Un Perro y su Hijo Humano Adoptivo

MR. PEA­BODY & SHER­MAN. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Rob Minkoff Mr. Peabody & Sherman

A esta altu­ra del par­ti­do son muy pocos los que pue­dan sor­pren­der­se del nota­ble nivel de cali­dad que en los últi­mos años ha alcan­za­do el cine de ani­ma­ción; ese fenó­meno es aún más lla­ma­ti­vo en la medi­da que no es úni­ca­men­te la pobla­ción menu­da quien dis­fru­ta de este géne­ro sino tam­bién sus padres y en gene­ral los adul­tos que acu­den a ver las ocu­rren­tes his­to­rias que pro­di­gan estos fil­mes. Esa ten­den­cia se sigue mani­fes­tan­do con Mr. Pea­body & Sher­man, don­de se con­tem­pla una pelí­cu­la ori­gi­nal, ple­na de inge­nio, ins­truc­ti­va y alta­men­te entretenida. 

Aun­que el film está basa­do en los per­so­na­jes de una serie tele­vi­si­va de dibu­jos ani­ma­dos de la déca­da del 60, lo cier­to es que esta pro­pues­ta de los estu­dios Dream Works tie­ne carac­te­rís­ti­cas dis­tin­ti­vas gra­cias, entre otros fac­to­res, al muy buen guión de Craig Wright y a la diná­mi­ca flui­dez que el direc­tor Rob Min­koff impri­me al relato.

Al comen­zar el públi­co se impo­ne sobre los ante­ce­den­tes de Pea­body (Ty Burell), un perro par­lan­te que por su extra­or­di­na­ria inte­li­gen­cia nun­ca tuvo opor­tu­ni­dad de tener un amo que le pro­di­ga­ra un hogar. De allí que se vio en la nece­si­dad de des­en­vol­ver­se por sí mis­mo don­de lle­gó a con­ver­tir­se en un emi­nen­te cien­tí­fi­co que le hizo mere­ce­dor del Pre­mio Nóbel; por si fue­ra poco es el papá de un niño que habién­do­lo encon­tra­do aban­do­na­do cuan­do era bebé, deci­dió adop­tar­lo. De este modo lle­ga­mos a cono­cer al sim­pá­ti­co Sher­man (Max Char­les) de 7 años de edad a quien Pea­body le ha ido trans­mi­tien­do bue­na par­te de su cono­ci­mien­to com­ple­men­ta­do con una máqui­na del tiem­po que ha inven­ta­do; con la ayu­da de este extra­or­di­na­rio apa­ra­to, padre e hijo efec­túan via­jes hacia el pasa­do don­de el niño va obte­nien­do una impor­tan­te cul­tu­ra sobre acon­te­ci­mien­tos históricos.

El pro­ble­ma se com­pli­ca cuan­do en el pri­mer día de escue­la, la sabi­du­ría de Sher­man moles­ta a la vani­do­sa Penny (Ariel Win­ter), una de las com­pa­ñe­ri­tas de cla­se que sien­te celos por los cono­ci­mien­tos que él des­plie­ga; cuan­do el chi­co es hos­ti­ga­do por ella y reac­cio­na des­en­ca­de­nan­do una pelea, el inci­den­te moti­va a que una male­vo­len­te y anti­pa­ti­quí­si­ma asis­ten­te social (Alli­son Jan­ney) ame­na­ce a Pea­body qui­tar­le la cus­to­dia de Sher­man. Para tra­tar de ali­viar las ten­sio­nes y zan­jar las dife­ren­cias exis­ten­tes, el inte­li­gen­te canino invi­ta a los padres de Penny (Stephen Col­bert, Les­lie Mann) a su casa jun­to con la niña y mien­tras ella se recon­ci­lia con Sher­man, éste le hace cono­cer el secre­to de la máqui­na del tiem­po y de inme­dia­to ini­cian un via­je que los sumer­ge en una aven­tu­ra extra­or­di­na­ria que los lle­va­ra al encuen­tro con cono­ci­dos per­so­na­jes de la his­to­ria mundial.

Sobre esta intere­san­te pre­mi­sa, el públi­co se divier­te a más no poder cuan­do los via­je­ros divi­san a la glo­to­na Marie Anto­niet­te (Lau­ri Fra­ser) poco antes de la Revo­lu­ción Fran­ce­sa, para pos­te­rior­men­te con­tem­plar el régi­men de terror des­en­ca­de­na­do por Robes­pie­rre (Gui­llau­me Are­tos) y pro­se­guir retro­ce­dien­do en el tiem­po a fin de incur­sio­nar en el anti­guo Egip­to para encon­trar al rey Tut (Zach Calli­son); en el sin­gu­lar peri­plo tam­po­co esta­rán ausen­tes algu­nos pre­si­den­tes ame­ri­ca­nos como Geor­ge Washing­ton y Bill Cllin­ton (Jess Har­nell), el héroe de la mito­lo­gía grie­ga Aga­me­nón (Patrick War­bur­ton) que lide­ró el ejér­ci­to grie­go en las gue­rras tro­ya­nas, así como el excep­cio­nal cien­tí­fi­co Albert Eins­tein (Mel Brooks). Con todo, lo más hila­ran­te del rela­to es la impa­ga­ble esce­na en don­de los via­je­ros le pres­tan una gran ayu­da a Leo­nar­do da Vin­ci (Stan­ley Tuc­ci) al lograr son­sa­car­le una mis­te­rio­sa son­ri­sa a su capri­cho­sa mode­lo Mona Lisa (Lake Bell).

Hay mucho más para des­cu­brir y gozar con esta diver­ti­dí­si­ma saga don­de el sano humor no impi­de ocul­tar la cali­dez del rela­to así como las refe­ren­cias cul­tu­ra­les que en todo momen­to se hacen notar y que cau­san el pla­cer de los mayo­res como tam­bién con­tri­bu­ye a esti­mu­lar la curio­si­dad de los peque­ños para cono­cer ame­na­men­te un poco de his­to­ria anti­gua y contemporánea.

Las exce­len­tes voces ele­gi­das para ani­mar a los per­so­na­jes cons­ti­tu­yen otro logro de esta pro­duc­ción aun­que por razo­nes de mayor impor­tan­cia sobre­sa­len las de Burell y Char­les en los per­so­na­jes protagónicos.

El for­ma­to 3D ha sido muy bien explo­ta­do y se ajus­ta ade­cua­da­men­te para esta aven­tu­ra fantástica.

Con­clu­sión: Una deli­cio­sa come­dia ani­ma­da que trans­por­ta al espec­ta­dor en un inol­vi­da­ble via­je a tra­vés de la his­to­ria.  Jor­ge Gut­man