Una Ven­gan­za Tardía

THE GIFT. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Joel Edgerton

El debut del actor aus­tra­liano Joel Edger­ton como rea­li­za­dor no pue­de ser más aus­pi­cio­so habien­do logra­do con The Gift un thri­ller psi­co­ló­gi­co de nota­ble cali­dad que es capaz de man­te­ner un per­ma­nen­te sus­pen­so a lo lar­go de su desa­rro­llo. A dife­ren­cia de lo que gene­ral­men­te se sue­le apre­ciar en fil­mes de esta natu­ra­le­za, aquí no ha sido nece­sa­rio recu­rrir a vio­len­cias gra­tui­tas, abun­dan­cia de san­gre o a efec­tos de grue­so cali­bre con el pro­pó­si­to de crear ten­sión. Todo lo expues­to tie­ne sen­ti­do en el inte­li­gen­te guión pre­pa­ra­do por el rea­li­za­dor quien se ha preo­cu­pa­do de efec­tuar una muy bue­na des­crip­ción de sus personajes.

Jason Bateman

Jason Bate­man

Al comen­zar el rela­to se ve al joven y feliz matri­mo­nio inte­gra­do por Simon (Jason Bate­man) y Robyn (Rebec­ca Hall) quie­nes recién lle­ga­dos de Chica­go se apres­tan a ocu­par su nue­va vivien­da, una ele­gan­te casa moder­na ubi­ca­da en Los Ánge­les. Simon ya había vivi­do en esta ciu­dad y su regre­so a la mis­ma se debe por razo­nes de tra­ba­jo en una impor­tan­te empre­sa de segu­ri­dad don­de tie­ne la inten­ción de rea­li­zar una impor­tan­te carre­ra pro­fe­sio­nal. Ella, como dise­ña­do­ra de inte­rio­res pien­sa tra­ba­jar des­de el hogar tra­tan­do así de com­pen­sar la frus­tra­ción que sien­te por haber­se inte­rrum­pi­do el emba­ra­zo del pri­mer hijo que tan­to anhe­la­ba; sin embar­go, el gran amor que reci­be de su espo­so ate­núa por el momen­to ese vacío. El ele­men­to que impul­sa la acción del rela­to es el encuen­tro casual de Simon con Gor­do (Joel Edger­ton), un ex com­pa­ñe­ro de estu­dios de la escue­la secun­da­ria. A pesar del ros­tro afa­ble y ser­vi­cial de este indi­vi­duo, hay cier­ta extra­ñe­za reve­la­da en su com­por­ta­mien­to. Al día siguien­te del encuen­tro, Gor­do deja en la puer­ta de la casa del matri­mo­nio un rega­lo por el cual pron­ta­men­te es invi­ta­do a cenar. Gra­dual­men­te, a medi­da que pasan los días, los “obse­quios” comien­zan a suce­der­se –siem­pre con una apa­ren­te excu­sa- y como bien seña­la el refrán “cuan­do la limos­na es gran­de has­ta el san­to des­con­fía”. Así lle­ga el momen­to en que Simon deci­de poner pun­to final a la súbi­ta y poco con­for­ta­ble amis­tad man­te­ni­da con Gordo.

Has­ta aquí, todo hace supo­ner que el espec­ta­dor está fren­te a otra varian­te del intru­so que irrum­pe en el hogar de otras per­so­nas comen­zan­do a pro­du­cir­se extra­ñas situa­cio­nes. Sin embar­go, en este rela­to hay cir­cuns­tan­cias no pre­vis­tas que cam­bian con­vin­cen­te­men­te el giro de esta his­to­ria con la trans­for­ma­ción de sus per­so­na­jes, don­de nadie es lo que pare­ce ser. Con el desa­rro­llo pos­te­rior de los acon­te­ci­mien­tos, don­de media una ven­gan­za bien urdi­da, el rea­li­za­dor va crean­do un cli­ma de cre­cien­te ten­sión don­de resul­ta difí­cil deter­mi­nar quién es la víc­ti­ma y quien es el ver­da­de­ro villano de esta historia.

Pocas veces se ha vis­to que un thri­ller deje amplio mar­gen para medi­tar como suce­de en este caso. De lo que se apre­cia que­da cla­ro cómo las accio­nes del pasa­do reper­cu­ten en el pre­sen­te, sobre todo cuan­do se tra­ta de alguien que ha sido obje­to del bull­ying esco­lar don­de el paso del tiem­po no ha podi­do cica­tri­zar los tras­tor­nos emo­cio­na­les sufri­dos. El otro aspec­to que el film ilus­tra y que pue­de resul­tar dis­cu­ti­ble es has­ta qué pun­to es rele­van­te que den­tro de un matri­mo­nio cada una de las par­tes pon­ga al corrien­te de la otra, situa­cio­nes vivi­das cuan­do aún no se habían cono­ci­do, sin que las mis­mas ten­gan rela­ción algu­na en el víncu­lo conyugal.

El film se bene­fi­cia de una exce­len­te inter­pre­ta­ción de Hall don­de Robyn cons­ti­tu­ye la con­cien­cia moral del rela­to a la vez que la rigu­ro­sa detec­ti­ve deseo­sa de saber cuál ha sido el víncu­lo entre su mari­do y Gor­don. Bate­man, mag­ní­fi­ca­men­te va alte­ran­do la per­so­na­li­dad de Simon al sen­tir­se pre­sio­na­do por los impre­vis­tos acon­te­ci­mien­tos, así como demues­tra no tener escrú­pu­los para eli­mi­nar cual­quier medio que se inter­pon­ga en el camino ascen­den­te de su carre­ra pro­fe­sio­nal. Final­men­te Edger­ton se lle­va las pal­mas en su tri­ple con­di­ción de sóli­do direc­tor, inge­nio­so guión y con­vin­cen­te actor que con gran con­vic­ción da vida al per­so­na­je extra­ño que a pesar de su vul­ne­ra­bi­li­dad es el que sos­tie­ne la sar­tén por el mango.

Con­clu­sión: Un bri­llan­te dra­ma psi­co­ló­gi­co pleno de sus­pen­so y con giros impre­vis­tos que sor­pren­den favo­ra­ble­men­te. Jor­ge Gutman