Crónica de Jorge Gutman
LE TOUR DU MONDE EN 80 JOURS – Autor: Jules Verne — Adaptación y Dirección: Hugo Bélanger – Elenco: Carl Béchard, Stéphane Breton, Éloi Cousineau, Patrice D’Aragon, Maude Desrosiers, Benoît Gouin, Tania Kontoyanni, Carl Poliquin — Escenografía: Francis Farley-Lemieux — Vestuario: Marie Chantale Vaillancourt – Iluminación: Luc Prairie – Música Original y Concepción Sonora: Patrice D’Aragon – Concepción de Máscaras y Marionetas: Marie-Pier Fortier. Duración: 2 horas (con un entreacto de 20 minutos). Representaciones: Hasta el 23 de mayo de 2015 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Con Le Tour du monde en 80 jours el TNM concluye brillantemente la temporada 2014 – 2015. En un espacio de 2 horas el público tiene la ocasión de asistir a una producción donde la creatividad e inteligencia de todo el equipo se pone de manifiesto con un espectáculo que provee encanto y gracia a granel.
Ciertamente, la amenidad del libro de Jules Verne que ha sido su mayor éxito literario, alienta el optimismo a la vez que destaca la voluntad del ser humano para superarse y tratar de vencer todos los desafíos posibles. De allí que no resultó extraño que el cine lo considerara en varias oportunidades donde su primera versión bajo la dirección de Michael Anderson y John Farrow con David Niven y Cantinflas en los protagónicos, constituyó un éxito rotundo.
Sin entrar en mayores detalles, se puede anticipar que su relato que transcurre en octubre de 1872 narra las divertidas peripecias de Philéas Fogg, un distinguido y riquísimo caballero británico que apuesta la mitad de su fortuna para demostrar que es capaz de dar la vuelta al mundo en tan solo 80 días. Para hacerlo cuenta con la asistencia de Passepartout, un simpático valet que acaba de contratar. Lo importante de esta enriquecedora experiencia teatral no es el destino final sino la trayectoria del periplo que como lo enuncia su título abarca diferentes puntos del globo terrestre. Ahora bien, el gran desafío que asumió Hugo Bélanger como adaptador del libro y responsable de su puesta escénica es el de haber logrado que el público pueda compartir con sus personajes la vivencia de una travesía que desde Londres lo transporta a África del Norte, India, China, Japón, Estados Unidos, para retornar finamente al punto de origen.
El éxito de esta producción se debe a varias razones. En primer lugar se aprecia una puesta escénica audaz, dinámica y de gran imaginación con una concepción sonora de Patrice D’Aragon que recurre a variados instrumentos musicales que acompañan a los diálogos en cada una de las paradas; así, apelando a diferentes estilos, se tiene la sensación de asistir a un espectáculo musical donde no faltan las tonadas japonesas, música country del oeste americano o bien la replica de algunas de las comedias musicales de Broadway, logrando de este modo una ambientación precisa en cada lugar visitado. Eso se complementa con el empleo de las originales máscaras y marionetas elaboradas por Marie-Pier Fortier y el variado e inventivo vestuario de Marie Chantale Vaillancourt para enfatizar la diversidad cultural de sus múltiples personajes. No menos importante es la imaginativa escenografía de Francis Farley-Lemieux que además de reproducir los mecanismos de relojería de la primera escena londinense, utiliza mínimos utensilios escénicos para ir creando la ilusión óptica de las ciudades transitadas así como los diferentes medios de transporte –tren, paquebote, globo, lomo de elefante- utilizados por los personajes centrales para desplazarse de un punto al otro. A todo ello, la acertada iluminación de Luc Prairie se acopla con luces precisas que vivifican el cautivante viaje de Verne.
Los ocho intérpretes encarnando más de 50 pintorescos personajes se destacan por el preciso tono que brindan a sus respectivos roles. Entre ellos, Benoît Gouin como Fogg es el imperturbable gentleman londinense obsesionado con la puntualidad y exactitud horaria que a través de la experiencia vivida en el viaje logrará que afloren sus sentimientos románticos; Stéphane Breton es un convincente Passepartout que logra salvar del apuro a su amo en más de una ocasión; Tania Kontoyanni aporta la simpatía y gracia femenina como la princesa india que influirá decididamente en Fogg para hacerle cambiar sus convicciones, en tanto que Carl Béchard ‑caracterizando al inspector Fix- ofrece con completa naturalidad algunos de los momentos más jocosos de la pieza.
Un comentario final para Hugo Bélanger, el artífice de esta hazaña artística. Su trabajo es nada menos que encomiable; no solo ha logrado una marcación precisa de los actores sino que también ha impreso un ritmo altamente fluído a esta pieza gracias a un sorprendente montaje escénico. Cuidadoso de los mínimos detalles ha logrado una obra que equilibradamente combina la hilaridad del teatro de vodevil, con elementos de la comedia del arte italiana y con ciertos matices circenses reminiscentes de algunas producciones del Cirque du Soleil. El resultado es un espectáculo de gran calidad que además de satisfacer plenamente a la población adulta permite que los chicos igualmente disfruten los momentos humorísticos de esta deliciosa fantasía.
Conclusión: Un viaje inolvidable que reúne todos los elementos necesarios para que el público asista a una producción de excelente nivel teatral.