La Dura Ley del Mercado

LA LOI DU MAR­CHÉ. Fran­cia, 2015. Un film de Stépha­ne Brizé.

El cine euro­peo ha demos­tra­do en varias opor­tu­ni­da­des la gran pro­ble­má­ti­ca que la pobla­ción atra­vie­sa en épo­cas de cri­sis eco­nó­mi­co-finan­cie­ras y las con­se­cuen­cias dra­má­ti­cas cuan­do la pobla­ción labo­ral es des­pro­vis­ta de su tra­ba­jo. Hace dos años los her­ma­nos Dar­den­ne han tra­ta­do el tema en el enco­mia­ble film Deux Jours, une Nuit Aho­ra, este tópi­co es tran­si­ta­do, aun­que des­de un ángu­lo dife­ren­te, por el rea­li­za­dor Stépha­ne Bri­zé en La Loi du mar­ché.

¿Qué es lo que acon­te­ce cuan­do una orga­ni­za­ción comer­cial a fin de man­te­ner la ren­ta­bi­li­dad de la mis­ma con­si­de­ra que la mano de obra para fabri­car el mis­mo pro­duc­to resul­ta más eco­nó­mi­ca en otro país? Para Bri­zé y el coguio­nis­ta Oli­ver Goce, la res­pues­ta es que la ley del mer­ca­do se impo­ne a tra­vés del des­pi­do de su personal.

Vincent Lindon

Vin­cent Lindon

Eso es lo que suce­de con Thierry (Vin­cent Lin­don), un hom­bre de media­na edad, quien habien­do sido leal a su empre­sa des­pués de 25 años de tra­ba­jo resul­ta des­pe­di­do. El rela­to va ilus­tran­do el dolo­ro­so tra­yec­to que este indi­vi­duo debe tran­si­tar a fin de encon­trar un nue­vo empleo para que él y su seño­ra (Kari­ne de Mir­beck) pue­dan ali­viar la deli­ca­da situa­ción eco­nó­mi­ca atra­ve­sa­da, sobre todo para sol­ven­tar los gas­tos insu­mi­dos para el cui­da­do de su que­ri­do hijo (Matthieu Scha­ller) men­tal­men­te dis­ca­pa­ci­ta­do. Así pare­ce­ría que la rea­li­za­ción de cur­sos de pre­pa­ra­ción para nue­vos empleos, los envíos de innu­me­ra­bles currí­cu­lum vitae, entre­vis­tas a tra­vés de sky­pe con con­se­je­ros espe­cia­li­za­dos, no tie­nen efec­to alguno más allá de la humi­lla­ción que Thierry debe afron­tar en deter­mi­na­das circunstancias.

Final­men­te, des­pués de 20 meses de des­ocu­pa­ción logra un pues­to como agen­te de segu­ri­dad de un super­mer­ca­do; si por un lado resul­ta tran­qui­li­za­dor vol­ver al mer­ca­do labo­ral, no trans­cu­rri­rá mucho tiem­po para que Thierry se sien­ta atra­pa­do por con­flic­tos mora­les cuan­do debe denun­ciar los robos de mer­can­cías de los clien­tes como así tam­bién las con­tra­ven­cio­nes de sus pro­pios com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo don­de en un caso espe­cial alcan­za una dra­má­ti­ca dimen­sión. Curio­sa­men­te, él se encuen­tra en una encru­ci­ja­da impues­ta por la ley de la sel­va (per­dón, del mer­ca­do) don­de para sal­var su pues­to nece­si­ta que sus cole­gas de tra­ba­jo atra­vie­sen un pro­ce­so de humi­lla­ción pare­ci­do al que le cupo expe­ri­men­tar poco tiem­po atrás.

Rodea­do por un buen elen­co de acto­res no pro­fe­sio­na­les que brin­da auten­ti­ci­dad al film, la actua­ción de Lin­don es pre­pon­de­ran­te. Mere­ci­da­men­te dis­tin­gui­do como el mejor actor en el Fes­ti­val de Can­nes del año pasa­do, rea­li­za una irre­pro­cha­ble com­po­si­ción del hom­bre común y sen­ci­llo que es Thierry; sin nece­si­dad algu­na de ape­lar a ges­tos gran­di­lo­cuen­tes, los exce­len­tes recur­sos expre­si­vos del actor cuen­tan mucho para trans­mi­tir la dimen­sión huma­na y los con­flic­tos mora­les por los que atra­vie­sa su personaje.

La esme­ra­da direc­ción de Bri­zé, acom­pa­ña­do de la ágil cáma­ra en mano del fotó­gra­fo Éric Dumont adop­tan­do un esti­lo casi docu­men­tal, ofre­ce una muy bue­na pin­tu­ra de una tris­te reali­dad social, denun­cian­do el pro­ble­ma exis­ten­te aun­que sin ofre­cer solu­cio­nes al mis­mo. Sin ape­lar a arti­fi­cia­les recur­sos sen­ti­men­ta­les, el film emo­cio­na lle­gan­do a calar en el áni­mo del espec­ta­dor. Jor­ge Gutman

La Iden­ti­dad Judía a Tra­vés de dos Visio­nes Opuestas

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

BAD JEWS. Autor: Joshua Armon – Direc­ción Escé­ni­ca: Lisa Rubin –- Elen­co: Jamie Elman, Sarah Segal-Lazar, Vic­to­ria Dia­mond, Jake Golds­bie – Esce­no­gra­fía y Ves­tua­rio: Brian Dud­kie­wicz – Ilu­mi­na­ción: Itai Erdal – Dise­ño de Soni­do: Dmi­tri Mari­ne — Dura­ción: 90 minu­tos sin entre­ac­to- Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 29 de mayo de 2016 en el Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

BAD JEWS

Estre­na­da en Nue­va York hace 4 años con gran éxi­to, esta cau­ti­van­te pie­za de Joshua Armon reúne todos los ingre­dien­tes nece­sa­rios para que el públi­co goce de una satis­fac­to­ria vela­da tea­tral; eso es debi­do al inge­nio­so plan­teo de la obra y la for­ma ori­gi­nal en que el autor trans­mi­te su contenido.

La tra­ma que trans­cu­rre en esta épo­ca en Manhat­tan reúne a Daph­na Fey­gen­baum, sus dos pri­mos, Jonah Haber y su her­mano mayor Liam Haber, así como Melody, la novia de éste últi­mo y que es el úni­co per­so­na­je no judío. La reu­nión de Daph­na, Jonah y Liam es para com­par­tir el due­lo del recien­te­men­te falle­ci­do abue­lo “Poppy”, que había sido un sobre­vi­vien­te del holo­caus­to. El lugar del encuen­tro es un peque­ño depar­ta­men­to de un solo ambien­te (“stu­dio”) don­de por estar dema­sia­do api­ña­do no es el sitio ideal para pasar unos días todos jun­tos. A tra­vés de las lar­gas con­ver­sa­cio­nes habi­das entre los cua­tro, y a veces entre dos dife­ren­tes per­so­na­jes sepa­ra­da­men­te, va cre­cien­do un cli­ma que se enra­re­ce pro­gre­si­va­men­te debi­do a la mar­ca­da opo­si­ción entre Daph­na y Liam quie­nes con­ci­ben al judaís­mo de mane­ra dia­me­tral­men­te opues­ta; mien­tras ella es una tra­di­cio­na­lis­ta judía que de nin­gún modo aprue­ba la rela­ción de Liam con su novia gen­til, él es en cam­bio un judío libe­ral que detes­ta el com­por­ta­mien­to ofen­si­vo y racis­ta de su prima.

A pesar de que los diá­lo­gos jugo­sos y ame­nos cons­ti­tu­yen una par­te vital de la pie­za, no menos sor­pren­den­te es que a medi­da que su desa­rro­llo avan­za va adqui­rien­do un cli­ma infer­nal cuan­do entra en jue­go quien here­da­rá una cade­na de con­te­ni­do reli­gio­so que per­te­ne­cía al des­apa­re­ci­do abue­lo quien mien­tras esta­ba en el cam­po de con­cen­tra­ción la había ocul­ta­do por dos años bajo su len­gua para que nin­guno de los guar­das nazis se la sacara.

Si bien en prin­ci­pio Bad Jews podría ser con­si­de­ra­da una come­dia, en reali­dad se tra­ta de una obra de gran ten­sión dra­má­ti­ca don­de Lisa Rubin ha sabi­do impri­mir­le un rit­mo flui­do y ameno que con­cen­tra per­ma­nen­te­men­te la aten­ción de la mis­ma. A la rique­za del tex­to, igual­men­te es meri­to­rio el que la direc­to­ra haya logra­do reu­nir a un talen­to­so elen­co de artis­tas canadienses.

Por razo­nes de su con­te­ni­do, es rele­van­te el tra­ba­jo de Sarah Segal-Lazar quien se sumer­ge de lleno en la piel de Daph­na demos­tran­do has­ta qué pun­to el judaís­mo que está inser­to en sus entra­ñas pue­de con­ver­tir­la en un ser vul­ne­ra­ble tan­to cuan­do ata­ca como cuan­do es ata­ca­da. El otro rol tras­cen­den­te es el que encar­na Jamie Elman; como Liam des­plie­ga un ardor asom­bro­so al tra­tar de defe­nes­trar a su odia­da pri­ma para demos­trar­le que a pesar de acep­tar sin reta­ceo alguno su heren­cia cul­tu­ral judía entien­de que eso no es incom­pa­ti­ble con la adop­ción de una acti­tud libe­ral y más abier­ta al poder amar a una per­so­na no por su con­di­ción de judía sino por poseer valo­res huma­nos y per­so­na­les dig­nos de su amor; los encon­tro­na­zos de Liam y Daph­na adquie­ren dimen­sio­nes de inusi­ta­da vio­len­cia pero a la vez de incues­tio­na­ble rea­lis­mo. En pape­les de apo­yo tam­bién es efec­ti­va la par­ti­ci­pa­ción de Jake Golds­bie como el her­mano menor que sin mucho carác­ter tra­ta de no tomar par­ti­do en el mar­co de las dis­cu­sio­nes enta­bla­das entre Liam y su pri­ma; final­men­te, Vic­to­ria Dia­mond trans­mi­te ple­na­men­te la ino­cen­cia y dul­zu­ra de una joven que estan­do fue­ra del núcleo fami­liar es la cau­san­te invo­lun­ta­ria del dra­ma final generado.

Sin duda la posi­ti­va reper­cu­sión que tuvo esta obra tan­to en Esta­dos Uni­dos como en Lon­dres, Sudá­fri­ca e Israel es bien jus­ti­fi­ca­da por­que está hábil­men­te cons­trui­da al plan­tear temas tan impor­tan­tes sobre la iden­ti­dad cul­tu­ral, lo que sig­ni­fi­ca el judaís­mo, y los aspec­tos de la fe reli­gio­sa para man­te­ner la tra­di­ción. Obvia­men­te, lo que hace el autor es plan­tear el pro­ble­ma sin dar solu­ción algu­na dejan­do que cada espec­ta­dor al final de la repre­sen­ta­ción refle­xio­ne sobre el mismo.

En resu­men: una obra exce­len­te­men­te diri­gi­da, muy bien actua­da y deci­di­da­men­te reco­men­da­ble por su tema y pre­sen­ta­ción.

Un Buen Docu­men­tal de Patri­cio Guzmán

EL BOTÓN DE NÁCAR. Chi­le-Fran­cia-Espa­ña, 2015. Un film diri­gi­do y escri­to por Patri­cio Guzmán

Patri­cio Guz­mán, uno de los direc­to­res docu­men­ta­lis­tas más impor­tan­tes de Amé­ri­ca Lati­na, pro­si­gue con su cine de com­pro­mi­so polí­ti­co. Des­pués de Nos­tal­gia de la Luz (2010), retor­na con el El Botón de Nácar esta­ble­cien­do nue­va­men­te un víncu­lo entre la his­to­ria de Chi­le con su geografía.

EL BOTÓN DE NÁCARUbi­cán­do­se esta vez en el sur chi­leno en lugar del nór­di­co Desier­to de Ata­ca­ma de su film pre­ce­den­te, la voz en off del rea­li­za­dor va rela­tan­do en for­ma entre tris­te y melan­có­li­ca la vida de la pobla­ción autóc­to­na que allí habi­tó, cuyos inte­gran­tes esta­ban pro­fun­da­men­te aso­cia­dos con las aguas del Océano Pací­fi­co a tra­vés de las tra­ve­sías efec­tua­das en canoas para des­pla­zar­se entre las diver­sas islas. Sin embar­go esa exis­ten­cia armo­nio­sa se vio tras­to­ca­da como con­se­cuen­cia del efec­to devas­ta­dor de las misio­nes y del colo­nia­lis­mo euro­peo. Así, de las tri­bus nati­vas que han sido diez­ma­das, ape­nas unos pocos des­cen­dien­tes sub­sis­ten. Es allí que Guz­mán tra­ta de rela­cio­nar esos hechos con la recu­rren­cia his­tó­ri­ca que acon­te­ció duran­te el bru­tal régi­men mili­tar de Pino­chet en los dra­má­ti­cos vue­los mor­ta­les don­de más de un millar de pri­sio­ne­ros polí­ti­cos fue­ron lan­za­dos al fon­do del mar con sus cuer­pos suje­tos a rie­les ferro­via­rios para evi­tar que pudie­ran emer­ger en la super­fi­cie, impi­dien­do de este modo cual­quier inten­to de sobrevivencia.

Si la ana­lo­gía efec­tua­da por Guz­mán entre los exter­mi­nios pue­de resul­tar en cier­tos casos un poco for­za­da, de todos modos la pro­pues­ta es váli­da; en su inten­to de per­mi­tir que el espec­ta­dor refle­xio­ne sobre la tra­ge­dia de los des­apa­re­ci­dos pue­blos kawés­qar, selk­nam y yáma­nas de hace algu­nos siglos y de las tor­tu­ra­das víc­ti­mas del recien­te pasa­do his­tó­ri­co, la noble ambi­ción del rea­li­za­dor es que con su tra­ba­jo, los dra­má­ti­cos suce­sos rese­ña­dos pue­dan per­du­rar en la memo­ria colec­ti­va de las actua­les y futu­ras generaciones.

El film se com­ple­men­ta con fotos extraí­das de mate­rial de archi­vo, entre­vis­tas rea­li­za­das con un his­to­ria­dor, un antro­pó­lo­go que repro­du­ce el soni­do de los ríos, un poe­ta y algu­nos de los des­cen­dien­tes indí­ge­nas, así como con la crea­ción de pla­nos visua­les que con­tri­bu­yen a ofre­cer al film un tono poé­ti­co y ele­gía­co. Final­men­te, la cui­da­do­sa foto­gra­fía de Katell Djian con­tri­bu­ye a refor­zar los valo­res de esta producción.

Que­da como resul­ta­do un sóli­do docu­men­tal deci­di­da­men­te inte­lec­tual que al pro­pio tiem­po des­te­lla huma­ni­dad y emo­ción. Jor­ge Gutman

Un Dra­ma Familiar

LOU­DER THAN BOMBS. Norue­ga-Fran­cia-Dina­mar­ca, 2015. Un film de Joa­chim Trier

El direc­tor norue­go Joa­chim Trier vuel­ve al cine con un tema que ya ha sido tra­ta­do en múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des; sin embar­go, la muer­te de un miem­bro de la fami­lia y las secue­las pro­du­ci­das en el res­to de sus inte­gran­tes cobra aquí una dimen­sión dife­ren­te a tra­vés del enfo­que brindado.

 Isabelle Huppert y Gabriel Byrne

Isa­be­lle Hup­pert y Gabriel Byrne

En el rela­to del rea­li­za­dor escri­to con Eskil Vogt, el fami­liar des­apa­re­ci­do es Isa­be­lle Reed (Isa­be­lle Hup­pert), una fotó­gra­fa de gue­rra que murió hace tres años en un acci­den­te (pro­vo­ca­do o no) a cer­ca­na dis­tan­cia de su hogar, en el esta­do de Nue­va York. Es en el tiem­po actual, que se está pla­nean­do una expo­si­ción foto­grá­fi­ca de su tra­ba­jo como home­na­je pós­tu­mo a su memo­ria, lo que uni­do a un artícu­lo que va ser publi­ca­do sobre ella en el New York Times por quien fue­ra uno de sus cole­gas (David Strathairn) reabre las heri­das aún no cica­tri­za­das de Gene, su viu­do (Gabriel Byr­ne) y sus dos hijos, Jonah (Jes­se Eisen­berg) y Con­rad (Devin Druid).

A par­tir de lo que pre­ce­de Trier ana­li­za en for­ma meticu­losa aun­que no lineal las grie­tas exis­ten­tes en el núcleo fami­liar pues­tas de mani­fies­to por la muer­te de Isa­be­lle. Así se sabe que ella ha sido una ardua pro­fe­sio­nal cuya devo­ción a su tra­ba­jo moti­vó a que fue­se prio­ri­ta­ria a la de su fun­ción de espo­sa y madre de sus hijos. Ese hecho impli­ca­ba por otra par­te a que Gene que si bien nun­ca se opu­so a la peli­gro­sa tarea desem­pe­ña­da por su mujer, tam­po­co podía evi­tar su frus­tra­ción de que no estu­vie­se más tiem­po en el hogar o bien de sen­tir per­ma­nen­te­men­te el temor a que en cual­quier momen­to pudie­se morir en el cam­po de bata­lla; por el con­tra­rio, él pre­fi­rió sacri­fi­car su carre­ra de actor con tal de estar más cer­ca de su fami­lia. Todo este mar­co de refe­ren­cia ha reper­cu­ti­do en la difi­cul­to­sa comu­ni­ca­ción man­te­ni­da con sus hijos, sobre todo con el menor ado­les­cen­te Con­rad quien intro­ver­ti­do y soli­ta­rio pasa la mayor par­te del tiem­po ence­rra­do en su pie­za jun­to con sus video­jue­gos. Jonah por su par­te, que es casa­do y aca­ba de tener un hijo, retor­na al hogar de sus padres a fin de orde­nar las foto­gra­fías de su madre y es ahí que des­cu­bre secre­tos ínti­mos de su progenitora.

Uti­li­zan­do dis­tin­ti­vos esti­los que ori­gi­nan a su vez dife­ren­tes per­cep­cio­nes e impre­sio­nes erró­neas por par­te de cada uno de los miem­bros de esta fami­lia, el direc­tor va des­nu­dan­do la dis­fun­cio­na­li­dad de la mis­ma a medi­da que los con­flic­tos exis­ten­tes van adqui­rien­do mayor dimen­sión. Es ahí don­de uno de los desa­fíos que enfren­ta el rela­to es cómo afir­mar la soli­dez de esta fami­lia para que –como lo indi­ca el títu­lo del film- el amor pue­da lle­gar a ser más fuer­te que las bom­bas de los con­flic­tos bélicos.

El úni­co repa­ro de este film com­ple­jo y ambi­cio­so es que ana­li­zan­do el due­lo pro­du­ci­do por la ausen­cia de un ser que­ri­do el direc­tor man­tie­ne en su narra­ción un per­fil emo­cio­nal dema­sia­do bajo; eso crea una dis­tan­cia con­si­de­ra­ble entre el espec­ta­dor y los per­so­na­jes impi­dien­do una mayor empa­tía con los mis­mos. Jor­ge Gutman

Un home­na­je a Jericó

EL INFI­NI­TO VUE­LO DE LOS DÍAS. Colom­bia-Fran­cia, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Cata­li­na Mesa

Lo pri­me­ro que se lee al comien­zo de este docu­men­tal de Cata­li­na Mesa son los ver­sos de Oli­via Sos­sa que dicen: “Este, mi noble Jeri­có es boni­to. Encla­va­do en el sol de la mon­ta­ña. El mon­te azul rozan­do el infi­ni­to, y el infi­ni­to entran­do en la caba­ña”. De algún modo, eso esta­ble­ce el tono de este film que cons­ti­tu­ye un cáli­do home­na­je a Jeri­có, un muni­ci­pio del depar­ta­men­to de Antio­quía en Colom­bia. Para su rea­li­za­ción, la direc­to­ra se ins­pi­ró en las his­to­rias que su tía abue­la Ruth Mesa le había contado.

El Infinito Vuelo de los DíasAde­más de brin­dar al espec­ta­dor una bue­na des­crip­ción de la cul­tu­ra de esa región, el film enfo­ca a varias muje­res de dife­ren­tes eda­des y con­di­cio­nes socia­les que allí habi­tan a tra­vés de las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das entre ellas y la narra­ción de anéc­do­tas per­so­na­les que resul­tan intere­san­tes de escu­char. Amor, des­en­ga­ño, tris­te­za dolor e inmen­sa sabi­du­ría intui­ti­va es lo que ema­na de este docu­men­tal; adop­tan­do un carác­ter ínti­mo ofre­ce al pro­pio tiem­po notas muy emo­ti­vas, como tam­bién algu­nas situa­cio­nes de humor que ame­ni­zan al film.

Entre algu­nos de los per­so­na­jes reales se encuen­tra una ancia­na de 102 años que está pre­pa­ra­da para pasar a la otra vida y espe­ra que la vir­gen la reci­ba. Su expre­sión deno­ta una con­si­de­ra­ble madu­rez; al ser cons­cien­te de su mor­ta­li­dad mani­fies­ta que sus días están con­ta­dos pero sin alber­gar temor a la muer­te. Otra mujer de edad madu­ra con 46 años de matri­mo­nio cui­da la frá­gil salud de su mari­do; apar­te de haber dado edu­ca­ción a sus hijos y brin­dán­do­les una carre­ra para defen­der­se en la vida, no pue­de ocul­tar el pro­fun­do dolor que aún sub­sis­te por la des­apa­ri­ción de uno de ellos, acae­ci­da hace ya 20 años, y que pro­ba­ble­men­te haya sido la gue­rri­lla la que cau­só el dra­ma. La coque­te­ría feme­ni­na es la que está pre­sen­te en una pin­to­res­ca y ver­bo­rrá­gi­ca viu­da que ade­más de con­ser­var una colec­ción de rosa­rios que ador­na su casa, tie­ne como hábi­to maqui­llar­se apro­pia­da­men­te para estar ele­gan­te cuan­do sale de su casa; al pro­pio tiem­po agra­de­ce a Dios el hecho de que pue­da morir en Jeri­có, su pue­blo al que tan­to ama.

En el mon­ta­je del film, la rea­li­za­do­ra ha sabi­do inter­ca­lar una apro­pia­da músi­ca de fon­do que crea un sen­ti­mien­to de nos­tal­gia a la vez que con­tri­bu­ye a enri­que­cer a este docu­men­tal. Entre varias de las her­mo­sas can­cio­nes se encuen­tran Me voy pa’l pue­blo, Espí­ri­tu colom­bia­na, Ojos de Almen­dra, Luna Lune­ra, Nues­tra Casi­ta, Cere­zo RosaUn siglo de ausencia. 

En esen­cia, este es un film que ade­más de cele­brar la vita­li­dad del espí­ri­tu feme­nino antio­que­ño trans­por­ta al espec­ta­dor hacia un rin­cón del mun­do digno de conocer.
Jor­ge Gutman