THE CIRCLE. Estados Unidos, 2017. Un film de James Ponsoldt
Un preocupante relato sobre la pérdida de la privacidad humana es lo que se aprecia en The Circle. Este film de James Ponsoldt, basado en la novela homónima de Dave Eggers en principio parecería un thriller de ciencia ficción. Poco a poco se puede concluir que lo que aquí se expone, a través del guión del realizador y del autor del libro, se asemeja mucho al proceso de transición que actualmente se está viviendo en esta era digital con la obsesión alcanzada por muchas personas de revelar su intimidad a través de las redes sociales.
Las primeras escenas presentan a Mae Holland (Emma Watson), una joven que no muy satisfecha donde trabaja, a través de una amiga (Karen Gillan) logra obtener un empleo en The Circle, un gran conglomerado dirigido por Eamon Bailey (Tom Hanks) y su socio Tom Stenton (Patton Oswalt). Mediante su eficiente sistema operativo la empresa recauda informaciones de sus usuarios incluyendo sus correos electrónicos, operaciones bancarias y otras informaciones estrictamente privadas.
El entusiasmo inicial de Mae está sustentado por la modernidad del ambiente en que trabaja, un enorme edificio que parece adoptar la fachada de una importante universidad americana con un inmenso campus; allí, sus empleados, además del trabajo específico que realizan, tienen la oportunidad de desarrollar actividades deportivas y participar igualmente en reuniones sociales. Si en principio Mae no comparte de inmediato su vida personal, un error cometido por ella hará que esté dispuesta a utilizar una cámara pequeña inalámbrica con conexión satelital adherida permanentemente en el interior de su cuerpo; eso implica que toda su actividad diaria como la de los seres con quien entra en contacto, pueda quedar expuesta sin restricción alguna.
La filosofía de la compañía es que la privacidad y los secretos personales constituyen flagrantes mentiras y que compartir con el prójimo lo que uno realiza constituye un acto de bondad y generosidad; al propio tiempo, la transparencia de las informaciones constituye un medio de proteger al mundo de los raptos, violaciones y sobre todo poner punto final a las transgresiones de los derechos humanos en países donde predomina la represión.
La otra cara de la medalla permite ilustrar cómo esos modernos artificios tecnológicos pueden generar contornos notablemente negativos, como es el caso en que en un fugaz momento se observa a los queridos padres de Mae (Glenne Headly, Bill Paxton) haciendo el amor, o bien causando involuntariamente la muerte de su mejor amigo (Ellar Coltrane).
No es novedoso lo que el film ilustra; ya Orwell lo expuso en su novela 1984 con el “Gran Hermano” que lo observa todo. Lo que acontece con este film, que indudablemente estremece, es que no logra arribar a una conclusión que pueda redondear lo expuesto; mejor dicho, lo propuesto a manera de lección moral ‑que no se habrá de develar- no constituye de ningún modo una solución a la indiscutible necesidad de respetar la vida íntima del ser humano.
A pesar de la observación precedente, la misma no alcanza a desmerecer a esta producción que mantiene constante interés por su buena realización, actuación y por su tema que constituye una indirecta crítica a Google y a las otras redes sociales existentes. Un film recomendable. Jorge Gutman