Una Con­vin­cen­te Secuela

AN INCON­VE­NIENT SEQUEL: TRUTH TO POWER. Esta­dos Uni­dos, 2007. Un film de Bon­ni Cohen y Jon Shenk

Des­pués de que Al Gore, el ex polí­ti­co que en 2000 no logró lle­gar a la pre­si­den­cia de los Esta­dos Uni­dos, con gran pasión vol­có sus ener­gías para defen­der a nues­tro pla­ne­ta del reca­len­ta­mien­to que se iba pro­du­cien­do con la secue­la de desas­tres natu­ra­les que se fue­ron dan­do a tra­vés del tiem­po. Ello fue tes­ti­mo­nia­do en el buen docu­men­tal de Davis Gug­genheim “An Incon­ve­nient Truth” de 2006 que le valió a Gore el Pre­mio Nobel de la Paz. Aho­ra el ex vice­pre­si­den­te retor­na con otro docu­men­to que cons­ti­tu­ye como su títu­lo lo indi­ca una secue­la del ante­rior, esta vez diri­gi­do por Bon­ni Cohen y Jon Shenk. Sin duda el film ori­gi­nal per­mi­tió la crea­ción de una con­cien­cia colec­ti­va del pro­ble­ma seña­la­do aun­que lo que Gore afir­ma­ba era pues­to en duda por muchos de sus detrac­to­res polí­ti­cos. Aquí, con su habi­tual sol­tu­ra y con­vin­cen­te modo de diri­gir­se al públi­co en dife­ren­tes podios como con­fe­ren­cis­ta y con­duc­tor de semi­na­rios de entre­na­mien­to, él enfa­ti­za sobre lo que está en jue­go en el futu­ro de la Tie­rra en la medi­da que el uso del petró­leo y car­bón pro­du­cien­do dió­xi­do de car­bono ha ido enra­re­cien­do la atmós­fe­ra e inten­si­fi­can­do el cam­bio cli­má­ti­co. Eso se ha podi­do cons­ta­tar con mayor fuer­za en la últi­ma déca­da con el aumen­to de la tem­pe­ra­tu­ra que ha cau­sa­do gra­ves incen­dios fores­ta­les, fomen­tan­do el auge de los mos­qui­tos por­ta­do­res del virus de zika que hacen peli­grar el esta­do de muje­res en esta­do de emba­ra­zo, gla­cia­res que se redu­cen como lo que se apre­cia en Groen­lan­dia, la ele­va­ción de los nive­les del mar con desas­tro­sas inun­da­cio­nes pro­du­ci­das en las calles de Mia­mi, etc.

A pesar del pesi­mis­mo que podrían aca­rrear los hechos pre­sen­ta­dos por Gore median­te efi­cien­tes pro­yec­cio­nes audio­vi­sua­les, hay algu­nas mani­fes­ta­cio­nes que per­mi­ten alber­gar un cier­to opti­mis­mo; así, en una de las esce­nas en que el devo­to defen­sor del medio ambien­te visi­ta al alcal­de repu­bli­cano de Geor­ge­town en Texas, un reduc­to extre­ma­da­men­te con­ser­va­dor, el fun­cio­na­rio le mani­fies­ta que el noven­ta por cien­to de la gen­te del lugar se vuel­ca hacia la ener­gía reno­va­ble en lugar del empleo de fósi­les cau­san­tes del pro­ble­ma mencionado.

Si bien el empleo com­pe­ti­ti­vo de ener­gía solar y eóli­ca de bajos cos­tos no están aún muy difun­di­do, hay mani­fes­ta­cio­nes polí­ti­cas que dejan entre­ver una luz al final del túnel; así las acti­vi­da­des des­ple­ga­das por Gore han con­tri­bui­do al impor­tan­te Acuer­do de París de 2015 y su rati­fi­ca­ción por las Nacio­nes Uni­das el año pasa­do, que esta­ble­ce medi­das para la reduc­ción de emi­sio­nes de gases de efec­to inver­na­de­ro. A pesar del reti­ro de Esta­dos Uni­dos de dicho acuer­do dado que el Pre­si­den­te Trump no cree en los prin­ci­pios que lo sus­ten­tan, hay una soli­da­ri­dad mani­fies­ta en el com­pro­mi­so polí­ti­co de los paí­ses sig­na­ta­rios para solu­cio­nar el gra­ve pro­ble­ma del calen­ta­mien­to terrestre.

En resu­men, éste es un docu­men­tal que ade­más de hones­to, es ins­truc­ti­vo, didác­ti­co en su pre­sen­ta­ción, resul­ta de gran inte­rés por el tema que abor­da y per­mi­te que una nue­va gene­ra­ción que asis­tió a los semi­na­rios de Gore pue­da seguir sus pasos para lograr un mun­do mejor en el que se pue­da vivir. Jor­ge Gutman

Un Dolo­ro­so Drama

DETROIT. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Kathryn Bigelow

Des­pués del triun­fo logra­do con los Oscars reci­bi­dos en 2010 por la direc­to­ra Kathryn Bige­low y el guio­nis­ta Mark Boal con The Heart Loc­ker.y en 2012 haber obte­ni­do otro gran éxi­to con Zero Dark Thirty (2012), este dúo vuel­ve a reu­nir­se para incur­sio­nar en un dolo­ro­so dra­ma que cons­ti­tu­ye una ape­sa­dum­bra­da pági­na de la ciu­dad de Detroit acon­te­ci­da jus­ta­men­te hace medio siglo.

Como pró­lo­go del rela­to, en sus pri­me­ras esce­nas se ilus­tran a tra­vés de dibu­jos ani­ma­dos las déca­das de humi­lla­ción y segre­ga­ción tan­to racial como labo­ral de la pobla­ción afro­ame­ri­ca­na de Detroit como tam­bién la que impe­ró en otras regio­nes de Esta­dos Uni­dos. Inme­dia­ta­men­te la acción se tras­la­da a Detroit para regis­trar los tris­tes hechos que prác­ti­ca­men­te des­tru­ye­ron la ciu­dad a par­tir de los tumul­tos comen­za­dos el 23 de julio de 1967. Esa noche la poli­cía irrum­pe vio­len­ta­men­te en un bar local don­de el vecin­da­rio negro cele­bra­ba el retorno de dos sol­da­dos de la zona que habían regre­sa­do de la gue­rra de Viet­nam; de allí en más ese hecho gene­ra un estre­pi­to­so caos entre los inte­gran­tes de las hos­ti­les fuer­zas del orden y los amo­ti­na­dos negros que con­vir­tie­ron a la ciu­dad en prác­ti­ca­men­te un cam­po de bata­lla don­de no estu­vie­ron ausen­tes los saqueos e incen­dios de algu­nos nego­cios de la zona. En la medi­da que el van­da­lis­mo no da mues­tras de cesar, inte­gran­tes de la guar­dia nacio­nal arri­ban al lugar para actuar con­jun­ta­men­te con las auto­ri­da­des policiales.

Con cáma­ra en mano la exce­len­te foto­gra­fía de Barry Ackroyd cap­ta sober­bia­men­te la enar­de­ci­da pobla­ción negra enfren­tan­do a la poli­cía en las calles de la ciu­dad; esas som­brías imá­ge­nes cobran una auten­ti­ci­dad seme­jan­te a la que podría haber­se refle­ja­do en un film docu­men­tal. Con todo, el foco de esta his­to­ria se cen­tra­li­za en lo acae­ci­do en un motel de la zona y sus nefas­tas consecuencias.

Algee Smith

La direc­to­ra intro­du­ce a Larry (Algee Smith), un lider negro de una ban­da musi­cal quien el 25 de julio ‑ter­cer día del caos- se apres­ta a dar un con­cier­to noc­turno con su ami­go Fred (Jacob Lati­mo­re) en un tea­tro de la ciu­dad; sin embar­go, la fun­ción es sus­pen­di­da por el esta­do de emer­gen­cia vigen­te. Para ali­viar esa frus­tra­ción, ambos com­pin­ches jun­to con dos jóve­nes blan­cas (Han­na Murray y Kaitlyn Dever) pro­ve­nien­tes de Ohio se diri­gen al motel Algiers don­de alqui­lan una pie­za para pasar un rato agra­da­ble al ampa­ro de lo que suce­de exte­rior­men­te; allí se unen a Carl (Jason Mit­chell), otro ami­go negro que se encuen­tra en el esta­ble­ci­mien­to. Repen­ti­na­men­te, irrum­pe en ese lugar Phi­lip Krauss (Will Poul­ter), un detec­ti­ve poli­cial quien cree que en ese recin­to hay un fran­co­ti­ra­dor negro aten­tan­do a la poli­cía. Este des­pre­cia­ble psi­có­pa­ta racis­ta jun­to con otros dos cole­gas (Ben O’Too­le y Jack Renor) ame­na­zan con ir eli­mi­nan­do al gru­po de hués­pe­des negros si el supues­to fac­cio­so no se lle­ga a iden­ti­fi­car. De inme­dia­to comien­za una lar­ga noche de sufri­mien­to físi­co y emo­cio­nal a tra­vés de un inte­rro­ga­to­rio inti­mi­da­to­rio de la poli­cía esta­tal y la guar­dia nacio­nal que deja un trá­gi­co sal­do de 3 negros muer­tos sal­va­je­men­te y 9 heri­dos. En ese cli­ma de angus­tia pro­vo­ca­do por el inti­mi­da­to­rio inte­rro­ga­to­rio de la poli­cía esta­tal y la guar­dia nacio­nal, un guar­dia de segu­ri­dad negro (John Boye­ga) tra­ta de mediar en la difí­cil situa­ción exis­ten­te pero sin poder evi­tar los fríos ase­si­na­tos cometidos.

La recrea­ción dra­má­ti­ca de Bige­low y Boal está basa­da en per­so­na­jes ver­da­de­ros con otros de fic­ción uti­li­zan­do clips de films de la épo­ca y mate­rial de archi­vo. Así que­da expues­to un demo­le­dor retra­to de la dis­cri­mi­na­ción racial, los pre­jui­cios exis­ten­tes de la pobla­ción blan­ca hacia los negros y la lamen­ta­ble actua­ción de la jus­ti­cia dejan­do impu­nes a los res­pon­sa­bles de la masacre.

Cier­ta­men­te el retra­to de esta cal­de­ra dia­bó­li­ca es apa­bu­llan­te y per­tur­ba­dor don­de nadie que lo con­tem­pla pue­de que­dar indi­fe­ren­te. Hay cier­tas obser­va­cio­nes que impi­den que este dra­ma alcan­ce el nivel de la per­fec­ción; apar­te de cier­to didac­tis­mo, el film no logra pro­fun­di­zar dema­sia­do en los per­so­na­jes que lo ani­man, a todo ello cabe seña­lar que las secuen­cias que tie­nen lugar en el fatí­di­co motel resul­tan dema­sia­do lar­gas, extre­ma­da­men­te vio­len­tas y no del todo suti­les. Sin embar­go, estos repa­ros no des­me­re­cen los méri­tos de la rea­li­za­do­ra al haber ofre­ci­do un serio docu­men­to que recrea lo ocurrido.

Lamen­ta­ble­men­te la gra­ve­dad de los suce­sos des­crip­tos no ha ser­vi­do como lec­ción his­tó­ri­ca. Bas­ta­rá recor­dar que 25 años des­pués cua­tro poli­cías blan­cos de Los Ánge­les abu­san­do de su dis­cre­cio­nal poder infli­gie­ron seve­ros gol­pes a Rod­ney King y a pesar de las esce­nas que habían sido fil­ma­das, ellos fue­ron absuel­tos por la jus­ti­cia ori­gi­nan­do de este modo los peo­res dis­tur­bios racia­les de Esta­dos Uni­dos. De allí que Detroit resul­te un film rele­van­te por­que, aun­que en menor gra­do, hoy día la bre­cha racial aún per­du­ra. Jor­ge Gutman

De Opri­mi­da a Opresora

LADY MAC­BETH. Gran Bre­ta­ña, 2016. Un film de William Oldroyd

Con pres­ti­gio­sos ante­ce­den­tes en su con­di­ción de direc­tor tea­tral y de ópe­ra, William Oldroyd incur­sio­na por vez pri­me­ra como rea­li­za­dor cine­ma­to­grá­fi­co en Lady Mac­beth ofre­cien­do un sobrio dra­ma, cui­da­do­sa­men­te tra­ta­do e irre­pro­cha­ble­men­te actua­do por Flo­ren­ce Pugh en el rol protagónico.

Este film es una adap­ta­ción rea­li­za­da por la escri­to­ra Ali­ce Birch del libro Lady Mac­beth of the Mtensk Dis­trict de Niko­lai Les­kov publi­ca­da en 1865 y que trans­cu­rre en la Rusia de esa épo­ca; como refe­ren­cia adi­cio­nal, esa nove­la ha ins­pi­ra­do a Shos­ta­ko­vich para com­po­ner en 1934 la ópe­ra del mis­mo nom­bre como tam­bién fue tras­la­da­da al cine en 1962 por el gran rea­li­za­dor pola­co Andrzej Waj­da. En esta oca­sión, la his­to­ria está ambien­ta­da en la Ingla­te­rra vic­to­ria­na de la segun­da mitad del siglo 19 en una zona rural del nor­te del país.

Flo­ren­ce Pugh

En la pri­me­ra esce­na se obser­va el puri­tano ros­tro de Kathe­ri­ne (Pugh), de 17 años de edad, en momen­tos de cele­brar­se su boda con Ale­xan­der (Paul Hil­ton), un hom­bre mucho mayor que ella e hijo de un rico pro­pie­ta­rio de minas; este enla­ce sin amor alguno y de abso­lu­ta con­ve­nien­cia comer­cial ha sido arre­gla­do por los padres de ambos cón­yu­ges. La acción inme­dia­ta­men­te se des­pla­za a la man­sión de Ale­xan­der don­de en la noche de bodas que­da refle­ja­do su com­por­ta­mien­to sádi­co e impo­ten­cia sexual, tra­tan­do a su espo­sa como un frío obje­to. A medi­da que los días trans­cu­rren que­da cla­ro que el con­fi­na­mien­to de Kathe­ri­ne al no poder salir al exte­rior y el tra­to des­pre­cia­ble del que es obje­to por par­te de su mari­do y de su auto­ri­ta­rio y des­pó­ti­co sue­gro Boris (Chris­topher Fair­bank) la van asfi­xian­do aní­mi­ca­men­te; sola­men­te, la pre­sen­cia de Anna (Nao­mie Ackie), la emplea­da domés­ti­ca negra de la man­sión, pare­ce­ría miti­gar en par­te la angus­tia de la pri­sión en la que habita.

Kathe­ri­ne encuen­tra final­men­te una vía de esca­pe cuan­do su espo­so y Boris se ausen­tan duran­te cier­to tiem­po en via­je de nego­cios. Es allí don­de comien­za a explo­rar el mun­do exte­rior y pron­ta­men­te ini­cia una tórri­da rela­ción amo­ro­sa con Sebas­tian (Cos­mo Jar­vis), el sexual­men­te atra­yen­te pala­fre­ne­ro de raza mix­ta de la fin­ca. A medi­da que el affai­re pro­gre­sa la per­so­na­li­dad de la ange­li­cal joven va evo­lu­cio­nan­do de mane­ra sor­pren­den­te; así, la espo­sa sumi­sa y sufri­da cede el paso a la mujer adúl­te­ra que domi­na­da por un irre­fre­na­ble deseo de poder la con­vier­te en un ser de moral corrup­ta que no duda­rá en ape­lar a cual­quier medio con tal de lograr lo que se propone.

Es enco­mia­ble el tra­ta­mien­to que el rea­li­za­dor impri­me al rela­to recu­rrien­do a una narra­ción des­po­ja­da y meticu­losa­men­te inten­sa. De algún modo, el maquia­ve­lis­mo de Kathe­ri­ne alcan­za cier­to para­le­lis­mo con el per­so­na­je de la rei­na de Esco­cia crea­do por Sha­kes­pea­re en Mac­beth. En tal sen­ti­do Oldroyd supo extraer de Flo­ren­ce Pugh la varia­da gama de emo­cio­nes que tra­sun­ta la pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria; la joven actriz des­lum­bra tan­to con su gla­cial mira­da como con sus ges­tos facia­les ani­man­do a la anti­he­roí­na que ini­cial­men­te inge­nua y repri­mi­da adop­ta­rá una rebe­lión inusi­ta­da car­ga­da de indo­ma­ble crueldad.

Más allá de la trans­for­ma­ción que asu­me su pro­ta­go­nis­ta, el film cons­ti­tu­ye una bue­na pin­tu­ra de la épo­ca en que trans­cu­rre en rela­ción al some­ti­mien­to de la mujer en la socie­dad, como así tam­bién deja entre­ver cier­tos atis­bos racia­les aten­dien­do a la ten­sa rela­ción esta­ble­ci­da entre Anna y sus patro­nes. Final­men­te cabe des­ta­car la bue­na foto­gra­fía de Ari Weg­ner y el apro­pia­do dise­ño musi­cal de Dan Jones que con­tri­bu­yen a valo­ri­zar artís­ti­ca­men­te este apre­cia­ble dra­ma. Jor­ge Gutman

Impla­ca­ble Persecución

KID­NAP. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Luis Prieto}

Tal como lo anti­ci­pa su títu­lo, el secues­tro de un menor es el tema abor­da­do por Luis Prie­to en Kid­nap. Des­pués de un buen comien­zo, la inve­ro­si­mi­li­tud que adop­ta el rela­to impi­de que el film lle­gue a satis­fa­cer como debiera.

Halle Berry

La acción que trans­cu­rre en Lui­sia­na intro­du­ce a Kar­la Dyson (Halle Berry), una madre sepa­ra­da que vive con Fran­kie (Sage Correa), su hiji­to de 6 años a quien quie­re entra­ña­ble­men­te. Emplea­da como mese­ra de un res­tau­ran­te tra­ta de com­pa­ti­bi­li­zar su tra­ba­jo dia­rio con su res­pon­sa­bi­li­dad maternal.

Un día, des­pués de haber cum­pli­do su turno labo­ral lle­va al niño a un par­que de diver­sio­nes. Des­pués de un buen rato, ella reci­be en su celu­lar un lla­ma­do que pare­ce ser impor­tan­te; del otro lado de la línea su abo­ga­do le comu­ni­ca que su ex mari­do le recla­ma la cus­to­dia del niño. Deján­do­lo momen­tá­nea­men­te para man­te­ner pri­va­da­men­te la comu­ni­ca­ción tele­fó­ni­ca, Kar­la se ale­ja ubi­cán­do­se de espal­da a esca­sos metros de don­de Fran­kie se halla. Cuan­do retor­na y com­prue­ba que no se encuen­tra, una fre­né­ti­ca angus­tia la inva­de al no poder ubi­car­lo; en un momen­to dado obser­va que salien­do del par­que el chi­co es arras­tra­do por la fuer­za por una mujer (Chris McGinn) para intro­du­cir­lo en un coche esta­cio­na­do que inme­dia­ta­men­te par­te en for­ma precipitada.

De allí en más con una cons­ter­na­ción plau­si­ble de com­pren­der, Kar­la se lan­za furio­sa­men­te en su mini­van per­si­guien­do a la mujer que secues­tró a su hijo y al con­duc­tor del vehícu­lo para tra­tar de recu­pe­rar a su hijo. Has­ta ese momen­to, el film des­pier­ta con­si­de­ra­ble inte­rés al ir crean­do una intri­ga sobre lo que ocu­rri­rá. Pero suce­de que la impla­ca­ble cace­ría auto­mo­vi­lís­ti­ca, que revis­te la for­ma de una desen­fre­na­da carre­ra en una auto­pis­ta de New Orleans, se pro­lon­ga por espa­cio de casi una hora; en con­se­cuen­cia, la ten­sión ini­cial se resien­te fren­te a la exis­ten­cia de casi un úni­co esce­na­rio. Con todo, el aspec­to más vul­ne­ra­ble del film resi­de en el guión de Kna­te Lee don­de resul­ta prác­ti­ca­men­te implau­si­ble que pue­da acon­te­cer lo que se expo­ne en el mis­mo. Sería indis­cre­to men­cio­nar las situa­cio­nes impro­ba­bles que se pro­du­cen en la men­cio­na­da per­se­cu­ción don­de pare­cie­ra casi nula la acción poli­cial fren­te a las coli­sio­nes y acci­den­tes espec­ta­cu­la­res ‑algu­nos de ellos mor­ta­les- que se pro­du­cen en la mis­ma. A todo ello, nada se sabe de las moti­va­cio­nes de los villa­nos secues­tra­do­res para rap­tar a Fran­kie y, final­men­te, cuan­do se arri­ba a su irrea­lis­ta des­en­la­ce varios hilos per­ma­ne­cen suel­tos sin expli­ca­ción racional.

Aun­que sin lle­gar a com­pen­sar las debi­li­da­des del film, a su favor cabe des­ta­car la nota­ble foto­gra­fía de Fla­vio Mar­tí­nez Labiano cap­tan­do des­de dife­ren­tes ángu­los ‑inclui­do tomas aéreas- la desen­fre­na­da carre­ra auto­mo­vi­lís­ti­ca, la bue­na direc­ción de Prie­to a pesar de las limi­ta­cio­nes del guión y sobre todo la exce­len­te actua­ción de Berry. Esta actriz con­fir­ma una vez más que es una de las mejo­res intér­pre­tes del cine ame­ri­cano; con inten­sa furia, tem­blo­res, gri­tos, con­tor­sio­nes y hablan­do a sí mis­ma trans­mi­te con­vin­cen­te­men­te el des­aso­sie­go de una madre que no está dis­pues­ta a per­der a su reto­ño que es lo más impor­tan­te que cuen­ta en su vida. Jor­ge Gutman