GUIBORD S’EN VA-T-EN GUERRE / My Internship in Canada. Canadá, 2015. Un film escrito y dirigido por Philippe Falardeau.
Entre la comedia política y la sátira incisiva, Philippe Falardeau ofrece un film original y agradable ilustrando cómo funciona la democracia canadiense dentro del sistema parlamentario que la rige.
En su inicio, los créditos advierten al público que el relato se basa en acontecimientos que aún no han sucedido pero que no demorarán en producirse. Con ello y habiendo predispuesto el tono en que transcurrirá la historia, las primeras imágenes introducen a Steve Guibord (Patrick Huard). Este individuo, que en el pasado ha sido un jugador de jockey, posteriormente se dedicó a la política; en la actualidad actúa como diputado independiente representando a los votantes de una circunscripción que se halla en una ficticia pequeña ciudad del norte de la provincia de Quebec. En su oficina, Guibord recibe a Souverain Pascal (Irdens Exantus), un estudiante que procedente de Haití llegó a Canadá con rebosante entusiasmo para efectuar una pasantía; impresionado por este joven, que demuestra ser un intelectual profundamente embebido en los filósofos del pensamiento ilustrado francés, el político acepta sus servicios para que colabore con él.
El elemento que impulsa la acción de esta historia es que una próxima elección se avecina y Guibord debe adoptar una clara posición sobre si el país debe enviar o no soldados canadienses a la guerra –aunque aquí no se especifica a cuál-. Aunque personalmente él se muestra reluctante al envío de tropas, su ambiciosa esposa (Suzanne Clément) es resuelta partidaria de la participación de Canadá en misiones bélicas mientras que su hija pacifista (Clémence Dufresne-Deslières) se opone a ello; claramente, la opinión de su familia nuclear no le ofrece gran ayuda para decidir sobre cuál es la posición que le conviene adoptar.
A todo ello, Guibord, que temeroso de viajar en avión únicamente circula con su coche para su campaña, ve que una de las rutas de acceso está bloqueada por la población nativa como manifestación de protesta; por añadidura, el sindicato de camioneros reacciona a tal medida impidiendo la circulación de otra ruta accesoria. Mientras tanto y tratando de consultar a sus votantes sobre el tema de la guerra, comprueba que a ellos poco les importa el mismo en la medida que hay otros aspectos más importantes para considerar.
Dentro de ese panorama bastante caótico, Guibord se da cuenta que Souverain resulta ser mucho más que un ayudante; a pesar de no haber vivido en Canadá, demuestra ser suficientemente avezado para darle ingeniosos consejos. La ocasión se presenta cuando una mujer que es miembro del parlamento del partido del primer ministro federal (Paul Doucet) se enferma y está imposibilitada de votar; aprovechando esta circunstancia, el alerta pasante le hace ver a Guibord que beneficiándose de las ventajas que ofrece el funcionamiento del sistema democrático de Canadá él se encuentra en la situación privilegiada de decidir con su voto la suerte del actual gobierno que es favorable a la guerra.
Siguiendo la máxima de lo que irónicamente se manifiesta en el relato en el sentido de que “la política es el arte de lo imposible posible”, Falardeau logra que el film produzca la amplia sonrisa del público en una eficiente sátira exponiendo hasta dónde un político puede ser fiel a sus propias convicciones. Con un muy buen elenco, Patrick Huard confirma sus condiciones de excelente comediante así como Irdens Exantus constituye una gran revelación con la vivacidad, simpatía y elocuencia que brinda a su personaje.
Conclusión: Una muy lograda sátira política. Jorge Gutman