UN HOMME PRESSÉ. Francia, 2018. Un film de Hervé Mimran
Basado en el libro “J’étais un homme pressé” de Christian Streiff publicado en 2014, Un homme pressé es una comedia dramática que aunque predecible se deja ver fundamentalmente por la presencia de Fabrice Luchini.
La adaptación cinematográfica efectuada por Mimran con Hélène Fillières se centra en Alain Wapler (Luchini), un hombre que como presidente ejecutivo de una importante empresa de automóviles siempre vive apurado, dedicado por completo a su trabajo y sin tiempo para dispensar la atención que merecen sus subalternos, además de no tener en cuenta su vida familiar.
El factor que impulsa la acción del relato es el accidente vascular cerebral que inesperadamente sufre este hombre de negocios: aunque afortunadamente logra salvar su vida y la retención de su memoria, eso no excluye las dificultades que enfrenta al tener que expresarse; así, pronuncia frases no del todo comprensibles al ir revirtiendo las letras de las palabras empleadas. Frente a ese serio problema, Alain cuenta con la invalorable ayuda de Jeanne (Leïla Bekhti), la foniatra del hospital; con gran esfuerzo y devoción ella hace todo lo posible para que el impedimento de Alain se atenúe, sobre todo teniendo en cuenta que debe estar preparado para la presentación de un lujoso auto eléctrico en una convención que se realizará en Ginebra.
Tanto el inesperado despido de su compañía como los coletazos del ACV, harán que Alain, a medida que se va recuperando, busque su redención efectuando una peregrinación espiritual a Santiago de Compostela. A la postre, la experiencia vivida permitirá su transformación en un ser más humano y humilde lo que le permite mantener un acercamiento con su querida hija (Rebecca Marder) a quien había dejado de lado y la posibilidad de avizorar un futuro más luminoso.
Mimran no puede evitar algunos clisés que se presentan en el desarrollo de esta historia que sin mayores sorpresas se desliza por carriles frecuentemente transitados por el cine. No obstante, la endeblez del guión se atenúa por la solidez interpretativa de Luchini quien reafirma su condición de excelente comediante. Eso lo demuestra magníficamente cuando Alain enfrenta los problemas de comunicación oral durante la etapa de la convalecencia, generando los momentos más humorísticos del relato; asimismo, Luchini transmte emoción en el proceso que atraviesa su personaje al tratar de reconstruir su vida. Jorge Gutman