CABRINI. Estados Unidos, 2024. Un film de Alejandro Monteverde. 145 minutos
Habiendo concitado la atención con Sound of Freedom (2023) referente al urticante tema del tráfico humano de menores, ahora Alejandro Monteverde impacta con Cabrini en el que enfoca la excepcional labor desplegada por Francisca Javiera Cabrini (1850 – 1917), conocida como Madre Cabrini.
El guión de Monteverde y Rod Barr ubica la acción en 1889 presentando a Cabrini (Cristiana Dell’Anna), la abnegada católica que en Lombardia, Italia, ya había participado con otras seis religiosas en la fundación de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. Es entonces que solicita al Papa Leon XIII (Giancarlo Giannini) la autorización para continuar su misión en China; a ello, el pontífice prefiere que la ejerza en Nueva York, teniendo en consideración el gran número de inmigrantes italianos que habitan dicha ciudad.
Consecuentemente y acompañada de cinco monjas ella llega a destino instalándose en el vecindario de Five Points que ubicado en el bajo Manhattan es una zona marginal de absoluta pobreza, donde impera una considerable mortalidad infantil, desempleo, prostitución y alta criminalidad. Lo que más impresiona a Cabrini es comprobar la gran discriminación que sufre la población ítalo americana como asimismo la cantidad de infantes huérfanos desamparados viviendo en lamentables condiciones.
A pesar de haber sido encomendada por el Papa, la llegada del grupo misionero no resulta bienvenida por Corrigan (David Morse), el arzobispo de la ciudad quien es un fiel representante del patriarcado asumido por la Iglesia Católica, así como tampoco es del agrado del misógino y hostil alcalde Gould (John Lithgow); sin embargo eso no amedrenta la firme determinación de Cabrini de continuar con su propósito de ayudar a los desprotegidos y poder transformar la lúgubre realidad imperante. Eso resulta aún más encomiable, dado su frágil estado pulmonar cuyo benévolo doctor Murphy (Patch Darragh), le comunica que le queda poco tiempo de vida.
En su incansable lucha ella esta respaldada por el desilusionado cura Morelli (Giampiero Judica), por la prostituta Vittoria (Romana Maggiora Vergano) que es una sufrida mujer duramente castigada por su infame proxeneta, así como por el joven huérfano Paolo (Federico Ielapi) que sale en su defensa; gravitación especial adquiere Calloway (Jeremy Bobb), el reportero senior del New York Times quien admirado por la tarea emprendida por Cabrini publica un extendido artículo al respecto. Luchando contra viento y marea ella finalmente conseguirá fundar un orfanato en New York.
A la encomiable realización de Monteverde y al acertado guión, el film se destaca además por el excepcional diseño de producción de Carlos Lagunas logrando una estupenda ambientación de New York en los años previos a la Primera Guerra y resaltado a su vez por la magnífica fotografía de Gorka Gómez Andreu.
Aunque el vasto elenco del film reboza total autenticidad, distinción especial amerita Dell’Anna en su brillante caracterización de la protagonista de esta historia real. Sin grandilocuencia alguna, la actriz consigue expresar la resiliencia de una mujer que imbuida de fe y por la pasión que siente por los sufridos inmigrantes, es capaz de llegar a mover montañas de adversidades que encuentra en su camino; entre algunos de los momentos que demuestra su tenacidad es cuando en Italia acude al tenor italiano Enrico Disalvo (Rolando Villazón) para que a través de sus actuaciones pueda recaudar fondos que le permitan financiar sus actividades; más aún impresiona cuando finalmente el alcalde neoyorkino queda persuadido de su tenacidad diciéndole que ella podría haber sido un excelente hombre, a lo que Cabrini le responde que los hombres jamás habrían efectuado lo que ella y sus Hermanas realizaron.
Tal como se ilustra en el film la misión de Cabrini se extendió a otras ciudades de Estados Unidos, así como esta noble “patrona de los migrantes” dejó su impronta en varios lugares del mundo.
En los créditos finales se lee que ella fue la primera ciudadana americana canonizada en julio de 1946 por el Papa Pio XII, veintinueve años después de su fallecimiento a los 67 años de edad.
En resumen, Monteverde brinda un encomiable e inspirador retrato feminista de una mujer que mediante su valerosa misión contribuyó a mejorar las condiciones de los inmigrantes. Jorge Gutman