Ana­to­mía de Un Doble Asesinato

MARSHLAND/ ANA­TO­MIE D’UN DOU­BLE CRI­ME (LA ISLA MÍNI­MA). Espa­ña, 2014. Un film de Alber­to Rodríguez

Habien­do sido elo­gio­sa­men­te comen­ta­do por la crí­ti­ca en el Fes­ti­val de San Sebas­tian 2014 y pos­te­rior­men­te obte­ni­do 10 Goyas, inclu­yen­do al del mejor film y rea­li­za­dor, La Isla Míni­ma cons­ti­tu­ye una de los mejo­res expo­nen­tes que el cine espa­ñol haya ofre­ci­do en los últi­mos años. Den­tro de lo que podría con­si­de­rar­se como cine poli­cial negro, esta pelí­cu­la se bene­fi­cia, entre otros aspec­tos, de la exce­len­te direc­ción de Alber­to Rodrí­guez y del guión que le per­te­ne­ce escri­to con su cola­bo­ra­dor habi­tual Rafael Cobos.

Lo des­ta­ca­ble de esta pelí­cu­la es que ade­más de su his­to­ria cen­tral exis­ten ele­men­tos adya­cen­tes que per­mi­ten brin­dar un pano­ra­ma del cli­ma en que trans­cu­rre. El año es 1980, cin­co años des­pués del falle­ci­mien­to de Fran­co, y esta­mos en una Espa­ña que ha comen­za­do la eta­pa de tran­si­ción de la dic­ta­du­ra a una demo­cra­cia no goza­da por más de cua­tro déca­das; con todo, cier­tos resa­bios del pasa­do aún sub­sis­ten. No muy lejos de la ciu­dad de Sevi­lla, en una empo­bre­ci­da zona rural don­de las maris­mas del Gua­dal­qui­vir adquie­ren espe­cial relevancia.

Raul Arévalo y Javier Gutiérrez

Raul Aré­va­lo y Javier Gutiérrez

Allí lle­gan pro­ce­den­tes de Madrid, dos detec­ti­ves que deben des­en­tra­ñar el mis­te­rio de una doble des­apa­ri­ción de dos her­ma­nas ado­les­cen­tes de 15 y 16 años de edad. Uno de ellos es Pedro (Raul Aré­va­lo), un poli­cía hones­to e idea­lis­ta que cree en la jus­ti­cia, en tan­to que Juan (Javier Gutié­rrez), su expe­ri­men­ta­do com­pa­ñe­ro, es un per­so­na­je que pro­vie­ne de la era fran­quis­ta y que aún no ha sabi­do des­em­ba­ra­zar­se de las oscu­ras mañas del anti­guo régi­men. De allí en más, no resul­ta extra­ño que ambos indi­vi­duos ape­len a méto­dos dife­ren­tes para rea­li­zar la labor enco­men­da­da. A medi­da que el tra­ba­jo avan­za sin lle­gar a con­clu­sión algu­na, sur­gen los cadá­ve­res de las dos jóve­nes en las zonas pan­ta­no­sas de la zona.

Lo que pre­ce­de es la bue­na excu­sa para que en todo este pro­ce­so, el rela­to ilus­tre la indi­fe­ren­cia de la pobla­ción local para ayu­dar a cla­ri­fi­car los crí­me­nes, la corrup­ción poli­cial, con­tra­ban­do de dro­gas, pro­xe­ne­tis­mo, men­ti­ras a gra­nel y el des­con­ten­to sin­di­cal por los bajos sala­rios de los tra­ba­ja­do­res que están en huel­ga; todos esos ele­men­tos se cohe­sio­nan arti­cu­la­da­men­te a la tra­ma central.

Rodrí­guez ha logra­do un film real­men­te fas­ci­nan­te equi­li­bran­do ade­cua­da­men­te los dife­ren­tes ingre­dien­tes de un sóli­do thri­ller con la cul­tu­ra impe­ran­te en un peque­ño pue­blo anda­luz, a tra­vés de una narra­ción impe­ca­ble que man­tie­ne la intri­ga en for­ma cons­tan­te con un final incon­clu­so a todas luces con­du­cen­te con el rela­to. Ade­más de Aré­va­lo y Gutié­rez –quien mere­ci­da­men­te obtu­vo el Goya al mejor actor‑, el irre­pro­cha­ble elen­co inclu­ye a Anto­nio de la Torre, Nerea Barros, Sal­va Rei­na, Jesús Cas­tro y Mano­lo Solo.

Final­men­te cabe elo­giar la vir­tuo­sa foto­gra­fía de Alex Cata­lán cap­tan­do las imá­ge­nes de los pan­ta­na­les que están total­men­te aso­cia­das con la his­to­ria relatada.

Con­clu­sión: Un exce­len­te thri­ller poli­cialJor­ge Gutman