Crónica de Jorge Gutman
ABRAHAM LINCOLN VA AU THÉȂTRE Autor: Larry Tremblay – Dirección: Catherine Vidal – Elenco: Luc Bourgeois, Didier Lucien, Bruno Marcil y Mani Soleymanlou – Escenografía: Geneviève Lizotte — Accesorios: Carol-Anne Bourgon Sicard — Vestuario: Julie Charland – Iluminación: Étienne Boucher – Maquillaje: Justiné Denoncourt-Bélanger — Video: Thomas Payette/Mirari Studio — Música Original: Francis Rossignol — Asistencia de Dirección: Alexandra Sutto — Duración: 1 hora y 50 minutos (sin entreacto). Representaciones: Hasta el 8 de abril de 2023 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Tratando de descifrar las razones por las que alguien quiere matar a otro es uno de los aspectos que el autor Larry Tremblay aborda en esta obra. El asesino es el actor John Wilkes Booth y la víctima es Abraham Lincoln. En la velada del 14 de abril de 1865 el décimo sexto presidente de Estados Unidos mientras asistía a la representación teatral de la comedia Our American Cousin en el Teatro Ford de Washington D.C., fue eliminado por el actor John Wilkes Booth al haber logrado inroducirse en el palco presidencial.
Ese fatal episodio inspiró a Tremblay a crear esta obra en la que presenta a Mark Killman (Bruno Marcil), un director teatral que contrata a los actores Christian Larochelle (Luc Bourgeois) y Léonard Brisebois (Mani Soleymanlou) para que asumiendo los roles de Laurel y Hardy, los reputados cómicos del cine mudo y sonoro, reproduzcan en el escenario la muerte de Lincoln; a todo ello Killman se atribuye el rol del presidente..
A partir de allí y como si se tratara de una suerte de muñeca rusa donde en su interior se alojan otras semejantes, a través del dúo cómico van surgiendo diferentes espejos en torno del mismo tema, en donde la estatua de cera de Lincoln (Bruno Marcil) adquiere vida propia. La situación se complica cuando al promediar los ensayos muere Killman y es entonces que los actores recurren al director Sébastien Johnson (Didier Lucien) para que asuma la puesta escénica.
Mediante un desarrollo alocado y vertiginoso, en donde se hace alusión a Al Pacino y a la ópera Madame Butterfly, el contenido de esta pieza puede generar controversias al reflejar un drama de manera cómica; pero lo que subyace en Tremblay es su propósito de reflejar cómo la guerra de Secesión que dividió fuertemente al pueblo americano y generó el asesinato de Lincoln, cobra hoy día palpitante actualidad; así frente a la gran polarización política que vive Estados Unidos, lo dramático estriba en la dificultad de determinar dónde reside la verdad frente a la difusión de falsas noticias.
La directora Catherine Vidal se ha impregnado por completo del espíritu que anima a su autor en la compleja deconstrucción realizada, imprimiendo una excelente puesta escénica. A ello cabe agregar el cabal desempeño de sus intérpretes donde Soleymanlou y Bourgeois maravillosamente transmiten a los dos comediantes que no dejan de expresar sus diferencias y celos profesionales; a su vez resulta admirable contemplar a Lucien como el irritable y tiránico director teatral Johnson, así como es irreprochable la composición que Marcil efectúa de Killman y Lincoln.
En los aspectos técnicos se distingue la minimalista escenografía con fondo de espejo de Geneviève Lizotte y el excelente diseño de video de Thomas Payette.
En esencia se asiste a un espectáculo creativo y a la vez exigente que requiere que el espectador se deje llevar por la compleja propuesta ofrecida por Tremblay.