Trans­gre­sor Dra­ma Erótico

BABY­GIRL. Esta­dos Uni­dos, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Hali­na Reijn. 114 minutos.

En su ter­ce­ra incur­sión detrás de la cáma­ra, la direc­to­ra neer­lan­de­sa Hali­na Reijn abor­da en Baby­gril el deli­ca­do tópi­co de la repre­sión sexual femenina.

La his­to­ria con­ce­bi­da por la cineas­ta pre­sen­ta a Romy (Nico­le Kid­man), una muy com­pe­ten­te eje­cu­ti­va de una empre­sa tec­no­ló­gi­ca neo­yor­ki­na que vive en un sun­tuo­so piso de Manhat­tan, sien­do madre de dos hijas ado­les­cen­tes (Esther McGre­gor y Vaughan Reilly) y casa­da con Jacob (Anto­nio Ban­de­ras), un renom­bra­do direc­tor teatral.

Nico­le Kid­man y Harris Dickinson

Aun­que a pri­me­ra vis­ta todo hace pre­su­mir que el matri­mo­nio man­tie­ne una per­fec­ta armo­nía hay indi­cios que refle­jan la insa­tis­fac­ción sexual de Romy; así en la pri­me­ra esce­na, tras haber man­te­ni­do un víncu­lo ínti­mo con su espo­so, en medio de la noche se reti­ra silen­cio­sa­men­te de la cama diri­gién­do­se a otra habi­ta­ción en don­de se mas­tur­ba vien­do una película.

El núcleo cen­tral de la his­to­ria acae­ce con la lle­ga­da de Samuel (Harris Dic­kin­son) al esta­ble­ci­mien­to don­de tra­ba­ja Romy; él es un joven beca­rio que efec­túa una pasan­tía en la que ella está encar­ga­da de su entre­na­mien­to. Si bien en prin­ci­pio que­da cla­ro el víncu­lo de auto­ri­dad de la jefa con el recién lle­ga­do, al poco tiem­po sur­ge entre ambos un apa­sio­na­do víncu­lo amo­ro­so. Es así que embria­ga­da por la mag­né­ti­ca pre­sen­cia del joven, Romy es fácil­men­te sedu­ci­da por Samuel en tan­to que él muy con­fia­do en sí mis­mo es lo sufi­cien­te­men­te avis­pa­do para ejer­cer sobre ella un domi­nio sexual a la vez que intelectual.

De lo que ante­ce­de, la cineas­ta gene­ra un thri­ller tra­tan­do de demos­trar has­ta qué pun­to las ver­ti­gi­no­sas pasio­nes huma­nas pue­den con­du­cir a acti­tu­des trans­gre­so­ras que gra­vi­tan emo­cio­nal­men­te. Sin embar­go, lo que resul­ta difí­cil de dis­cer­nir es la acti­tud de Romy tal como es aquí des­crip­ta; es así que resul­ta poco com­pren­si­ble que en más de dos déca­das de armo­nio­sa con­vi­ven­cia con­yu­gal ella haya podi­do simu­lar el pla­cer del orgas­mo median­te fal­sos gemi­dos sin que Jacob lo per­ci­bie­ra. Menos aún pue­de expli­car­se que aman­do a su mari­do ella lo enga­ñe y por aña­di­du­ra arries­gue su carre­ra a tra­vés de su víncu­lo ínti­mo con el becario.

Si bien la rea­li­za­ción de Reijn es correc­ta, su con­te­ni­do es cier­ta­men­te dis­cu­ti­ble. Sin juz­gar a sus per­so­na­jes, el rela­to inten­ta refle­jar la eman­ci­pa­ción de la mujer en la épo­ca del #metoo, a tra­vés de su pro­ta­go­nis­ta; pare­ce­ría que el sexo es el ele­men­to vital de la con­di­ción huma­na dejan­do de lado los valo­res de la fami­lia basa­dos en el autén­ti­co amor que une a sus integrantes

Si bien la his­to­ria des­pier­ta en su comien­zo un mode­ra­do sus­pen­so, eso se dilu­ye rápi­da­men­te en la medi­da que la tra­ma no lle­ga a entu­sias­mar. Lo más tras­cen­den­te del film es la exce­len­te inter­pre­ta­ción logra­da por Nico­le Kid­man; en base a lo que el guión le deman­da, ella tra­du­ce fiel­men­te el ava­tar emo­cio­nal que expe­ri­men­ta su daña­do per­so­na­je bus­can­do libe­rar­se de su repre­sión sexual; a su lado gra­ta­men­te impre­sio­na Dic­kin­son como el mani­pu­la­ti­vo pasan­te en tan­to que Ban­de­ras trans­mi­te emo­ción como el enga­ña­do marido.

En resu­mi­da cuen­ta que­da al espec­ta­dor extraer su con­clu­sión des­pués de haber con­tem­pla­do este trans­gre­sor dra­ma eró­ti­co. Jor­ge Gutman

Meri­to­rio Dra­ma Deportivo

THE FIRE INSI­DE. Esta­dos Uni­dos, 2024. Un film de Rachel Morri­son. 109 minutos

La nota­ble fotó­gra­fa cine­ma­to­grá­fi­ca Rachel Morri­son debu­ta como direc­to­ra en The Fire Insi­de, un com­pe­ten­te film depor­ti­vo basa­do en las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por la famo­sa cam­peo­na de boxeo Cla­res­sa Shields. Lo que en prin­ci­pio podría ase­me­jar­se a otros fil­mes del géne­ro, el loa­ble tra­ba­jo de la rea­li­za­do­ra se dis­tin­gue en gran medi­da par­te por el pre­ci­so guión esbo­za­do por Barry Jen­kins, el lau­rea­do direc­tor de Moon­light (2016).

Ryan Des­tiny y Brian Tyree Henry

La acción comien­za en 2006 en Flint, Michi­gan, don­de habi­ta Cla­res­sa (Jaz­min Head­ley) de 12 años de edad. Tra­tan­do de encon­trar una vía de esca­pe de su empo­bre­ci­da fami­lia y sin­tien­do una deci­di­da pasión por la acti­vi­dad pugi­lis­ta, ella se apro­xi­ma al club de boxeo local pidien­do al entre­na­dor Jason Crutch­field (Brian Tyree Henry) que le per­mi­ta par­ti­ci­par en el depor­te; dado que es con­si­de­ra­da una acti­vi­dad típi­ca­men­te mas­cu­li­na, Jason se resis­te al prin­ci­pio pero al obser­var la peri­cia y habi­li­dad de Cla­res­sa, deci­de tomar­la a su cargo.

El rela­to se tras­la­da a 2011 don­de se apre­cia a la ado­les­cen­te Cla­res­sa (Ryan Des­tiny), con­ver­ti­da en una dies­tra boxea­do­ra pre­pa­ra­da por Jason para com­pe­tir en Lon­dres en los jue­gos olím­pi­cos de 2012. Su bri­llan­te actua­ción es recom­pen­sa­da con la meda­lla de oro, sien­do a los 17 años la pri­me­ra mujer esta­dou­ni­den­se en la his­to­ria del boxeo en obte­ner el anhe­la­do trofeo.

Lo que dife­ren­cia a este rela­to de otros simi­la­res es que al mar­gen de refle­jar este depor­te, con­si­de­ra serios aspec­tos vin­cu­la­dos con la iden­ti­dad gené­ri­ca. Así, sien­do mujer tras su éxi­to en Lon­dres, Cla­res­sa no logra capi­ta­li­zar su éxi­to, dada su con­di­ción feme­ni­na. Eso reper­cu­te en ella en la medi­da que debe sol­ven­tar las nece­si­da­des de su humil­de fami­lia, con una atri­bu­la­da madre (Olu­ni­ke Ade­li­yi) y un padre ausen­te (Adam Clark) que estu­vo en pri­sión. Asi­mis­mo y sin­tién­do­se extra­ña con su núcleo fami­liar, dada la exce­len­te rela­ción man­te­ni­da con Jason, ella se muda a su hogar encon­tran­do en él y su espo­sa la cali­dez y el afec­to de una segun­da fami­lia, sin que ello impli­que dejar de lado a la suya..

Tras ven­cer algu­nos obs­tácu­los, en 2016 Cla­res­sa vuel­ve a ser coro­na­da en las olim­pia­das de Río de Janei­ro, sien­do en con­se­cuen­cia la úni­ca per­so­na boxea­do­ra ame­ri­ca­na ‑indis­tin­ta­men­te del sexo- de haber obte­ni­do la meda­lla de oro en dos com­pe­ten­cias con­se­cu­ti­vas. De allí en más el cie­lo es el lími­te para la sen­sa­cio­nal carre­ra depor­ti­va de esta mujer.

Sin ape­lar a tri­lla­dos cli­sés, la novel rea­li­za­do­ra demues­tra una asom­bro­sa madu­rez con su sóli­da narra­ción resal­tan­do la dis­pa­ri­dad exis­ten­te en la remu­ne­ra­ción infe­rior que reci­be una atle­ta si se la com­pa­ra con la obte­ni­da por depor­tis­tas mas­cu­li­nos; asi­mis­mo que­da refle­ja­da la sutil miso­gi­nia existente.

Ade­más de la remar­ca­ble pues­ta escé­ni­ca de Morri­son y del emo­ti­vo libre­to de Jen­kins, la gra­vi­ta­ción del film resi­de en sus mag­ni­fi­ca­cio­nes actua­cio­nes. En tal sen­ti­do, Des­tiny ofre­ce una exce­len­te com­po­si­ción de la caris­má­ti­ca depor­tis­ta, trans­mi­tien­do inten­sa­men­te la deter­mi­na­ción, resi­lien­cia e inclu­so fie­re­za como boxea­do­ra e igual­men­te como fer­vien­te lucha­do­ra para lograr la igual­dad gené­ri­ca en el depor­te; por su par­te Henry demues­tra su com­pe­ten­cia acto­ral como el sagaz y sen­si­ble entre­na­dor de Claressa.

Los fac­to­res men­cio­na­dos con­tri­bu­yen a que este dra­ma depor­ti­vo de cali­dad supe­rior al pro­me­dio del géne­ro, resul­te alta­men­te ins­pi­ra­dor, per­mi­tien­do que el espec­ta­dor fácil­men­te se iden­ti­fi­que y empa­ti­ce con sus per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos.  Jor­ge Gutman

Una Som­bría Duda

DOUBT. Esta­dos Uni­dos, 2008. Un film escri­to y diri­gi­do por John Patrick Shan­ley. 104 minu­tos. Dis­poi­ni­ble en Netflix

La duda, ese agui­jón humano que tie­ne como carac­te­rís­ti­ca sem­brar la sen­sa­ción de incer­ti­dum­bre, inse­gu­ri­dad, o fal­ta de con­fian­za com­ple­ta fren­te a la ver­dad de un hecho acon­te­ci­do, es lo que sir­vió de ins­pi­ra­ción al dra­ma­tur­go John Patrick Shan­ley para escri­bir Doubt, una atrac­ti­va obra tea­tral que le mere­ció el Pre­mio Pullitzer en 2005, ade­más de una exce­len­te carre­ra crí­ti­ca y comer­cial en Broad­way. Aho­ra, casi dos déca­das des­pués, un públi­co más amplio tie­ne acce­so a su con­te­ni­do median­te la ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca de 2008 diri­gi­da por su autor.

Meryl Streep

La acción trans­cu­rre en Esta­dos Uni­dos en 1964 en un cole­gio cató­li­co de Bronx que fun­cio­na ane­xo a una igle­sia. En la pri­me­ra esce­na, el sacer­do­te Bren­dan Flynn (Phi­lip Sey­mour Hoff­man) se diri­ge a su grey tra­tan­do el tema “¿Qué es lo que se debe hacer cuan­do no se está segu­ro?”; entre los asis­ten­tes se encuen­tra la mon­ja Aloy­sius Beau­vier (Meryl Streep), direc­to­ra de la escue­la que mane­ja a la ins­ti­tu­ción con mano de hie­rro y que cree tener cer­ti­dum­bre abso­lu­ta sobre los defec­tos de las per­so­nas que la rodean, sobre todo en lo que con­cier­ne al Padre Flynn por quien no guar­da simpatía.

Uno de los méri­tos de la obra es esta­ble­cer un con­tras­te con­vin­cen­te entre la noble­za del caris­má­ti­co cura y la anti­pa­tía de Aloy­sius mani­fes­ta­da a tra­vés de una con­duc­ta rígi­da, sober­bia, into­le­ran­te y arbi­tra­ria; esa opo­si­ción de per­so­na­li­da­des fun­cio­na de modo natu­ral sin crear un mani­queís­mo que podría haber daña­do la cre­di­bi­li­dad del relato.

El hecho que gene­ra la gue­rra sin cuar­tel entre ambos per­so­na­jes es una obser­va­ción casual que rea­li­za la mon­ja James (Amy Adams) sobre el espe­cial afec­to que Flynn dis­pen­sa a Donald (Joseph Fos­ter II), un alumno de doce años que es el pri­mer niño negro en haber sido admi­ti­do en el esta­ble­ci­mien­to. Cuan­do la reli­gio­sa, actuan­do en for­ma sin­ce­ra y sin mala fe, comu­ni­ca su impre­sión a la direc­to­ra, ésta se escu­da en dicho comen­ta­rio para vol­car todo su furor hacia Flynn. Sin deli­near lo que pro­si­gue por­que res­ta­ría inte­rés a la poten­cial audien­cia; se pue­de anti­ci­par que el rela­to logra trans­mi­tir las con­se­cuen­cias dañi­nas de deci­sio­nes adop­ta­das en base a hechos no comprobados.

La impor­tan­cia del film resi­de en su temá­ti­ca, la res­pe­ta­ble adap­ta­ción y tra­ta­mien­to de Stan­ley de su obra y por su inme­jo­ra­ble elen­co. Streep, una de las glo­rias del cine mun­dial, brin­da una per­fec­ta carac­te­ri­za­ción de su odio­so y des­pre­cia­ble per­so­na­je don­de solo hacia el final esbo­za cier­ta huma­ni­dad. No menos rele­van­te es la actua­ción del des­apa­re­ci­do gran actor que ha sido Hoff­man encar­nan­do al sacer­do­te preo­cu­pa­do por el bien­es­tar de los niños de su parro­quia. Adams expre­sa muy bien la ino­cen­cia natu­ral de una per­so­na aco­sa­da por la res­pon­sa­bi­li­dad que le cupo al haber des­acre­di­ta­do a una per­so­na en base a una impre­sión sin prue­bas con­cre­tas. Final­men­te, sobre­sa­le Vio­la Davis quien brin­da una mag­ní­fi­ca com­po­si­ción ani­man­do a la madre del alumno negro. Dicho lo que ante­ce­de, vale la pena apre­ciar este nota­ble drama.
Jor­ge Gutman

Des­car­na­do Relato

QUEER. Ita­lia-Esta­dos Uni­dos, 2024. Un film de Luca Gua­dag­nino. 135 minutos

El direc­tor ita­liano Luca Gua­dag­nino abor­da en Queer la nove­la homó­ni­ma semi auto­grá­fi­ca del escri­tor ame­ri­cano William S. Burroughs (1914 – 1997) escri­ta a prin­ci­pios de la déca­da del 50 pero publi­ca­da en 1985. Este des­car­na­do rela­to sobre la sole­dad de un indi­vi­duo, encuen­tra en Daniel Craig al intér­pre­te ideal para carac­te­ri­zar al per­so­na­je protagónico.

Daniel Craig

El guión de Jus­tin Kuritz­kes pre­sen­ta al escri­tor gay William Lee (Craig) de media­na edad,-alter ego de Burrough- resi­dien­do en Méxi­co en los prin­ci­pios de la déca­da del 50, tras haber hui­do de Esta­dos Uni­dos por haber sido acu­sa­do de poseer heroí­na. Deso­la­do y sin rum­bo fijo, el erran­te Lee se sola­za con­su­mien­do opioi­des, tran­si­tan­do por las calles de la ciu­dad y arrin­co­nán­do­se en un bar local fre­cuen­ta­do por com­pa­trio­tas expa­tria­dos; en ese sitio ade­más de beber per­ma­nen­te­men­te dia­lo­ga con su ami­go Joe (Jason Sch­war­tz­man). Su ruti­na se alte­ra cuan­do avis­ta a Euge­ne (Drew Star­key), un ex sol­da­do de 21 años, sin­tién­do­se fuer­te­men­te atraí­do por él. Aun­que nun­ca que­da cla­ra la ambi­gua orien­ta­ción sexual de este joven, lo cier­to es que se deja lle­var por la pasión que emer­ge de Lee a tra­vés de los ardien­tes encuen­tros ínti­mos que se van sucediendo.

Luchan­do con su adic­ción hacia las fuer­tes dro­gas, Lee con­ven­ce a su aman­te de efec­tuar un via­je a la sel­va ecua­to­ria­na a fin de ubi­car una plan­ta alu­ci­nó­ge­na que gene­ra pode­res tele­pá­ti­cos; allí se vin­cu­la con una excén­tri­ca bota­nis­ta ame­ri­ca­na (Les­ley Man­vi­lle), encar­ga­da de sumi­nis­trar la dro­ga, que habi­ta en una caba­ña acom­pa­ña­da de su pare­ja (Lisan­dro Alon­so). Esta tra­ve­sía impli­ca­rá para los via­je­ros expe­ri­men­tar extra­ñas alu­ci­na­cio­nes que habrán de reper­cu­tir en el surrea­lis­ta epí­lo­go del relato.

La pelí­cu­la de Gua­dag­nino refle­ja sin tapu­jos las aris­tas de la sexua­li­dad de mane­ra cru­da aun­que no des­pro­vis­ta de sen­sua­li­dad y de cier­tos atis­bos de ter­nu­ra; sin embar­go su cóc­tel de dro­gas, alcohol y sexo, ter­mi­na a la pos­tre abru­man­do a tra­vés de una dis­cu­ti­ble estruc­tu­ra narra­ti­va exce­si­va­men­te alar­ga­da y nutri­da de míni­ma acción. Eso no des­ca­li­fi­ca al film dado sus valo­res visua­les resal­ta­dos por la estu­pen­da foto­gra­fía del cama­ró­gra­fo tai­lan­dés Sayombhu Muk­dee­prom y en espe­cial por la admi­ra­ble actua­ción de Daniel Craig; en tal sen­ti­do es asom­bro­sa la trans­for­ma­ción del ague­rri­do y viril per­so­na­je de los fil­mes de James Bond, con­ver­ti­do aquí en el ende­ble dro­ga­dic­to y alcohó­li­co queer, ansio­so de comu­ni­car­se con el mun­do que le rodea.

En resu­men, sin alcan­zar el nivel de Call Me by Your Name (2017), ni de su penúl­ti­mo film Cha­llen­gers (2024),el cineas­ta obtie­ne en Queer un hones­to rela­to melan­có­li­co, que no obs­tan­te su lán­gui­do rit­mo, res­pe­ta el espí­ri­tu impreg­na­do por Burroughs en su alu­ci­na­da obra lite­ra­ria. Jor­ge Gutman

Exce­len­te Film de Animación

FLOW. Leto­nia-Bél­gi­ca-Fran­cia. Un film de Gints Zil­ba­lo­dis. 85 minutos.

Aun­que sin haber vis­to Away (2019), su pri­mer film de ani­ma­ción, es gra­ti­fi­can­te des­cu­brir al joven rea­li­za­dor leto­nio Gints Zil­ba­to­dis en Flow, su segun­do lar­go metra­je que es una joya del géne­ro ani­ma­do y uno de los mejo­res fil­mes de 2024.

Una esce­na del film

Lo sor­pren­den­te es que pres­cin­dien­do por com­ple­to de diá­lo­gos, median­te sus imá­ge­nes el film sumer­ge al espec­ta­dor en un mun­do de ani­ma­les capaz de mara­vi­llar como asi­mis­mo de que­rer­los a tra­vés del guión ima­gi­na­do por el cineas­ta jun­to con Matiss Kaza. En esen­cia se pue­de cali­fi­car a Zil­ba­to­dis como el hom­bre orques­ta de esta pro­duc­ción pues­to que es asi­mis­mo el res­pon­sa­ble de la estu­pen­da foto­gra­fía, impe­ca­ble dise­ño de pro­duc­ción y uno de los dos auto­res de la músi­ca com­par­ti­do con Rihards Zalupe.

La his­to­ria trans­cu­rre en un medio don­de los seres huma­nos pare­cen haber des­apa­re­ci­do sin que se sepa la razón y sola­men­te habi­tan los ani­ma­les.. Cuan­do una tre­men­da inun­da­ción se apo­de­ra del pla­ne­ta, un atrac­ti­vo gato negro vivien­do en el bos­que tra­ta de encon­trar una vía de esca­pe a fin de sal­var su vida su vida; sobre­po­nien­do su mie­do al agua el felino se refu­gia en un peque­ño vele­ro en don­de lle­ga a cono­cer a otros ani­ma­les que igual­men­te inten­tan pro­te­ger­se; entre los mis­mos se encuen­tra un apa­ci­ble car­pin­cho, un perro jugue­tón, un socia­ble lémur y una gar­za que ofi­cia de secre­ta­ria. Esta varia­da tri­pu­la­ción debe­rá sor­tear varios obs­tácu­los para sobre­vi­vir pero lo más impor­tan­te es que a tra­vés de este peri­plo, el gato pro­ta­go­nis­ta del rela­to apren­de­rá a socia­li­zar y con­vi­vir con otros dife­ren­tes animales.

Es remar­ca­ble lo que Zil­ba­lo­dis con­si­gue en la nota­ble des­crip­ción de los per­so­na­jes que no obs­tan­te sus dife­ren­tes carac­te­rís­ti­cas logran inter­ac­tuar median­te sus mira­das, ges­tos, movi­mien­tos y el empleo de sus pro­pias voces. Es así que a tra­vés de una agra­cia­da alian­za estos ani­ma­les nutri­dos de un espí­ri­tu soli­da­rio refle­jan las cua­li­da­des posi­ti­vas que se aguar­dan de un ser humano.

Ade­más de la pro­di­gio­sa pues­ta escé­ni­ca nutri­da de un rit­mo fluí­do, el film brin­da la sen­sa­ción de estar con­tem­plan­do un docu­men­tal debi­do a la remar­ca­ble tarea rea­li­za­da por Leo Silly-Pelli­sier quien como direc­tor de la ani­ma­ción resal­ta viva­men­te la rea­lis­ta expre­sión de los animales.

En suma, superan­do éxi­to­sa­men­te la valla lin­güís­ti­ca, esta valio­sa fábu­la se des­ta­ca por sus remar­ca­bles valo­res visua­les como asi­mis­mo por su men­sa­je huma­nís­ti­co per­mi­tien­do que su visión sea muy apre­cia­da tan­to por la pobla­ción menu­da como asi­mis­mo por el públi­co adul­to. Deci­di­da­men­te reco­men­da­ble. Jor­ge Gutman