DOM HEMINGWAY. Gran Bretaña, 2013. Un film escrito y dirigido por Richard Shepard
Con Dom Hemingway el director y guionista Richard Shepard aborda un tema demasiado familiar en el cine británico como para que el espectador pueda asombrarse o detectar algún elemento que lo sorprenda; sin embargo, el relato sobre un delincuente amoral que a la postre trata de redimirse, no llega a cobrar impulso a pesar de la satisfactoria interpretación de Jude Law en el rol protagónico.
La primera escena marca el tono de lo que vendrá; ahí se contempla a Dom Hemingway (Law) quien estando en prisión cumpliendo una sentencia de 12 años, en forma profana y grotesca rinde tributo a su órgano genital –fuera de cámara- mientras que es servido sexualmente por un compañero de celda. Supuestamente graciosa, esa escena comienza a pintar la desagradable personalidad de un individuo mal hablado y decididamente grosero que habrá de confirmarse en lo que seguirá después.
Una vez liberado de su encierro, lo primero que hace es salir al encuentro de un individuo que se casó con su ex mujer y cuidó de ella durante su enfermedad, propinándole una descarnada paliza que pone en evidencia la naturaleza psicopática de su persona. Paso seguido, Dom y su amigo Dickie (Richard E. Grant) se dirigen al sur de Francia a fin de encontrarse con Fontaine (Demian Bichir), un ruso mafioso que le debe a Dom una considerable suma de dinero debido a que lo salvó de ir a la cárcel por no haberlo denunciado, ocupando en cambio su lugar.
A lo que antecede le siguen situaciones episódicas donde Dom deberá dar muestras repetidas de su hombría así como de su habilidad de para seguir ejerciendo su delictiva “profesión” de franquear cajas de seguridad para poder subsistir.
Después de varias desacertadas decisiones adoptadas por este individuo, donde no faltan las drogas y el sexo, uno se pregunta hacia donde apunta esta deshilvanada historia. Al promediar el metraje, el relato cambia de rumbo cuando Dom se encuentra con Evelyn (Emilia Clarke), una hija con la que estuvo distanciado y que ahora es madre de un hijito. Tratando de congraciarse con ella, hay uno que otro momento donde se puede apreciar algún gesto de relativa ternura, aunque el sentimentalismo provisto no alcanza a conmover; en todo caso si acaso el guión pretende demostrar que en el fondo Dom es un personaje brutal pero dueño de un corazón de oro, difícilmente logra su propósito y menos aún la adhesión de la audiencia.
Lo que en parte redime al film es, como ya se anticipó, la remarcable caracterización que Law logra de su personaje, aunque es de lamentar que esté al servicio de una historia mediocremente estructurada y sin coherencia dramática que tratando de apelar a un humor negro discutible, carece de sutileza y buen gusto como para que resulte atractiva. Jorge Gutman