras­ta fuer­te­men­te con la de su hijo tra­ta de encau­zar­lo en un pro­yec­to edu­ca­cio­nal que le per­mi­ta vis­lum­brar un mejor por­ve­nir. Por su par­te Ziggy, com­ple­ta­men­te absor­to en sí mis­mo con su músi­ca, adquie­re con­cien­cia de que exis­te un mun­do más allá de la mis­ma al sen­tir­se atraí­do por Lila (Alisha Boe), una com­pa­ñe­ra de cur­so invo­lu­cra­da en temas políticos.

La pelí­cu­la de Eisen­berg, no obs­tan­te estar bien diri­gi­da, encuen­tra cier­ta obje­ción en su guión al que le fal­ta la nece­sa­ria soli­dez para que el dra­ma pro­pues­to pue­da sen­si­bi­li­zar. A pesar de la muy bue­na inter­pre­ta­ción de la vete­ra­na Moo­re y de la satis­fac­to­ria carac­te­ri­za­ción que Wolfhard logra de su per­so­na­je, no exis­te emo­ción algu­na que tras­cien­da del rela­to. Hilan­do muy fino, pare­ce­ría que el men­sa­je abier­to de su des­en­la­ce es el de la bús­que­da de recon­ci­lia­ción entre una madre y su hijo y para ello ‑hacien­do cier­ta refe­ren­cia al títu­lo del film- resul­ta más con­ve­nien­te sal­var­se a sí mis­mo antes que pro­cu­rar la sal­va­ción del mun­do. En todo caso, el film no es dese­cha­ble y se deja ver aun­que sin sus­ci­tar mayor entu­sias­mo.  Jor­ge Gutman