SEEDS
Crónica de Jorge Gutman
La Compañía Centaur dio a conocer la segunda producción de su temporada. Se trata de Seeds, una obra que ya se presentó en Montreal en 2005 y en otros lugares del país. De características muy especiales, se puede afirmar que la dramaturga Annabel Soutar se ha apartado de la estructura convencional de lo que se escribe para teatro, a fin de abordar una obra de características documentales. Esto es así porque su contenido está basado en las investigaciones que la autora realizó sobre uno de los casos judiciales que tuvieron resonancia en Canadá y en donde la justicia se pronuncia en 2004.
Todo se origina a partir del momento en que Perci Schmeiser, un audaz granjero de Saskatchewan fue objeto de una demanda judicial por parte de la corporación Monsanto, todo un gigante de la biotecnología por haber infringido el uso de la patente por la misma sustentada. La acusación en concreto es que según Monsanto el granjero cultivaba ilegalmente en su terreno granos de semilla de colza más conocido con el nombre de canola genéticamente modificadas, que al estar patentado es necesario pagar al detentor de sus derechos. El campesino adujo que esas semillas habían sido aportadas por el viento y que por lo tanto no incurrió en ningún acto ilegal. Como es sabido, de esas semillas se obtiene el conocido aceite cuyo principal uso es alimentario y empleado para la cocina y para la elaboración de ciertas comidas.
El caso es que esa querella, con un David enfrentándose a un poderoso Goliath, fue apelada por Schmeiser hasta llegar a los estadios de la Corte Suprema de Justicia de Canadá donde el 21 de mayo de 2004, en una votación reñida de 5 contra 4 miembros, orodujo un fallo favorable a la corporación legitimando de ese modo el uso de su patente y estableciendo el camino para que otras compañías biotecnológicas puedan también hacer valer sus derechos. Este acontecimiento tuvo difusión mundial así como radicalizó la posición de aquellos grupos que se oponen a los organismos genéticamente modificados.
En base a lo que acontece el público asiste a una suerte de documental donde además de tener una breve participación algunos de los espectadores asistentes, aparecen como testigos de ambas partes querellantes un buen número de científicos cuyas argumentaciones son realmente difíciles de poder ser comprendidas por el público corriente que no es experto en la materia y que fundamentalmente no tiene la preparación necesaria como para poder absorber en forma completa lo que se está diciendo.
Salvo la extraordinaria actuación de Eric Peterson como el granjero y la de Liisa Repo-Martell en otra brillante actuación como la dramaturga que realiza la investigación y la jueza de la Corte Suprema, los restantes miembros del elenco integrado por Christine Beaulie, Bruce Dinsmore, Mariah Inger, Tanja Jacobs, Cary Lawrence y Alex Ivanovici descuellan en la transformación requerida para desempeñar sus numerosos roles así como en el cambio de vestuario que exige una rapidez excepcional para modificar la apariencia física. La dirección de Chris Abrahmson representa otro tour de force al lograr fluidamente la incorporación simultánea y sucesiva de los actores hablando muchas veces al mismo tiempo sin que el ritmo frenético de ciertos momentos se convierta en caos; al propio tiempo, hace excelente uso de las cámaras de video.
Finalmente la sofisticada escenografía de Julie Fox es otro de los grandes logros donde el espacio central está diseñado como un gran laboratorio de investigación pero al propio tiempo permite, cuando así se requiere, que parte del escenario se convierta en el living del granjero.
La obra se representa en uno de los dos teatros del Centaur hasta el 24 de noviembre inclusive.