Las Con­se­cuen­cias De Una Mentira

AMS­TER­DAM. Cana­dá, 2013. Un film de Ste­fan Miljevic.

Louis Champagne, Gabriel Sabourin y  Robin Aubert en AMSTERDAM

Louis Cham­pag­ne, Gabriel Sabou­rin y Robin Aubert 

Cual­quier rela­to que par­ta de una pre­mi­sa ya sea sóli­da o bien ende­ble debe guar­dar con­sis­ten­cia en su desa­rro­llo para que resul­te creí­ble. Eso es pre­ci­sa­men­te lo que no ocu­rre en la ópe­ra pri­ma Ams­ter­dam de Ste­fan Mil­je­vic. Tra­tan­do de des­cri­bir las aven­tu­ras de 3 ínti­mos ami­gos duran­te el trans­cur­so de un fin de sema­na, la his­to­ria asu­me el carác­ter de una come­dia livia­na para pos­te­rior­men­te con­ver­tir­se en dra­ma para desem­bo­car en un melo­dra­ma nada convincente. 

Vivien­do en una zona rural de la pro­vin­cia de Que­bec, Jeff (Gabriel Sabou­rin), Marc (Louis Cham­pag­ne) y Sam (Robin Aubert), deci­den dejar sus res­pec­ti­vas fami­lias por un fin de sema­na para ir a pes­car. Pron­to se sabrá que en reali­dad lo que han hecho es abor­dar un avión para lle­var­los a Áms­ter­dam. ¿Por qué no han dicho la ver­dad a los suyos? Se pre­su­me que el pro­pó­si­to es sen­tir­se sin ata­du­ra algu­na para un poco de juer­ga con­sis­ten­te en apro­ve­char lo que la ciu­dad visi­ta­da les pue­de ofre­cer en mate­ria de cor­te­sa­nas expues­tas en la zona roja de la ciu­dad, aspi­rar un poco de marihua­na, beber sin con­trol y por supues­to tam­bién dis­fru­tar de la belle­za del lugar. Tenien­do en cuen­ta que un vue­lo des­de Mon­treal hacia la capi­tal de Holan­da no insu­me más que 7 horas, es fac­ti­ble de admi­tir que un par de días pue­de ser sufi­cien­te para satis­fa­cer los pro­pó­si­tos que ani­man a los viajeros. 

Lo que has­ta aquí cae­ría típi­ca­men­te den­tro de una come­dia cos­tum­bris­ta don­de se rati­fi­ca la amis­tad de toda una vida, pron­ta­men­te la his­to­ria adop­ta un carril dife­ren­te cuan­do Sam deci­de pos­ter­gar su regre­so a Que­bec. A par­tir de allí el rela­to adop­ta la men­ti­ra como excu­sa cuan­do Jeff y Marc retor­nan al hogar expli­can­do a sus fami­lia­res y sobre todo a Made­lei­ne (Suzan­ne Clé­ment), la muy preo­cu­pa­da seño­ra de Sam, que su mari­do se per­dió en el bos­que. De allí en más, el temor a no reve­lar la ver­dad gene­ra toda una bataho­la por par­te de las auto­ri­da­des de la zona y del vecin­da­rio, preo­cu­pa­dos en dar con el para­de­ro del ami­go des­apa­re­ci­do. Cabe seña­lar que una sim­ple veri­fi­ca­ción aero­por­tua­ria habría detec­ta­do el via­je a Euro­pa rea­li­za­do por el trío. 

Lo que acon­te­ce pos­te­rior­men­te, deri­va en una his­to­ria que pare­cie­ra per­te­ne­cer a otro film; así, por arte de magia salen a relu­cir la exis­ten­cia de grie­tas matri­mo­nia­les en dos de los tres ami­gos y cuan­do se reve­la que Made­lei­ne está emba­ra­za­da todo lo que evi­den­cia­ba el film en su comien­zo ter­mi­na sien­do des­men­ti­do por una reali­dad don­de el adul­te­rio, la des­leal­tad y el egoís­mo de algu­nos de los per­so­na­jes mues­tran que el ver­da­de­ro sen­ti­mien­to de amis­tad que unía a los 3 com­pin­ches era más apa­ren­te que real. 

El film se pres­ta­ba para un examen de la psi­quis mas­cu­li­na y las razo­nes que pue­den moti­var sepa­ra­cio­nes tran­si­to­rias del núcleo fami­liar. Pero la fal­ta de cre­di­bi­li­dad refor­za­da por un des­en­la­ce de unión fami­liar cele­bran­do la fes­ti­vi­dad navi­de­ña, es a todas luces incon­se­cuen­te y frustrante. 

Con­clu­sión: Un melo­dra­ma poco rea­lis­ta que impi­de crear un sen­ti­mien­to de con­mi­se­ra­ción o sim­pa­tía hacia los per­so­na­jes aquí expues­tosJor­ge Gutman

Gra­cias Por Compartir

THANKS FOR SHA­RING. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Stuart Blumberg 

Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow en THANKS FOR SHARING

Mark Ruf­fa­lo y Gwy­neth Paltrow 

Últi­ma­men­te el cine ha con­si­de­ra­do la adic­ción sexual bajo dife­ren­tes ángu­los. Así por ejem­plo, Ste­ve McQueen lo ha con­si­de­ra­do bajo una ópti­ca som­bría en Sha­me (2011) y por su par­te Joseph Gor­don-Levitt lo abor­dó en su recien­te film Don Jon des­de una visión más joco­sa y en tono de come­dia román­ti­ca. Por su par­te en Thanks for Sha­ring, fil­ma­da entre las dos pelí­cu­las men­cio­na­das, el novel direc­tor Stuart Blum­berg tra­ta de ilus­trar esta rara enfer­me­dad de des­me­su­ra­da insa­cia­bi­li­dad sexual, bajo la ópti­ca de una come­dia dra­má­ti­ca enfo­can­do a varios indi­vi­duos que deben lidiar con el problema. 

La nove­dad de este film, es que el rela­to escri­to por Blum­berg con la cola­bo­ra­ción de Matt Wins­ton ofre­ce la opor­tu­ni­dad de cono­cer agru­pa­cio­nes que tra­tan de ayu­dar a los afec­ta­dos de esta com­pul­sión del mis­mo modo como si se tra­ta­ra de Alcohó­li­cos Anó­ni­mos para quie­nes pade­cen del vicio del alcohol o bien de otras orga­ni­za­cio­nes que abor­dan los pro­ble­mas de dro­ga­dic­ción. En el caso que nos ocu­pa, la aten­ción se cen­tra en Adam (Mark Ruf­fa­lo), Mike (Tim Rob­bins) y Neil (Josh Gad) quie­nes vivien­do en Nue­va York fre­cuen­tan las reunio­nes de un gru­po de apo­yo a fin de expo­ner y com­par­tir sus pro­ble­mas e inquie­tu­des con los res­tan­tes par­ti­ci­pan­tes, para agra­de­cer­les al final la aten­ción dis­pen­sa­da (de allí el títu­lo del film). 

Adam, un con­sul­tor en medio ambien­te, se ha man­te­ni­do sobrio por un perío­do de cin­co años tra­tan­do de apar­tar su vis­ta de todos los car­te­les, afi­ches y otros medios de publi­ci­dad don­de las imá­ge­nes de pro­vo­ca­ti­vas y seduc­to­ras muje­res cons­ti­tu­yen una per­ma­nen­te ten­ta­ción para caer en la adic­ción. Mike, casa­do y con fami­lia, ha logra­do que la com­pul­sión no lo domi­na­ra duran­te los últi­mos 10 años y la asis­ten­cia a las reunio­nes gru­pa­les cons­ti­tu­ye un ali­cien­te que le brin­da la fuer­za nece­sa­ria para com­ba­tir la adic­ción sexual. Por su par­te Neil, un joven doc­tor, no pue­de evi­tar la adic­ción que le aque­ja y es así que por una con­duc­ta impro­pia pier­de su tra­ba­jo en el hos­pi­tal don­de ejer­cía su profesión. 

Ade­más del tema cen­tral, la tra­ma resal­ta la situa­ción en que se encuen­tra Adam cuan­do cree estar en con­di­cio­nes de reanu­dar una vida sen­ti­men­tal al cono­cer a Phoe­be (Gwy­neth Pal­trow); él no se atre­ve a con­fe­sar­le su pro­ble­ma por­que Phoe­be ha atra­ve­sa­do una des­afor­tu­na­da expe­rien­cia amo­ro­sa al haber esta­do vin­cu­la­da con un alcohó­li­co y obvia­men­te aho­ra quie­re estar ale­ja­da de cual­quier pro­ble­ma simi­lar o pare­ci­do. Otro aspec­to con­flic­ti­vo en el rela­to es la rela­ción ten­sa que Mike man­tie­ne con su hijo ado­les­cen­te (Patrick Fugit) lidian­do con el abu­so de sus­tan­cias tóxi­cas, en tan­to que la amis­tad que el indis­ci­pli­na­do Neil ini­cia con Dede (Ale­cia Moo­re), una mujer que úni­ca­men­te estu­vo vin­cu­la­da con hom­bres a tra­vés del sexo, no lle­ga a tener mayor trascendencia. 

El rea­li­za­dor inten­ta tra­tar con máxi­ma serie­dad el tema seña­la­do a tra­vés de la des­crip­ción de la vida ruti­na­ria de los per­so­na­jes expues­tos; si bien en gran par­te ese esfuer­zo resul­ta satis­fac­to­rio, uno habría desea­do un ahon­da­mien­to mayor en el plan­teo de algu­nas situa­cio­nes. Por ejem­plo, no hay nada que acla­re en que con­sis­tió la sobrie­dad de Adam y Mike; ¿es qué cada uno tuvo que abs­te­ner­se sexual­men­te? En gene­ral se sabe que para un alcohó­li­co o un dro­ga­dic­to el éxi­to de un tra­ta­mien­to con­sis­te en que el afec­ta­do no vuel­va a beber ni a con­su­mir por com­ple­to nin­gún tipo de dro­ga; sin embar­go es difí­cil de ima­gi­nar en qué con­sis­te la cura­ción de quie­nes pade­cen de un tras­torno sexual de natu­ra­le­za com­pul­si­va u obse­si­va, aspec­to que el rela­to no lle­ga a aclarar. 

Con­clu­sión: Las obser­va­cio­nes apun­ta­das no impi­den que el carác­ter liviano del film se vea con agra­do; las bue­nas inter­pre­ta­cio­nes de su homo­gé­neo elen­co más la bue­na quí­mi­ca crea­da entre Ruf­fa­lo y Pal­trow con­tri­bu­yen para que el balan­ce final arro­je un sal­do posi­ti­vo.  Jor­ge Gutman

Wiki­Leaks, El Quin­to Poder

THE FIFTH ESTA­TE. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Bill Condon 

 Daniel Brühl y Benedict Cumberbatch en THE FIFTH ESTATE

Daniel Brühl y Bene­dict Cumberbatch 

Con mucha expec­ta­ti­va se aguar­dó el estreno de The Fifth Esta­te que abor­da el tema de Wiki­Leaks y de su con­tro­ver­ti­do fun­da­dor Julian Assan­ge, que como es bien sabi­do se encuen­tra asi­la­do en la emba­ja­da de Ecua­dor de Lon­dres. Con todo, la dra­ma­ti­za­ción sobre el ascen­so, auge y la caí­da de Assan­ge reci­be en este film un tra­ta­mien­to mode­ra­do. Aun­que ele­gan­te­men­te rea­li­za­do y con exce­len­tes dise­ños de pro­duc­ción que repro­du­cen acer­ta­da­men­te los ambien­tes en que trans­cu­rre la acción así como deta­lles adi­cio­na­les de la era digi­tal en que se está vivien­do, esta pro­duc­ción peca por estar dema­sia­do sobre­car­ga­da de infor­ma­ción y curio­sa­men­te, la mis­ma no alcan­za a pro­fun­di­zar sino mera­men­te a echar una mira­da un tan­to super­fi­cial sobre el pro­ble­ma éti­co plan­tea­do en lo que con­cier­ne a la trans­pa­ren­cia que mere­cen los actos de gobierno. 

Bene­dict Cum­ber­batch ani­ma a Assan­ge don­de en la pri­me­ra esce­na del film que tie­ne lugar en 2010 man­tie­ne una con­fe­ren­cia de pren­sa vin­cu­la­da con el escán­da­lo Cable­ga­te sobre las fil­tra­cio­nes de docu­men­tos con­fi­den­cia­les de los Esta­dos Uni­dos a tra­vés de Wiki­Leaks; eso tuvo amplia reper­cu­sión en tres dia­rios inter­na­cio­na­les de gran impor­tan­cia como el New York Times (Esta­dos Uni­dos), el Guar­dian (Gran Bre­ta­ña) y Der Spie­gel (Ale­ma­nia) al publi­car dece­nas de artícu­los sobre las incur­sio­nes del ejér­ci­to ame­ri­cano en la gue­rra de Afga­nis­tán. A pesar de haber sido en diciem­bre de 2006 cuan­do se pro­du­ce el lan­za­mien­to de Wiki­Leaks, la acción se retro­trae a 2007 cuan­do Assan­ge se vin­cu­la con Daniel Doms­cheit-Berg (Daniel Brühl), un exper­to ale­mán en mate­ria tec­no­ló­gi­ca quien pron­to se con­ver­ti­rá en su inme­dia­to y estre­cho cola­bo­ra­dor. Al poco tiem­po se incor­po­ran a la orga­ni­za­ción mon­ta­da Mar­cus (Moritz Bleib­treu), un bri­llan­te hac­ker ami­go de Daniel, y Bir­git­ta Jons­dot­tir (Cari­ce van Hou­ten), una acti­vis­ta islandesa. 

Con un guión de Josh Sin­ger basa­do en dos libros, don­de uno de ellos ha sido escri­to por Doms­cheit-Berg, el direc­tor tra­ta de obte­ner el mejor par­ti­do del mis­mo pero des­afor­tu­na­da­men­te su tra­ba­jo no alcan­za a con­se­guir impac­to dra­má­ti­co por varia­das razo­nes. Aun­que el film ilus­tre en líneas gene­ra­les el afie­bra­do uni­ver­so en que tie­nen lugar las ope­ra­cio­nes de Inter­net y la par­ti­ci­pa­ción de un buen núme­ro de volun­ta­rios, no se tie­ne idea pre­ci­sa de cómo se obtu­vie­ron las infor­ma­cio­nes fil­tra­das y su ubi­ca­ción a tra­vés de la red, aun­que en prin­ci­pio se mues­tra que algu­nos docu­men­tos diplo­má­ti­cos fue­ron expues­tos por Brad­ley Man­ning (David Thew­lis), un ana­lis­ta de inte­li­gen­cia del ejér­ci­to ame­ri­cano. Otro aspec­to vital, como la desin­te­gra­ción de la amis­tad de Julian y Daniel por dife­ren­cias de cri­te­rio, no alcan­za a impac­tar por­que se pro­du­ce pre­ci­pi­ta­da­men­te. No menos impor­tan­te es que las per­so­na­li­da­des de sus dos prin­ci­pa­les per­so­na­jes no están bien desa­rro­lla­das; así, Assan­ge apa­re­ce como un indi­vi­duo enig­má­ti­co tan­to al prin­ci­pio como al final del rela­to sin que se lle­gue a cap­tar el mag­ne­tis­mo de su per­so­na, en tan­to que el guión tam­po­co alcan­za a brin­dar una satis­fac­to­ria des­crip­ción de Doms­cheit-Berg, dan­do como resul­ta­do la impo­si­bi­li­dad de que el públi­co pue­da empa­ti­zar con los mis­mos. Final­men­te, no agre­ga mucho la par­ti­ci­pa­ción de dos figu­ras del Depar­ta­men­to de Esta­do ame­ri­cano (Lau­ra Lin­ney y Stan­ley Tuc­ci) en la incó­mo­da situa­ción de tra­tar de ate­nuar el impac­to pro­du­ci­do por WikiLeaks. 

A pesar de las limi­ta­cio­nes impues­tas por el guión tan­to Cum­ber­batch como Brühl se des­en­vuel­ven efi­cien­te­men­te en el desem­pe­ño de sus per­so­na­jes así como lo hacen los inte­gran­tes del elen­co que los secunda. 

Con­clu­sión: Si des­de una visión psi­co­ló­gi­co-social, el film está lejos de con­for­mar un rela­to de enver­ga­du­ra como lo que David Fin­cher logra­ra con The Social Net­work (2010), con todo gene­ra inte­rés plan­tean­do los aspec­tos mora­les de un sitio vir­tual que publi­ca en for­ma anó­ni­ma docu­men­tos estra­té­gi­cos que ponen de mani­fies­to el com­por­ta­mien­to dis­cu­ti­ble de gobier­nos e ins­ti­tu­cio­nes cor­po­ra­ti­vasJor­ge Gutman

Una Tier­na y Pro­fun­da His­to­ria de Amor

LA VIEADÈLE. Fran­cia, 2013. Un film de Abde­lla­tif Kechiche

Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux en BLUE IS THE WARMEST COLOR

Adè­le Exar­cho­pou­los y Léa Sey­doux en BLUE IS THE WAR­MEST COLOR

Para plas­mar en imá­ge­nes lo que se ha pro­pues­to, el rea­li­za­dor con­tó con dos extra­or­di­na­rias actua­cio­nes don­de el públi­co habrá de aplau­dir el tra­ba­jo de Adè­le Exar­cho­pou­los y Léa Sey­doux some­tién­do­se en cuer­po y alma, psi­co­ló­gi­ca y emo­cio­nal­men­te en la piel de sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. El román­ti­co dra­ma, basa­do en el cómic de Julie Maroh “Azul es un Color Calien­te” y adap­ta­do por el rea­li­za­dor y Ghal­ya Lacroix, pre­sen­ta a Adè­le (Exar­cho­pou­los), una joven de 17 años de edad que vive en Lille –al nor­te de Fran­cia- y que mani­fies­ta una mani­fies­ta incli­na­ción hacia la lite­ra­tu­ra; así, al prin­ci­pio se la ve en una sala de cla­ses de un cole­gio de ense­ñan­za media jun­to con sus com­pa­ñe­ros estu­dian­do una nove­la de Pie­rre de Mari­vaux (“La Vie de Marian­ne”). En un comien­zo ella se embar­ca en un roman­ce de cor­to vue­lo con Tho­mas (Jéré­mie Laheur­te), su cor­te­jan­te, pero muy pron­to que­da cla­ro que sus emo­cio­nes están diri­gi­das hacia per­so­nas de su mis­mo sexo; eso habrá de cris­ta­li­zar­se a par­tir del momen­to en que cono­ce a Emma (Sey­doux), una mujer un poco mayor que ella y que tie­ne como carac­te­rís­ti­ca dis­tin­ti­va su pelo teñi­do de azul. De allí en más comien­za entre ambas un amor desen­fre­na­do, sin tapu­jos ni barre­ras, don­de las emo­cio­nes del espí­ri­tu se entre­mez­clan con el con­tac­to físi­co de sus cuer­pos logran­do una com­ple­ta fusión subli­man­do la comu­ni­ca­ción humana. 

Dejan­do apar­te las auda­ces esce­nas de amor explí­ci­to, que evi­den­te­men­te pue­den ori­gi­nar con­tro­ver­sias por­que una de ellas se pro­lon­ga duran­te 8 minu­tos, el film ilus­tra mag­ní­fi­ca­men­te aspec­tos que dife­ren­cian a cada uno de sus per­so­na­jes. Inte­lec­tual­men­te con­si­de­ra­do, se apre­cia que Emma –de mar­ca­da afi­ni­dad con las artes plás­ti­cas- está ubi­ca­da en un nivel cul­tu­ral supe­rior al de su aman­te; algo pare­ci­do se pue­de apre­ciar a nivel eco­nó­mi­co y social; así, cuan­do Adè­le, de ori­gen más humil­de y de padres con­ser­va­do­res que igno­ran su orien­ta­ción sexual que ella tra­ta de guar­dar celo­sa­men­te, visi­ta la casa de los padres de Emma per­te­ne­cien­tes a una cla­se socio-eco­nó­mi­ca más ele­va­da, se sor­pren­de al com­pro­bar que son lo sufi­cien­te­men­te libe­ra­les al acep­tar­la abier­ta­men­te como la pare­ja de su hija. 

A tra­vés de las 3 horas de dura­ción, el film va expo­nien­do cómo con el paso de los años la rela­ción va madu­ran­do y pos­te­rior­men­te desin­te­grán­do­se al apa­re­cer varias grie­tas en el camino que tor­nan impo­si­ble la mutua convivencia. 

Tenien­do en con­si­de­ra­ción que la pelí­cu­la lle­va como sub­tí­tu­lo “Capí­tu­los 1 y 2” en la ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa, no sería utó­pi­co pen­sar que en algu­nos años más, al direc­tor se le ocu­rra con­tar qué pasó con las vidas de Adè­le y Emma. De todos modos, haya o no nue­vos capí­tu­los para esta inol­vi­da­ble his­to­ria de amor, que­da como resul­ta­do una extra­or­di­na­ria pelí­cu­la que cala pro­fun­do has­ta la médu­la de los sen­ti­mien­tos huma­nos a tra­vés de un rela­to feroz­men­te tierno y hon­da­men­te conmovedor. 

Con­clu­sión: Habien­do mere­ci­do la Pal­ma de Oro en el últi­mo fes­ti­val de Can­nes, es alta­men­te meri­to­rio que aun­que sus dos actri­ces no hayan sido recom­pen­sa­das, sin embar­go han sido reco­no­ci­das por Ste­ven Spiel­berg quien como pre­si­den­te del jura­do seña­ló que el pre­mio a esta mara­vi­llo­sa his­to­ria de amor se debe al trío inte­gra­do por Exar­cho­pou­los y Sey­doux, delan­te de la cáma­ra, y a Kechi­che detrás de la mis­maJor­ge Gutman

Asal­to En Altamar

. CAP­TAIN PHI­LLIPSEsta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Paul Greengrass 

1.Tom Hanks en CAPTAIN PHILLIPS

Tom Hanks en CAP­TAIN PHILLIPS

Con el rea­lis­mo pro­pio del géne­ro docu­men­tal que Paul Green­grass acos­tum­bra brin­dar en sus fil­mes de fic­ción, aquí ofre­ce otra pelí­cu­la basa­da en una his­to­ria real como lo hicie­ra con Uni­ted 93 (2006) refle­jan­do el secues­tro de uno de los avio­nes en la tra­ge­dia del 11 de sep­tiem­bre. En Cap­tain Phi­llips, aun­que el des­en­la­ce afor­tu­na­da­men­te resul­te dife­ren­te, tam­bién se tra­ta de un secues­tro –en este caso de una nave- que tuvo lugar en aguas afri­ca­nas pero de nin­gún modo exis­te en el acto cri­mi­nal come­ti­do una manio­bra terro­ris­ta de inten­ción polí­ti­ca, reli­gio­sa o étnica.

Gren­grass intro­du­ce un pró­lo­go que tie­ne lugar en Ver­mont en mar­zo de 2009, don­de se obser­va al Capi­tán Richard Phi­llips (Tom Hanks) cam­bian­do ama­ble­men­te impre­sio­nes hoga­re­ñas con su espo­sa (Cathe­ri­ne Kee­ner) mien­tras ella lo tras­la­da al aero­puer­to para abor­dar un vue­lo con des­tino al sur de Omán. Allí se hace car­go del Maersk Ala­ba­ma, un bar­co de car­ga de los Esta­dos Uni­dos que tie­ne como pri­mer des­tino lle­gar a Soma­lia y pos­te­rior­men­te pro­se­guir has­ta Kenia, a fin de trans­por­tar ali­men­ta­ción pro­ve­nien­te de un pro­gra­ma de coope­ra­ción de las Nacio­nes Unidas. 

Simul­tá­nea­men­te en Soma­lia, se ve a un gru­po de hom­bres reclu­tan­do a jóve­nes indi­vi­duos para par­ti­ci­par en ope­ra­cio­nes de pira­te­ría; cla­ra­men­te se per­ci­be que lo que ani­ma a esta gen­te es encon­trar medios a cual­quier pre­cio para salir de la mise­ria que la ago­bia; en todo caso, Green­grass no insis­te sobre este punto. 

Cuan­do el abor­da­je se pro­du­ce con el gru­po de cua­tro pira­tas soma­líes asal­tan­do al buque mer­can­te, comien­za la gran gue­rra de ner­vios y ten­sio­nes entre la tri­pu­la­ción toma­da como rehén y los delin­cuen­tes que domi­nan la situa­ción. Den­tro de los roles opues­tos que les cabe desem­pe­ñar, que­da cla­ro que Phi­llips y Muse (Barkhad Abdi), el líder de los pira­tas, están lejos de lle­gar a un acuer­do: así los soma­líes de nin­gún modo acep­tan la suma de 30 mil dóla­res que el capi­tán les ofre­ce fren­te a los millo­nes de dóla­res que los pira­tas deman­dan. La situa­ción se tor­na aún más dra­má­ti­ca cuan­do Muse se las inge­nia para apo­de­rar­se del capi­tán ubi­cán­do­lo en un peque­ño bote don­de el secues­tra­do atra­ve­sa­rá la angus­tia del con­fi­na­mien­to fren­te a la inmen­si­dad de las aguas oceá­ni­cas que lo rodean. 

Toman­do como refe­ren­cia el guión de Billy Ray que a su vez se basó en el libro escri­to por el pro­pio Phi­llips A Captain’s Duty: Somaly Pira­tes, Navy SEALS, and Dan­ge­rous Days at Sea, Green­grass apro­ve­cha su con­te­ni­do para trans­mi­tir toda la furia, his­te­ria y el pan­de­mó­nium gene­ra­do por cri­mi­na­les dis­pues­tos a morir sino logran el obje­ti­vo per­se­gui­do, en esas esce­nas, que abar­can la mayor par­te del rela­to, don­de la vida y la muer­te pare­cen con­fun­dir­se per­ma­nen­te­men­te, el film cobra impor­tan­te alien­to. A pesar de que se sabe el resul­ta­do final dado que ha sido noti­cia que alcan­zó públi­ca noto­rie­dad, un ten­so sus­pen­so ani­ma el desa­rro­llo de esta his­to­ria que alcan­za a dife­ren­ciar­se de tan­tas otras por­que no es la vio­len­cia de las ame­tra­lla­do­ras o dis­pa­ros la que cobra un papel deci­si­vo, sino el estu­dio de per­so­na­li­da­des total­men­te dife­ren­tes; en tan sen­ti­do, la exce­len­te inter­pre­ta­ción de Hanks ya no lle­ga a sor­pren­der a esta altu­ra de su excep­cio­nal carre­ra, pero en cam­bio sí cau­sa gra­ta impre­sión la carac­te­ri­za­ción de Abdi otor­gan­do nota­ble rea­lis­mo a su personaje. 

Si hay una obje­ción para esta his­to­ria real es que lle­ga con pocos meses de dife­ren­cia de A Hijac­king, un exce­len­te dra­ma que se refie­re tam­bién a la inva­sión de pira­tas soma­líes a un buque danés, aun­que des­de un ángu­lo dife­ren­te. En todo caso, eso no dis­mi­nu­ye los valo­res intrín­se­cos del film de Greengrass. 

Con­clu­sión: Un docu­dra­ma inten­so y absor­ben­te que encuen­tra en Tom Hanks a su intér­pre­te ideal. 
Jor­ge Gutman