Crónica de Jorge Gutman
LE TERRIER – Autor: David Lindsay-Abaire – Traducción: Yves Morin — Dirección: Jean-Simon Traversy – Elenco: Sandrine Bisson, Frédéric Blanchette, Rose-Anne Déry, Pierrette Robitaille, André-Luc Tessier — Escenografía: Cédric Lord. — Vestuario: Marie Noëlle Klis – Iluminación: Renaud Pettigrew – Música: Yves Morin y Étienne Thibeault. Duración: 1h30m, sin entreacto. Representaciones: Hasta el 23 de marzo de 2019 en el Théâtre Duceppe (www.duceppe.com)
La muerte de un ser querido siempre afecta dolorsamente, pero no hay nada más terrible y angustiante para un ser humano cuando lo que se pierde es un hijo. Aunque este tema ha sido tratado en varias ocasiones, especialmente en el cine, lo cierto es que esta obra de David Lindsay-Abaire se destaca por su contenido humano y la forma original en que está construida, permitiendo alcanzar un nivel de profundidad incapaz de dejar a alguien indiferente.
El relato se centra en el matrimonio integrado por Becca (Sandrine Bisson) y Louis (Frédéric Blanchette), ocho meses después de haberse producido un accidente fatal que abatió a su hijo único de 4 años. El lapso transcurrido ha dejado profundas huellas en la pareja aunque la actitud asumida por cada uno de ellos difiera; así mientras Becca trata de eliminar cualquier vestigio que surja del vástago desaparecido sin encontrar la fuerza suficiente para atenuar el duelo, su marido, sin ocultar la pena, adopta el pragmático criterio de mirar hacia adelante. En esa diferente vivencia radica la esencia del drama que permite comprender el remordimiento, rabia, impotencia que anima a los cónyuges, las recriminaciones y reproches mutuos que surgen, el sarcasmo latente frente a situaciones específicas, la desorientación y frustración de cómo seguir manteniendo la relación matrimonial y la forma como ellos se vinculan con el mundo exterior.
La actual producción de la compañía Duceppe recrea a la misma que tuvo lugar originalmente en 2016 en una sala teatral más pequeña. Su atracción reside en la buena dirección de Jean Simon Traversy, la eficiente traducción de Yves Morin y muy especialmente a su calificado elenco que ha sabido insuflarle la gran sensibilidad requerida en la excelente descripción de los personajes de Lindsay-Abaire.
Sandrine Bisson ofrece una magnífica caracterización de Becca mostrando la variedad de matices que surge de un ser frágil, dueña de pequeños gestos nerviosos que traslucen el sentimiento de una persona que trata de contener el cúmulo de emociones que la invade con gran valentía. A su lado Frédéric Blanchette expone la moderación de Louis que contrastando con la actitud de su esposa no permite que la desgracia pueda atenuar el amor que siente por ella. Gracias a que la obra sabe equilibrar el drama con el humor, es el personaje de Nathalie interpretado por la remarcable Pierrette Robitaille quien en el rol de la madre de Becca permite que en algunas de las réplicas que mantiene con su hija provoque risas espontáneas que contribuyen a aliviar la tensión existente. En otro papel de apoyo se distingue Rose-Anne Déry quien como Isa, la hermana inmadura y un tanto egoísta de Becca, demuestra el necesario descomedimiento que envuelve a su personaje. En los tramos finales se destaca el joven actor André-Luc Tessier, quien como Jason, el adolescente que conduciendo su vehículo ocasionó el accidente fatal del niño, realiza una actuación conmovedora al transmitir el hondo sentimiento de culpa que posiblemente le dejará marcado por el resto de su vida.
La grandeza de esta pieza reside en su mensaje positivo demostrando que para los que sobreviven a una pérdida irreparable la vida continúa a través del poder de reconstrucción alimentado por el amor que une a sus deudos.
En esencia, Le Terrier es una obra luminosa que merece ser vista por los valores descriptos.