MOUNTAINS MAY DEPART. China-Japón, 2015. Un film escrito y dirigido por Jia Zhang-ke.
Jia Zhang-ke, uno de los cineastas más importantes de China, ofrece en su octava película, una visión personal sobre la China contemporánea. Para ello ha recurrido a tres historias que desenvolviéndose en diferentes períodos van analizando cómo sus personajes se han ido amoldando a los cambios producidos en su país.
El primer episodio que transcurre en Fenyang en 1999 se centra en un triángulo romántico y sentimental; ahí se muestra a Tao (Zhao Tao), una joven y entusiasta maestra que debe decidir entre dos de sus pretendientes. Uno de ellos es Liangzi (Liang Jin Dong), un trabajador minero que ha sido su amigo de infancia, en tanto que el otro es Jinsheng (Zhang Yi), un hombre de negocios arrogante y seguro de sí mismo; cuando éste se convierte en propietario de la mina motiva a que Tao se decida por él. La oposición existente entre el proletario Liangzi y el rico Jinsheng describe la brecha que separa a las clases privilegiadas de las marginalizadas en la nación comunista que va cambiando de rostro.
La segunda sección se ubica en 2014 y enfoca a Liangzi quien se ha mudado a otra provincia, se casó y es padre de un bebé; habiendo seguido trabajando en una mina local sufre ahora de un cáncer terminal que lo motiva a regresar a su terruño natal para morir allí. Al propio tiempo, ahí también sigue residiendo Tao que está divorciada y es madre de Dollar, un niño de 7 años que vive con su exmarido en Shangai y asiste a una prestigiosa escuela internacional; cuando el chico regresa para el funeral de su abuelo, Tao se entera de que Jinsheng piensa mudarse a Australia con él.
El último segmento se desarrolla en 2025 en Australia donde Dollar (Dong Zijian) de 18 años de edad, que no ha visto a su madre durante todo el período transcurrido, vive allí con su padre. Mientras que el joven se desenvuelve exclusivamente a través del idioma inglés y se ha asimilado por completo a la cultura anglófona dejando de lado su identidad china, su padre que sólo habla chino y no domina el inglés, además de no haber podido adaptarse al cambio encuentra problemas de comunicación con el muchacho.
Para diferenciar las distintas épocas, el excelente director de fotografía Yu Lik Wai utiliza para cada episodio formatos de encuadre diferentes; en el primero emplea el clásico marco de 1:33, en el segundo 1:85 y en el último la pantalla completa, ofreciendo de este modo un estilo visual distintivo. Más allá de esa formalidad, lo importante es que este melodrama a pesar de que su último capítulo no resulta completamente convincente, llega a fascinar. Eso es debido, en parte a sus buenas interpretaciones, sobre todo por la excelente caracterización que Zhao Tao logra de su personaje en los primeros dos capítulos; además, el film se destaca por la sutil manera en que el director va reflejando las modificaciones culturales de la sociedad china en un mundo globalizado, cómo se produce el desarraigo en los chinos que deciden emigrar a otros países y en general por una mirada crítica a la deshumanización generada por el capitalismo. Jorge Gutman