RÉPARER LES VIVANTS. Francia, 2016. Un film de Katell Quillévéré
Un profundo drama muy bien realizado sobre la donación de órganos es lo que se aprecia en Réparer Les Vivants de la joven realizadora Katell Quillévéré basado en la novela homónima de Maylis de Keranga publicada en 2014.
La adaptación cinematográfica de la directora y Gilles Taurand, presenta en su inicio al adolescente Simon (Gabin Verdet) viviendo en Lyon quien después de haber pasado la noche con su noviecita Juliette (Galatea Bellugi) en las primeras horas de la mañana se dirige con sus dos amigos a una desértica playa para practicar surf. Después del placer experimentado en haberse balanceado entre las olas marinas, a su regreso al hogar el automóvil en el que viaja sufre un accidente en la carretera, dejando a Simon en estado moribundo.
Cuando su madre Marianne (Emmanuelle Seigner) se impone de la desgracia junto con su distanciado marido (Kool Shen), inmediatamente llegan al hospital donde su hijo se encuentra y allí el cirujano que lo atiende (Bouli Lanners) les comunica que estando cerebralmente muerto, es prácticamente imposible que el joven llegue a recuperarse. A pesar de la angustia de estar perdiendo a un hijo, los desesperados padres aguardan ansiosamente que se produzca un milagro por el cual Simon pueda recobrar su vida.
https://www.youtube.com/watch?v=CIjlTDVLphA
Al mismo tiempo en París se encuentra Claire (Anne Dorval), una especializada musicológa afectada por su corazón enfermo que va debilitándose progresivamente; atendida con gran cariño por sus dos hijos (Finnegan Oldfield y Theo Cholbi), sólo un trasplante cardíaco puede salvarla de morir.
En la medida que el deceso de Simon es inminente, el relato adquiere su climax cuando el equipo hospitalario (Tahar Rahim, Bouli Lanners, Dominique Blanc, Monia Chokri, entre otros) está preparado para extraer su corazón y transportarlo al lugar donde se halla Claire a fin de efectuar con suma urgencia el delicado trasplante. Sin embargo, todo depende del previo consentimiento de Marianne y su marido para ceder ese órgano vital; en ese crucial momento de profundo dolor ellos deben decidir acerca de la actitud a adoptar.
Este drama moral, que en gran parte se asemeja a un documental, es abordado por la directora con gran fineza y profundo sentimiento donde evita que la naturaleza emocional del relato pueda desbordar. Además de la notable puesta escénica, se destaca el excelente guión enfatizando la dimensión caracterológica de sus personajes y la presencia de un muy calificado elenco donde cada uno de sus integrantes transmite total convicción en sus respectivos roles. De este modo el público llega a empatizar con esta humana y sensible historia no exenta de cuestionamientos, donde la inevitable muerte de una persona puede llegar a salvar la vida de otra. Jorge Gutman