Los Niños Per­di­dos de Sudán

THE GOOD LIE. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Phi­lip­pe Falardeau

El direc­tor cana­dien­se Phi­lip­pe Falar­deau quien con enor­me sen­si­bi­li­dad brin­da­ra hace tres años Mon­sieur Lazhar incur­sio­na aho­ra en el cine de los Esta­dos Uni­dos tra­yen­do otro rela­to de gran huma­ni­dad. En este caso, el rea­li­za­dor optó por incur­sio­nar en la tra­ge­dia que azo­tó a Sudán duran­te la gue­rra tri­bal en la déca­da del 80, con espe­cial refe­ren­cia a “los niños per­di­dos” que ha sido tes­ti­mo­nia­do en el exce­len­te docu­men­tal God Grew Tired of Us: The Story of Lost Boys of Sudan (1987). El inte­rés del rea­li­za­dor ha sido narrar a tra­vés de un rela­to de fic­ción lo que acon­te­ció con algu­nos de esos niños ino­cen­tes que vie­ron su fami­lia e infan­cia des­trui­da por estar sumi­dos invo­lun­ta­ria­men­te en el horren­do con­flic­to bélico.

En for­ma sen­ci­lla pero efec­ti­va, el guión de Mar­ga­ret Nagle se basa en los even­tos men­cio­na­dos dra­ma­ti­zan­do la odi­sea de un gru­po de chi­cos huér­fa­nos de Sudán quie­nes en 1987 sufrien­do ham­bre y mise­ria y fren­te al con­ti­nua­do ata­que de sol­da­dos rebel­des, huyen de sus aldeas para bus­car refu­gio en Ken­ya a tra­vés de una cami­na­ta de más de 1000 kiló­me­tros sufrien­do los ava­ta­res del can­san­cio físi­co que impli­ca esa tris­te aven­tu­ra más el impac­to emo­cio­nal de saber­se aco­sa­dos por ame­tra­lla­do­ras ase­si­nas. La acción se tras­la­da a 2001 cuan­do algu­nos de esos refu­gia­dos, ya ado­les­cen­tes, reci­ben la noti­cia de que se les ofre­ce la opor­tu­ni­dad de tras­la­dar­se a los Esta­dos Uni­dos para radi­car­se allí. Ellos son Jere­miah (Ger Duany), Paul (Emma­nuel Jal), Mame­re (Arnold Oceng) y su her­ma­na Abi­tal (Kuoth Wiel). Al momen­to de arri­bar al aero­puer­to Ken­nedy de Nue­va York, se les comu­ni­ca que los mucha­chos serán envia­dos a Kan­sas City en tan­to que Abi­tal vivi­rá en Bos­ton en el hogar de una fami­lia que acep­tó dar­le aco­gi­da; esa sepa­ra­ción pro­du­ci­rá una gran pesa­dum­bre entre los inte­gran­tes del grupo.

Reese Witherspoon y Ger Duany en THE GOOD LIE

Reese Withers­poon y Ger Duany en THE GOOD LIE

De allí en más el rela­to se con­cen­tra en Paul, Mame­re y Jere­miah a par­tir del momen­to en que son reci­bi­dos en Mis­sou­ri por Carrie (Reese Withers­poon) quien desem­pe­ñán­do­se en una agen­cia de empleos tie­ne como misión de con­se­guir­les trabajo.

La adap­ta­ción a las nue­vas con­di­cio­nes de vida no será fácil en la medi­da que la tie­rra ame­ri­ca­na pro­du­ci­rá como es natu­ral una fuer­te coli­sión cul­tu­ral para estos jóve­nes al vivir en un medio social mucho más avan­za­do que el del cual pro­vie­nen y que obvia­men­te pro­du­ce algu­nos momen­tos de fran­co humor.

Así como en Mon­sieur Lazhar Falar­deau retra­tó muy bien la expe­rien­cia de un inmi­gran­te en Que­bec, nue­va­men­te aquí logra infun­dir emo­ción en la saga de los expa­tria­dos refu­gia­dos quie­nes a pesar de expe­ri­men­tar un nivel de vida mucho más ele­va­do del que esta­ban acos­tum­bra­dos no pue­den olvi­dar sus raí­ces así como algu­nos recuer­dos vivi­dos en el pasado.

Sin entrar en mayo­res deta­lles de lo que acon­te­ce en el res­to del film, se pue­de ade­lan­tar que en todo momen­to su rela­to des­ti­la el pro­fun­do amor fra­ter­nal que rei­na en el gru­po, a pesar de algu­nos peque­ños sin­sa­bo­res, y sobre todo el enor­me sen­ti­do de fami­lia here­da­do de sus padres. Pre­ci­sa­men­te, eso se des­ta­ca fun­da­men­tal­men­te en el per­so­na­je de Mame­re, capaz de rea­li­zar un sacri­fi­cio enco­mia­ble que des­ta­ca sus altos valo­res humanos.

Falar­deau ofre­ce un film de gran ins­pi­ra­ción don­de el públi­co logra un sen­ti­mien­to de empa­tía tan­to con los per­so­na­jes como con sus pro­ta­go­nis­tas; en tal sen­ti­do cabe seña­lar que la mayo­ría de sus acto­res están liga­dos pro­fun­da­men­te con Sudán dado que se tra­ta de acto­res no pro­fe­sio­na­les don­de algu­nos de ellos son hijos de refu­gia­dos suda­ne­ses y otros tuvie­ron par­ti­ci­pa­ción como “niños sol­da­dos” según lo que se da a cono­cer en los cré­di­tos fina­les. De allí que no resul­ta sor­pren­den­te que todos ellos se desem­pe­ñen con máxi­ma natu­ra­li­dad lo que otor­ga gran auten­ti­ci­dad a lo que se está exhi­bien­do al pun­to tal de creer que se tra­ta de un docu­men­tal antes que un rela­to de ficción.

Con­clu­sión: Una dra­má­ti­ca his­to­ria de super­vi­ven­cia en un film pro­fun­da­men­te humano. Jor­ge Gutman