La Noble­za del Aba­te Pierre

L’ABBÉ PIE­RREUNE VIE DE COM­BATS. Fran­cia, 2023. Un film de Fré­dé­ric Tellier. 138 minutos

La ejem­plar vida de un reli­gio­so ten­dien­te a mejo­rar algu­nos de los pro­ble­mas socia­les que afec­tan a la huma­ni­dad es lo que con­si­de­ra el direc­tor Fré­dé­ric Tellier en L’Abbé Pie­rre – Une Vie de Combats. 

Una esce­na del film

Basa­do en el guión de Oli­vier Gor­ce y del rea­li­za­dor, la his­to­ria comien­za en 1939 don­de se obser­va a Hen­ri Grouès (Ben­ja­min Lavernhe) en un monas­te­rio inte­gran­do la comu­ni­dad de los capu­chi­nos. Como su frá­gil esta­do físi­co le impi­de con­tiuar desem­pe­ñar­se como mon­je, acep­ta el con­se­jo de su supe­rior de dejar el con­ven­to don­de vivió duran­te sie­te años y con su fe reli­gio­sa ser útil en algu­na otra parte.

De inme­dia­to la acción se desa­rro­lla duran­te la Segun­da Gue­rra don­de Grouès como mili­tar al ser­vi­cio de Fran­cia lide­ra un gru­po de sol­da­dos. Pos­te­rior­men­te se lo ve par­ti­ci­pan­do en gue­rri­llas con­tra los nazis y al mis­mo tiem­po ayu­dan­do a judíos a cru­zar ile­gal­men­te la fron­te­ra con Sui­za para así sal­var sus vidas. En 1943 cono­ce en Lyon a Lucie Coutaz (Emma­nue­lle Ber­cot) quien lo escon­de de la Ges­ta­po y ade­más le fal­si­fi­ca su docu­men­ta­ción per­so­nal dejan­do de lado el nom­bre de Grouès para adop­tar la iden­ti­dad de Abbé Pierre.

Duran­te la pos­gue­rra el Padre Pie­rre obser­va la mise­ria a la que están suje­tos los mar­gi­na­dos socia­les de Fran­cia y los archi­vos de la épo­ca mues­tran cómo en el seve­ro invierno de 1954 los que no tie­nen un lugar habi­ta­cio­nal don­de cobi­jar­se corren el ries­go de morir con­ge­la­dos en las calles de París. Es allí que jun­to con su abne­ga­da cola­bo­ra­do­ra Lucie fun­dan el movi­mien­to Emmaus ten­dien­te a pro­veer un hogar para quie­nes han per­di­do la espe­ran­za de poseer­lo. A fin de reu­nir el finan­cia­mien­to nece­sa­rio, a tra­vés de sus apa­sio­na­dos dis­cur­sos el aba­te logra una enor­me popu­la­ri­dad como aban­de­ra­do de los pobres, lo que per­mi­te que Emmaus reci­ba con­si­de­ra­bles dona­cio­nes don­de una de las mis­mas pro­vie­ne de Char­les Cha­plin. La mag­na tarea no está exen­ta de obs­tácu­los en la medi­da que el con­se­jo de admi­nis­tra­ción de la ins­ti­tu­ción no com­par­te ple­na­men­te su mis­ma visión.

Con gran efi­ca­cia Tellier rese­ña el rol impor­tan­te ejer­ci­do por Lucie Cour­taz duran­te los 40 años que tra­ba­jó al lado del sacer­do­te has­ta su muer­te en 1982, en tan­to que el pre­la­do pro­si­guió su infa­ti­ga­ble acti­vi­dad en Emmaus, sumi­nis­tran­do comi­da y habi­ta­ción a la pobla­ción iti­ne­ran­te de París.

La actua­ción de Lavernhe es remar­ca­ble asu­mien­do ple­na­men­te la per­so­na­li­dad del sacer­do­te fran­cés como pro­mo­tor de los des­po­seí­dos, tra­tan­do de eli­mi­nar los pre­jui­cios exis­ten­tes y fomen­tar la soli­da­ri­dad huma­na. Asi­mis­mo Ber­cot, sumer­gi­da en la piel de Lucie, remar­ca­ble­men­te trans­mi­te la ayu­da y el apo­yo moral brin­da­do al aba­te para rea­li­zar su noble tarea. El res­to del elen­co, aun­que correc­to no lle­ga a tras­cen­der por las espe­ci­fi­ca­cio­nes del guión, sal­vo Antoi­ne Lau­rent per­so­ni­fi­can­do a Fra­nçois, el gran ami­go del prelado.

En líneas gene­ra­les se asis­te a un sen­si­ble e ins­pi­ra­dor dra­ma en el que la úni­ca obser­va­ción resi­de en la repe­ti­ción de los dis­cur­sos un tan­to ampu­lo­sos del pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria; en todo caso lo que tras­cien­de es su enco­mia­ble lec­ción de humanidad.

En los cré­di­tos fina­les del film se deja saber que en Fran­cia hay más de 4 millo­nes de per­so­nas sin con­di­cio­nes ade­cua­das de habi­ta­ción y 330.000 que care­cen de domi­ci­lio fijo mien­tras que en el res­to de mun­do hay 800 millo­nes de per­so­nas iti­ne­ran­tes. Estas esta­dís­ti­cas indi­can que la gra­ve situa­ción sub­sis­te y por lo tan­to aún que­da mucho por hacer para solu­cio­nar este dra­má­ti­co pro­ble­ma social.  Jor­ge Gutman

.