Los Días Felices

OH LES BEAUX JOURS Autor: Samuel Bec­kett — Direc­ción: Marc Paquien – Elen­co: Cathe­ri­ne Frot, Eric Frey — Esce­no­gra­fía: Gérard Didier — Ves­tua­rio: Clai­re Ris­te­ruc­ci – Ilu­mi­na­ción: Domi­ni­que Bru­guiè­re – Maqui­lla­je: Céci­le Kretsch­mar. Dura­ción: 1h25 (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: En el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca) des­de el 21 has­ta el 26 de febre­ro de 2015

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Del genial dra­ma­tur­go Samuel Bec­kett lle­ga a Mon­treal una nue­va ver­sión de su obra van­guar­dis­ta Los Días Feli­ces escri­ta en inglés en 1961 y tra­du­ci­da por su autor al fran­cés al año siguien­te. A tra­vés de la visión del direc­tor Marc Paquien y con la inter­pre­ta­ción de la pres­ti­gio­sa actriz fran­ce­sa Cathe­ri­ne Frot se pue­de apre­ciar una pie­za tea­tral inquie­tan­te, poé­ti­ca, emo­ti­va y dra­má­ti­ca que cons­ti­tu­ye una pará­bo­la de la con­di­ción humana.

Foto de Pascal Victor-ArtcomArt

Foto de Pas­cal Victor-ArtcomArt

Con gran ter­nu­ra y com­pa­sión Bec­kett creó el sin­gu­lar per­so­na­je de Win­nie. Ella es una seño­ra bur­gue­sa de media­na edad que al prin­ci­pio se encuen­tra hun­di­da has­ta la cin­tu­ra den­tro de un inmo­vi­li­za­do mon­tícu­lo de are­na ubi­ca­do en un abra­sa­dor desier­to. Su situa­ción físi­ca no pare­ce cau­sar­le mayor moles­tia cuan­do al des­per­tar­se su ros­tro expre­sa un opti­mis­mo y ale­gría de vivir fren­te a un nue­vo y her­mo­so día, al pro­pio tiem­po que va rea­li­zan­do las acti­vi­da­des habi­tua­les de lavar­se los dien­tes, limar­se las uñas, pin­tar sus labios, pei­nar­se, entre otros menes­te­res. Mien­tras lo hace, comien­za a trans­mi­tir sus pen­sa­mien­tos expre­sa­dos ver­bal­men­te a tra­vés de monó­lo­gos don­de pasa revis­ta a su vida; de la mis­ma se refle­ja una exis­ten­cia no muy exci­tan­te a la que ella apren­dió a resig­nar­se y adap­tar­se al medio que le ha toca­do vivir, agra­de­cien­do a Dios por las gran­des ben­di­cio­nes reci­bi­das. A su lado y oyen­do sus soli­lo­quios se encuen­tra su mari­do Willie (Eric Frey), un hom­bre abú­li­co, iner­te y tor­pe que se des­pla­za entre el sue­ño y la lec­tu­ra de un perió­di­co; habien­do sido el amor de su vida es lo úni­co que le que­da afec­ti­va­men­te. A pro­pó­si­to de este per­so­na­je, que­da la duda sobre si Willie real­men­te sigue exis­tien­do o si es un recuer­do de su espo­sa ima­gi­nan­do que man­tie­ne un diá­lo­go con él.

Las pala­bras de Win­nie no pue­den dete­ner el inexo­ra­ble pasa­je del tiem­po don­de pos­te­rior­men­te la are­na cubre su cuer­po has­ta el cue­llo. En esa situa­ción, y cuan­do la pér­di­da de la memo­ria y de la con­cien­cia con el extra­vío con­si­guien­te pare­ce afec­tar­la, tra­ta afie­bra­da­men­te de demos­trar que a pesar de todo es capaz de rea­li­zar lo que debe hacer­se y estar pre­pa­ra­da fren­te al fan­tas­ma de la muer­te que la está ace­chan­do; eso no impi­de a que como una opti­mis­ta a ultran­za que es se com­plaz­ca en tara­rear la melo­día cen­tral de “La Viu­da Ale­gre” para cele­brar de este modo la her­mo­su­ra de sus días feli­ces y reafir­mar de este modo la dicha de vivir.

Quien se encuen­tra fami­lia­ri­za­do con el gran dra­ma­tur­go irlan­dés sabe muy bien de que en sus pie­zas tea­tra­les el tex­to no lo dice todo. Así como acon­te­ce en Espe­ran­do a Godot o en Fin de Par­ti­da, la rique­za de esta obra no sur­ge exclu­si­va­men­te de lo que la pro­ta­go­nis­ta expre­sa en su monó­lo­go sino tam­bién jue­ga un rol impor­tan­te la ento­na­ción de las pala­bras y la infle­xión de la voz, los ges­tos facia­les inclu­yen­do la mira­da, así como la mane­ra en que los momen­tos de silen­cio van sien­do dosificados.

A fin de que los aspec­tos men­cio­na­dos pue­dan con­tri­buir a crear la ten­sión y emo­ción nece­sa­ria que atra­pe al espec­ta­dor se requie­re la pre­sen­cia de una actriz talen­to­sa que sea capaz de desa­fiar lo que el mate­rial de Bec­kett le está ofre­cien­do. En tal sen­ti­do cabe seña­lar que Cathe­ri­ne Froth sale bien para­da de este gran desa­fío acto­ral; ade­más de ajus­tar­se físi­ca­men­te al espa­cio limi­ta­do y a la inmo­vi­li­dad a la que está some­ti­da, per­mi­te expre­sar con medio cuer­po y final­men­te con su cabe­za úni­ca­men­te, las obse­sio­nes, nimie­da­des y los esfuer­zos rea­li­za­dos por su per­so­na­je para tra­tar de sobre­vi­vir en un mun­do absur­do e injus­to, logran­do de este modo una muy bue­na com­po­si­ción de Winnie.

Con­clu­sión: Una obra pro­fun­da, poé­ti­ca y sim­bó­li­ca de un autor anti­con­for­mis­ta que el públi­co de Mon­treal tie­ne oca­sión de apre­ciar a tra­vés de la logra­da com­po­si­ción de Cathe­ri­ne Frot. Un impor­tan­te acon­te­ci­mien­to cul­tu­ral del TNM

Un Elec­tri­zan­te Film en Video

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

WHI­PLASH. Esta­dos Uni­dos, 2013. Direc­ción de Damien Cha­ze­lle. Dis­tri­bu­ción: Sony Pic­tu­res Home Enter­tain­ment (2015)

Una de las mejo­res pelí­cu­las exhi­bi­das el año pasa­do ha sido lan­za­da en video para ver­la y/o vol­ver a juz­gar­la en el con­fort del hogar. He aquí el comen­ta­rio crí­ti­co efec­tua­do en oca­sión de su estreno.

Si hubie­ra que men­cio­nar un film de 2014 que impac­te de mane­ra rotun­da y vis­ce­ral, sin duda sería Whi­plash. Aun­que el cine ha con­si­de­ra­do más de una vez las dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes que pue­den adop­tar los víncu­los que se esta­ble­cen entre pro­fe­so­res y alum­nos, pocas veces esa rela­ción alcan­zó el nivel de extre­ma cru­de­za que se apre­cia en este film que mere­ció en el fes­ti­val de Sun­dan­ce el Gran Pre­mio del Jura­do y el del público.

Miles Teller y J.K. Simmons

Miles Teller y J.K. Simmons

El prin­ci­pal méri­to de este exce­len­te dra­ma es la nota­ble carac­te­ri­za­ción de carac­te­res logra­da por el talen­to­so rea­li­za­dor Damien Cha­ze­lle en la ela­bo­ra­ción del guión. En esen­cia, el film expo­ne el encuen­tro de dos per­so­na­li­da­des cuya rela­ción se desa­rro­lla en un nivel de inten­sa ten­sión. La acción que se desa­rro­lla en la ciu­dad de Nue­va York pre­sen­ta a Andrew (Miles Teller), un mucha­cho de apro­xi­ma­da­men­te 20 años apa­sio­na­do de la bate­ría que estu­dia en un con­ser­va­to­rio de músi­ca muy com­pe­ti­ti­vo. Sus espe­cia­les dotes son apre­cia­das por Teren­ce Flet­cher (J.K. Simons), quien es uno de los más impor­tan­tes pro­fe­so­res de jazz de la aca­de­mia; por esa razón es inme­dia­ta­men­te invi­ta­do a que par­ti­ci­pe en un pres­ti­gio­so con­jun­to musi­cal del esta­ble­ci­mien­to. A par­tir de ese momen­to sur­ge un víncu­lo sado­ma­so­quis­ta entre el pro­fe­sor y su alumno, en la medi­da que Flet­cher uti­li­za su ins­tin­ti­va natu­ra­le­za bru­tal para exi­gir de sus estu­dian­tes y fun­da­men­tal­men­te de Andrew esfuer­zos sobre­hu­ma­nos para que él pue­da tocar a la perfección.

Si en prin­ci­pio uno podría com­pren­der la volun­tad del maes­tro de obte­ner los máxi­mos valo­res poten­cia­les del alumno al que ins­tru­ye, en el caso pre­sen­ta­do por Cha­ze­lle el edu­ca­dor se com­por­ta con un exa­cer­ba­do sadis­mo que prác­ti­ca­men­te des­tru­ye el equi­li­brio emo­cio­nal de Andrew. No sería exa­ge­ra­do seña­lar que la for­ma des­car­na­da y humi­llan­te con que lo tra­ta podría ase­me­jar­se a la fero­ci­dad que los terri­bles guar­dia­nes del régi­men nazi lo hacían con los pri­sio­ne­ros de los cam­pos de con­cen­tra­ción o bien a las prue­bas de resis­ten­cia a las que los sol­da­dos son some­ti­dos en el ejér­ci­to por sus superiores.

La inten­sa vio­len­cia emo­cio­nal con­te­ni­da en el rela­to logra trans­mi­tir­se de un modo tan rea­lis­ta que uno se olvi­da que está asis­tien­do a una his­to­ria de fic­ción para en cam­bio supo­ner­la com­ple­ta­men­te ver­da­de­ra; pre­ci­sa­men­te, el gra­do de rea­lis­mo de lo que se pre­sen­cia lle­ga a un extre­mo tal en don­de esa vir­tud pue­de lle­gar a inco­mo­dar al obser­va­dor por la extre­ma­da dure­za que se pre­sen­ta en la bata­lla psi­co­ló­gi­ca enta­bla­da entre sus dos per­so­na­jes centrales.

Aun­que el libre­to des­cri­ba mag­ní­fi­ca­men­te a Andrew y Flet­cher, tal esfuer­zo habría que­da­do miti­ga­do de no haber con­ta­do con dos acto­res que se entre­gan en cuer­po y alma a dichos per­so­na­jes. Resul­ta impo­si­ble dejar de admi­rar el esfuer­zo físi­co que rea­li­za Andrew, a tra­vés de Miles Teller, con las esco­bi­llas emplea­das para gol­pear los pla­ti­llos a fin de lograr el jus­to tono reque­ri­do por la músi­ca eje­cu­ta­da; al pro­pio tiem­po uno no pue­de dejar de sen­tir­se ape­na­do por la sin­ce­ri­dad de un joven que con sudor, dolor y lágri­mas sufre los emba­tes inflin­gi­dos por su abu­si­vo ins­truc­tor pero que al pro­pio tiem­po no pue­de aban­do­nar­lo por­que su entre­ga por la músi­ca y el jazz supera lo indes­crip­ti­ble; más aún, su gra­do de dedi­ca­ción es tan gran­de que has­ta renun­cia a la posi­bi­li­dad de pro­se­guir una rela­ción sen­ti­men­tal con una bue­na chi­ca (Melis­sa Benoist) por­que podría sig­ni­fi­car­le un obs­tácu­lo a su carre­ra. A J.K.Simmons por su par­te le corres­pon­de dar vida a un ingra­to per­so­na­je quien con un sadis­mo impla­ca­ble bus­ca la exce­len­cia de su alumno recu­rrien­do a méto­dos huma­na­men­te deni­gran­tes para lograr su pro­pó­si­to; en tal sen­ti­do este actor logra una admi­ra­ble carac­te­ri­za­ción de su rol.

Final­men­te, el gran elo­gio va para Cha­ze­lle quien ade­más de rela­tar mag­ní­fi­ca­men­te una tris­te his­to­ria gra­ti­fi­ca al espec­ta­dor con la exce­len­cia de la músi­ca de jazz que en su núme­ro final alcan­za una dimen­sión incon­men­su­ra­ble como pocas veces se ha vis­to en cine”.

Cabe seña­lar que ade­más de haber obte­ni­do el Gran Pre­mio del Jura­do en el Fes­ti­val de Sun­dan­ce del año pasa­do, en la cere­mo­nia de los Oscar de 2015 este exce­len­te film ha sido mere­ce­dor de tres dis­tin­cio­nes, a saber: el pre­mio a J.K. Sim­mons como mejor actor de repar­to, a Tom Cross por el mejor mon­ta­je y el Oscar a la mejor com­bi­na­ción de sonido.

Como mate­rial adi­cio­nal, el video inclu­ye comen­ta­rios del guio­nis­ta y direc­tor Damien Cha­ze­lle así como de J.K. Sim­mons. El DVD es pre­sen­ta­do en su ver­sión ori­gi­nal ingle­sa con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en espa­ñol, fran­cés e inglés.

¿Quién le Teme al Lobo Feroz?

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

QUI A PEUR DE VIR­GI­NIA WOOLF?Autor: Edward Albee – Tra­duc­ción: Michel Trem­blay — Direc­ción: Ser­ge Denon­co­urt – Elen­co: Mau­de Gué­rin, Nor­mand D’Amour, Fra­nçois Dufour, Kim Des­pa­tis — Deco­ra­dos: Gui­llau­me Lord — Ves­tua­rio: Fra­nçois Bar­beau – Ilu­mi­na­ción: Étien­ne Bou­cher – Con­cep­ción Sono­ra: Nico­las Bas­que. Dura­ción: 2h 40m (inclu­yen­do un entre­ac­to de 20 minu­tos). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 28 de mar­zo de 2015 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Maude Guérin y Normand D´Amour (Foto de la Cia. Duceppe)

Mau­de Gué­rin y Nor­mand D´Amour (Foto de la Cia. Duceppe)

Pocas veces la expo­si­ción de una cri­sis con­yu­gal ha teni­do la reso­nan­cia uni­ver­sal como la que el dra­ma­tur­go Edward Albee logró en esta obra escri­ta en 1962 que aho­ra repo­ne la com­pa­ñía Ducep­pe. Si bien hace medio siglo ¿Quién le teme a Vir­gi­nia Woolf? pudo haber resul­ta­do deci­di­da­men­te inno­va­do­ra en su esté­ti­ca así como por la pro­li­fe­ra­ción de sus fero­ces diá­lo­gos, hoy día la pie­za no resul­ta tan pro­vo­ca­do­ra pero eso no impi­de que su con­te­ni­do y valor intrín­se­co per­ma­nez­can vigen­tes; eso jus­ti­fi­ca que sea con­si­de­ra­da como uno de los gran­des clá­si­cos del tea­tro con­tem­po­rá­neo y que se siga repre­sen­tán­do­la con cier­ta frecuencia.

Para quie­nes no hayan aún vis­to la pie­za tea­tral ni el exce­len­te film de Mike Nichols de 1966 con inol­vi­da­bles inter­pre­ta­cio­nes de Eli­za­beth Tay­lor y Richard Bur­ton, se pue­de anti­ci­par que el autor ubi­ca a los per­so­na­jes en el salón de estar de un matri­mo­nio madu­ro inte­gra­do por Geor­ge, un pro­fe­sor del depar­ta­men­to de his­to­ria de una uni­ver­si­dad ame­ri­ca­na y Martha, su espo­sa que es a la vez hija del rec­tor; des­pués de una fies­ta de pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios deci­den pro­lon­gar la vela­da invi­tan­do a Nick, un joven pro­fe­sor del depar­ta­men­to de bio­lo­gía de la mis­ma uni­ver­si­dad y su espo­sa Honey.

Maude Guérin y Normand D´Amour (Foto de la Cia. Duceppe)

Mau­de Gué­rin y Nor­mand D´Amour (Foto de la Cia. Duceppe)

De la pre­mi­sa expues­ta el espec­ta­dor se encuen­tra sacu­di­do por una des­car­na­da car­ni­ce­ría psi­co­ló­gi­ca que acon­te­ce en el esce­na­rio don­de Albee no tie­ne com­pa­sión algu­na para des­nu­dar la com­ple­ja natu­ra­le­za de sus per­so­na­jes en toda su dimen­sión humana.

Como esta pie­za se pres­ta a dife­ren­tes lec­tu­ras, mucho depen­de de la visión de quien tie­ne a su car­go la pues­ta en esce­na para trans­mi­tir­la. En tal sen­ti­do, el exce­len­te direc­tor Ser­ge Denon­co­urt ha res­pe­ta­do el tex­to en su inte­gri­dad pero dotán­do­lo de un con­te­ni­do sexual más explí­ci­to que en otras ver­sio­nes cono­ci­das aun­que siem­pre den­tro de un nivel decoroso.

Tan­to Mau­de Gué­rin como Nor­man D’Amour han sabi­do trans­mi­tir la vio­len­cia des­car­na­da de los sen­ti­mien­tos que ani­dan en Martha y Geor­ge median­te una bata­lla cam­pal expre­sa­da por diá­lo­gos lace­ran­tes en que la humi­lla­ción del uno hacia el otro per­vi­ve per­ma­nen­te­men­te. Los acto­res refle­jan inten­sa­men­te el dete­rio­ro de una pare­ja que ha con­vi­vi­do a tra­vés de los años median­te una qui­me­ra fan­ta­sio­sa en pug­na per­ma­nen­te con la reali­dad cir­cun­dan­te. Gué­rin se pose­sio­na en cuer­po y alma de la mujer domi­na­do­ra que no tie­ne repa­ros en des­truir emo­cio­nal­men­te a su mari­do así como D’Amour da en el jus­to tono como el com­pla­cien­te, con­tem­pla­ti­vo y a veces paté­ti­co Geor­ge que en últi­ma ins­tan­cia sabrá uti­li­zar la ven­gan­za como su últi­ma car­ta de ata­que fren­te a la humi­lla­ción y aulli­dos furio­sos de su espo­sa. Pero si hay un momen­to de la pie­za en que esa actua­ción estu­pen­da que­da gra­ba­da en el públi­co es cuan­do hacia el final, des­pués de haber exor­ci­za­do sus demo­nios inter­nos, Martha y Geor­ge per­ma­ne­cen por pri­me­ra vez uni­dos a tra­vés de un lazo de ter­nu­ra hon­da­men­te con­mo­ve­dor. En lo que con­cier­ne a Fra­nçois Dufour y Kim Des­pa­tis como la pare­ja invi­ta­da que no resul­ta ile­sa de los exabrup­tos de sus anfi­trio­nes, el pri­me­ro se desem­pe­ña muy bien mien­tras que Des­pa­tis en el rol menos tras­cen­den­te de la pie­za des­en­to­na al brin­dar a su per­so­na­je un aspec­to cómi­co bor­dean­do lo caricaturesco.

Con­clu­sión: Denon­co­urt ha logra­do una bue­na ver­sión de la obra de Albee que sigue reso­nan­do como un lamen­to impia­do­so que retra­ta con valen­tía, cruel­dad y des­ca­ro las frus­tra­cio­nes, sue­ños, mez­quin­da­des e hipo­cre­sías de sus per­so­na­jes así como la sole­dad y vacío que pro­du­ce la inco­mu­ni­ca­ción humana.

Un Buen Rela­to Depor­ti­vo y Social

MCFAR­LAND. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Niki Caro

Esta sen­si­ble pelí­cu­la de la rea­li­za­do­ra Niki Caro pue­de que sea obje­ta­da por ser sen­ti­men­tal, por tran­si­tar nue­va­men­te en la pasión por el depor­te y demos­trar de qué mane­ra el triun­fo del espí­ri­tu pue­de ope­rar mila­gros. Sin embar­go, en su defen­sa pue­de arguir­se que el film está basa­do en una his­to­ria real ocu­rri­da no hace mucho tiem­po atrás y que ade­más se des­ta­ca por su mane­ra pro­fun­da en des­cri­bir la exis­ten­cia coti­dia­na de una comu­ni­dad lati­na que rea­li­za gran­des esfuer­zos para vivir dignamente.

Carlos Pratts y Kevin Kostner

Car­los Pratts y Kevin Kostner

La acción se ubi­ca en 1987 y sigue los pasos del entre­na­dor de fút­bol ame­ri­cano Jim Whi­te (Kevin Kost­ner) quien por razo­nes dis­ci­pli­na­rias en la escue­la don­de tra­ba­ja­ba se ve obli­ga­do a des­pla­zar­se con su seño­ra Cheryl (Maria Bello) y sus dos hijas Julie (Mor­gan Say­lor) y Jamie (Elsie Fisher) a McFar­land, una peque­ña y empo­bre­ci­da región agrí­co­la ubi­ca­da en el Valle Cen­tral de Cali­for­nia que está pobla­da mayo­ri­ta­ria­men­te por habi­tan­tes lati­nos de ori­gen mexi­cano. El con­tras­te no pue­de ser mayor para un típi­co ciu­da­dano ame­ri­cano que habien­do goza­do del con­fort de la cla­se media, tan­to él como los suyos se sien­ten des­ubi­ca­dos fren­te a gen­te de baja con­di­ción social y en don­de el espa­ñol, que él no domi­na, es la len­gua pre­do­mi­nan­te de esa pobla­ción. Afor­tu­na­da­men­te logra con­se­guir un tra­ba­jo simi­lar al que tenía en una escue­la de ense­ñan­za media don­de al poco tiem­po obser­va la habi­li­dad de correr que tie­nen sus jóve­nes alum­nos. A pesar de no tener expe­rien­cia algu­na en el cross-country, eso lo esti­mu­la para pre­pa­rar a estos estu­dian­tes en ese depor­te para for­mar un equi­po que pue­da com­pe­tir exi­to­sa­men­te en oca­sión de cam­peo­na­tos futu­ros. Si bien el direc­tor de la escue­la (Valen­te Rodrí­guez) en prin­ci­pio no es muy favo­ra­ble a esa idea, lo cier­to es que la pro­po­si­ción es acep­ta­da y final­men­te se logra una for­ma­ción inte­gra­da con 7 dota­dos corre­do­res, inclu­yen­do a Tho­mas (Car­los Pratts), el más rápi­do del gru­po y que en prin­ci­pio se mues­tra dis­tan­te con Jim.

Aun­que lo que sobre­vie­ne resul­ta fácil de pre­de­cir, la direc­to­ra se ha basa­do en hechos reales don­de los per­so­na­jes con­ser­van los mis­mos nom­bres que sus prin­ci­pa­les pro­ta­go­nis­tas. En for­ma nada for­za­da se con­tem­pla la trans­for­ma­ción de Jim y su fami­lia quie­nes sin­tién­do­se al prin­ci­pio como sapos de otro pozo, lle­gan a supe­rar las dife­ren­cias cul­tu­ra­les exis­ten­tes entre ellos y la gen­te que los rodea. Así, en varias esce­nas que­da refle­ja­da la sor­pre­sa de los ame­ri­ca­nos al des­cu­brir el calor humano ema­na­do de humil­des tra­ba­ja­do­res que brin­dán­do­les genuino afec­to les invi­tan a com­par­tir una comi­da e inclu­so ofre­cién­do­les par­te de la mis­ma para que la lle­ven a su hogar.

Des­cri­bien­do la reali­dad social impe­ran­te, el rela­to expo­ne cla­ra­men­te las con­di­cio­nes en que la comu­ni­dad cam­pe­si­na debe luchar ardua­men­te en la explo­ta­ción agrí­co­la don­de para tal fin los hijos, des­de la tem­pra­na ado­les­cen­cia, cons­ti­tu­yen una valio­sa ayu­da fami­liar; así se apre­cia cómo estos jóve­nes depor­tis­tas deben levan­tar­se a altas horas de la madru­ga­da para tra­ba­jar la tie­rra antes de comen­zar la jor­na­da esco­lar don­de la mis­ma cul­mi­na­rá con el entre­na­mien­to que Jim les impar­te. Toda esa ilus­tra­ción es lo que brin­da al rela­to una gran inten­si­dad don­de en cier­ta for­ma pare­ce­ría que se está con­tem­plan­do un docu­men­tal antes que un film de ficción.

A pesar de que la his­to­ria des­crip­ta pue­de pres­tar­se para la fácil mani­pu­la­ción del espec­ta­dor, la rea­li­za­do­ra evi­ta endul­zar­la para que la emo­ción que gene­ra resul­te com­ple­ta­men­te natural.

Todas las inter­pre­ta­cio­nes se carac­te­ri­zan por su soli­dez pero si hubie­se que hacer nom­bres entre los jóve­nes se dis­tin­guen Pratts y Rami­ro Rodrí­guez. De todos modos, es nece­sa­rio des­ta­car la sobria y huma­na carac­te­ri­za­ción que Kost­ner logra de su per­so­na­je brin­dan­do, posi­ble­men­te, el mejor papel de su carre­ra como actor.

Impe­ca­ble es tam­bién la direc­ción de Niki Caro que ade­más de un film depor­ti­vo ha logra­do un docu­men­to social don­de que­da demos­tra­do el impor­tan­te papel desem­pe­ña­do por los inmi­gran­tes en su con­tri­bu­ción al desa­rro­llo de la eco­no­mía estadounidense.

Con­clu­sión: Un film que sien­do pre­vi­si­ble satis­fa­ce ple­na­men­te como dra­ma depor­ti­vo y docu­men­to social.
Jor­ge Gutman

Atra­pa­dos sin Salida

UYGHURS: PRI­SO­NERS OF THE ABSURD. Cana­dá, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Patri­cio Henríquez

Con la minu­cio­si­dad del inves­ti­ga­dor capaz de escu­dri­ñar has­ta los míni­mos deta­lles, el cineas­ta y docu­men­ta­lis­ta Patri­cio Hen­rí­quez, com­pro­me­ti­do con un cine socio-polí­ti­co, ofre­ce un valio­so docu­men­tal cuyo nom­bre no podría ser más apro­pia­do por cuan­to rela­ta los ava­ta­res dra­má­ti­ca­men­te absur­dos y surrea­lis­tas sufri­dos por un gru­po étni­co deno­mi­na­do “uigur”.

UYGHURS,  PRISONERS OF THE ABSURDLos uigu­res son per­so­nas per­te­ne­cien­tes a una comu­ni­dad de raíz tur­ca vivien­do en el noroes­te de Chi­na, espe­cial­men­te en la Región Autó­no­ma de Sin­kiang (Tur­kes­tán Orien­tal), que pro­fe­san mayo­ri­ta­ria­men­te el cre­do musul­mán y tie­nen un len­gua­je pro­pio. Aco­sa­dos por la opre­sión del gobierno chino, algu­nos de los miem­bros de esa comu­ni­dad deci­die­ron en los últi­mos años del siglo pasa­do bus­car refu­gio al prin­ci­pio en Pakis­tán y pos­te­rior­men­te en Afga­nis­tán. Cuan­do se pro­du­cen los acon­te­ci­mien­tos del 11 de sep­tiem­bre de 2001 con la inter­ven­ción ame­ri­ca­na que inme­dia­ta­men­te tuvo lugar en Afga­nis­tán, el enton­ces Secre­ta­rio de Defen­sa Donald Rums­feld deci­de recom­pen­sar con 5000 dóla­res por cada sim­pa­ti­zan­te tali­bán que pudie­ra ser cap­tu­ra­do. Pre­ci­sa­men­te, 22 de los uigu­res que habían esta­do vivien­do en una zona con­tro­la­da por los tali­ba­nes y que sobre­vi­vie­ron al bom­bar­deo son hechos pri­sio­ne­ros en cali­dad de terro­ris­tas y son ven­di­dos a la arma­da de Esta­dos Uni­dos don­de son trans­por­ta­dos para su encar­ce­la­mien­to en la base de Guan­tá­na­mo en 2002. A los pocos meses de la arbi­tra­ria deten­ción que­dó en cla­ro para los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia de Esta­dos Uni­dos que los pri­sio­ne­ros no eran terro­ris­tas ni que cons­ti­tuían una ame­na­za para el país. A pesar de ello, el via cru­cis de los pri­sio­ne­ros esta­ba lejos de concluir.

De la mis­ma mane­ra que Hen­rí­quez ofre­ció un rigu­ro­so docu­men­to sobre el dolo­ro­so des­tino del cana­dien­se Omar Khadr en You Don’t Like the Truth: 4 Days Insi­de Guan­ta­na­mo (2011), aquí nue­va­men­te brin­da un film estre­me­ce­dor. A tra­vés de los comen­ta­rios ofre­ci­dos por 3 de los uigu­res entre­vis­ta­dos, se pue­de apre­ciar el dra­ma humano vivi­do por ellos como indi­vi­duos decla­ra­dos ino­cen­tes que no pudie­ron salir de la pri­sión por cir­cuns­tan­cias abe­rran­tes y, para echar más leña al fue­go, eran con­si­de­ra­dos como “enemi­gos com­ba­tien­tes” en lugar de ino­cen­tes pri­sio­ne­ros polí­ti­cos. El film tam­bién cuen­ta con la par­ti­ci­pa­ción de varias per­so­nas cla­ves que tuvie­ron impor­tan­te rol en el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos; entre ellos cabe des­ta­car a Rushan Abbas, una ame­ri­ca­na de ori­gen uigur que actuó como tra­duc­to­ra de los dete­ni­dos que no habla­ban inglés y que al com­pren­der la situa­ción inad­mi­si­ble en que ellos se encon­tra­ban se con­vir­tió en una fuer­te alia­da de los mis­mos; al pro­pio tiem­po otra des­ta­ca­da figu­ra ha sido la de Sabin Willett, un pres­ti­gio­so hom­bre de leyes de Bos­ton quien abo­gó con fir­me­za por la cau­sa de los des­am­pa­ra­dos uigu­res. Lo más intere­san­te, aun­que no menos dra­má­ti­co, se pro­du­ce cuan­do Esta­dos Uni­dos está deci­di­do a dejar a estos apá­tri­das en liber­tad tras lar­gos años de cau­ti­ve­rio y encuen­tra difi­cul­ta­des para que otros paí­ses los acep­ten por no que­rer irri­tar al gobierno de Chi­na; final­men­te y en for­ma gra­dual, Alba­nia, Ber­mu­das, Sui­za, El Sal­va­dor, Eslo­va­quia y la isla de Palau les con­ce­den asilo.

De mane­ra arti­cu­la­da y flui­da, en gran par­te debi­do a un mag­ní­fi­co mon­ta­je, Hen­rí­quez logra una his­to­ria ava­sa­lla­do­ra que se sigue con gran inte­rés en la des­crip­ción de las deni­gran­tes injus­ti­cias y atro­pe­llos infe­ri­dos a los dere­chos huma­nos de estos pri­sio­ne­ros. Como com­ple­men­to, el docu­men­tal posee un valor edu­ca­cio­nal al inte­rio­ri­zar al públi­co acer­ca de un gru­po étni­co no muy cono­ci­do internacionalmente.

Con­clu­sión: La inhu­ma­na odi­sea de los uigu­res en Guan­tá­na­mo en un docu­men­tal de nota­ble cali­dad.
Jor­ge Gutman