MALEK. Canada, 2018. Un film de Guy Édoin.
Un drama psicológico sobre un inmigrante perseguido por su pasado es lo que se observa en Malek del realizador Guy Édoin.
Malek (Tewfik Jallab) dejó El Líbano para iniciar una nueva vida en Montreal; sin embargo, su traumático estado emocional lo ha llevado a un intento de suicidio. A través de la ayuda social que recibe por estar desempleado, es forzado a recibir apoyo terapéutico de Geneviève (Karine Vanasse), una psicóloga que trata de auscultar su personalidad y vislumbrar las razones que lo atormentan. Gradualmente se llega a determinar la estrecha vinculación que mantuvo con su hermana y el complejo de culpa que acarrea por no haber podido evitar su muerte. Al propio tiempo, Malek logra cimentar un vínculo sentimental con Shoreh (Hiba Abouk), una joven inmigrante iraní quien también arrastra un duro pasado.
Basado en la novela Le cafard de Rawi Hage, el guión de Claude Lalonde no alcanza a rescatar toda la riqueza de la misma dejando en cambio la sensación de asistir a una historia que en ciertas instancias carece de la necesaria coherencia y que se agrava por coincidencias casuales que se producen de manera forzada.
En lo que concierne a la actuación, Jallab satisface como el atribulado protagonista que trata de liberarse de sus acosadores demonios interiores; Vanasse es completamente convincente como la psicóloga que asiste al torturado Malek como así también representando la figura fantasmagórica que lo visita en su hogar; por su parte la actriz española Abouk caracterizando a Shoreh aporta con la sensualidad de su personaje un especial encanto femenino.
La dirección de Édoin es sobria aunque sin descollar debido a las limitaciones del guión en el que los personajes descriptos no logran alcanzar la profundidad necesaria. En todo caso, este drama introspectivo resulta moderadamente aceptable aunque no agrega algo distintivo sobre el tema de los inmigrantes que no pueden dejar de lado los rastros del pasado de la tierra natal. Jorge Gutman