Ron­da­do­res Nocturnos

NIGHT­CRAW­LER. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Dan Gilroy

Dan Gil­roy, bien cono­ci­do como guio­nis­ta, se ubi­ca por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra para ofre­cer con Night­craw­ler un dra­ma psi­co­ló­gi­co de con­si­de­ra­ble sus­pen­so. Con una his­to­ria atrac­ti­va, el film se valo­ri­za ade­más por la muy bue­na des­crip­ción de sus per­so­na­jes y por la nota­ble actua­ción de Jake Gyllenhaal en el rol central.

Jake Gyllenhaal

Jake Gyllenhaal

La acción tie­ne como esce­na­rio a la ciu­dad de Los Ánge­les duran­te las horas noc­tur­nas don­de accio­nes delic­ti­vas u de otra índo­le sen­sa­cio­na­lis­ta tie­nen lugar. Ese aspec­to gra­vi­ta fun­da­men­tal­men­te en la vida de los repor­te­ros de imá­ge­nes que están aler­tos a la caza de vio­len­tos inci­den­tes para poder regis­trar­los y ser envia­dos a los dife­ren­tes medios de difu­sión. Den­tro de ese cli­ma, el guión se cen­tra en Lou (Gyllenhaal), un indi­vi­duo soli­ta­rio que aspi­ra obte­ner un empleo que le pro­cu­re un ingre­so satis­fac­to­rio para vivir. Cuan­do tran­si­tan­do en horas de la noche por las calles de la ciu­dad obser­va un dra­má­ti­co acci­den­te auto­mo­vi­lís­ti­co don­de uno de los fotó­gra­fos repor­te­ros (Bill Pax­ton) cap­ta la tra­ge­dia, Lou con­si­de­ra que él tam­bién podría hacer­lo. Valién­do­se de una cáma­ra de video digi­tal y de un escá­ner, deci­de pro­bar su suer­te y al poco tiem­po logra un intere­san­te mate­rial fíl­mi­co. Para tra­tar de ven­der su pro­duc­to, entra en con­tac­to con Nina (Rene Rus­so), una direc­to­ra de una pro­duc­to­ra de tele­vi­sión quien due­ña de una dura per­so­na­li­dad, entre insen­si­ble y des­pia­da­da, hace lo impo­si­ble por ele­var el rating de la empre­sa; cuan­do ella com­prue­ba la bue­na cali­dad de lo que Lou le está ofre­cien­do, comien­za para él una nue­va carre­ra tra­ba­jan­do como ron­da­dor noc­turno inde­pen­dien­te. De allí en más y actuan­do como si fue­se un ani­mal sal­va­je en pro­cu­ra de su pre­sa, tra­ta de ubi­car­se siem­pre un paso más ade­lan­te del de sus cole­gas com­pe­ti­do­res para obte­ner las esce­nas más peli­gro­sas, san­grien­tas o vio­len­tas que se pro­du­cen mien­tras la ciu­dad duer­me y ven­der lo fil­ma­do a sumas cada vez más ele­va­das. Para rea­li­zar su come­ti­do, Louis cuen­ta con la valio­sa cola­bo­ra­ción de Rick (Riz Ahmed), un mucha­cho sin hogar en pro­cu­ra de empleo, quien le vuel­ca su leal­tad y está dis­pues­to a rea­li­zar todo lo que su jefe le indique.

Si bien la pri­me­ra par­te del film pue­de resul­tar un tan­to repe­ti­ti­va, es en su segun­da mitad don­de adquie­re vibran­te ten­sión y deci­di­do sus­pen­so. Sin anti­ci­par más, cabe des­ta­car la inter­pre­ta­ción excep­cio­nal de Gyllenhaal en un com­ple­jo rol don­de que­da debi­da­men­te resal­ta­da la psi­quis de su per­so­na­je y la meta­mor­fo­sis que expe­ri­men­ta en las dife­ren­tes situa­cio­nes a las que se ve expues­to; así va cam­bian­do de face­ta de un minu­to al otro, don­de el indi­vi­duo sim­pá­ti­co que habla con pre­ci­sión y rapi­dez con asom­bro­sa natu­ra­li­dad, pue­de trans­for­mar­se en un sinuo­so mani­pu­la­dor, men­ti­ro­so y has­ta chan­ta­jis­ta inmu­ne a cual­quier con­flic­to moral con tal de lograr sus pro­pó­si­tos, aun­que sin fran­quear los lími­tes de la lega­li­dad. Al lado de Gyllenhaal, la pres­ta­ción de Rus­so es mag­ní­fi­ca ani­man­do a una mujer astu­ta y obse­sio­na­da en su tra­ba­jo que en base a pri­mi­cias obte­ni­das sabe muy bien cómo selec­cio­nar aqué­llas que pue­dan cun­dir con mayor fuer­za en el áni­mo del públi­co tele­vi­den­te, sobre todo cuan­do los tópi­cos de raza y cla­se social están involucrados.

Den­tro de los ele­men­tos téc­ni­cos el film se des­ta­ca por una bue­na foto­gra­fía de Robert Els­wit y la ban­da sono­ra con melo­días com­pues­tas por James New­ton Howard.

Equi­li­bran­do muy bien humor con sus­pen­so, Gil­roy des­cri­be un retra­to lúgu­bre y rea­lis­ta de Los Ánge­les en las horas en que el sol ya no aso­ma, don­de un mun­do des­pia­da­do, esca­bro­so y vio­len­to pare­ce rei­nar en sus calles.

Con­clu­sión: Un muy buen thri­ller con impli­ca­cio­nes mora­les que expo­ne la for­ma de actuar de cier­to sec­tor del perio­dis­mo pro­fe­sio­nal. Jor­ge Gutman