El Rei­no de los Monos

MON­KEY KING­DOM. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Mark Lin­field y Alas­tair Fothergil.

Los estu­dios Dis­ney que siem­pre se han intere­sa­do en difun­dir los valo­res de la natu­ra­le­za en fil­mes tan logra­dos como “The Living Desert” (1953) y más recien­te­men­te a tra­vés del ciclo ini­cia­do en abril de 2008 con los docu­men­ta­les de Dis­ney Natu­re, ofre­cen aho­ra otro intere­san­te expo­nen­te del géne­ro con Mon­key King­dom.

MONKEY KINGDOMLos rea­li­za­do­res Mark Lin­field y Alas­tair Fother­gil cen­tran su aten­ción en el mun­do de los monos, enfo­can­do a los que se encuen­tran hos­pe­da­dos en las anti­guas rui­nas de tem­plos aban­do­na­dos en Sri Lan­ka. Median­te la narra­ción efec­tua­da por Tina Fey en base a un guión pre­pa­ra­do por Lin­field, uno se impo­ne de la estra­ti­fi­ca­ción social de estos inte­li­gen­tes maca­cos en la jun­gla don­de habi­tan; así, en la cima de los árbo­les ‑que pro­veen los fru­tos más sabro­sos- se encuen­tran los sec­to­res más pri­vi­le­gia­dos, en tan­to que en la super­fi­cie terres­tre resi­den los de con­di­ción social más humil­de. Sin cues­tio­nar de qué modo Lin­field lle­gó a esta con­clu­sión, lo tras­cen­den­te del docu­men­tal es haber cap­ta­do la vida de estos ani­ma­les toman­do como refe­ren­cia cen­tral a la mona Maya; ella vive con su com­pa­ñe­ro Kumar en el esca­lón infe­rior de la socie­dad y su preo­cu­pa­ción mayor es la crian­za y edu­ca­ción del bebi­to Kip para que pue­da aspi­rar a una vida mejor.

Cuan­do el clan fami­liar es des­po­ja­do del hogar por una tri­bu rival, Maya y los suyos deben reubi­car­se en una aldea veci­na y pro­cu­rar la comi­da para poder sub­sis­tir, aun­que haya que robar­la a los huma­nos. Así se los ve irrum­pir en una fies­ta de cum­plea­ños infan­til como tam­bién inva­dir los estan­tes de los mer­ca­dos urba­nos en una visi­ta efec­tua­da a la ciu­dad para apro­vi­sio­nar­se de alimentación.

El docu­men­tal es didác­ti­co a la vez que suma­men­te entre­te­ni­do obser­van­do a los monos reto­zar, comer, inti­mar, dor­mir, alter­nar con otros ani­ma­les dife­ren­tes a las de su espe­cie y sobre todo apre­ciar la impor­tan­cia que esta comu­ni­dad asig­na a los valo­res fami­lia­res. Aun­que la narra­ción de Fey resul­te dema­sia­do abul­ta­da por­que no es nece­sa­rio espe­ci­fi­car lo que se está vien­do en pan­ta­lla, se tra­ta de una obser­va­ción menor que no lle­ga a dis­mi­nuir la efi­ca­cia del rela­to. Exce­len­te­men­te fil­ma­do y enri­que­ci­do con la agra­da­ble músi­ca de Harry Greg­son-Williams, el film tie­ne como prin­ci­pal des­ti­na­ta­rio a la pobla­ción infan­til aun­que los adul­tos tam­bién sal­drán satis­fe­chos de esta gra­ta aven­tu­ra familiar.

Con­clu­sión: Un rei­na­do pin­to­res­co habi­ta­do por sim­pá­ti­cos maca­co.
Jor­ge Gutman