Bajo los Árbo­les de Higos

SOUS LES FIGUES /UNDER THE FIG TREES. Túnez-Fran­cia-Sui­za-Ale­ma­nia-Qatar, 2022.Un film de Eri­ge Sehi­ri. 92 minutos

No obs­tan­te que esta pelí­cu­la es una copro­duc­ción de varios paí­ses, esen­cial­men­te es de Túnez, con­si­de­ran­do su elen­co, ubi­ca­ción geo­grá­fi­ca y su direc­to­ra Eri­ge Sehi­ri, una talen­to­sa tune­ci­na radi­ca­da en Fran­cia quien debu­ta mag­ní­fi­ca­men­te en el lar­go metra­je de ficción.

La his­to­ria con­ce­bi­da por Sehi­ri, Ghal­ya Lacroix y Peggy Hamann se ase­me­ja a un rea­lis­ta docu­men­tal; eso se debe en gran par­te a que los inte­gran­tes del elen­co no son pro­fe­sio­na­les y que res­pon­dien­do a lo que el guión les indi­ca, igual­men­te incor­po­ran algu­nos impro­vi­sa­dos y con­vin­cen­tes diálogos.

El film está ambien­ta­do en una zona rural del noroes­te de Túnez y trans­cu­rre duran­te el verano en una úni­ca jor­na­da. En la ruta un gru­po de jóve­nes ado­les­cen­tes así como hom­bres y muje­res mayo­res aguar­dan la lle­ga­da de la camio­ne­ta que los trans­por­ta­rá a una plan­ta­ción de higos. Des­pués del arri­bo del vehícu­lo con­du­ci­do por Ser­ba (Fedi Ben Achour) quien es el capa­taz del huer­to, el gru­po se abo­ca a la tarea de reco­lec­tar los higos que se hallan en los árbo­les, cui­dan­do de reco­ger los que se encuen­tran maduros.

Feten Fdhi­li y Abdelhak Mrabti

Con una mira­da natu­ra­lis­ta agra­cia­da por la nota­ble foto­gra­fía de Fri­da Mar­zouk que brin­da vera­ci­dad a lo que se está con­tem­plan­do, se apre­cia a los diver­sos per­so­na­jes de esta his­to­ria a tra­vés de las rela­cio­nes que man­tie­nen entre ellos mien­tras tra­ba­jan así como en los momen­tos de des­can­so duran­te el almuer­zo. De todos modos, el énfa­sis de la rea­li­za­do­ra es el de resal­tar el accio­nar de la gene­ra­ción juve­nil. Es así que se obser­va a la joven Fide (Fide Fdhi­li), una chi­ca que es cons­cien­te del patriar­ca­do exis­ten­te y con ideas pro­gre­sis­tas, quien se resis­te a ser mani­pu­la­da por Ser­ba con quien man­tie­ne un víncu­lo sen­ti­men­tal. Asi­mis­mo se encuen­tra su her­ma­na Melek (Feten Fdhi­li) quien se reen­cuen­tra con Abdou (Abdelhak Mrab­ti), su anti­guo novio que habien­do esta­do ausen­te duran­te cier­to tiem­po y expe­ri­men­ta­do pro­ble­mas fami­lia­res no demues­tra aho­ra gran inte­rés hacia ella; final­men­te la muy con­ser­va­do­ra Sana (Amé­ni Fdhi­li) quien es la menor de las ado­les­cen­tes, flir­tea con Firas (Firas Amri) sin per­mi­tir­le el míni­mo acer­ca­mien­to amo­ro­so por lo que él se sien­te frus­tra­do y a la vez desea par­tir del pue­blo lo más rápi­do posible.

Más allá de los affai­res de estas jóve­nes, que­dan bien remar­ca­das las dife­ren­cias exis­ten­tes entre la gen­te mayor del gru­po y la de la pre­sen­te gene­ra­ción, aun­que tam­bién entre las chi­cas sur­ge un mar­ca­do con­tras­te entre Fide y Sana. Asi­mis­mo que­da evi­den­cia­da la situa­ción que atra­vie­san los sec­to­res más humil­des de la pobla­ción, quie­nes como en este caso deben acep­tar tra­ba­jos exhaus­ti­vos a cam­bio de una magra remuneración.

Si bien algu­nos momen­tos de ten­sión otor­gan cier­to dra­ma­tis­mo al rela­to, como es el caso del explo­ta­dor capa­taz en oca­sión de dis­cu­tir el pago del suel­do a uno de los cam­pe­si­nos, lo impor­tan­te de Sous les figues es la mag­ní­fi­ca pin­tu­ra logra­da por la rea­li­za­do­ra a tra­vés de la inter­ac­ción de sus per­so­na­jes y la for­ma en que trans­cu­rren sus vidas en el medio en que se encuen­tran. Aun­que está cla­ro que no exis­te un futu­ro pro­mi­so­rio para la gen­te joven de esta his­to­ria, sin embar­go pre­va­le­ce un sen­ti­mien­to de her­man­dad y cama­ra­de­ría que los une; eso que­da refle­ja­do en la poé­ti­ca esce­na final cuan­do al fina­li­zar la jor­na­da labo­ral la fur­go­ne­ta con­du­ce al gru­po a sus hogares.

Res­pal­da­da por la exce­len­te auten­ti­ci­dad de los inte­gran­tes del elen­co, sin gran­di­lo­cuen­cia algu­na pero con exqui­si­ta sen­si­bi­li­dad Sehi­ri ha logra­do una bue­na pelí­cu­la. Jor­ge Gutman

Odio que fue Amor

FAIR PLAY. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Chloe Domont. 113 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

En su pri­mer lar­go­me­tra­je Chloe Domont con­si­de­ra una his­to­ria que comien­za como come­dia román­ti­ca para deve­nir pos­te­rior­men­te en un inquie­tan­te dra­ma psi­co­ló­gi­co. Si bien la novel rea­li­za­do­ra tie­ne como ante­ce­den­te el haber rea­li­za­do varios cor­to­me­tra­jes y series de tele­vi­sión, en este caso demues­tra su talen­to detrás de la cáma­ra en el dili­gen­te rela­to por ella concebido.

Alden Ehren­reich y Phoe­be Dynevor

La acción se desa­rro­lla con­tem­po­rá­nea­men­te en New York don­de viven des­pués de cier­to tiem­po la pare­ja inte­gra­da por Emily (Phoe­be Dyne­vor) y Luke (Alden Ehren­reich); ellos se aman apa­sio­na­da­men­te y están pró­xi­mos a com­pro­me­ter­se. Los dos tra­ba­jan como ana­lis­tas finan­cie­ros en One Crest Capi­tal, una impor­tan­te com­pa­ñía dedi­ca­da a fon­dos de cober­tu­ra de ries­go, pero ocul­tan su rela­ción amo­ro­sa dado que la polí­ti­ca de dicha empre­sa impi­de que exis­ta un víncu­lo sen­ti­men­tal entre los inte­gran­tes de su personal

El rela­to cobra impul­so cuan­do Camp­bell (Eddie Mar­san), el insen­si­ble due­ño de la empre­sa, abrup­ta­men­te des­pi­de a uno de los jefes. Los rumo­res de la ofi­ci­na hacen supo­ner que el ele­gi­do para reem­pla­zar al des­pla­za­do geren­te de por­ta­fo­lios es Luke; sin embar­go, gran­de es la sor­pre­sa cuan­do ines­pe­ra­da­men­te Emily es con­vo­ca­da por Camp­bell para ofre­cer­le ese codi­cia­do pues­to. Al ente­rar­se de la noti­cia, en prin­ci­pio Luke demues­tra satis­fac­ción por la pro­mo­ción de su novia que obvia­men­te impli­ca que será su subor­di­na­do en el tra­ba­jo; ella por su par­te sien­te ale­gría por su ascen­so pero no exen­ta de cier­ta inco­mo­di­dad por la nue­va situa­ción como jefa de su ama­do; de allí que le pro­me­te a su novio dedi­car su máxi­mo esfuer­zo para lograr que él tam­bién sea promovido.

Es intere­san­te apre­ciar cómo Domont expo­ne el cli­ma espe­cial que se va crean­do en el víncu­lo labo­ral que emer­ge entre la pare­ja, don­de ade­más de ocul­tar estric­ta­men­te el amor que les une, ella tie­ne que tra­tar a Luke de simi­lar mane­ra que al res­to de los emplea­dos que tie­ne a su car­go. Cuan­do Emily inten­ta con­ven­cer a Camp­bell de que Luke es un ana­lis­ta alta­men­te com­pe­ten­te y mere­ce­dor de un ascen­so, gran­de es su des­ilu­sión cuan­do él le infor­ma que por el con­tra­rio dis­ta de estar satis­fe­cho con su desem­pe­ño y aguar­da a que renun­cie pron­to a su pues­to; natu­ral­men­te, para no herir­lo Emily le ocul­ta a Luke la opi­nión del patrón.

A medi­da que los días trans­cu­rren, los suce­si­vos pro­gre­sos de Emily que enri­que­cen a la empre­sa se con­tra­po­nen con los celos que inte­rior­men­te ali­men­tan a Luke al pun­to tal que su cre­cien­te iras­ci­bi­li­dad lo con­vier­te en un ser agre­si­vo al dudar de la com­pe­ten­cia pro­fe­sio­nal de Emily pro­du­cien­do de ese modo una dra­má­ti­ca grie­ta en esa rela­ción; en con­se­cuen­cia, el roman­ti­cis­mo de anta­ño se esfu­ma por com­ple­to. Para peor, ella tra­ta de evi­tar la fies­ta de com­pro­mi­so orga­ni­za­da por su madre (Geral­di­ne Somerville),quien no está al corrien­te de lo que está ocurriendo.

Has­ta poco más de la mitad del metra­je, el film real­men­te cau­ti­va por el mag­ní­fi­co modo de retra­tar la per­so­na­li­dad de sus dos pro­ta­go­nis­tas y demos­trar las aspe­re­zas que pue­den gene­rar­se cuan­do dos per­so­nas que se aman se con­vier­ten en riva­les. Sin embar­go, en su últi­ma par­te el guión de la rea­li­za­do­ra se vuel­ve pro­ble­má­ti­co al gene­rar un alto gra­do de vio­len­cia que a la vez de gra­tui­ta resis­te cre­di­bi­li­dad. En todo caso, ese des­liz es com­pen­sa­do por la bri­llan­te inter­pre­ta­ción de Dyne­vor y Ehren­reich La actriz expre­sa con total con­vic­ción la difí­cil situa­ción de una jefa pre­sio­na­da fuer­te­men­te en lograr que la empre­sa resul­te exi­to­sa con sus inver­sio­nes fren­te a la deman­da de su due­ño que es capaz de insul­tar­la si ella da un paso en fal­so y asi­mis­mo reci­bir los ata­ques ver­ba­les de su novio. Igual­men­te es enco­mia­ble la acer­ta­da for­ma en que Ehren­reich trans­mi­te el des­cen­so a los infier­nos de un ser paté­ti­co que con su vul­ne­ra­bi­li­dad y fra­gi­li­dad mas­cu­li­na es capaz de lle­gar a nive­les insos­pe­cha­dos de bru­ta­li­dad fren­te a Emily como así tam­bién en la compañía.

Sin que Fair Play alcan­ce un nivel de com­ple­ta per­fec­ción, Domont ha logra­do un film ambi­cio­so a la vez que atrac­ti­vo cuya temá­ti­ca se pres­ta a la dis­cu­sión una vez que la pro­yec­ción con­clu­ye.  Jor­ge Gutman

Apa­sio­na­da Direc­to­ra Musical

LES JOURS HEU­REUX. Cana­dá, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Chloé Robi­chaud. 118 minutos.

Así como en el remar­ca­ble film Tar (2022) de Todd Field se asis­te a la his­to­ria de una con­sa­gra­da com­po­si­to­ra y direc­to­ra musi­cal, en Les Jours Heu­reux, la direc­to­ra Chloé Robi­chaud abor­da un tema que en prin­ci­pio pare­ce ase­me­jar­se pero su enfo­que es sus­tan­cial­men­te diferente.

Syl­vain Mar­cel y Sophie Desmarais

En un guión que le per­te­ne­ce la rea­li­za­do­ra cen­tra su aten­ción en Emma (Sophie Des­ma­rais) una apa­sio­na­da y ambi­cio­sa direc­to­ra musi­cal tra­tan­do de encon­trar un rum­bo defi­ni­ti­vo en su carre­ra en tan­to que hay fac­to­res que le impi­den lograr ple­na satis­fac­ción en su vida.

Una de las difi­cul­ta­des de Emma es la rela­ción tóxi­ca man­te­ni­da con su padre Patrick (Syl­vain Mar­cel). Sien­do su agen­te artís­ti­co, con­tro­la en dema­sía su actua­ción musi­cal has­ta el pun­to en que su exi­gen­cia adquie­re un tono abu­si­vo; así en los ensa­yos de sus con­cier­tos siem­pre tie­ne algo que obje­tar­le, ya sea por­que no brin­da dema­sia­da emo­ción a las pie­zas que diri­ge o bien por­que no impri­me la vita­li­dad nece­sa­ria reque­ri­da en las obras de cier­tos auto­res difí­ci­les como lo es la músi­ca de Arnold Shöenberg.

El otro ele­men­to que a ella le preo­cu­pa es su víncu­lo con Naë­lle (Nour Belkhi­ria), una madre mono­pa­ren­tal de un niño de 5 años y que a la vez es vio­lon­che­lis­ta de la orques­ta. Si bien, ambas están liga­das por un gran amor, Naë­lle no está del todo con­ven­ci­da de lle­var a cabo una vida jun­to a Emma.

Cuan­do se le pre­sen­ta la posi­bi­li­dad de lle­gar a ser direc­to­ra de una pres­ti­gio­sa orques­ta, es el momen­to en que Emma debe resol­ver si seguir tenien­do como agen­te a su padre y a la vez tomar una deci­sión con rela­ción a su vida sentimental.

El com­ple­jo dra­ma está muy bien abor­da­do por Robi­chaud y sin duda uno de los fac­to­res que gra­vi­tan exi­to­sa­men­te es la nota­ble com­pli­ci­dad que exis­te entre ella y Des­ma­rais, habien­do tra­ba­ja­do jun­tas como rea­li­za­do­ra y actriz res­pec­ti­va­men­te en Sarah pre­fè­re la cour­se (2013). Es así que la come­dian­te trans­mi­te mag­ní­fi­ca­men­te la varia­da gama emo­cio­nal que atra­vie­sa su per­so­na­je fren­te a los obs­tácu­los y desa­fíos enfren­ta­dos como igua­me­ne adop­tan­do la téc­ni­ca y la expre­sión de los ges­tos facia­les de una real direc­to­ra de orques­ta fren­te a sus músicos.

Ade­más de la sóli­da actua­ción del elen­co, es impor­tan­te des­ta­car el gran apor­te brin­da­do por el extra­or­di­na­rio maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin quien ha actua­do como con­se­je­ro artís­ti­co y musi­cal de este pro­yec­to. Si bien en la fic­ción es el per­so­na­je de Des­ma­rais que diri­ge la orques­ta, en reali­dad ha sido Séguin el direc­tor musi­cal logran­do otro triun­fo nota­ble de la Orches­tre Métro­po­li­tain. Final­men­te cabe elo­giar la vivaz foto­gra­fía de Ariel Méthot cap­tan­do a los exce­len­tes músi­cos que inte­gran la OMJor­ge Gutman

Des­de el Met

DEAD MAN WALKING

Comen­zan­do una nue­va tem­po­ra­da de trans­mi­sión des­de el Metro­po­li­tan Ope­ra Hou­se (MET) de New York a los cines del mun­do, la pri­me­ra ópe­ra a difun­dir­se es Dead Man Wal­king del remar­ca­ble com­po­si­tor ame­ri­cano Jake Heg­gie. Aun­queu­vo su estreno mun­dial en el Tea­tro de War Memo­rial de la Ópe­ra de San Fran­cis­co en 2000, por pri­me­ra vez es repre­sen­ta­da en el MET.

Una esce­na de la ópe­ra. (Foto: Met)

Esta crea­ción líri­ca está basa­da en un hecho real. La Her­ma­na Helen Pre­jean quien tomó los hábi­tos en la Con­gre­ga­ción de las Her­ma­nas de San José a los 18 años dedi­có gran par­te de su acti­vi­dad reli­gio­sa como con­se­je­ra espi­ri­tual de con­vic­tos aguar­dan­do ser eje­cu­ta­dos; ella rela­tó su expe­rien­cia en el libro Dead Man Wal­king.

De acuer­do a lo que pre­ce­de, el com­po­si­tor se basó en el libro men­cio­na­do en don­de se refle­ja la lucha de esta pre­cla­ra mujer para sal­var el alma del con­de­na­do a muer­te Joseph De Rocher por haber ase­si­na­do a dos adolescentes.

Aun­que este even­to real tuvo lugar en los últi­mos años de la déca­da del 70 e ini­cios del 80, la ópe­ra de Heg­gie es ambien­ta­da en la épo­ca actual, cues­tio­nan­do el valor y la mora­li­dad de la pena capi­tal aún vigen­te en cier­tos esta­dos de la nación ame­ri­ca­na. De todos modos, la esce­no­gra­fía de Jan Vers­wey­veld evo­ca luga­res reales de la vida de Pre­jean, tales como una misión en un muy pobre vecin­da­rio de New Orleans, el lar­go camino a la peni­ten­cia­ría del esta­do de Loui­sia­na y fun­da­men­tal­men­te la pri­sión en sí misma.

El ele­va­do con­te­ni­do dra­má­ti­co del tema está expre­sa­do a tra­vés de la con­mo­ve­do­ra músi­ca de Heg­gie y el bri­llan­te libre­to de Terren­ce McNally en una nue­va pro­duc­ción a car­go del talen­to­so direc­tor escé­ni­co Ivo van Hove.

Joy­ce DiDo­na­to y Ryan McKinny. (Foto: Met)

Esta ópe­ra que tuvo su pri­me­ra repre­sen­ta­ción el 25 de sep­tiem­bre fue obje­to de una exce­len­te recep­ción por par­te de la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da. El gran maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin tie­ne a su car­go la direc­ción musi­cal en tan­to que el exce­len­te elen­co está enca­be­za­do por la mez­zo soprano Joy­ce DiDo­na­to encar­nan­do a la Her­ma­na Helen y el bajo barí­tono Ryan McKinny can­tan­do el rol del con­de­na­do De Rocher. En otros roles par­ti­ci­pan la soprano Lato­nia Moo­re como la Her­ma­na Rose y la mez­zo soprano Susan Graham como la madre de De Rocher.

Ade­más de la esce­no­gra­fía Vers­wey­veld es res­pon­sa­ble del dise­ño de ilu­mi­na­ción, el dise­ño de ves­tua­rio es de An D’Huys, el dise­ño de pro­yec­ción es de Chris­topher Ash en tan­to que Tom Gib­bons es el res­pon­sa­ble del dise­ño de sonido.

En Cana­dá, la ópe­ra será trans­mi­ti­da en direc­to y en alta defi­ni­ción en su idio­ma ori­gi­nal inglés con sub­tí­tu­los en el mis­mo idio­ma, en selec­tas salas de Cine­plex  el 21 de octu­bre de 2023 y nue­va­men­te será difun­di­da (enco­re) el 4 y 6 de noviem­bre de 2023.

Hacia un Por­ve­nir Más Brillante

IL SOL DELLAVVENIRE. Ita­lia-Fran­cia, 2023. Un film diri­gi­do e inter­pre­ta­do por Nan­ni Moret­ti. 95 minutos

Con más de una doce­na de fil­mes en su haber, entre las que se des­ta­can Caro Dia­rio (1993), La Stan­za del Figlio (2001, gana­dor de la Pal­ma de Oro en Can­nes), Apri­le (2003) y Mía Madre (2015), el sep­tua­ge­na­rio direc­tor, actor y guio­nis­ta retor­na a sus raí­ces con Il Sol Dell’Avennire, un film deci­di­da­men­te per­so­nal en el que alien­ta la espe­ran­za de un mun­do mejor.

Nan­ni Moret­ti en IL SOL DELLAVVENIRE

Den­tro del esque­ma de un film den­tro de otro, el guión de Moret­ti escri­to con Fran­ces­ca Mar­ciano, Fede­ri­ca Pon­tre­mo­li y Valia San­te­lla, pre­sen­ta a Gio­van­ni (Moret­ti) un neu­ró­ti­co y obce­ca­do direc­tor de cine que está fil­man­do un momen­to his­tó­ri­co vivi­do en Ita­lia en 1956; en ese año el Par­ti­do Comu­nis­ta Ita­liano se rebe­la con­tra la inva­sión sovié­ti­ca en Hun­gría dan­do la bien­ve­ni­da a un cir­co ambu­lan­te de Hun­gría que actua­rá en un subur­bio humil­de de Roma. La pelí­cu­la que se rue­da tie­ne por obje­to denun­ciar la dic­ta­du­ra esta­li­nis­ta que que­da expre­sa­da en el dia­rio comu­nis­ta L’Unita a car­go de su edi­tor  (Sil­vio Orlan­do) y su cola­bo­ra­do­ra (Bar­bo­ra Bobulova).

La fil­ma­ción está lejos de trans­cu­rrir plá­ci­da­men­te sino que por el con­tra­rio adquie­re un rit­mo caó­ti­co pro­vo­ca­do por las con­ti­nuas idas y veni­das de Gio­van­ni quien de mane­ra un tan­to auto­ri­ta­ria y a veces vio­len­ta no acep­ta las suge­ren­cias de algu­nos de los inte­gran­tes del elen­co. Eso exas­pe­ra con­si­de­ra­ble­men­te a su espo­sa Pao­la (Marghe­ri­ta Buy) quien es la frus­tra­da pro­duc­to­ra de la pelí­cu­la y que des­pués de 40 años de matri­mo­nio ya no se sien­te a gus­to con­vi­vien­do con Gio­van­ni. Para peor, el roda­je se inte­rrum­pe cuan­do el muy poco con­fia­ble finan­cis­ta fran­cés (Mathieu Alma­ric) quie­bra y por otra par­te Gio­van­ni recha­za la insi­nua­ción de aso­ciar­se con la pro­duc­to­ra Net­flix al no acep­tar la idea de que su film sea exhi­bi­do en línea en 190 países.

Así como sue­le hacer­lo Pedro Almo­dó­var, Moret­ti intro­du­ce en el film refe­ren­cias de otros cineas­tas exhi­bien­do dos bre­ves extrac­tos de Lola (Jac­ques Demy) y La Dol­ce Vita (Fede­ri­co Felli­ni), como tam­bién des­ta­ca a otros renom­bra­dos direc­to­res, tales como John Casa­vet­tes y Arthur Penn. No siem­pre esas men­cio­nes jus­ti­fi­can su inter­ca­la­ción en el rela­to y en un caso espe­cial adop­ta un tono absur­do; eso se pro­du­ce cuan­do dudan­do en fil­mar una esce­na vio­len­ta Gio­van­ni recuer­da el film No mata­rás de Krzysz­tof Kies­lows­ki así como Taxi Dri­ver de Mar­tin Scor­se­se con quien inten­ta comu­ni­car­se tele­fó­ni­ca­men­te aun­que sin lograrlo.

A tra­vés de una serie de viñe­tas se apre­cia el perío­do de cri­sis que como cineas­ta atra­vie­sa Gio­van­ni al no saber exac­ta­men­te qué es lo que quie­re; a ello se aña­de la pena pro­du­ci­da por su rup­tu­ra matri­mo­nial y por su hija Emma (Valen­ti­na Roma­ni) que no le otor­ga mucha impor­tan­cia. A pesar de todo, adop­tan­do el aire de un ado­les­cen­te él can­ta, bai­la, jue­ga con una pelo­ta y se des­pla­za por Roma en su eléc­tri­co mono­pa­tín, como dicien­do “a mal tiem­po bue­na cara”.

Cier­ta­men­te, lo que se apre­cia en esta his­to­ria cons­ti­tu­ye una suer­te de tera­pia para el pro­pio Moret­ti valién­do­se de su alter ego Gio­van­ni. Aun­que el arco narra­ti­vo resul­ta un tan­to des­pro­li­jo e inco­ne­xo, el rea­li­za­dor deja entre­ver la difi­cul­tad de poder adap­tar­se a la reali­dad en que vive; en todo caso no pier­de el opti­mis­mo nece­sa­rio para per­se­ve­rar y seguir fil­man­do vis­lum­bran­do un por­ve­nir más bri­llan­te. Es así que cie­rra la pelí­cu­la con un lumi­no­so y ale­gre des­fi­le inte­gra­do por los acto­res y actri­ces de la misma.

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­da ésta es una come­dia menor den­tro de la fil­mo­gra­fía de Moret­ti, con todo, cier­tos momen­tos de ter­nu­ra, las can­cio­nes ento­na­das y la pre­sen­cia de un buen elen­co per­mi­ten que su visión resul­te apre­cia­ble. Jor­ge Gutman