Un Wes­tern Ucraniano

PAM­FIR. Ucra­nia-Fran­cia-Polo­nia-Chi­le, 2022. Un film escri­to y diri­gi­do por Dmy­tro Sukholytkyy-Sob­chuk. 106 minutos

Aun­que esta pelí­cu­la es una copro­duc­ción entre 4 paí­ses, deci­di­da­men­te es ucra­nia­na tenien­do en cuen­ta la direc­ción, elen­co y el equi­po téc­ni­co. Pre­vio al aná­li­sis crí­ti­co es nece­sa­rio acla­rar que el film fue rea­li­za­do antes del bru­tal con­flic­to béli­co que afec­ta a Ucra­nia des­de febre­ro de 2022 y no exis­te insi­nua­ción algu­na de lo que sobre­ven­dría en el país por la inva­sión rusa.

Des­pués de su incur­sión en varios cor­tos, en su pri­mer lar­go­me­tra­je el direc­tor ucra­niano Dmy­tro Sukholytkyy-Sob­chuk abor­da a un indi­vi­duo arrin­co­na­do en un medio hos­til y peli­gro­so del cual no es fácil escapar.

Olek­sandr Yatsentyuk

El rela­to del rea­li­za­dor se desa­rro­lla en la región de Buco­vi­na en Ucra­nia, ubi­ca­da en la zona fron­te­ri­za con Ruma­nia. En su comien­zo los luga­re­ños se pre­pa­ran para la fies­ta de Malan­ka, el car­na­val regio­nal de natu­ra­le­za paga­na que anual­men­te se rea­li­za en algu­nos pue­blos del país. Des­pués de una ausen­cia de 7 años retor­na Leo­nid (Olek­sandr Yatsent­yuk), un ex boxea­dor más cono­ci­do con el apo­do de Pam­fir quien ha esta­do tra­ba­jan­do en Polo­nia. El reen­cuen­tro con su mujer Ole­na (Solo­mi­ya Kyry­lo­va) y su hijo ado­les­cen­te Nazar (Sta­nis­lav Pot­yak) no pue­de ser más aus­pi­cio­so dada la ale­gría que su lle­ga­da gene­ra don­de se evi­den­cia el sóli­do lazo de fami­liar. Eso inclu­ye tam­bién a su her­mano Vic­tor (Ivan Sha­ran) que se dedi­ca a rea­li­zar las más­ca­ras que se habrán de uti­li­zar para el car­na­val. Pam­fir; iigual­men­te reen­cuen­tra a su madre (Ole­na Khokh­lat­ki­na), aun­que de nin­gún modo entra en con­tac­to con su padre (Miros­lav Mako­viy­chuk) con quien está dis­tan­cia­do dado que antes de su par­ti­da man­tu­vo con él una dispu­ta des­po­ján­do­le un ojo.

En tan­to que Ole­na pro­fe­sa la reli­gión cris­tia­na, ella desea que Nazar par­ti­ci­pe del coro de la igle­sia, al que el mucha­cho acep­ta con reluc­tan­cia. El con­flic­to gene­ra­dor del dra­ma sobre­vie­ne cuan­do Nazar pren­de fue­go al tem­plo a fin de que su padre no regre­se a Polo­nia como tenía pla­nea­do hacer­lo. Como con­se­cuen­cia del gra­ve inci­den­te, Pam­fir está obli­ga­do a pagar los daños pro­du­ci­dos por su hijo y para obte­ner el dine­ro nece­sa­rio eso lo fuer­za a ejer­cer, como lo hicie­ra antes de su par­ti­da, la acti­vi­dad de con­tra­ban­dis­ta de mer­can­cías con des­tino a la fron­te­ra de Ruma­nia. El hom­bre, que en el pasa­do había pro­me­ti­do a su mujer de no vol­ver a invo­lu­crar­se en esa delic­ti­va tarea, enfren­ta serios tro­pie­zos al arries­gar su vida a manos de Ores­te (Petro Chy­chuk), el gángs­ter local; asi­mis­mo eso impli­ca­rá tam­bién expo­ner en un serio ries­go a su hijo y a su her­mano. El rela­to alcan­za la máxi­ma ten­sión duran­te la fies­ta car­na­va­les­ca ani­ma­da con sus habi­tan­tes arro­pa­dos de paja y sus ros­tros enmascarados.

Con una sóli­da pues­ta escé­ni­ca, el novel cineas­ta ilus­tra la fla­gran­te corrup­ción de las auto­ri­da­des ofi­cia­les en com­bi­na­ción con los mafio­sos del lugar den­tro de un ambien­te des­pia­da­da­men­te vio­len­to y cruel. Sin saber con exac­ti­tud si lo expues­to res­pon­de fiel­men­te a lo que acon­te­ce en ese rin­cón del mun­do, lo cier­to es que la migra­ción de ucra­nia­nos hacia Euro­pa, pare­ce­ría con­fir­mar que en el lugar don­de trans­cu­rre la acción no exis­te la posi­bi­li­dad de obte­ner un empleo capaz de cubrir las nece­si­da­des median­te un tra­ba­jo digno y hon­ra­do; es así que en este humano dra­ma fami­liar Pam­fir anhe­la a que su hijo viva en un mun­do mejor y ale­ja­do de las mise­rias circundantes.

Median­te este wes­tern thri­ller mos­tran­do suges­ti­vos deta­lles de la cul­tu­ra ucra­nia­na, Dmy­tro Sukholytkyy-Sob­chuk ha logra­do un film que a pesar de algu­nos alti­ba­jos per­mi­te cap­tar el inte­rés de la audien­cia. Jor­ge Gutman