Irres­pon­sa­ble Madre

PLON­GER. Fran­cia, 2017. Un film de Mela­nie Laurent

La efi­cien­te actriz Méla­nie Lau­rent sin haber deja­do su pre­sen­cia fren­te a las cáma­ras, tam­bién ha demos­tra­do que lo hace muy bien ubi­cán­do­se detrás de la mis­ma. En su con­di­ción de rea­li­za­do­ra impre­sio­nó favo­ra­ble­men­te en sus fil­mes ante­rio­res, sobre todo en Res­pi­re (2014) y Demain (2015), y es así que creó expec­ta­ti­va su tra­ba­jo en Plon­ger, roda­do con ante­rio­ri­dad a Gal­ves­ton (2018) que aún no se ha estre­na­do. Sin obje­tar su labor como cineas­ta, esta pelí­cu­la basa­da en la pre­mia­da nove­la homó­ni­ma de Chris­tophe Ono-dit-Bio (2013), deja una rara sen­sa­ción de per­ple­ji­dad al no poder con­sus­tan­ciar­se con su tema.

María Val­ver­de y Gilles Lellouche

El film narra el apa­sio­na­do amor que sur­ge entre Paz (Maria Val­ver­de), una espa­ño­la que tra­ba­ja en Fran­cia, y Cesar (Gilles Lellou­che), un ex perio­dis­ta corres­pon­sal de gue­rra fran­cés. Ella es una joven inquie­ta por natu­ra­le­za e impul­sa­da a mover­se con­ti­nua­men­te al no poder estar mucho tiem­po en un mis­mo lugar en pos de nue­vas expe­rien­cias. En lo con­cer­nien­te a Cesar, habien­do vivi­do momen­tos duros por su tra­ba­jo inclu­yen­do el haber sido secues­tra­do en Irak, ha deci­di­do apo­sen­tar­se y tra­ba­jar inde­pen­dien­te­men­te como escri­tor cul­tu­ral. Sus dife­ren­tes per­so­na­li­da­des no son obs­tácu­lo para que en un prin­ci­pio el roman­ce ilu­mi­ne sus vidas y que ella se ins­ta­le en el depar­ta­men­to de Cesar.

La luna de miel de la pare­ja es de cor­to alcan­ce; en pri­mer lugar, la vida domés­ti­ca en la que Paz se ve envuel­ta la sofo­ca y cuan­do ella que­da emba­ra­za­da reve­la un esca­so entu­sias­mo, con­tras­tan­do con el de su pare­ja que no ocul­ta su dicha por ser padre; la situa­ción se com­pli­ca aún más cuan­do da a luz a su hiji­to y ella se deses­pe­ra al tener que acep­tar la res­pon­sa­bi­li­dad que le con­cier­ne como madre. A todo ello, su frus­tra­ción va en aumen­to cuan­do sien­te que va per­dien­do ins­pi­ra­ción artís­ti­ca y su tra­ba­jo como fotó­gra­fa no alcan­za mayor rele­van­cia, des­car­gan­do su resen­ti­mien­to hacia Cesar. El dete­rio­ro con­yu­gal alcan­za su tope cuan­do ella deci­de aban­do­nar su hogar empren­dien­do un via­je des­co­no­ci­do, dejan­do a Cesar aban­do­na­do y a car­go de la criatura.

Lo que res­ta del film se tra­du­ce en des­en­tra­ñar el mis­te­rio de la par­ti­da de Paz así como su para­de­ro. Pero un dra­má­ti­co acon­te­ci­mien­to modi­fi­ca el cur­so del rela­to como así tam­bién el enfo­que narra­ti­vo con­du­cien­do a un des­en­la­ce que aun­que dra­má­ti­co no resul­ta persuasivo.

Como muchas veces acon­te­ce, pue­de que la com­ple­ji­dad de la nove­la no se haya pres­ta­do a su adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca pero lo cier­to es que tal como su tema está aquí pre­sen­ta­do no hay nin­gún ele­men­to que cla­ri­fi­que o per­mi­ta com­pren­der la acti­tud de Paz como inde­sea­ble com­pa­ñe­ra y madre irres­pon­sa­ble. Por otra par­te, si aca­so el pro­pó­si­to del film es retra­tar la desin­te­gra­ción de una pare­ja, su tra­ta­mien­to es más bien esque­má­ti­co. Jor­ge Gutman

Agri­dul­ce Come­dia Romántica

UN BEAU SOLEIL INTÉ­RIEUR / LET THE SUNSHI­NE IN. Fran­cia, 2017. Un film de Clai­re Denis.

La vete­ra­na rea­li­za­do­ra Clai­re Denis retor­na con un film román­ti­co y deci­di­da­men­te clá­si­co en Un Beau soleil inté­rieur. Ade­más de su cui­da­da rea­li­za­ción, la pre­sen­cia de Juliet­te Bino­che con­tri­bu­ye a real­zar sus valo­res brin­dan­do una estu­pen­da inter­pre­ta­ción en una his­to­ria agri­dul­ce­men­te humana.

Juliet­te Binoche

El guión de Denis y Chris­ti­ne Angot, basa­do en un ensa­yo de Roland Barthés de 1977, intro­du­ce a Isa­be­lle (Bino­che), una exi­to­sa artis­ta plás­ti­ca de media­na edad vivien­do en París con su niñi­ta de 10 años cuya tenen­cia com­par­te con su ex mari­do Fra­nçois (Lau­rent Gré­vill). Sexy y deci­di­da­men­te atra­yen­te, su meta sen­ti­men­tal es encon­trar al amor de su vida; sin embar­go, ella no pare­ce tran­si­tar por el buen camino a juz­gar por los amo­ríos en que se va invo­lu­cran­do don­de des­de un comien­zo pare­cen estar des­ti­na­dos al fracaso.

En la suce­sión de víncu­los afec­ti­vos que va man­te­nien­do en la pri­me­ra esce­na se la ve hacien­do el amor con Vin­cent (Xavier Beau­vois), un arro­gan­te y nar­ci­sis­ta ban­que­ro casa­do en quien ella no pue­de alber­gar espe­ran­za algu­na pues­to que no tie­ne inten­ción de dejar a su espo­sa. Su siguien­te rela­ción es con un actor (Nico­las Duvau­che­lle) tam­bién casa­do y más joven que ella, adic­to a la bebi­da y cen­tra­do en sí mis­mo, en don­de cla­ra­men­te se evi­den­cia que no es más que sexo oca­sio­nal lo que él pue­de ofre­cer­le. Entre otros hom­bres con quien se codea están Fabri­ce (Bruno Podaly­des) — un ami­go esno­bis­ta del mun­do del arte‑, Marc (Alex Des­cas) ‑otro de sus ami­gos de quien qui­zá podría obte­ner algo de lo que está buscando‑, así como un extra­ño (Paul Blain) a quien ella encuen­tra en una pis­ta de bai­le. A todo ello, el hecho de estar divor­cia­da no impi­de que siga acos­tán­do­se con Fra­nçois en pro­cu­ra de satis­fac­ción sexual.

Aun­que nin­guno de sus oca­sio­na­les aman­tes lle­ga a col­mar su aspi­ra­ción de mujer, Isa­be­lle final­mente encuen­tra una luz de espe­ranza en un bri­llante tête à tête que man­tie­ne con el úni­co hom­bre que no aspi­ra man­te­ner una rela­ción román­ti­ca; cuan­do ella le hace cono­cer sus des­ven­tu­ras sen­ti­men­ta­les, este viden­te carac­te­ri­za­do por Gérard Depar­dieu, a tra­vés de sus sabios con­se­jos le hará reco­brar la con­fianza en sí mis­ma al sur­gir de su inte­rior un des­lum­bran­te sol cuyos rayos le per­mi­ti­rán vis­lum­brar un futu­ro más optimista.

En esa ron­da amo­ro­sa Bino­che trans­mite todos los mati­ces de su vul­ne­ra­ble y frá­gil per­so­naje quien a pesar de mos­trar­se inse­gu­ra y a veces exas­pe­ran­te, no obs­tan­te des­ti­la una inmen­sa sen­si­bi­li­dad. En esen­cia, la rea­li­za­dora ofre­ce un lúci­do y cohe­sio­na­do film que sin ser el más des­co­llan­te de su fil­mo­gra­fía, sabe equi­li­brar el dra­ma román­ti­co con cier­tas notas de pun­zante humor dejan­do satis­fe­cha a la audien­cia.  Jor­ge Gutman

Des­nu­dos Para Protestar

NOR­MAN­DIE NUE. Fran­cia, 2018. Un film de Phi­lip­pe Le Guay

Una come­dia de cier­ta con­no­ta­ción social es la que ofre­ce Phi­lip­pe Le Guay en Nor­man­die Nue enfo­can­do las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por los habi­tan­tes de un peque­ño pue­blo rural. Con­tan­do como pro­ta­go­nis­ta a Fra­nçois Clu­zet, este con­vin­cen­te actor cons­ti­tu­ye el mayor atrac­ti­vo de este film.

Fra­nçois Cluzet

La acción trans­cu­rre en Mêle sur Sarthe, una loca­li­dad ubi­ca­da en la región de Nor­man­día. Allí, los agri­cul­to­res que se dedi­can a la cría de gana­do como medio de vida, expe­ri­men­tan una impor­tan­te cri­sis como cau­sa de la caí­da de los pre­cios de los pro­duc­tos agro­pe­cua­rios por lo que muchos de los mis­mos tra­tan de ven­der sus ins­tru­men­tos de tra­ba­jo para sobre­vi­vir; tra­tan­do de exte­rio­ri­zar su frus­tra­ción a tra­vés de pro­tes­tas, esta gen­te no con­si­gue atraer la aten­ción de las auto­ri­da­des ofi­cia­les per­ti­nen­tes. El apre­cia­do y res­pon­sa­ble alcal­de Geor­ges Bal­bu­zard (Clu­zet), quien a su vez es igual­men­te otro de los gran­je­ros del lugar, hace todo lo posi­ble por resol­ver la situa­ción y apo­yar a su comunidad.

Quie­re el azar que apa­rez­ca en el lugar Bla­ke New­man (Toby Jones), un fotó­gra­fo ame­ri­cano que está visi­tan­do la zona y que se espe­cia­li­za en la cap­ta­ción de des­nu­dos. Este sin­gu­lar foras­te­ro que se mues­tra encan­ta­do con la belle­za pano­rá­mi­ca que con­tem­pla, pro­po­ne al alcal­de foto­gra­fiar a los aldea­nos com­ple­ta­men­te des­ves­ti­dos; así, una vez que la foto­gra­fía lle­gue al domi­nio públi­co podrá lograr que el gobierno cobre con­cien­cia de la situa­ción y ayu­de a los des­afor­tu­na­dos campesinos.

A todo ello, den­tro del con­tex­to de su tema cen­tral, el guión de Le Guay, Vic­to­ria Bedos y Oli­vier Dazat con­si­de­ra algu­nas sub­tra­mas vin­cu­la­das con los pai­sa­nos de este pue­blo. Entre otros se des­ta­ca el pari­sino (Fra­nçois-Xavier Demai­son), que dejó la gran metró­po­li para vivir en la cam­pa­ña, el car­ni­ce­ro (Gre­gory Gade­bois) que es celo­so de su sen­sual mujer (Lucie Mura­tet), el roman­ce del hijo (Arthur Dupont) de un des­apa­re­ci­do fotó­gra­fo de la zona con una agra­da­ble tra­ba­ja­do­ra (Julie-Ann Roth), así como la dispu­ta entre dos gran­je­ros veci­nos (Phi­lip­pe Reb­bot y Patrick d’As­su­mçao) sobre la ocu­pa­ción de un terreno.

Den­tro de una atmós­fe­ra ambien­tal que remi­te en par­te a la exce­len­te come­dia bri­tá­ni­ca The Full Monty (1997) sobre stri­pers mas­cu­li­nos, este film aun­que par­ta de una idea intere­san­te, resul­ta dema­sia­do sim­ple y tibio sin pro­fun­di­zar en los per­so­na­jes ni tam­po­co apor­tar mucho bri­llo y relie­ve. Final­men­te, la leve intri­ga resi­de en saber si el puri­ta­nis­mo de los pue­ble­ri­nos per­mi­ti­rá que se pres­ten a posar desnudos.

Las obser­va­cio­nes apun­ta­das no alcan­zan a des­ca­li­fi­car a este rela­to imbui­do de bue­nas inten­cio­nes; cier­ta­men­te está bien actua­do, sobre todo por Clu­zet, pero a la pos­tre no resul­ta memo­ra­ble. Jor­ge Gutman

Frus­tra­do Amor Puritano

ON CHE­SIL BEACH. Gran Bre­ta­ña, 2017. Un film de Domi­nic Cooke

Un deco­ro­so rela­to sobre un amor no con­su­ma­do es lo que se apre­cia en On Che­sil Beach, ópe­ra pri­ma del rea­li­za­dor Domi­nic Cooke basa­da en la nove­la homó­ni­ma de Ian McE­wan (2007) quien a su vez la adap­tó para el cine.

Es muy impor­tan­te tener en cuen­ta que ‑con excep­ción de su epí­lo­go– la his­to­ria se desa­rro­lla en 1962, algu­nos años antes de pro­du­cir­se la libe­ra­ción sexual; por lo tan­to resul­ta fac­ti­ble ima­gi­nar que una pare­ja no haya man­te­ni­do rela­cio­nes ínti­mas antes de su casa­mien­to; ade­más, la vir­gi­ni­dad ‑al menos para la mujer- en ese enton­ces era con­si­de­ra­da vir­tud que debía ser con­ser­va­da has­ta el momen­to de la unión conyugal.

Saoir­se Ronan y Billy Howle

El rela­to que trans­cu­rre en Dor­set ‑al sudes­te de Gran Bre­ta­ña- se cen­tra­li­za en Edward (Billy How­le) y Flo­ren­ce (Saoir­se Ronan), dos jóve­nes que aca­ban de con­traer enla­ce; en ese día, se encuen­tran en la habi­ta­ción de un hotel que enfren­ta la pla­ya que da ori­gen al títu­lo del film y se apres­tan a cele­brar su luna de miel que comien­za con una comi­da; duran­te su trans­cur­so, a tra­vés de flash­backs, el espec­ta­dor se impo­ne de quié­nes son, cómo se han cono­ci­do, como así tam­bién saber sobre los miem­bros de sus res­pec­ti­vos hogares.

Edward pro­vie­ne de una fami­lia de cla­se media de Lon­dres cuyo padre (Adrian Scar­bo­rough) es un direc­tor de escue­la ele­men­tal y su madre (Anne.Marie Duff) ha sido una inte­li­gen­te mujer has­ta que un des­gra­cia­do acci­den­te dañó su cere­bro deján­do­la men­tal­men­te ines­ta­ble. Flo­ren­ce per­te­ne­ce a una fami­lia de Oxford, más afluen­te eco­nó­mi­ca­men­te, don­de su padre (Samuel West) es pro­pie­ta­rio de una fábri­ca y su madre (Emily Watson) es la que diri­ge la casa y a veces opi­na pre­ten­cio­sa­men­te más de la cuenta.

Cuan­do Edward, un bri­llan­te talen­to­so en his­to­ria, avis­ta a Flo­ren­ce ‑una exi­mia vio­li­nis­ta líder de un cuar­te­to de cuer­das recién for­ma­do- en la uni­ver­si­dad, sur­ge de inme­dia­to un gran amor que fun­da­men­tal­men­te se carac­te­ri­za por su pure­za. Para cada uno de ellos repre­sen­ta la pri­me­ra expe­rien­cia sen­ti­men­tal en don­de no hay mayor obs­tácu­lo que se opon­ga a la rela­ción, a pesar de que la madre de la joven pre­fe­ri­ría un mejor par­ti­do para ella. El com­ple­men­to de la pare­ja es total y resul­ta agra­da­ble ver cómo ella va inte­gran­do a Edward al mun­do de la músi­ca clásica.

Vol­vien­do a la noche nup­cial, duran­te la comi­da ellos demues­tran cier­ta inse­gu­ri­dad sobre lo que acon­te­ce­rá des­pués de la mis­ma, espe­cial­men­te en Flo­ren­ce quien tra­ta de disi­mu­lar sus temo­res a medi­da que se apro­xi­ma inexo­ra­ble­men­te el momen­to de la con­su­ma­ción matri­mo­nial. Cuan­do ya no hay moti­vos o excu­sas para seguir dila­tan­do el acto de unir sus cuer­pos des­nu­dos para el encuen­tro sexual, se pro­du­ce lo ines­pe­ra­do al mani­fes­tar­se la fri­gi­dez de Flo­ren­ce; un sutil deta­lle refle­ja­do en una esce­na del rela­to da la pau­ta de lo que pudo haber­le acon­te­ci­do en el pasa­do para así com­pren­der su agi­ta­da reac­ción emocional.

Entre los méri­tos del film se des­ta­ca la minu­cio­si­dad con que McE­wan enca­ró la adap­ta­ción de su libro, logran­do en este caso que la lite­ra­tu­ra y el cine pue­dan com­ple­men­tar­se. Eso ha sido muy bien apro­ve­cha­do por el rea­li­za­dor al haber narra­do con extre­ma suti­le­za su inusual con­te­ni­do cui­dan­do de no des­bor­dar sen­ti­men­tal­men­te; asi­mis­mo, ha demos­tra­do su des­tre­za en la direc­ción acto­ral. Tan­to How­le como Ronan logran una mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción psi­co­ló­gi­ca de sus per­so­na­jes irra­dian­do sen­si­bi­li­dad y ter­nu­ra como dos seres ino­cen­tes que amán­do­se ple­na­men­te final­men­te resul­tan daña­dos por una repre­si­va inco­mu­ni­ca­ción; así, es admi­ra­ble con­tem­plar la esce­na don­de la pla­ya de Che­sil es tes­ti­go de la frus­tra­ción, rabia, dolor y final­men­te el silen­cio que los envuel­ve; sin duda, esa secuen­cia alcan­za una gran dimen­sión emo­cio­nal. Jor­ge Gutman

Acep­ta­ble Film Juvenil

LA CHU­TE DE SPAR­TE. Cana­da, 2018. Un film de Tris­tan Dubois

Hay innu­me­ra­bles pelí­cu­las sobre estu­dian­tes ado­les­cen­tes, algu­nas muy bue­nas y otras no tan­to. En un inten­to de supe­rar la media­nía del géne­ro, el direc­tor Tris­tan Dubois se ha vali­do de la nove­la juve­nil de Sébas­tien Fré­chet­te (cuyo seu­dó­ni­mo es Biz) para cen­trar­se en un mucha­cho de 16 años. El resul­ta­do de dicho esfuer­zo es un film que no agre­ga nada nue­vo al res­pec­to y que en todo caso no alcan­za el nivel logra­do por 1:54 (2016), la madu­ra ópe­ra pri­ma cana­dien­se de Ian England, abor­dan­do una simi­lar temática.

Lévi Doré

El pro­ta­go­nis­ta es Stee­ve Simard (Lévi Doré), un mucha­cho que asis­te al últi­mo año de edu­ca­ción media en un cole­gio poli­va­len­te ubi­ca­do en Saint Lam­bert, un subur­bio resi­den­cial pró­xi­mo a Mon­treal. A dife­ren­cia de otros estu­dian­tes de su cla­se, antes que el depor­te pre­fie­re vol­car­se a la lite­ra­tu­ra de Que­bec, espe­cial­men­te en las obras del des­apa­re­ci­do poe­ta Gas­ton Miron; de este modo, dada su natu­ra­le­za soli­ta­ria, su inquie­tud inte­lec­tual le per­mi­te huir de la reali­dad que lo cir­cun­da. En su vida hoga­re­ña no pare­ce apre­ciar el con­fort y la como­di­dad que sus padres bur­gue­ses (Gabriel Sabou­rin, Marian­ne Far­ley) le ofre­cen y el cari­ño que le dispensan.

El rela­to basa­do en el guón de Dubois y Biz, sigue la peri­pe­cia clá­si­ca de los fil­mes ame­ri­ca­nos sin poder evi­tar los cli­sés de este géne­ro. En una rea­li­za­ción con­ven­cio­nal, Dubois entre otros aspec­tos mues­tra la atrac­ción que des­pier­ta en Stee­ve, la bella com­pa­ñe­ra de cla­se Vero­ni­que (Lili-Ann de Fran­ce­so), los celos que esa situa­ción pro­du­ce en Giroux (Karl Wal­cott), el depor­tis­ta matón quien lo inti­mi­da y ate­rro­ri­za per­ma­nen­te­men­te, así como el afec­to que este ado­les­cen­te man­tie­ne con su úni­co ami­go Vir­gi­le (Jonathan St-Armand).

En esen­cia, la mayor par­te de la his­to­ria se aso­cia a las pre­sio­nes que la escue­la ejer­ce en Stee­ve y si en algo se dis­tin­gue es por cier­to cli­ma poé­ti­co que se tras­lu­ce a tra­vés de la lite­ra­tu­ra ama­da por su pro­ta­go­nis­ta. Aun­que en gene­ral la emo­ción no pre­va­le­ce en el desa­rro­llo del rela­to, la mis­ma se hace pre­sen­te en la últi­ma par­te del rela­to fren­te a un hecho dra­má­ti­co que sacu­de fuer­te­men­te a Stee­ve y que posi­ble­men­te habrá de alte­rar de algún modo su vida al creer que él es cul­pa­ble de lo acontecido.

Con una bue­na actua­ción de Lévi Doré en el rol pro­ta­gó­ni­co, La Chu­te de Spar­te es un film acep­ta­ble que prin­ci­pal­men­te con­for­ma­rá al públi­co juve­nil de Quebec.
Jor­ge Gutman