Un Utó­pi­co Espejismo

LE MIRA­GE. Cana­dá, 2015. Un film de Ricar­do Trogi

La bús­que­da de la feli­ci­dad es uno de los pro­pó­si­tos que todo ser humano tra­ta de lograr a lo lar­go de su exis­ten­cia. Es pre­ci­sa­men­te el obje­ti­vo que per­si­gue el pro­ta­go­nis­ta de Le mira­ge, para des­em­ba­ra­zar­se de las difi­cul­ta­des que lo apre­mian y de los sen­ti­mien­tos inter­nos que lo aco­san. Ese es uno de los temas que abor­da Ricar­do Tro­gi valién­do­se de un acer­ta­do guión del come­dian­te Louis Moris­set­te (con la cola­bo­ra­ción de Fra­nçois Avar), quien tam­bién como actor enca­be­za el elen­co de esta come­dia dramática.

Louis Morissette

Louis Moris­set­te

Patrick (Moris­set­te) e Isa­be­lle (Julie Perrault), ambos de apro­xi­ma­da­men­te 40 años de edad, con­for­man un matri­mo­nio des­de hace 11 años y son padres de dos hijos. Per­te­ne­cien­tes a la cla­se media alta de Que­bec y vivien­do en una sun­tuo­sa casa ubi­ca­da en un barrio resi­den­cial pró­xi­mo a Mon­treal, apa­ren­te­men­te todo lo nece­sa­rio para sen­tir­se col­ma­dos y rea­li­za­dos. No obs­tan­te, las apa­rien­cias engañan.

A medi­da que el rela­to pro­gre­sa se evi­den­cian las grie­tas que moti­van a que Patrick se sien­ta frus­tra­do y con­si­de­re que su vida es una suce­sión de acon­te­ci­mien­tos repe­ti­ti­vos que se con­vier­ten en ruti­na­rios. Con su espo­sa, quien pade­ce de ago­ta­mien­to psí­qui­co, prác­ti­ca­men­te no exis­te inti­mi­dad con­yu­gal y para satis­fa­cer sus deseos sexua­les recu­rre a su compu­tado­ra por­tá­til a fin de pre­sen­ciar via inter­net esce­nas eró­ti­cas de seduc­to­ras muje­res. En cuan­to a su tra­ba­jo como geren­te en un nego­cio de artícu­los depor­ti­vos, la ges­tión comer­cial no mar­cha como se espe­ra lo que con­du­ce a un endeu­da­mien­to cre­cien­te al no estar en con­di­cio­nes de pagar­les a sus proveedores.

El tán­dem Tro­gi-Mori­set­te no ofre­ce un tema nove­do­so por cuan­to el cine ya lo ha explo­ra­do en múl­ti­ples oca­sio­nes; sin embar­go, cuen­ta a su favor con una esme­ra­da y ágil rea­li­za­ción logran­do expo­ner satis­fac­to­ria­men­te ese males­tar que ani­da a cier­tos sec­to­res socia­les que lo tie­nen todo pero cuyo espe­jis­mo ence­gue­ce­dor los alie­na de la reali­dad que­rien­do siem­pre algo más. Así es el caso de esta pare­ja que al rela­cio­nar­se con sus ami­gos cer­ca­nos, Roxan­ne (Chris­ti­ne Beau­lieu) y Michel (Patri­ce Robi­tai­lle), quie­re emu­lar­los a tra­vés de la adqui­si­ción sobre­di­men­sio­na­da e inne­ce­sa­ria de bie­nes de con­su­mo cre­yen­do que de este modo será más feliz.

A pesar de algu­nos momen­tos de logra­do humor, el rea­li­za­dor no adop­ta un tono mora­li­za­dor sino que se limi­ta a efec­tuar una crí­ti­ca de la socie­dad enfo­can­do la figu­ra de Patrick. El ha sido el for­ja­dor de su pro­pio des­tino dado que mucho de lo que le suce­de es debi­do a su equi­vo­ca­do com­por­ta­mien­to y a su fal­ta de deter­mi­na­ción para adop­tar cam­bios pre­ci­sos que esta­ban a su alcan­ce para rever­tir su gra­do de insatisfacción.

Los acto­res se des­en­vuel­ven con com­ple­ta natu­ra­li­dad y entre los mis­mos cabe dis­tin­guir a Moris­set­te quien trans­mi­te debi­da­men­te el tor­be­llino de su per­so­na­je, espe­cial­men­te con el pate­tis­mo que adquie­re la angus­tia expe­ri­men­ta­da al cul­mi­nar el film.

Con­clu­sión: Un sóli­do film retra­tan­do un dis­cu­ti­ble esti­lo de vida. Jor­ge Gutman