Una Nue­va Edi­ción del TJFF

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Des­pués de 3 déca­das de fruc­tí­fe­ra exis­ten­cia el Toron­to Jewish Film Fes­ti­val (TJFF) ayer ini­ció su tri­gé­si­ma pri­me­ra edi­ción que se pro­lon­ga­rá has­ta el 11 de junio tan­to en pre­sen­cia físi­ca como tam­bién difun­di­do en línea. Este año inclu­ye 77 títu­los pro­ve­nien­tes de dife­ren­tes sitios del mun­do de los cua­les 28 son pre­sen­ta­dos por pri­me­ra vez en Cana­dá. Para una infor­ma­ción com­ple­ta de la pro­gra­ma­ción y acti­vi­da­des vin­cu­la­das con el even­to pre­sio­ne aquí

He aquí el comen­ta­rio de algu­nas de las pelí­cu­las programadas.

L’Homme de la Cave (Fran­cia)

En este dra­ma el direc­tor Phi­lip­pe Le Guay abor­da un tópi­co que lamen­ta­ble­men­te sub­sis­te como lo es la nega­ción del Holo­caus­to. La his­to­ria trans­cu­rre en París y se cen­tra en el matri­mo­nio Sand­berg inte­gra­do por Simon (Jéré­mie Rénier) y Hélè­ne (Béré­ni­ce Bejo) quie­nes han deci­di­do ven­der el sótano del inmue­ble don­de resi­den; el lugar cier­ta­men­te insa­lu­bre se pres­ta para alma­ce­na­mien­to de obje­tos y/o per­te­nen­cias pres­cin­di­bles. Al poco tiem­po se pre­sen­ta Jac­ques Fon­zic (Fra­nçois Clu­zet), un hom­bre soli­ta­rio de edad madu­ra y de apa­rien­cia tran­qui­la que está intere­sa­do en adqui­rir­lo; es así que rápi­da­men­te se con­cre­ta la transacción.

La pri­me­ra sor­pre­sa de la pare­ja es cuan­do se ente­ra que Fon­zic uti­li­za el sótano como su resi­den­cia per­ma­nen­te; asi­mis­mo la situa­ción se entur­bia cuan­do se va des­cu­brien­do el pasa­do de Jac­ques en el que resul­ta ser un anti­se­mi­ta que nie­ga el exter­mi­nio del pue­blo judío por los nazis. Es por esa razón que Simon y Hélè­ne rea­li­zan esfuer­zos para anu­lar legal­men­te la ven­ta del sub­sue­lo, aun­que no lo logran. La situa­ción tien­de a com­pli­car­se cuan­do Fon­zic se vin­cu­la con Jus­ti­ne (Vic­to­ria Eber), la hija ado­les­cen­te del matri­mo­nio, ejer­cien­do en ella su influen­cia negacionista.

Aun­que en su segun­da mitad la his­to­ria comien­za a enma­ra­ñar­se con situa­cio­nes que en cier­ta medi­da resis­ten cre­di­bi­li­dad, este thri­ller psi­co­ló­gi­co se valo­ri­za por su impor­tan­te men­sa­je. A tra­vés de la sobria rea­li­za­ción de Le Guay, que­da expues­ta la denun­cia del anti­se­mi­tis­mo, un dolo­ro­so y malé­vo­lo sen­ti­mien­to racis­ta que ha vuel­to a resur­gir en Fran­cia y en cier­tos rin­co­nes de Euro­pa; asi­mis­mo el direc­tor ilus­tra la pos­tu­ra de quie­nes tra­tan de des­men­tir el geno­ci­dio per­pe­tra­do por los nazis adu­cien­do que es la fal­sa infor­ma­ción que lo sus­ten­ta. En mate­ria de actua­ción se des­ta­can la exce­len­te inter­pre­ta­ción de Rénier, Bejo y muy espe­cial­men­te la nota­ble carac­te­ri­za­ción de Clu­zet; el vete­rano actor trans­mi­te cabal­men­te a un per­so­na­je capaz de crear sen­ti­mien­tos ambi­guos ya que por un lado gene­ra empa­tía por mos­trar­se como un hom­bre casi anciano que ins­pi­ra las­ti­ma y por otra par­te sus­ci­ta des­pre­cio por la for­ma en que deli­be­ra­da­men­te mani­pu­la a quie­nes lo rodean.

Hope Without Boun­da­ries (Israel)

La bru­tal gue­rra des­ata­da por Rusia en Ucra­nia en febre­ro de 2022 y que tris­te­men­te aún per­sis­te, gene­ró la reac­ción de la mayo­ría de los paí­ses del mun­do y el apo­yo al país inva­di­do. Por razo­nes polí­ti­cas en lo que con­cier­ne a las rela­cio­nes de Israel con Rusia, ofi­cial­men­te el gobierno israe­lí se abs­tu­vo de cul­par al país agre­sor pero en cam­bio demos­tró su gran sen­ti­do huma­ni­ta­rio tra­tan­do de ayu­dar al pue­blo ucraniano.

En esca­sos 63 minu­tos de dura­ción Itay Vered en cali­dad de rea­li­za­dor y direc­tor de foto­gra­fía tes­ti­mo­nia de mane­ra impe­ca­ble los esfuer­zos rea­li­za­dos por un gru­po de ciu­da­da­nos israe­líes al haber mon­ta­do median­te la ins­ta­la­ción de car­pas, un hos­pi­tal ambu­lan­te en Mostys­ka, una peque­ña ciu­dad ubi­ca­da cer­ca de Leó­po­lis, al oes­te de Ucrania.

La tarea rea­li­za­da a lo lar­go de 42 días no ha sido sen­ci­lla don­de se pue­de apre­ciar el desa­fío que el per­so­nal médi­co y de enfer­me­ría tuvie­ron que afron­tar al tra­tar a los pacien­tes que lo han per­di­do todo. Los casos expues­tos, no obs­tan­te lo que ya ha sido apre­cia­do en los medios de difu­sión, pro­du­cen increí­ble emo­ción vien­do cómo los pro­fe­sio­na­les, mucho de ellos des­cen­dien­tes de sobre­vi­vien­tes del Holo­caus­to, se han des­vi­vi­do por sal­var las vidas de heri­dos y muti­la­dos en medio del caos y la destrucción.

En esen­cia Vered ofre­ce un exce­len­te docu­men­to que des­ti­la una increí­ble huma­ni­dad tra­tan­do de echar una luz de espe­ran­za y opti­mis­mo a la sufri­da pobla­ción de la ciudad.

Según se lee en los cré­di­tos fina­les, en esta des­co­mu­nal labor par­ti­ci­pa­ron 200 per­so­nas de Israel en 3 ron­das, 6161 ucra­nia­nos fue­ron tra­ta­dos, se efec­tua­ron 40 ciru­gías ade­más de 26287 prue­bas de labo­ra­to­rio. Asi­mis­mo, doce­nas de ciu­da­da­nos de Ucra­nia fue­ron traí­dos a Israel para ulte­rio­res tratamientos.

Sin duda algu­na, este docu­men­tal recon­for­ta enor­me­men­te tes­ti­mo­nian­do la esen­cia huma­na de la soli­da­ri­dad hacia quie­nes requie­ren vital ayu­da, como acon­te­ce con los habi­tan­tes de Ucrania.

Dele­ga­tion (Israel-Polo­nia-Ale­ma­nia)

Aun­que de bue­nas inten­cio­nes, este dra­ma ins­pi­ra­do en viven­cias pro­pias del rea­li­za­dor israe­lí Asaf Saban no ter­mi­na de satis­fa­cer como debie­ra. Un aspec­to del rela­to se cen­tra en el via­je a Polo­nia de 40 estu­dian­tes de ense­ñan­za media de Israel, a fin de visi­tar los cam­pos de con­cen­tra­ción de Ausch­witz y Maj­da­nek. El pro­pó­si­to es que esta joven dele­ga­ción pue­da cono­cer in situ y sen­si­bi­li­zar­se de las dolo­ro­sas expe­rien­cias vivi­das por sus ances­tros duran­te la gue­rra. Es así como el pre­sen­te se reen­cuen­tra con el tris­te pasado.

Simul­tá­nea­men­te el guión de Saban enfo­ca el com­por­ta­mien­to diná­mi­co que se esta­ble­ce entre los jóve­nes de este con­tin­gen­te, cen­tra­li­zan­do su aten­ción en tres de los mis­mos. Frisch (Yoav Bavly) es un mucha­cho intro­ver­ti­do y un tan­to frus­tra­do que ha via­ja­do con su abue­lo Josef (Ezra Dagan), en tan­to que Nitzan (Nao­mi Hara­ri) es una vivi­da chi­ca que flir­tea con Ido (Leib Levin), otro mucha­cho del gru­po. A par­tir de allí sur­gen extra­ñas esce­nas, a saber: el abue­lo Yosef se dedi­ca a con­tar las expe­rien­cias vivi­das como sobre­vi­vien­te del Holo­caus­to pero nun­ca con­clu­ye su rela­to. Por otra par­te se asis­te a una inusual esce­na de vio­len­cia por par­te de Frisch sin que exis­ta jus­ti­fi­ca­ción algu­na, por la cual es repren­di­do por la guía Einat (Alma Dis­chi). A su vez resul­ta incom­pren­si­ble la acti­tud de Nitzan, quien en el tiem­po libre de la excur­sión visi­ta una tien­da de cal­za­do roban­do capri­cho­sa­men­te un zapato.

Fren­te a las obje­cio­nes seña­la­das hay una secuen­cia que se des­ta­ca. Eso acon­te­ce cuan­do Frisch, apar­tán­do­se del gru­po que se diri­ge a Ausch­witz, es reco­gi­do en el camino por un con­duc­tor pola­co que lo lle­va a su hogar y des­pués de sumi­nis­trar­le comi­da, lo con­du­ce a lo que que­da de una anti­gua sina­go­ga des­trui­da en la gue­rra; allí, fren­te a los loca­les que lo rodean, se le pide que reci­te una ora­ción judía, gene­ran­do un momen­to de genui­na emoción.

En suma, si bien resul­ta de inte­rés el moti­vo pri­mor­dial del via­je este tema no logra inter­sec­tar­se con el del pro­ce­so de madu­rez de una juven­tud que el direc­tor inten­ta mostrar.

L’Ombra del Giorno (Ita­lia)

Este melo­dra­ma de Giu­sep­pe Pic­cio­ni trans­cu­rre en 1938 duran­te el régi­men fas­cis­ta de Ita­lia, épo­ca en que se pro­mul­gan las leyes de dis­cri­mi­na­ción racial.

El guión del rea­li­za­dor enfo­ca a Luciano (Ric­car­do Sca­mar­cio), un vete­rano sobre­vi­vien­te de la Gran Gue­rra que ha sido con­de­co­ra­do en varias oca­sio­nes y que cojea debi­do a una heri­da sufri­da en dicho con­flic­to béli­co. Él es aho­ra el due­ño de un res­tau­ran­te que enfren­ta la pla­za cen­tral de la peque­ña ciu­dad his­tó­ri­ca de Asco­li Piceno; aun­que en prin­ci­pio sim­pa­ti­zan­te de Mus­so­li­ni no deja de obser­var cómo resul­ta arries­ga­do man­te­ner una acti­tud disi­den­te y has­ta inclu­so hacer algún chis­te que pudie­ra bur­lar­se del dic­ta­dor Duce.

Un buen día lle­ga a su local Anna (Bene­det­ta Por­ca­ro­li) que se ve urgi­da en con­se­guir un tra­ba­jo para poder man­te­ner­se; es así que fren­te a su súpli­ca, Luciano le ofre­ce ocu­par­se de las tareas de coci­na como asi­mis­mo encar­gar­se de ser­vir las comi­das a los clien­tes. Pron­ta­men­te ella demues­tra su efi­cien­cia y es así que el reser­va­do patrón que man­tu­vo has­ta el pre­sen­te una barre­ra emo­cio­nal va cobran­do inte­rés fren­te a su hacen­do­sa emplea­da has­ta gene­rar­se una román­ti­ca relación.

El núcleo con­flic­ti­vo de esta his­to­ria con­ce­bi­do por el direc­tor con Gual­tie­ro Rose­lla y Annick Emdin se pro­du­ce con el sor­pre­si­vo arri­bo al res­tau­ran­te de Emi­le (Waël Ser­soub) soli­ci­tan­do refu­gio; ahí se sabe que él es el mari­do de Anna y que ambos son judíos. Aun­que no que­da acla­ra­do cómo Emi­le supo don­de tra­ba­ja su espo­sa a la que no veía des­de hacía tiem­po, resul­ta difí­cil admi­tir que Luciano, a pesar de haber sido enga­ña­do por su emplea­da, le ofrez­ca hos­pe­da­je a su cón­yu­ge en la bode­ga del local; eso impli­ca correr un gran ries­go de que el escon­di­te de Emi­le pue­da ser des­cu­bier­to por su per­so­nal, entre ellos por Osval­do (Lino Muse­lla), vie­jo cama­ra­da de Luciano y acé­rri­mo fas­cis­ta. Sin entrar a deta­llar lo que pro­si­gue, lo cier­to es que esta his­to­ria se con­vier­te en un inve­ro­sí­mil thri­ller poli­cial que ate­núa con­si­de­ra­ble­men­te el impac­to de su pri­me­ra parte.

En el mar­co de un cli­ma de rece­lo, des­con­fian­za, trai­cio­nes y denun­cias hechas a quie­nes no están de acuer­do con el régi­men, Pic­cio­ni logra un fiel espe­jo del fas­cis­mo impe­ran­te así como una bue­na pin­tu­ra de épo­ca. En el plano acto­ral, Sca­mar­cio ofre­ce una remar­ca­ble com­po­si­ción de su per­so­na­je, en tan­to que Por­ca­ro­li igual­men­te satis­fa­ce a pesar de que por las limi­ta­cio­nes del guión su per­so­na­je no resul­te muy creíble.

Ame­ri­ca (Israel-Ale­ma­nia-Repú­bli­ca Checa)

A tra­vés de un trián­gu­lo román­ti­co, el direc­tor israe­lí Ofir Raul Gra­zier abor­da en este film los sóli­dos lazos de amis­tad pues­tos a prue­ba fren­te a un lamen­ta­ble acci­den­te. La his­to­ria comien­za en Chica­go en don­de resi­de Eli (Michael Mosho­nov), un expa­tria­do israe­lí que se desem­pe­ña como exper­to ins­truc­tor de nata­ción. Su vida ruti­na­ria cobra un vuel­co ines­pe­ra­do cuan­do reci­be tele­fó­ni­ca­men­te le noti­cia de la muer­te de su padre viu­do y el abo­ga­do ocu­pa­do de imple­men­tar la heren­cia le soli­ci­ta que retor­ne a Israel para faci­li­tar los trámites.

Des­pués de 10 años de ausen­cia, a su regre­so se encuen­tra con Yotam (Ofri Biter­man), su gran ami­go de anta­ño con quien com­par­tía los momen­tos pla­cen­te­ros de ir a nadar; él está pró­xi­mo a con­traer enla­ce con la joven etío­pe Iris (Osh­rat Inge­dashet) don­de ambos están a car­go de una flo­re­ría en Jaf­fa. El dra­ma se pre­sen­ta cuan­do los dos cama­ra­das acu­den a un arro­yo que solían fre­cuen­tar en el pasa­do y des­gra­cia­da­men­te Yotam allí se res­ba­la reci­bien­do un fuer­te gol­pe en su cabe­za que aun­que sin ser mor­tal lo deja en un com­ple­to esta­do vegetativo.

Diez meses ya han trans­cu­rri­do y en el pro­ce­so de reno­va­ción de la casa de su padre para ser des­ti­na­da a la ven­ta, Eli soli­ci­ta a Iris que le dise­ñe su jar­dín. A par­tir de allí los dos encuen­tran solaz en la mutua com­pa­ñía y los suce­si­vos encuen­tros con­du­cen a un cáli­do roman­ce. ¿Pero qué es lo que acon­te­ce cuan­do Yotam reac­cio­na de su coma?

Fil­ma­da con suma deli­ca­de­za y evi­tan­do caer en arti­fi­cios melo­dra­má­ti­cos, la pelí­cu­la con­vin­cen­te­men­te ilus­tra la rela­ción que se esta­ble­ce entre sus per­so­na­jes don­de cada uno de ellos no está exen­to de acon­te­ci­mien­tos vivi­dos en el pasa­do. Así Eli resien­te a su falle­ci­do padre por haber abu­sa­do de su madre pro­vo­cán­do­le su sui­ci­dio, en tan­to que Iris se encuen­tra dis­tan­cia­da de sus reli­gio­sos y seve­ros padres por la edu­ca­ción reci­bi­da que no se ajus­ta con su per­so­nal convicción.

En gene­ral, Gra­zier ha logra­do una emo­ti­va his­to­ria mag­ní­fi­ca­men­te narra­da que resal­ta los valo­res de la amis­tad y las impli­ca­cio­nes mora­les que se gene­ran fren­te a ines­pe­ra­das situaciones.