LIFE OF PI. Estados Unidos, 2012. Un film de Ang Lee
Basado en el libro homónimo de Yann Martel publicado en 2001 que generó más de 9 millones de copias, tanto los lectores del mismo como quienes no han tenido oportunidad de leerlo, apreciarán el meticuloso trabajo de Ang Lee. Aunque la aventura que vive su protagonista adquiere ribetes mágicos, el film es un relato de sobrevivencia del hombre expuesto a la naturaleza así como una historia filosóficamente mística donde aspectos teológicos y de fe confluyen en la creencia que asume su principal personal.
El film comienza en Canadá con un desconocido escritor (Rafe Spall) ‑probablemente el alter ego de Martel- atentamente escuchando la historia que le cuenta Pi (Irrfan Khan), un hombre de mediana edad originario de India. Así, el espectador se impone de la singular y dramática experiencia que en su juventud atravesó en compañía de un salvaje animal.
Tratando de enmarcar el relato de Pi dentro de una zona donde ficción y realidad llegan a confundirse, el guión de David Magee introduce a Santosh Patel (Adil Hussain) y su esposa (Tabu) operando un zoológico en Pondicherry, una antigua colonia francesa de la India. El menor de sus dos hijos es Piscine quien desde niño guardó una extraña reverencia por Dios.
Ya como adolescente adulto, Piscine –habiendo adoptado el nombre de Pi (Suraj Sharma) — a pesar de haber profesado el hinduismo, su afición por lecturas mitológicas hace que también se sienta inclinado por el cristianismo y la religión musulmana.
Cuando dificultades financieras motivan que los padres de Pi cierren su empresa y emprendan con toda la familia un viaje a Canadá –junto con algunos animales del zoológico- para iniciar una nueva vida, el barco carguero japonés que los transporta enfrenta una brutal tormenta zozobrando en medio del océano. A partir de ese momento el film adquiere el carácter de una aventura fantástica mostrando a Pi y a un feroz tigre de bengala (magníficamente logrado a través de imagen generada por computadora) como los únicos sobrevivientes de la tragedia.
Con el deslumbrante escenario de la soledad marina, Pi adquiere plena conciencia del estado errático y caótico que puede asumir la naturaleza; es allí, donde el film adquiere inusitada tensión en las estrategias que debe utilizar el adolescente para convivir con la bestia felina, cuyos naturales instintos asesinos la hacen difícil de domar. En esas secuencias el relato deja traslucir la relación que se crea entre el espiritual adolescente deseoso de sobrevivir y el factor divino interviniente para que resulte posible.
La decisión de Lee de rodar esta singular fábula en 3D confiere a las imágenes una especial riqueza visual, sobre todo en la casi hora de duración en que se contempla a los dos náufragos en medio de las aguas oceánicas enfrentando la majestuosidad y belleza de la naturaleza. Aunque no siempre el uso cada vez más generalizado de la tercera dimensión cumple con el propósito deseado, en este caso el formato empleado por el realizador proporciona positivos resultados artísticos.
Si bien esta historia de determinación, perseverancia y esperanza alcanza momentos de considerable valor espiritual, el film –indudablemente bien hecho- no logra suficiente impacto dramático, sobre todo en su última parte donde su alegoría religiosa no llega a satisfacer totalmente.
Con excepción de la breve participación de Gérard Depardieu animando el rol del cocinero en el buque carguero, no hay en el elenco nombres conocidos; con todo, cabe destacar la remarcable participación del debutante Suraj Sharma de 17 años de edad quien domina con su presencia todo el film brindando una convincente caracterización de un muchacho de naturaleza introvertida que se ve forzado a utilizar su máxima energía física al tratar de salvar su vida frente a un feroz animal.
Conclusión: El tratamiento logrado por el realizador es encomiable teniendo en cuenta las dificultades que la novela ofrecía y que parecía casi imposible de ser filmada; en todo caso y aunque un poco larga, esta fantasía espiritual de supervivencia resulta convincente y no desmerece a la novela original. Jorge Gutman