Divi­na Magia Teatral

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LA DIVI­NE ILLU­SIONAutor: Michel Marc Bou­chard — Direc­ción: Ser­ge Denon­co­urt — Elen­co: Mikhaïl Ahoo­ja, Simon Beau­lé-Bul­man, Annick Ber­ge­ron, Luc Bour­geo­is, Éric Bru­neau, Anne-Marie Cadieux, Loui­se Car­di­nal, Levi Doré, Gérald Gag­non, Marie-Pier Labrec­que, Domi­ni­que Leduc, Lau­rier Rajot­te — Esce­no­gra­fía: Gui­llau­me Lord — Ves­tua­rio: Fra­nçois Bar­beau – Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Labrec­que – Músi­ca Ori­gi­nal : Basa­da en un tema de Clau­de Debussy – Dura­ción: 2 horas 50 minu­tos inclu­yen­do un entre­ac­to de 20 minu­tos. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 10 de diciem­bre de 2015 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Anne-Marie Cadieux y Simon Beaulé-Bulman (Foto de Yves Renaud)

Anne-Marie Cadieux y Simon Beau­lé-Bul­man (Foto de Yves Renaud)

Cana­dá, y en espe­cial la pro­vin­cia de Que­bec, pue­den enor­gu­lle­cer­se de tener dra­ma­tur­gos de excep­cio­nal nivel. Si bien los más cono­ci­dos son Robert Lepa­ge y Michel Trem­blay, lo cier­to es que Michel Marc Bou­chard es otro de los gran­des crea­do­res quien con más de 20 títu­los en su haber, ha demos­tra­do ser un inte­li­gen­te escri­tor capaz de expre­sar algu­nos de los males que ani­da la socie­dad. Mucho de ello se apre­cia en La Divi­ne Illu­sion su últi­ma incur­sión tea­tral, don­de con gran ele­gan­cia y fine­za ofre­ce una obra en la cual el arte, la reli­gión y las con­di­cio­nes socia­les se con­ju­gan armo­nio­sa­men­te, dejan­do como coro­la­rio un docu­men­to que logra sen­si­bi­li­zar y emo­cio­nar al espec­ta­dor. Al así hacer­lo, el autor resuel­ve uti­li­zar el pasa­do nos­tál­gi­ca­men­te para demos­trar que lo que expo­ne en esta pie­za con­ser­va hoy día ple­na actualidad.

Aun­que sim­bó­li­ca­men­te la obra adop­ta como refe­ren­cia la figu­ra de la míti­ca actriz Sarah Bernhardt (1844 – 1923), no se tra­ta de una bio­gra­fía sino de la con­tro­ver­ti­da visi­ta que la diva rea­li­za a Que­bec en diciem­bre de 1905, que sir­vió de ins­pi­ra­ción a Bou­chard para uti­li­zar ese acon­te­ci­mien­to como ele­men­to de con­ver­gen­cia por par­te de los per­so­na­jes prin­ci­pa­les en la his­to­ria de fic­ción relatada.

La pie­za se cen­tra­li­za en dos jóve­nes semi­na­ris­tas que ade­más de opues­tas per­so­na­li­da­des per­te­ne­cen a dife­ren­tes estra­tos socia­les. Uno de ellos es Michaud (Simon Beau­lé-Bul­man), hijo de un minis­tro de bue­na posi­ción eco­nó­mi­ca, que es un apa­sio­na­do del tea­tro. El otro es Tal­bot (Mikhail Ahoo­ja), un joven con un pasa­do tur­bu­len­to y per­te­ne­cien­te a una fami­lia des­fa­vo­re­ci­da, cuya madre (Annick Ber­ge­ron) y su her­mano menor (Lévi Doré) tra­ba­jan en deplo­ra­bles con­di­cio­nes en una fábri­ca de cal­za­dos; de este modo uti­li­zan los sala­rios reci­bi­dos para pagar­le sus estu­dios con la espe­ran­za de que en el futu­ro Tal­bot pue­da res­ca­tar­los de la pobre­za en que viven.

A tra­vés de la muy bue­na des­crip­ción de los per­so­na­jes men­cio­na­dos, la lle­ga­da de la Divi­na Sarah pone en mar­cha el engra­na­je de la obra. Es allí, don­de Bou­chard expo­ne el oscu­ran­tis­mo reli­gio­so de la épo­ca; así, las des­preo­cu­pa­das decla­ra­cio­nes de la artis­ta fran­ce­sa bur­lán­do­se de la socie­dad que­be­quen­se, cons­ti­tu­yen un peli­gro para la moral públi­ca, según la visión de las auto­ri­da­des ecle­siás­ti­cas de la pro­vin­cia. Por esa razón, el arzo­bis­po de Que­bec le hace lle­gar una car­ta que es entre­ga­da por Michaud, cuyo con­te­ni­do expre­sa la prohi­bi­ción de actuar en los esce­na­rios de la provincia.

Como que­dó pre­via­men­te expre­sa­do, la pie­za ple­na de emo­cio­nes inusi­ta­das man­tie­ne amplia vigen­cia que aun­que no lo sea en Que­bec, es cla­ro que los dog­mas y fana­tis­mos reli­gio­sos de hoy día cons­ti­tu­yen la cau­sa de innu­me­ra­bles víc­ti­mas en dife­ren­tes regio­nes del mun­do. No menos cier­to es que las con­di­cio­nes insa­lu­bres de tra­ba­jo de algu­nas fábri­cas y el empleo de meno­res explo­ta­dos por las mis­mas cons­ti­tu­yen un fac­tor recu­rren­te apa­ren­te­men­te difí­cil de erra­di­car. El otro aspec­to que des­ta­ca Bou­chard es cómo el amor por el tea­tro pue­de enri­que­cer el espí­ri­tu del ser humano tan­to en el siglo pasa­do como en el actual; en tal sen­ti­do él rin­de un enco­mia­ble tri­bu­to a la magia de las tablas que sus­ci­ta la repre­sen­ta­ción teatral.

El direc­tor Ser­ge Denon­co­urt ha sabi­do res­pe­tar el tex­to y la inten­ción del autor, hacién­do­lo con el máxi­mo esme­ro y rigor que le carac­te­ri­za, per­mi­tien­do que la pues­ta escé­ni­ca de esta obra resul­te impecable.

El elenco de la obra. (Foto de Yves Renaud)

El elen­co de la obra (Foto de Yves Renaud)

El elen­co reu­ni­do es de alto nivel. Simon Beau­le-Bul­man en el rol pro­ta­gó­ni­co encar­na muy bien a ese joven entu­sias­ta que es Michaud don­de su encuen­tro con la diva y el influ­jo que de ella reci­be a tra­vés de úti­les ense­ñan­zas ori­gi­nan emo­ti­vas esce­nas. Tam­bién elo­gio­sa es la par­ti­ci­pa­ción de Ber­ge­ron como la pin­to­res­ca madre de Tal­bot, en tan­to que Ahoo­ja se dis­tin­gue como el com­pa­ñe­ro semi­na­ris­ta de Michaud. En otras actua­cio­nes pon­de­ra­bles se des­ta­can Doré como el her­mano menor de Tal­bot y Luc Bour­geo­is como el patrón de la fábri­ca. Final­men­te, la extra­or­di­na­ria actua­ción de Cadieux des­pier­ta admi­ra­ción al estar com­ple­ta­men­te con­sus­tan­cia­da con la per­so­na­li­dad de Sarah, trans­mi­tien­do su sin­gu­lar extra­va­gan­cia así como su pasión teatral.

En los deta­lles for­ma­les, cabe des­ta­car la fun­cio­nal esce­no­gra­fía de Gui­llau­me Lord y el acom­pa­ña­mien­to musi­cal del pia­nis­ta Lau­rier Rajot­te crean­do un espe­cial cli­ma ambien­tal a las dife­ren­tes situa­cio­nes de la obra.

Con­clu­sión: Una obra que aunan­do las aris­tas artís­ti­cas, socia­les y polí­ti­cas de su con­te­ni­do la con­vier­ten en una exce­len­te mani­fes­ta­ción tea­tral.