Con­ce­bi­do Sin Pecado

LES INNO­CEN­TES / THE INNO­CENTS. Fran­cia-Polo­nia, 2016. Un film de Anne Fontaine

En Les Inno­cen­tes la rea­li­za­do­ra Anne Fon­tai­ne abor­da un hecho real poco cono­ci­do que tie­ne como esce­na­rio prin­ci­pal las mura­llas de un con­ven­to pola­co ubi­ca­do en medio de un para­je bos­co­so desolado.

 Vincent Macaigne y Lou de Laage

Vin­cent Macaig­ne y Lou de Laage

La acción tie­ne lugar en Diciem­bre de 1945, pocos meses des­pués de haber fina­li­za­do la Segun­da Gue­rra. El rela­to basa­do en el guión de Sabri­na B. Kari­ne, Ali­ce Vial y Pas­cal Bonitzer se cen­tra en la doc­to­ra Mathil­de (Lou de Laa­ge) quien cola­bo­ra con la Cruz Roja de Fran­cia en Polo­nia asis­tien­do a sol­da­dos fran­ce­ses heri­dos. En medio del invierno lle­ga al lugar una mon­ja soli­ci­tan­do urgen­te ayu­da médi­ca para alguien del con­ven­to local al que per­te­ne­ce. Aun­que con reluc­tan­cia por tener que aban­do­nar su tra­ba­jo, Mathil­de la acom­pa­ña y su sor­pre­sa es mayor cuan­do com­prue­ba que una joven novi­cia está pró­xi­ma a dar a luz; des­pués de prac­ti­car­le la cesá­rea logra que su bebé naz­ca con vida. A pesar de la cola­bo­ra­ción brin­da­da, la pre­sen­cia de Mathil­de no es bien mira­da por la seve­ra Madre Supe­rio­ra (Aga­ta Kules­za), pero ella y la Her­ma­na María (Aga­ta Buzek) per­mi­ten que retor­ne al con­ven­to para com­pro­bar el esta­do de la recien­te madre, con el com­pro­mi­so de no divul­gar lo ocu­rri­do a ter­ce­ros para evi­tar dañar la repu­tación de la igle­sia. La situa­ción se vuel­ve más com­ple­ja cuan­do la doc­to­ra se impo­ne que hay varias otras mon­jas que tam­bién se encuen­tran emba­ra­za­das; la cau­sa de esta anó­ma­la situa­ción se debe a que duran­te la últi­ma eta­pa de la gue­rra, sol­da­dos rusos fran­quea­ron el con­ven­to e irres­pon­sa­ble­men­te vio­la­ron a algu­nas de las religiosas.

El dra­ma se des­en­vuel­ve en tres pla­nos dife­ren­tes. Por un lado, en la medi­da que la doc­to­ra se preo­cu­pa por el esta­do de las muje­res en cin­ta con­cu­rrien­do fur­ti­va­men­te al lugar don­de se hayan enclaus­tra­das comien­za a reci­bir repri­men­das del jefe encar­ga­do de la Cruz Roja quien igno­ra las razo­nes por las que ella se ausen­ta. Simul­tá­nea­men­te, se pro­du­ce el enfren­ta­mien­to de los pre­cep­tos reli­gio­sos a ultran­za de la Madre Supe­rio­ra con la posi­ción cien­tí­fi­ca de Mathil­de para sal­var las vidas de per­so­nas ino­cen­tes. El ter­cer ele­men­to dra­má­ti­co se pro­du­ce cuan­do las mon­jas cre­yen­do haber sido aban­do­na­das por Dios por el bru­tal acto del que fue­ron obje­to, están aho­ra some­ti­das a duras prue­bas sobre la fe en el Crea­dor y el modo en que podrán resol­ver la situa­ción de seguir pro­fe­san­do como reli­gio­sas y asu­mir al mis­mo tiem­po el rol maternal.

La ten­sión del film se ami­no­ra con la cir­cuns­tan­cial rela­ción sen­ti­men­tal que Mathil­de man­tie­ne con un médi­co fran­cés judío (Vin­cent Macaig­ne) con quien tra­ba­ja y cuyos padres murie­ron en un cam­po de con­cen­tra­ción; cuan­do la situa­ción se vuel­ve más apre­mian­te, ella le reve­la­rá su secre­to y él la ayu­da­rá a asis­tir en los nume­ro­sos par­tos que van suce­dién­do­se en el convento.

Ade­más de ana­li­zar el habi­tual con­flic­to que se pro­du­ce entre la cien­cia y la fe, el rela­to tam­bién expo­ne cier­tas acti­tu­des que ponen en duda la éti­ca moral de quie­nes prac­ti­can la reli­gión. En todo caso, a pesar de cues­tio­nar los pre­cep­tos de la igle­sia, el film ‑tal como se ilus­tra en la esce­na final- demues­tra que la Ins­ti­tu­ción no es la cul­pa­ble sino quie­nes la gobier­nan con rigi­dez sin tener en cuen­ta que más allá de cual­quier con­vic­ción reli­gio­sa, lo más impor­tan­te es sal­va­guar­dar la vida sin que ello vaya en detri­men­to de la fe.

Este cau­ti­van­te dra­ma psi­co­ló­gi­co rela­ta­do con mesu­ra por Anne Fon­tai­ne cuen­ta con un elen­co muy bueno don­de sobre­sa­len las actua­cio­nes de De Laa­ge, Buzek y muy espe­cial­men­te la de Kules­za carac­te­ri­zan­do mag­ní­fi­ca­men­te la acti­tud auto­ri­ta­ria y ence­gue­ci­da de la Madre Supe­rio­ra que es capaz de aban­do­nar a la intem­pe­rie a una bebi­ta recién naci­da espe­ran­do que la Divi­na Pro­vi­den­cia habrá de pro­te­ger­la. Jor­ge Gutman