Roman­ti­cis­mo Empalagoso

MID­NIGHT SUN. Esta­dos Uni­dos, 2018. Un film de Scott Speer

Si aca­so no media­ra una gra­ve dolen­cia de por medio, lo que se apre­cia en Mid­night Sun podría más bien ase­me­jar­se a un edul­co­ra­do film de Dis­ney con un final dife­ren­te. Esta intro­duc­ción vie­ne al caso por­que este dra­ma román­ti­co de Scott Speer mani­pu­la a la audien­cia ape­lan­do a un sen­ti­men­ta­lis­mo tan dul­zón que a la pos­tre ter­mi­na relajando.

La pro­ta­go­nis­ta de este rela­to es Katie (Bella Thor­ne), una ado­les­cen­te de 17 años que des­de su infan­cia pade­ce de xero­der­mia pig­men­to­sa (XP); aun­que se tra­ta de una gra­ve afec­ción muy infre­cuen­te, quie­nes la pade­cen no pue­den de modo alguno estar expues­tos al sol por la seria lesión que pro­du­ce sus rayos ultra­vio­le­tas. Por esa razón esta joven ha teni­do que vivir toda su exis­ten­cia ence­rra­da en su hogar duran­te el día para sola­men­te aso­mar­se al mun­do exte­rior en las horas noc­tur­nas. Su vida social se mani­fies­ta fun­da­men­tal­men­te a tra­vés de la rela­ción man­te­ni­da con Jack (Rob Rig­gle), su cari­ño­so padre viu­do, quien le brin­da la edu­ca­ción for­mal que no pue­de reci­bir en una escue­la y ade­más se empe­ña para que el dia­rio vivir de su hija le resul­te lo más tole­ra­ble posi­ble; ade­más, Katie está vin­cu­la­da con Mor­gan (Quinn Shephard), una ami­ga de la infan­cia que la visi­ta con frecuencia.

Por las noches, ella acos­tum­bra a acer­car­se a la peque­ña esta­ción de tren de su loca­li­dad don­de tocan­do la gui­ta­rra y ento­nan­do can­cio­nes ame­ni­za a quie­nes sue­len estar de paso. Es allí que un buen día, su tona­da des­pier­ta la aten­ción del joven Char­lie (Patrick Sch­war­ze­neg­ger) que coin­ci­den­te­men­te es el mucha­cho a quien des­de lar­go tiem­po ella sue­le ver des­de la ven­ta­na de su pie­za y por quien se sien­te atraí­da. Demás está decir que ambos lle­ga­rán a rela­cio­nar­se y que en for­ma tími­da irá desa­rro­llán­do­se un roman­ce; cla­ro está que por capri­chos del guión de Ken­ji Ban­do, ella le ocul­ta su enfer­me­dad. Char­lie se encuen­tra tan embe­le­sa­do por Katie que en nin­gún momen­to cues­tio­na la razón por la que los encuen­tros no pue­den pro­du­cir­se a la luz del día sino úni­ca­men­te cuan­do cae la noche.

Patrick Sch­war­ze­neg­ger y Bella Thorne

El momen­to con­flic­ti­vo de esta his­to­ria se pro­du­ce cuan­do en una sali­da noc­tur­na los tor­to­li­tos no toman en cuen­ta el trans­cur­so de las horas; así, cuan­do Katie repa­ra que el alba está des­pun­tan­do, corre deses­pe­ra­da­men­te a su casa para evi­tar que los rayos del sol la dañen pero, lamen­ta­ble­men­te, no logra su pro­pó­si­to sufrien­do una gra­ve recaí­da; es allí cuan­do Char­lie se impo­ne de la nefas­ta dolen­cia de su amada.

Varios aspec­tos se con­ju­gan para que el film no con­ven­za. En pri­mer lugar, la rela­ción amo­ro­sa de la pare­ja se tor­na inge­nua por lo exa­ge­ra­da­men­te empa­la­go­sa, aspec­to que se agra­va con diá­lo­gos que pre­ten­dien­do ser rea­lis­tas resul­tan fal­sos. Otro aspec­to impor­tan­te es que Speer, des­afor­tu­na­da­men­te, no ha podi­do crear una genui­na ten­sión dra­má­ti­ca, a pesar de su des­en­la­ce; para peor, la coda del rela­to está pre­pa­ra­da expre­sa­men­te para que una audien­cia dema­sia­do sen­si­ble acu­da a los pañue­li­tos de papel a fin de enju­gar sus lágrimas.

La actua­ción de Thor­ne es satis­fac­to­ria en tan­to que la de Scha­war­ze­neg­ger, sin gran­des mati­ces expre­si­vos, trans­mi­te sim­pa­tía y ter­nu­ra. De todos modos, a pesar de que ambos acto­res guar­dan una acep­ta­ble quí­mi­ca, no pue­den evi­tar que las pero­ra­tas tri­lla­das que están obli­ga­dos a reci­tar lle­guen en deter­mi­na­dos momen­tos a exas­pe­rar. Feliz­men­te, este irrea­lis­ta roman­ce no exce­de la hora y media de duración.
Jor­ge Gutman