LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI. España-Francia, 2013. Dirección: Alex de la Iglesia. Distribución: Métropole (2014)
Dada a conocer en el TIFF de 2013, aunque nunca estrenada comercialmente, la última película de Alex de la Iglesia llega al público canadiense a través del video recién lanzado al mercado. Cuando uno cree que ya no se sorprenderá más con las transgresiones de este inteligente cineasta, la realidad lo desmiente con Las Brujas de Zugarramurdi, una comedia negra que ciertamente deja perplejo al espectador por las razones que se habrán de explicar. Sin duda, interesará a los cinéfilos fieles a los trabajos del realizador aunque es dudoso que este vacuo entretenimiento pueda cautivar al gran público.
De casi dos horas interminables de duración, de la Iglesia prácticamente concibió dos historias en un mismo relato donde la primera de ellas es la de mayor coherencia y sustancia narrativa. En el comienzo, el público asiste a un espectacular asalto que tiene lugar en una casa de empeños de la Plaza del Sol ubicada en el centro de Madrid. En la acción delictiva intervienen José (Hugo Silva) y Tony (Mario Casas) disfrazados de estatuas vivientes; se trata de dos hombres desocupados, donde el primero que está divorciado arrastra a su hijo de 10 años (Gabriel Delgado) en esta peligrosa aventura. Después de haber robado 25.000 alianzas de oro, el asalto no sale tal como ha sido planeado cuando son descubiertos y perseguidos por la policía; en medio del caos producido los delincuentes abordan un taxi donde Manuel (Jaime Ordóñez), su conductor azorado por el miedo, debe seguir las instrucciones de los malhechores para ser conducidos a Francia. Hasta aquí de la Iglesia ha logrado un relato minuciosamente filmado con un frenético ritmo y no desprovisto de ciertos toques de efectivo humor.
Si lo que precede predispone favorablemente al espectador, lo que continúa no lo es tanto. En el resto de la hora y media que sigue se asiste a lo que les sucede a los viajeros cuando en su trayecto arriban al pueblo navarro de Zugarramurdi, lugar que fue conocido en épocas de la Inquisición debido a que mujeres sospechosas de haber cometido actos de brujería fueron condenadas a morir en la hoguera. Sin duda eso inspiró al cineasta para introducir en el guión a modernas brujas caníbales representadas por tres generaciones donde la inestable abuela (Terele Pávez) la manipuladora madre (Carmen Maura) y la sexual hija (Carolina Bang) terminan secuestrando a los fugitivos. Es aquí cuando el relato se transforma en un desorbitado torbellino de horror donde el realizador comienza a cometer considerables excesos valiéndose de los efectos especiales; con personajes que levitan, la aparición de demonios, monstruos peligrosos y seres deformes embarcados en una serie de combates violentos, la trama va careciendo de sentido y perdiendo por completo su fuerza inicial. Más aún, la sátira que usualmente suele emplear el director otorgándole un toque de frescura a sus relatos, aquí se diluye por completo. El resultado es un relato abrupto, dislocado y enloquecido que pone a prueba la paciencia del espectador.
En los agregados, de la Iglesia se refiere al contenido del relato, la descripción de sus personajes y las características que asumió el rodaje en la Plaza del Sol; por su brevísima duración y contenido, prácticamente no hay elemento revelador sobre el film. El DVD es presentado en su versión original española con subtítulos en inglés. Jorge Gutman