Gran Can­tan­te y Acti­vis­ta Social

JOAN BAEZ I AM A NOI­SE. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un docu­men­tal de Miri Navasky, Karen O’Connor y Mae­ve O’Boyle. 112 minutos.

A tra­vés de un depu­ra­do y bien cons­trui­do docu­men­tal las rea­li­za­do­ras Miri Navasky, Karen O’Connor y Mae­ve O’Boyle efec­túan un exhaus­ti­vo retra­to de Joan Baez quien ha sido duran­te seis déca­das una de las per­so­na­li­da­des más des­ta­ca­das de la músi­ca fol­cló­ri­ca americana.

Joan Baez

El docu­men­tal ha sido posi­ble gra­cias a la amis­tad de O’Connor con Baez y es así que ade­más del repor­ta­je que las docu­men­ta­lis­tas efec­túan a la remar­ca­ble can­tan­te, el mis­mo se nutre de impor­tan­te mate­rial de archi­vo, fotos, pelí­cu­las case­ras, su dia­rio per­so­nal enri­que­ci­do con dibu­jos ani­ma­dos por Eat the Dan­ger, la inter­ven­ción de fami­lia­res inclu­yen­do a su hijo Gabriel Harris, ade­más de cin­tas tera­péu­ti­cas y regis­tros de audio.

Baez que luce muy bien con sus 82 años de edad recuen­ta su infan­cia vivien­do en par­te difi­cul­ta­des emo­cio­na­les por sen­tir com­ple­jos de infe­rio­ri­dad y sobre todo por ser obje­to de bur­la por par­te de algu­nos chi­cos de su escue­la por ser hija de su cien­tí­fi­co padre mexi­cano; a su vez, ya sien­do joven expe­ri­men­tó pro­ble­mas de ansie­dad. Sien­do la hija del medio con sus dos her­ma­nas ya des­apa­re­ci­das, la mayor Pau­li­ne y la menor Mimi, man­tu­vo una bue­na rela­ción fra­ter­nal, no obs­tan­te la riva­li­dad con Mimi quien tam­bién se des­ta­có como cantante.

A los 16 años de edad, ya agra­cia­da por su diá­fa­na voz Joan comen­zó a ser reco­no­ci­da como can­tan­te fol­cló­ri­ca efec­tuan­do su pri­mer con­cier­to en 1958 en el Bos­ton Club 47 de Cam­brid­ge (Mas­sa­chu­setts); su cla­mo­ro­so éxi­to es repe­ti­do al año siguien­te en el New­port Jazz Fes­ti­val de Rho­de Island, para poco tiem­po des­pués ser aplau­di­da en el pres­ti­gio­so Car­ne­gie Hall de New York.

Simul­tá­nea­men­te el docu­men­tal des­ta­ca a Baez cómo deno­da­da acti­vis­ta social; en tal carac­ter par­ti­ci­pó en la recor­da­da Mar­cha de Washing­ton de 1963 enca­be­za­da por el inmor­tal Mar­tin Luther King y ento­nan­do can­cio­nes de pro­tes­ta, como tam­bién en los movi­mie­nos y mani­fes­ta­cio­nes civi­les habi­dos pro­tes­tan­do por la incur­sión de Esta­dos Uni­dos en la gue­rra de Vietnam.

Pro­si­guien­do su carre­ra, se ilus­tra cómo Joan ayu­dó al joven Bob Dylan en el ini­cio de su pro­fe­sión pre­sen­tán­do­lo en el esce­na­rio, el inten­so roman­ce man­te­ni­do con él y el trau­ma sufri­do cuan­do la dejó de lado poco tiem­po des­pués. Su vida sen­ti­men­tal se reanu­da en 1968 con­tra­yen­do enla­ce con el perio­dis­ta y acti­vis­ta polí­ti­co ame­ri­cano David Harris de 22 años quien fue encar­ce­la­do duran­te 20 meses por des­obe­dien­cia civil al haber resis­ti­do su reclu­ta­mien­to para ser envia­do a Viet­nam. Una vez libe­ra­do, el matri­mo­nio duró poco tiem­po y según Joan mani­fies­tan­do iró­ni­ca­men­te, eso se debió por­que él era dema­sia­do joven y ella dema­sia­do loca. De esa unión nació en 1969 su hijo Gabriel quien lle­ga­ría a ser músi­co como su madre.

Joan comen­ta cómo debió equi­li­brar su acti­vis­mo polí­ti­co con su carre­ra musi­cal, aun­que como madre debió estar lar­gos perío­dos ale­ja­da de Gabriel, aspec­to que él se refie­re en la entre­vis­ta realizada.

Casi al fina­li­zar el docu­men­tal, la artis­ta mani­fies­ta sus “demo­nios inte­rio­res”, al regis­trar en su memo­ria los abu­sos come­ti­dos duran­te su niñez al igual que a su her­ma­na Mimi por par­te de su padre; no obs­tan­te él nie­ga la acu­sa­ción y lo atri­bu­ye al “sín­dro­me de la fal­sa memo­ria”. Ese oscu­ro epi­so­dio no que­da acla­ra­do, dejan­do la duda de si real­men­te ocurrió.

El docu­men­tal ilus­tra la gira final de Baez 2018 – 2019 titu­la­da “Fare Thee Well” en don­de tam­bién par­ti­ci­pó Gabriel como per­cu­sio­nis­ta. Su últi­ma actua­ción la rea­li­za el 28 de julio de 2019 en el Tea­tro Real de Madrid. Entre los extrac­tos de apro­xi­ma­da­men­te 25 can­cio­nes ento­na­das y/o escri­tas por la can­tan­te se encuen­tran la icó­ni­ca Dia­monds and Rust ‑refe­ri­da a Dylan‑, The­re but for For­tu­ne, The Dream Song, A Song for David, J’arrive y Mary Hamil­ton.

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do este docu­men­tal que ha sido mag­ní­fi­ca­men­te edi­ta­do por Mae­ve O’Boyle cons­ti­tu­ye un muy buen lega­do de la vida pro­fe­sio­nal y per­so­nal de la icó­ni­ca can­tan­te.  Jor­ge Gutman

El Poder de la Música

FLO­RA AND SON. Irlan­da-Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por John Car­ney. 95 minutos

Una vez más se apre­cia cómo la músi­ca cons­ti­tu­ye un ele­men­to enri­que­ce­dor y capaz de mejo­rar la vida de las per­so­nas. Habien­do rea­li­za­do en 2007 su bri­llan­te come­dia musi­cal Once, John Car­ney en Flo­ra and Son, vuel­ve a con­si­de­rar la músi­ca como un fac­tor vital con la ido­nei­dad de unir y recon­for­tar a dos per­so­nas afec­ti­va­men­te distantes.

Eve Hew­son y Joseph Gordon-Levitt

El guión del rea­li­za­dor ubi­ca la acción en un modes­to barrio de Dublin don­de vive Flo­ra (Eve Hew­son), una mujer que no ha encon­tra­do un sen­ti­do pre­ci­so a su vida cuan­do a los 17 años dio a luz a su hijo Max y como madre mono­pa­ren­tal haber teni­do que resig­nar la posi­bi­li­dad de con­cre­tar los sue­ños de un hori­zon­te más prós­pe­ro; eso moti­vó a que vol­ca­ra incons­cien­te­men­te su resen­ti­mien­to hacia el chi­co y es así que la inter­ac­tua­ción entre ambos no ha sido muy feliz. En la actua­li­dad Max (Orén Kin­lan) de 14 años es un joven rebel­de que vivien­do con su madre sin gran afec­to tam­po­co encuen­tra gran ayu­da en su padre (Jack Rey­nor); no obs­tan­te su gran incli­na­ción hacia la músi­ca pop y como aspi­ran­te a rape­ro, efec­túa cier­tas pille­rías delic­ti­vas corrien­do el ries­go de ser inter­na­do en un cen­tro juve­nil. Cuan­do un buen día Flo­ra encuen­tra en un basu­re­ro una gui­ta­rra, tra­ta de con­gra­ciar­se con su hijo ofre­cién­do­se­la de rega­lo, aun­que él recha­za el obse­quio; en con­se­cuen­cia con el ins­tru­men­to en mano Flo­ra deci­de tomar cla­ses de músi­ca en línea con Jeff (Joseph Gor­don-Levitt), un frus­tra­do gui­ta­rris­ta que resi­de en Los Ánge­les y quien a pesar de su ido­nei­dad musi­cal no lle­gó a imponerse.

A par­tir de allí, a pesar de la dis­tan­cia físi­ca que los sepa­ra, sur­ge entre maes­tro y alum­na un víncu­lo sen­ti­men­tal; a tra­vés de suce­si­vas lec­cio­nes ella comien­za a domi­nar la gui­ta­rra en tan­to que Jeff encuen­tra satis­fac­ción al com­pro­bar los pro­gre­sos de su dis­cí­pu­la. En el pro­ce­so de crea­ti­vi­dad que va expe­ri­men­tan­do, Flo­ra apre­cia la habi­li­dad musi­cal de su hijo como com­po­si­tor y letris­ta, lo que per­mi­te com­ple­men­tar los temas musi­ca­les que con­jun­ta­men­te inter­pre­tan ella y su pro­fe­sor. Resul­ta­do de todo ello es el afian­za­mien­to del víncu­lo entre Flo­ra y su hijo como así tam­bién el pla­tó­ni­co roman­ce musi­cal entre ella y Jeff.

En mate­ria de inter­pre­ta­ción Hew­son en su debut cine­ma­to­grá­fi­co mara­vi­lla como la mujer que final­men­te encuen­tra una razón para esca­par de su ruti­na­ria exis­ten­cia median­te el flo­re­ci­mien­to del amor mater­nal; en tal sen­ti­do es emo­ti­va la esce­na en que feliz­men­te uni­dos madre e hijo ofre­cen un con­cier­to sien­do aplau­di­dos por la entu­sias­ta audien­cia. Asi­mis­mo resul­ta des­ta­ca­ble la par­ti­ci­pa­ción de Gor­don-Levitt quien como el apues­to y caris­má­ti­co pro­fe­sor refle­ja una sen­si­ble y entra­ña­ble ter­nu­ra hacia su discípula.

Aun­que esta his­to­ria pue­de resis­tir cre­di­bi­li­dad al supo­ner que en bre­ve lap­so sus per­so­na­jes demues­tran poseer un asom­bro­so talen­to musi­cal, la efec­ti­va narra­ción de Car­ney per­mi­te que a mane­ra de una sen­ci­lla fábu­la brin­de el men­sa­je sobre cómo la posi­ti­va fuer­za impreg­na­da del len­gua­je musi­cal ‑inde­pen­dien­te­men­te de su géne­ro- avi­va el espí­ri­tu logran­do una autén­ti­ca comu­ni­ca­ción huma­na. En esen­cia, sin gran­di­lo­cuen­cia algu­na este hones­to film resul­ta gra­ta­men­te apre­cia­do por el públi­co asis­ten­te. Jor­ge Gutman

Mag­ní­fi­co Legado

TES­TA­MENT. Cana­dá, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Denys Arcand. 115 minutos

El estreno de un nue­vo film de Denys Arcand siem­pre des­pier­ta expec­ta­ti­va debi­do a exce­len­tes tra­ba­jos ofre­ci­dos, entre otros títu­los, El Decli­ve del Impe­rio Ame­ri­cano (1987) Jesús de Mon­treal (1989) y Las Inva­sio­nes Bár­ba­ras (2003), que le han mere­ci­do un impor­tan­te reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal. Por ello resul­ta gra­ti­fi­can­te com­pro­bar que con Tes­ta­ment, su déci­mo quin­to film, haya logra­do una exce­len­te come­dia dra­má­ti­ca que segui­rá enri­que­cien­do su filmografía.

Sophie Lorain y Rémy Girard

Por sép­ti­ma vez en su carre­ra Arcand con­vo­có a su actor feti­che Rémy Girard para asu­mir el rol pro­ta­gó­ni­co. El pro­mi­nen­te actor ani­ma a Jean-Michel Bou­chard, un escri­tor sep­tua­ge­na­rio aun­que ya olvi­da­do que en el cre­púscu­lo de su vida expe­ri­men­ta una gran desa­zón com­pro­ban­do la reali­dad del mun­do actual al que le cues­ta adaptarse.

Vivien­do en Mon­treal en una resi­den­cia para gen­te de la ter­ce­ra edad diri­gi­da por Suzan­ne (Sophie Lorain), aún se mues­tra acti­vo tra­ba­jan­do dos días por sema­na en las ofi­ci­nas del Archi­vo Nacio­nal. Sin haber teni­do pare­ja ni hijos, ya nada le res­ta de su fami­lia y es así que en los paseos que sue­le hacer en uno de los cemen­te­rios de la ciu­dad con la voz en off deja saber que muy pron­to acom­pa­ña­rá a los que allí se encuen­tran. En torno a los mis­te­rios de la vida él expe­ri­men­ta un pesar cuan­do uno de los ami­gos ciclis­tas de la resi­den­cia (Denis Bou­chard) mue­re de un ful­mi­nan­te ata­que car­día­co, no obs­tan­te haber lle­va­do una exis­ten­cia com­ple­ta­men­te sana en mate­ria de ali­men­ta­ción y sin pro­ble­ma alguno has­ta ese momen­to; eso hace que su ape­na­da viu­da (Guy­lai­ne Trem­blay) resuel­va ven­gar­se para que de ahí en más no se pri­ve del alcohol, taba­co ni de cual­quier pro­duc­to alimenticio.

Arcand valién­do­se de su mag­ní­fi­co guión no deja de sati­ri­zar las cere­mo­nias de las entre­gas de pre­mios, como suce­de cuan­do Jean-Michel es uno de los dis­tin­gui­dos por su tra­yec­to­ria lite­ra­ria pero deja­do de lado por los orga­ni­za­do­res del even­to al no per­mi­tir­le el uso de la pala­bra como lo han hecho los res­tan­tes pre­mia­dos por ser más cono­ci­dos. Asi­mis­mo el des­en­can­to de nues­tro anti­hé­roe se mani­fies­ta al com­pro­bar cómo el amor por la lec­tu­ra es des­es­ti­ma­do dado que el espa­cio de la resi­den­cia dedi­ca­do a la biblio­te­ca es reem­pla­za­do por la ins­ta­la­ción de jue­gos de video, en tan­to que los libros son des­ti­na­dos al reci­cla­je por­que nadie los quie­re; es así que él se pre­gun­ta si la cul­tu­ra popu­lar de Cana­dá sólo se sim­bo­li­za por el Cir­que de Soleil y Céli­ne Dion.

Siguien­do con las obser­va­cio­nes de Arcand a tra­vés de su alter ego refle­ja asi­mis­mo los cam­bios gene­ra­cio­na­les don­de la inti­mi­dad del indi­vi­duo que­da rele­ga­da a un segun­do plano por la pro­li­fe­ra­ción de las redes socia­les. Como otra obser­va­ción de los nue­vos tiem­pos con la nue­va iden­ti­dad gené­ri­ca, Jean-Michel es infor­ma­do por Suzan­ne el cam­bio de nom­bre de la ancia­na Stépha­nie por el de Steph.

Más allá de las situa­cio­nes men­cio­na­das, el rela­to cobra un giro dra­má­ti­co cuan­do la ruti­na del esta­ble­ci­mien­to se ve alte­ra­da por la pre­sen­cia de un gru­po de mani­fes­tan­tes que ins­ta­la­dos en los jar­di­nes exte­rio­res de la resi­den­cia asu­me la defen­sa de la pobla­ción autóc­to­na de Cana­dá; así los inte­gran­tes dejan saber que no se move­rán del lugar has­ta el momen­to en que sea remo­vi­do el mural de uno de los salo­nes del esta­ble­ci­mien­to. En el mis­mo se exhi­be al explo­ra­dor Jac­ques Car­tier lle­ga­do a la región en 1541, fren­te a hom­bres y muje­res de las Pri­me­ras Nacio­nes; en tal sen­ti­do el gru­po con­si­de­ra ofen­si­vo que se supon­ga que Car­tier haya sido el des­cu­bri­dor de Que­bec, cuan­do ya esta­ba pobla­do por los nati­vos indí­ge­nas y ade­más por­que cons­ti­tu­ye un agra­vio mos­tran­do a las muje­res con sus pechos des­nu­dos. El inci­den­te que adquie­re amplia reper­cu­sión públi­ca inquie­ta seve­ra­men­te a las auto­ri­da­des de Que­bec moti­van­do a que la Minis­tra de la Salud (Caro­li­ne Néron) se ocu­pe de inme­dia­to en reme­diar la gra­ve situación.

Sin entrar en deta­lles ulte­rio­res sobre cómo el pro­ble­ma será resuel­to, el rela­to asi­mis­mo reve­la la impor­tan­cia que adquie­re la comu­ni­ca­ción cuan­do alguien vive en com­ple­ta sole­dad; es así que para com­ba­tir­la Jean-Michel reci­be sema­nal­men­te la visi­ta de Fla­vie (Marie-Mai), una joven mujer que a mane­ra de tera­peu­ta le ofre­ce peque­ños ges­tos afec­ti­vos. Asi­mis­mo el con­te­ni­do humano que Arcand impri­me al rela­to se cons­ta­ta en la gran pena que sien­te Suzan­ne quien por exi­gir dema­sia­do a su hija Rosa­lie (Char­lot­te Aubin) ella des­apa­re­ció hace 14 años del hogar sin saber dón­de se encuen­tra; la noble­za de Jean-Michel moti­va a que él, con la ayu­da de una cole­ga del archi­vo, logre ubi­car­la gene­ran­do la uni­fi­ca­ción fami­liar don­de Suzan­ne com­prue­ba que es aho­ra abue­la de su nie­ti­to de 8 meses.

En mate­ria de actua­ción que­da refle­ja­da la gran com­pli­ci­dad exis­ten­te entre Arcand y Girard; es así que este gran actor trans­mi­te aca­ba­da­men­te la huma­ni­dad que su per­so­na­je tras­cien­de y que aun­que des­ilu­sio­na­do de lo que la era digi­tal ofre­ce, final­men­te encuen­tra en el amor una razón para con­tem­plar de mane­ra posi­ti­va lo que le res­ta por vivir. A su lado se des­ta­can la soli­dez de Lorain, Marie Mai en su acer­ta­do debut acto­ral, así como el res­to del mag­ní­fi­co repar­to agra­cia­do con la pre­sen­cia del dra­ma­tur­go Robert Lepa­ge y de Yves Jac­ques en una bre­ve y son­rien­te escena.

Sin duda la ambi­ción posi­ti­va de Arcand hace que su film explo­re adi­cio­na­les temas como el del nacio­na­lis­mo de Que­bec de anta­ño com­pa­ra­do con el actual. Pero lo con­cre­to es que su insu­pe­ra­ble pues­ta escé­ni­ca, el valio­so guión impreg­na­do de jugo­sos diá­lo­gos y un elen­co de pri­mer nivel con­for­man un mag­ní­fi­co dra­ma humano.

Aun­que sin supo­ner si aca­so éste será su últi­mo film, alu­dien­do a su títu­lo Arcand nos brin­da un remar­ca­ble tes­ta­men­to des­cri­bien­do con extra­or­di­na­ria luci­dez la gene­ra­ción de los baby boo­mers rea­li­zan­do esfuer­zos para invo­lu­crar­se en esta revo­lu­cio­na­ria era digi­tal. Jor­ge Gutman

Un Film de Logra­do Suspenso

THE BIRDS

A 60 años de su estreno se repo­ne The Birds, uno de los fil­mes más popu­la­res de Alfred Hitch­cock. Así como ya lo había hecho con Psi­co­sis (1960), nue­va­men­te el maes­tro del sus­pen­so logra impac­tar con este film de terror en don­de los pája­ros adquie­ren protagonismo.

Basa­do en un rela­to de Daph­ne du Mau­rier y adap­ta­do por el guio­nis­ta de Evan Hun­ter, Hitch­cock obtie­ne un memo­ra­ble dra­ma de sus­pen­so. La his­to­ria gira en torno de Mela­nie, una chi­ca de la alta socie­dad ame­ri­ca­na que por azar cono­ce al abo­ga­do Mitch Bree­ner mien­tras efec­túa unas com­pras en una paja­re­ría. Si bien ella está intere­sa­da en él, Mitch la igno­ra y se des­pi­de de mane­ra poco cor­dial. No obs­tan­te, Mela­nie deci­de com­prar una pare­ja de pája­ros para obse­quiár­se­los. De allí en más ese rega­lo ter­mi­na gene­ran­do una inva­sión aví­co­la en don­de gavio­tas y cuer­vos de mane­ra agre­si­va alte­ran la tran­qui­li­dad de una peque­ña ciudad.

Rod Tay­lor y Tip­pi Hedren

Con la minu­cio­si­dad que el rea­li­za­dor acos­tum­bra a impri­mir a sus fil­mes, aquí logra crear momen­tos de con­si­de­ra­ble inten­si­dad emo­cio­nal. Como en toda su fil­mo­gra­fía, Hitch­cock obtie­ne lo mejor de su elen­co y en este caso se des­ta­ca el aus­pi­cio­so debut como actriz de Tip­pi Hedren quien está acom­pa­ña­da de Rod Tay­lor, Vero­ni­ca Cartw­right, Suza­ne Pleshet­te y la vete­ra­na Jes­si­ca Tandy. Asi­mis­mo cabe des­ta­car la exce­len­te par­ti­ci­pa­ción que Hitch­cock obtu­vo de Ber­nard Herrmann quien ha sido el res­pon­sa­ble de lograr los exce­len­tes efec­tos sono­ros gene­ra­dos por los chi­lli­dos de las aves y el revo­lo­teo de sus alas.

Aun­que The Birds se encuen­tra dis­po­ni­ble en video, nada es com­pa­ra­ble con el pla­cer de su visión en la gran pan­ta­lla de los cines, sien­do ésta la opor­tu­ni­dad de vol­ver a apre­ciar esta mag­ní­fi­ca pelí­cu­la que será exhi­bi­da en selec­tas salas de Cine­plex a par­tir del 6 de octu­bre.

FNC 2023 (Pri­me­ra Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

A par­tir de hoy y pro­si­guien­do has­ta el 15 de octu­bre tie­ne lugar en Mon­treal la 52ª edi­ción del Fes­ti­val du nou­veau ciné­ma (FNC) con la pre­sen­ta­ción de La Pas­sion de Dodin Bouf­fant del cineas­ta Tràn Anh Hùng. La pro­gra­ma­ción inclu­ye 105 lar­go­me­tra­jes y 90 cor­to­me­tra­jes pro­ve­nien­tes de 57 paí­ses. Ade­más de títu­los aplau­di­dos en los fes­ti­va­les de Ber­lín, Can­nes, Vene­cia y Toron­to de este año, hay una bue­na selec­ción de pelí­cu­las per­te­ne­cien­tes a nue­vos pro­mi­so­rios realizadores.

He aquí el comen­ta­rio de cua­tro de los fil­mes que serán exhibidos.

La Pas­sion de Dodin Bouf­fant (Fran­cia)

La comi­da fran­ce­sa como esti­lo de vida es lo que pro­po­ne el direc­tor viet­na­mi­ta Tràn Anh Hung en este rela­to que resul­ta­rá ape­ti­to­so para los aman­tes de la “hau­te cuisine”.

Adap­ta­do de la nove­la de Mar­cel Rouf La Vida y Pasión de Dodin Bouf­fant publi­ca­da en 1924, el guión del rea­li­za­dor ambien­ta su desa­rro­llo en una man­sión cam­pes­tre de Fran­cia hacia fina­les del siglo 19. En ese apa­ci­ble rin­cón se sale al encuen­tro de la impe­ca­ble coci­ne­ra Euge­nie (Juliet­te Bino­che) y del gas­tró­no­mo Dodin (Benoît Magi­mel) quie­nes duran­te 20 años con­jun­ta­men­te han tra­ba­ja­do en la pre­pa­ra­ción de exqui­si­tas deli­cias culinarias.

La Pas­sion de Dodin Bouffant

Duran­te los pri­me­ros 30 minu­tos del rela­to se obser­va cómo Euge­nie pre­pa­ra para el desa­yuno una ape­ti­to­sa tor­ti­lla de hue­vos reco­men­dan­do de que para su con­su­mo es nece­sa­rio valer­se de una cucha­ra. Pos­te­rior­men­te con la ayu­da de su asis­ten­te Vio­let­te (Gala­tea Bellu­gi) efec­túa los pre­pa­ra­ti­vos de una comi­da para cua­tro ami­gos de Dodin (Emma­nuel Salin­ger, Patrick D’Assumçao, Fré­dé­ric Fis­bach y Jan Ham­me­nec­ker), pre­via­men­te apro­ba­do por el chef, con­si­de­ra­do como el Napo­león de la gas­tro­no­mía. A su vez Dodin se encar­ga­rá de pre­pa­rar el “pot au feu”, el clá­si­co pla­to fran­cés de len­ta coc­ción que será des­ti­na­do a un supues­to prín­ci­pe de Esto­nia. Asi­mis­mo Dodin remar­ca la impor­tan­cia que tie­ne dis­po­ner de un vino ade­cua­do para degus­tar una bue­na comida.

La his­to­ria narra­da es míni­ma y en su mayor par­te no exis­ten mayo­res con­flic­tos dra­má­ti­cos sal­vo algu­nos des­va­ne­ci­mien­tos que expe­ri­men­ta Euge­nie, apa­ren­te­men­te por can­san­cio, aun­que se pre­su­me que pade­ce de una enfer­me­dad aun­que ella ter­mi­nan­te­men­te lo nie­gue. Para mati­zar el rela­to, se apre­cia el víncu­lo sen­ti­men­tal de la pare­ja; si bien es cla­ro el amor que los une, Euge­nie en prin­ci­pio ama­ble­men­te recha­za la pro­pues­ta de casa­mien­to de Dodin, pero pos­te­rior­men­te acep­ta­rá su invi­ta­ción en la medi­da que culi­na­ria e inte­lec­tual­men­te exis­te una armo­nio­sa complementación.

La exce­len­te direc­ción de Anh Hung per­mi­te resal­tar bri­llan­te­men­te la pasión de la pare­ja por el arte culi­na­rio; en tal sen­ti­do la par­ti­ci­pa­ción del renom­bra­do chef Pie­rre Gag­nai­re como con­sul­tor refle­ja la auten­ti­ci­dad de los man­ja­res pre­pa­ra­dos. Pero pre­ci­sa­men­te por su pro­pio bien, el rela­to se extien­de más allá de lo nece­sa­rio en la medi­da que a la pos­tre en la mayor par­te se asis­te a un cur­so de comi­da que aun­que sin duda remar­ca­ble pue­de ase­me­jar­se a los que sue­len difun­dir­se en la televisión.

No obs­tan­te la obje­ción que ante­ce­de, el film se valo­ri­za por la insu­pe­ra­ble actua­ción de Bino­che y Magi­mel quie­nes com­pe­ne­tra­dos por com­ple­to en sus per­so­na­jes irra­dian la inmen­sa ter­nu­ra que los ani­ma. Así, una de las esce­nas emo­ti­vas del film tie­ne lugar cuan­do Dodin por pri­me­ra vez le pre­pa­ra a su com­pa­ñe­ra que yace enfer­ma un exqui­si­to pla­to de comi­da, o bien en el poé­ti­co des­en­la­ce de esta his­to­ria que resul­ta­ría indis­cre­to comen­tar. Una vez más que­da demos­tra­do como en cier­tos casos bri­llan­tes acto­res pue­den engran­de­cer la visión de una pelí­cu­la, sin dejar de lado la nota­ble pues­ta escé­ni­ca del rea­li­za­dor que le valió en Can­nes el pre­mio a la mejor dirección.

Los Colo­nos (Chi­le-Argen­ti­na-Fran­cia-Dina­mar­ca-Gran Bretaña-Suecia-Taiwán)

Resul­ta gra­ti­fi­can­te para el crí­ti­co de cine com­pro­bar el sur­gi­mien­to de nove­les rea­li­za­do­res capa­ces de mos­trar inusi­ta­da madu­rez en sus pri­me­ros tra­ba­jos. Ese es el caso del direc­tor chi­leno Feli­pe Gál­vez quien des­pués de una expe­rien­cia como guio­nis­ta y edi­tor en cor­to­me­tra­jes debu­ta en el lar­go­me­tra­je ilus­tran­do lúci­da­men­te de mane­ra fic­cio­nal un dra­ma his­tó­ri­co sobre el tra­ta­mien­to reci­bi­do por la pobla­ción autóc­to­na de Chile.

Los Colo­nos

El guión del rea­li­za­dor escri­to con Anto­nia Girar­di y la cola­bo­ra­ción de Mariano Lly­nás en su comien­zo ubi­ca la acción en 1901 en la región pata­gó­ni­ca de Chi­le y Argen­ti­na. Allí el pode­ro­so terra­te­nien­te José Menén­dez (Alfre­do Cas­tro), dedi­ca­do a la explo­ta­ción de ove­jas, quie­re des­pe­jar la vas­ta ruta con­du­cen­te a una sali­da en el Océano Atlán­ti­co. Para efec­tuar el reco­rri­do de esa zona con­tra­ta los ser­vi­cios del fun­cio­na­rio esco­cés MacLen­nan (Mark Stan­ley) para que eli­mi­ne a la pobla­ción autóc­to­na que pue­da encon­trar en el camino; para rea­li­zar su tarea con­ta­rá con la cola­bo­ra­ción del mer­ce­na­rio ame­ri­cano Bill (Ben­ja­mín West­fall) y del ayu­dan­te Segun­do (Cami­lo Aran­ci­bia) que es un mes­ti­zo oriun­do de la isla Chi­loé. En con­se­cuen­cia, para cum­plir su misión este hete­ro­gé­neo gru­po no vaci­la­rá en sem­brar a lo lar­go del camino un sen­de­ro de san­gre al per­se­guir y ase­si­nar a la comu­ni­dad indí­ge­na Selk’nam.

Sie­te años des­pués de la masa­cre, el pre­si­den­te chi­leno Pedro Montt desig­na al ofi­cial Vicu­ña (Mar­ce­lo Alon­so), con el bene­plá­ci­to de Menén­dez, para que visi­te Chi­loé a fin de tener un pre­ci­so cono­ci­mien­to acer­ca del ase­si­na­to come­ti­do al pue­blo autóc­tono; para ello inten­ta obte­ner infor­ma­ción de Segun­do que aho­ra modes­ta­men­te habi­ta allí jun­to con su mujer Kiep­ja (Mishell Gua­ña). En todo caso, las bue­nas inten­cio­nes no repa­ran el geno­ci­dio producido.

Los per­so­na­jes están muy bien esbo­za­dos y sobre todo el más elo­cuen­te es el de Segun­do que a tra­vés de su ópti­ca se asis­te a lo que acon­te­ce en el rela­to; si bien se pue­de empa­ti­zar con el mis­mo, lo cier­to es que él fue un cola­bo­ra­dor pasi­vo de los gra­ves inci­den­tes ocu­rri­dos a pesar de su ori­gen autóctono.

Con un buen elen­co, Gál­vez tie­ne la deli­ca­de­za de suge­rir antes que demos­trar en toda su mag­ni­tud las atro­ci­da­des come­ti­das. Impri­mien­do un apro­pia­do rit­mo, el rea­li­za­dor con­tó con el valio­so apor­te de la foto­gra­fía de Simo­ne D’Arcangelo cap­tan­do el agres­te pai­sa­je en que trans­cu­rre la acción. Que­da como resul­ta­do un muy buen arti­cu­la­do dra­ma que con­tun­den­te­men­te denun­cia la acción arra­sa­do­ra y des­truc­ti­va de los pue­blos ori­gi­na­rios que tuvo lugar en la Pata­go­nia a comien­zos del siglo pasa­do; todo ello en nom­bre de una tris­te colo­ni­za­ción ten­dien­te a apli­car el racis­mo y el cri­men a fin de lograr una civi­li­za­ción más purificada.

Here (Bél­gi­ca)

El res­pe­ta­do cineas­ta y guio­nis­ta bel­ga Bas Devos ofre­ce una pelí­cu­la de aus­te­ra dimen­sión y de valio­sa cali­dad que ha sido apre­cia­da en oca­sión de su estreno mun­dial en el fes­ti­val de Ber­lin de este año don­de obtu­vo el pre­mio al mejor film de la sec­ción Encounters.

Here

A tra­vés de un esti­lo diá­fano la dimi­nu­ta his­to­ria pre­sen­ta a dos seres que se des­co­no­cen pero cuyo encuen­tro for­tui­to per­mi­te brin­dar­les el con­fort de trans­mi­tir sus inquie­tu­des. Uno de ellos es Ste­fan (Ste­fan Gota), un obre­ro rumano que tra­ba­ja en Bru­se­las en el rubro de la cons­truc­ción. Apro­ve­chan­do sus vaca­cio­nes de verano se dis­po­ne via­jar a su país natal y para ello coci­na los vege­ta­les que aún res­tan en el refri­ge­ra­dor, pre­pa­ran­do una sopa que le ofre­ce­rá a sus más cer­ca­nos com­pa­ñe­ros de labor. A su vez apro­ve­cha la oca­sión para des­pe­dir­se de su her­ma­na Anca (Ali­na Cons­tan­tin) que es enfer­me­ra y que tam­bién resi­de en la capi­tal belga.

El otro per­so­na­je es Shu­xiu (Liyo Gong), una cien­tí­fi­ca inves­ti­ga­do­ra chi­na que se dedi­ca a ana­li­zar con su micros­co­pio las plan­tas no vas­cu­la­res con espe­cial énfa­sis en los mus­gos sil­ves­tres; ade­más par­te de su tiem­po lo des­ti­na a ayu­dar a su tía que tie­ne a su car­go un peque­ño restaurante.

Mien­tras Ste­fan aguar­da unos días para que le repa­ren su auto­mó­vil a fin de tras­la­dar­se a Ruma­nia, en una jor­na­da de inten­sa llu­via, entra al res­tau­ran­te don­de se halla Shu­xiu; pos­te­rior­men­te pasean­do por un par­que de la ciu­dad el azar quie­re que Ste­fan nue­va­men­te se encuen­tre con la inves­ti­ga­do­ra. Es allí don­de cada uno apren­de algo del otro y todo hace pre­su­mir que se esta­ble­ce una mutua cone­xión entre el taci­turno rumano y la soli­ta­ria china.

Con míni­mos diá­lo­gos que­da con­cre­ta­da una his­to­ria sen­ci­lla pero lo sufi­cien­te­men­te pre­ci­sa en el estu­dio de carac­te­res que rea­li­za el com­pe­ten­te rea­li­za­dor de sus dos pro­ta­go­nis­tas como a su vez la pre­pon­de­ran­cia que adquie­re el mar­co de la natu­ra­le­za que les rodea. En esen­cia, Devos brin­da un film sutil y aun­que nada dra­má­ti­ca­men­te acon­te­ce, des­ti­la la sen­si­bi­li­dad nece­sa­ria para sedu­cir al espec­ta­dor ávi­do de un cine dia­me­tral­men­te opues­to a lo ofre­ci­do por los tra­di­cio­na­les block­bus­ters. Ade­más de Devos, pala­bras de elo­gio igual­men­te mere­ce la extra­or­di­na­ria foto­gra­fía de Grimm Van­de­kerckho­ve brin­dan­do una cau­ti­van­te sin­fo­nía de luz y color, sobre todo crean­do una espe­cial atmós­fe­ra de la ciu­dad en las horas nocturnas.

El Ros­tro de la Medu­sa (Argen­ti­na)

La novel rea­li­za­do­ra Meli­sa Lie­benthal en su pri­mer lar­go­me­tra­je de fic­ción par­te de una pre­mi­sa extra­ña cuyo pro­pó­si­to resul­ta difí­cil de cap­tar a tra­vés de su desarrollo.

El guión de Agus­tín Godoy y Lie­benthal pre­sen­ta a Mari­na (Rocío Ste­lla­to), una docen­te de 30 años de edad que ha vis­to su ros­tro cam­bia­do como resul­ta­do de una hin­cha­zón que comen­zó tiem­po atrás. Habien­do recu­rri­do a varios médi­cos para resol­ver su situa­ción y retor­nar a su cara ori­gi­nal, aún no ha encon­tra­do solu­ción al pro­ble­ma que le aflige..

El Ros­tro de la Medusa

Nada se sabe sobre la cau­sa de su infla­ma­ción pero lo cier­to es que su acti­tud la impul­sa a man­te­ner­se ocul­ta en la medi­da de lo posi­ble, lo que impli­ca el haber soli­ci­ta­do licen­cia en su tra­ba­jo como asi­mis­mo evi­tar el encuen­tro con su novio (Vla­di­mir Durán), por temor de que fue­se recha­za­da por su nue­vo aspec­to. Eso exclu­ye a sus padres que ya están habi­tua­dos a ver­la tal cual es.

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En prin­ci­pio se pue­de acep­tar el hecho de que la iden­ti­dad de una per­so­na se aso­cie a cómo ella se vea y que cual­quier cam­bio rotun­do afec­te la pér­di­da de la mis­ma. Pero la direc­to­ra adop­ta un tra­ta­mien­to con­fu­so en que el trau­ma psi­co­ló­gi­co de Mari­na no lle­ga a com­pren­der­se cla­ra­men­te. Afron­tan­do su cri­sis ella visi­ta un zoo­ló­gi­co para obser­var los sem­blan­tes de los ani­ma­les tra­tan­do de bus­car algu­na aso­cia­ción con el suyo. A todo ello Lie­benthal intro­du­ce esce­nas de ani­ma­ción digi­tal con imá­ge­nes de ros­tros que dis­traen la narra­ción; tam­po­co ayu­da mucho la rela­ción espe­cial que Mari­na man­tie­ne con su abue­la y el affai­re con un estu­dian­te de la facul­tad a fin de escla­re­cer la cri­sis de iden­ti­dad que la aflige.

Deci­di­da­men­te expe­ri­men­tal y sin que el pun­to de par­ti­da adquie­ra enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca, la enig­má­ti­ca pro­pues­ta de la rea­li­za­do­ra si bien inten­cio­nal­men­te audaz no alcan­za a tras­cen­der; en con­se­cuen­cia, al final de la pro­yec­ción que­da abier­ta la pre­gun­ta ¿y aho­ra qué?