La emble­má­ti­ca obra de Rostand

CYRANO DE BERGERAC

Des­de que fue estre­na­da en Fran­cia en diciem­bre de 1897 esta pie­za del poe­ta y dra­ma­tur­go fran­cés Edmond Ros­tand alcan­zó un reso­nan­te éxi­to a tra­vés del mun­do. La Comé­die Fra­nçai­se la lle­vó en esce­na en dife­ren­tes opor­tu­ni­da­des y una de las más meri­to­rias pro­duc­cio­nes ha sido la que ha teni­do como direc­tor escé­ni­co a Denis Podaly­dès, habien­do sido repre­sen­ta­da en 2017 en el esce­na­rio del Tea­tro Riche­lieu de París. Como la pie­za ha sido fil­ma­da en vivo para ser exhi­bi­da en los cines, en los pró­xi­mos días el públi­co cana­dien­se ten­drá la opor­tu­ni­dad de ver­la en las salas de Cine­plex.

Esta pie­za gira en torno de Cyrano de Ber­ge­rac, un sol­da­do poe­ta a la vez que sen­ti­men­tal quien es posee­dor de una nariz extre­ma­da­men­te lar­ga has­ta bor­dear en lo ridícu­lo. Él está ena­mo­ra­do de su bella pri­ma Roxa­ne pero no se atre­ve a reve­lar­le su amor debi­do a su feal­dad. A su vez, Chris­tian, un sol­da­do cade­te que es due­ño de una bue­na pre­sen­cia físi­ca aun­que sin poseer la inge­nio­si­dad de Cyrano, desea con­quis­tar a Roxa­ne; para ello Cyrano se pres­ta a ayu­dar a Chris­tian escri­bién­do­le en su nom­bre car­tas de amor a la joven quien al leer­las que­da hon­da­men­te impre­sio­na­da lle­gan­do a casar­se con él. Aun­que Cyrano que­da angus­tia­do al ver que el hon­do sen­ti­mien­to vol­ca­do en dichas misi­vas moti­vó haber per­di­do a su ama­da, de nin­gu­na mane­ra habrá de reve­lar­le la ver­dad, inclu­so cuan­do pos­te­rior­men­te irrum­pe una ines­pe­ra­da tragedia.

Fran­co­ise Gillard y Michel Vuillermoz.

Esta emble­má­ti­ca obra del tea­tro fran­cés que com­bi­na varios géne­ros inclu­yen­do la ópe­ra bufa, tra­ge­dia, dra­ma román­ti­co, sim­bo­lis­mo poé­ti­co y algu­nos toques de come­dia dis­pa­ra­ta­da, ha sido dra­ma­ti­za­da por Emma­nuel Bour­dieu. En los pape­les prin­ci­pa­les se des­ta­can Michel Vui­ller­moz  como Cyrano, Fra­nçoi­se Gillard inter­pre­tan­do a Roxa­ne y Loïe Cor­bery como el cade­te Chris­tian. El vas­to repar­to inclu­ye, entre otros nom­bres, a Bruno Raf­fae­li, Syl­via Ber­gé, Chris­tian Gonon y Didier San­dre. La esce­no­gra­fía es de Éric Ruf, el ves­tua­rio corres­pon­de a Chris­tian Lacroix, la ilu­mi­na­ción a Stépha­nie Daniel y la rea­li­za­ción sono­ra a Ber­nard Vallery.

Cyrano de Ber­ge­rac será difun­di­da los días 5, 14 y 16 de febre­ro de 2019 en su ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa con sub­tí­tu­los en inglés. Para cono­cer los cines que exhi­bi­rán la pie­za y los hora­rios corres­pon­dien­tes pre­sio­ne aquí 

Retra­to de una Tris­te Realidad

CAPER­NAUM. El Líbano-Fran­cia, 2018. Un film de Nadi­ne Labaki

La direc­to­ra Nadi­ne Laba­ki con­mue­ve pro­fun­da­men­te con su des­ga­rra­dor dra­ma Caper­naum abor­dan­do como tema cen­tral el de la infan­cia mal­tra­ta­da y libra­da al azar den­tro de un mar­co de vida mise­ra­ble del cual es difí­cil desprenderse.

Bolu­wa­ti­fe Trea­su­re Ban­ko­le y Zain Al Rafeea

La pri­me­ra y per­tur­ba­do­ra esce­na de esta his­to­ria per­mi­te con­tem­plar a Zain (Zain Al Rafeea), de apro­xi­ma­da­men­te 12 años de edad y sin cer­ti­fi­ca­do alguno de naci­mien­to, quien cum­plien­do una pena de 5 años de pri­sión juve­nil por haber acu­chi­lla­do a un indi­vi­duo, mani­fies­ta ante un juez que quie­re deman­dar a sus padres por haber­le dado vida. De allí en más, des­pla­zan­do la acción hacia el pasa­do se cono­ce­rá el moti­vo de tal petición.

Pro­ve­nien­te de una fami­lia pau­pé­rri­ma y vivien­do en una uni­dad habi­ta­cio­nal ubi­ca­da en uno de los sec­to­res des­fa­vo­re­ci­dos de Bei­rut, los pro­ge­ni­to­res de Zain (Kawthar Al Had­dad, Fadi Kamel Yous­sef), inca­pa­ces de brin­dar amor a sus 7 hijos, nutren las emer­gen­tes nece­si­da­des finan­cie­ras del hogar tra­fi­can­do dro­gas recons­ti­tui­das envia­das a las cár­ce­les. Cuan­do el chi­co des­cu­bre que sus padres pla­nean casar a su que­ri­da her­ma­ni­ta Sahar (Cedra Izam) de 11 años con un hom­bre (Nour el Hus­sei­ni) que la tri­pli­ca en edad, al no poder hacer nada por impe­dir tal hecho, que­da muy amar­ga­do y resuel­ve aban­do­nar su hogar.

Vagan­do por las calles de la ciu­dad, en un par­que de diver­sio­nes sale al encuen­tro de Rahil (Yor­da­nos Shi­fe­raw), una inmi­gran­te ile­gal de Etio­pía que rea­li­za tra­ba­jos de lim­pie­za y es madre mono­pa­ren­tal de Yonas (Bolu­wa­ti­fe Trea­su­re Ban­ko­le), una cria­tu­ra de 2 años. Es allí que Zain, a tra­vés de ambos, encuen­tra el ver­da­de­ro sen­ti­do de una fami­lia reci­bien­do el cari­ño que has­ta ese enton­ces había care­ci­do. Cuan­do repen­ti­na­men­te Rahil des­apa­re­ce dejan­do solo a Yonas, él se hace car­go del aban­do­na­do bebé asu­mien­do la res­pon­sa­bi­li­dad de cui­dar­lo; así, ini­cia un difi­cul­to­so camino para que los dos pue­dan sobre­vi­vir, pero fren­te a situa­cio­nes difí­ci­les de supe­rar se ve obli­ga­do a adop­tar una dra­má­ti­ca decisión.

Si bien el duro com­ba­te atra­ve­sa­do por el pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria lle­ga a con­mo­ver pro­fun­da­men­te, la direc­to­ra tam­bién ha con­si­de­ra­do la tris­te reali­dad de los inmi­gran­tes indo­cu­men­ta­dos como en el caso de Rahil quien se ha vis­to for­za­da a dejar Etio­pía para lle­gar a tra­ba­jar clan­des­ti­na­men­te en Bei­rut para ser final­men­te apre­sa­da por las auto­ri­da­des locales.

Más que un rela­to de fic­ción, el film se ase­me­ja a un docu­men­tal en la medi­da que su elen­co, ade­más de no pro­fe­sio­nal, inclu­ye a varios acto­res quie­nes en la vida real expe­ri­men­tan los mis­mos pro­ble­mas atra­ve­sa­dos por sus per­so­na­jes. En el rol pro­ta­gó­ni­co y omni­pre­sen­te en todo el rela­to se encuen­tra Zain Al Rafeea quien como el eje moral de este dra­ma logra una estu­pen­da carac­te­ri­za­ción del menor des­am­pa­ra­do en pro­cu­ra de que el des­tino le ofrez­ca un futu­ro mejor, aun­que resul­te muy difí­cil de lograrlo.

Con una narra­ción sóli­da y mane­jan­do una cáma­ra ner­vio­sa, la rea­li­za­do­ra brin­da un film tris­te y amar­go retra­tan­do una dolo­ro­sa reali­dad que azo­ta al mun­do. Con­si­de­ran­do sus inne­ga­bles valo­res artís­ti­cos el film ha sido ova­cio­na­do y dis­tin­gui­do con el Pre­mio del Jura­do en el Fes­ti­val de Can­nes y ade­más ha sido nomi­na­do por la Aca­de­mia de Holly­wood en la cate­go­ría de mejor pelí­cu­la extran­je­ra. Jor­ge Gutman

Los Her­ma­nos Sean Unidos

LOLA ET SES FRЀ­RES. Fran­cia, 2017. Un film de Jean-Paul Rouve

La diná­mi­ca fami­liar es enfo­ca­da en Lola et ses frè­res, una come­dia dra­má­ti­ca del rea­li­za­dor Jean-Paul Rou­ve en la cual tam­bién par­ti­ci­pa como actor.

Adop­tan­do el tono de un film coral, la tra­ma pro­pues­ta por Rou­ve en cola­bo­ra­ción con el nove­lis­ta David Foen­ki­nos pre­sen­ta a tres her­ma­nos adul­tos que no han logra­do gran comu­ni­ca­ción entre sí. Uno de ellos es Benoît, un opto­me­tris­ta que deci­de ini­ciar una nue­va vida con­yu­gal casán­do­se por ter­ce­ra vez; el otro her­mano es Pie­rre (José Gar­cía), un eje­cu­ti­vo de una empre­sa dedi­ca­da a la demo­li­ción de inmue­bles; el trío se com­ple­ta con Lola, una abo­ga­da espe­cia­li­za­da en divorcios.

Cada uno de estos her­ma­nos lle­va una vida sepa­ra­da lo que no impli­ca que estén dis­tan­cia­dos y a pesar de sus dife­ren­tes per­so­na­li­da­des y algu­nas ren­ci­llas o repro­ches que pue­den pro­du­cir­se entre ellos, siem­pre hay algu­na oca­sión para reu­nir­se; así un encuen­tro se pro­du­ce una vez al mes cuan­do los tres acu­den al cemen­te­rio para visi­tar la tum­ba de sus padres.

El rela­to se abre en tres his­to­rias sepa­ra­das pre­sen­tan­do las situa­cio­nes per­so­na­les por las que atra­vie­san cada uno de los her­ma­nos. Así se asis­te a las des­ven­tu­ras de Pie­rre, quien al pro­du­cir la demo­li­ción de un edi­fi­cio cau­san­do serios per­jui­cios a ter­ce­ros, pier­de su empleo y debe empe­zar el difí­cil pro­ce­so de con­se­guir uno nue­vo, sobre todo cuan­do no se es más joven. Por su par­te, Benoît se sor­pren­de cuan­do su recien­te joven espo­sa Sarah (Pau­li­ne Clé­ment) le comu­ni­ca que espe­ra un hijo; al ver el ros­tro de des­en­can­to de su mari­do se pro­du­ce la pri­me­ra fisu­ra matri­mo­nial. En cuan­to a Lola, ella des­cu­bre el gran amor de su vida en Zoher (Ramzy Bedia), un clien­te a quien le tra­mi­ta su divor­cio; sabien­do que él desea tener hijos, la feli­ci­dad de esta mujer lle­ga a empa­ñar­se al saber que físi­ca­men­te se encuen­tra impo­si­bi­li­ta­da de concebir..

Con un indu­da­ble afec­to y sen­si­bi­li­dad hacia sus per­so­na­jes, Rou­ve per­mi­te que en últi­ma ins­tan­cia el lazo fra­ter­nal per­mi­ta una comu­ni­ca­ción más fran­ca y abier­ta en momen­tos difí­ci­les para que median­te el mutuo apo­yo pue­dan solu­cio­nar los res­pec­ti­vos pro­ble­mas que les preocupan.

Den­tro del mar­co de un rela­to clá­si­co, don­de la san­gre no lle­ga al río, se asis­te a un film tierno y sen­si­ble, sazo­na­do con una muy bue­na dosis de humor brin­da­do por los efi­cien­tes diá­lo­gos del guión. A ello debe aña­dir­se la inob­je­ta­ble inter­pre­ta­ción del elen­co, en espe­cial la de José Gar­cía que en más de una oca­sión logra con­mo­ver. De este modo, el rea­li­za­dor siguien­do los con­se­jos del gau­cho Mar­tín Fie­rro de que “los her­ma­nos sean uni­dos” ha logra­do una come­dia que aun­que con­ven­cio­nal su visión resul­ta agra­da­ble. Jor­ge Gutman

Un Dúo Inolvidable

STAN & OLLIE. Gran Bre­ta­ña, 2018. Un film de Jon S. Baird

Así como recien­te­men­te Peter Bog­da­no­vich ofre­ció un tri­bu­to al gran cómi­co Bus­ter Kea­ton, aquí es el rea­li­za­dor Jon S. Baird quien hace lo pro­pio con uno de los dúos de come­dian­tes más cele­bra­dos de la his­to­ria del cine. Cono­ci­dos en muchos paí­ses con el cari­ño­so sobre­nom­bre de “el gor­do y el fla­co”, Oli­ver Hardy y Stan Lau­rel bri­lla­ron duran­te la épo­ca del cine mudo ofre­cien­do una irre­sis­ti­ble comi­ci­dad con sus pirue­tas y carac­te­rís­ti­cas personales.

Ste­ve Coogan y John C. Reilly

En Stan & Ollie John C. Reilly como el gor­do Oli­ver Hardy (tam­bién apo­da­do cari­ño­sa­men­te “Ollie”) y Ste­ve Coogan encar­nan­do al fla­co Stan Lau­rel se sumer­gen en cuer­po y alma en la piel de los agra­cia­dos cómi­cos; al hacer­lo, ambos acto­res han logra­do una exce­len­te carac­te­ri­za­ción de cada uno de ellos al pun­to tal que agra­cia­dos por sus res­pec­ti­vos físi­cos y mer­ced a un remar­ca­ble maqui­lla­je dan la impre­sión de que los glo­rio­sos cómi­cos han resucitado.

Baird tra­ba­jan­do con el guión de Jeff Pope comien­za el rela­to con un bre­ve pró­lo­go que se desa­rro­lla en Holly­wood en 1937, don­de la céle­bre pare­ja que se encuen­tra en la cima de su popu­la­ri­dad está lis­ta para comen­zar a rodar Way Out West; la repro­duc­ción del set de fil­ma­ción con sus acto­res es sen­ci­lla­men­te mag­ní­fi­ca vien­do a Hardy jugan­do con su cor­ba­ti­ta en tan­to que su com­pa­ñe­ro se hace notar con su cabe­llo para­do y el gra­cio­so movi­mien­to de sus ojos.

La acción se des­pla­za de inme­dia­to a Ingla­te­rra en 1953. El inexo­ra­ble pasa­je del tiem­po con los años a cues­ta se hace sen­tir para este tán­dem, sobre todo para Ollie quien obe­so como lo ha sido siem­pre comien­za a cojear un poco por los pro­ble­mas que le cau­sa una de sus rodi­llas. No encon­trán­do­se en las mejo­res con­di­cio­nes finan­cie­ras, la posi­bi­li­dad del dúo de seguir hacien­do pelí­cu­las resul­ta difi­cul­to­sa en la medi­da que el esti­lo impues­to en sus años de glo­ria aho­ra ya no resul­ta tan efec­ti­vo. Es así que nues­tros que­ri­dos come­dian­tes se ven obli­ga­dos a rea­li­zar una gira tea­tral en los esce­na­rios de pro­vin­cia de Gran Bre­ta­ña apli­can­do sus acos­tum­bra­dos gags; en la medi­da que no hay sufi­cien­te publi­ci­dad de por medio, ellos rea­li­zan la pro­mo­ción de sus pre­sen­ta­cio­nes por suge­ren­cia del empre­sa­rio (Rufus Jones) que los ha contratado.

Entre otros aspec­tos, el rela­to des­ta­ca la pre­sen­cia de las espo­sas del dúo; tan­to Shir­ley Hen­der­son como la deli­cio­sa Luci­lle Hardy y Nina Arian­da como la otro­ra y vani­do­sa artis­ta rusa Ida Lau­rel, con­tri­bu­yen a apo­yar y pro­te­ger a sus res­pec­ti­vos cón­yu­ges. Igual­men­te, el guión resal­ta algu­nos resen­ti­mien­tos mutuos de estos com­pin­ches debi­do a suce­sos del pasa­do pero los atis­bos de ani­mo­si­dad des­apa­re­cen bien pron­to por­que lo que pre­do­mi­na final­men­te es el noble y pro­fun­do sen­ti­mien­to de amis­tad y soli­da­ri­dad que exis­te entre ellos; eso espe­cial­men­te se evi­den­cia en una emo­ti­va esce­na cuan­do Ollie afec­ta­do del cora­zón no pue­de seguir actuan­do y Stan se resis­te a hacer­lo con un reemplazante.

En un rela­to rea­lis­ta no exen­to de nos­tal­gia y con cier­to dejo poé­ti­co, que­da como balan­ce una come­dia fina y diver­ti­da que des­ti­la con­si­de­ra­ble cali­dez gra­cias a la nota­ble alqui­mia exis­ten­te entre Coogan y Reilly ani­man­do a esta extra­or­di­na­ria e inol­vi­da­ble pare­ja de cómi­cos. Jor­ge Gutman

Duros Ras­tros del Pasado

MALEK. Cana­da, 2018. Un film de Guy Édoin.

Un dra­ma psi­co­ló­gi­co sobre un inmi­gran­te per­se­gui­do por su pasa­do es lo que se obser­va en Malek del rea­li­za­dor Guy Édoin.

Tew­fik Jallab e Hiba Abouk

Malek (Tew­fik Jallab) dejó El Líbano para ini­ciar una nue­va vida en Mon­treal; sin embar­go, su trau­má­ti­co esta­do emo­cio­nal lo ha lle­va­do a un inten­to de sui­ci­dio. A tra­vés de la ayu­da social que reci­be por estar des­em­plea­do, es for­za­do a reci­bir apo­yo tera­péu­ti­co de Gene­viè­ve (Kari­ne Vanas­se), una psi­có­lo­ga que tra­ta de aus­cul­tar su per­so­na­li­dad y vis­lum­brar las razo­nes que lo ator­men­tan. Gra­dual­men­te se lle­ga a deter­mi­nar la estre­cha vin­cu­la­ción que man­tu­vo con su her­ma­na y el com­ple­jo de cul­pa que aca­rrea por no haber podi­do evi­tar su muer­te. Al pro­pio tiem­po, Malek logra cimen­tar un víncu­lo sen­ti­men­tal con Sho­reh (Hiba Abouk), una joven inmi­gran­te ira­ní quien tam­bién arras­tra un duro pasado.

Basa­do en la nove­la Le cafard de Rawi Hage, el guión de Clau­de Lalon­de no alcan­za a res­ca­tar toda la rique­za de la mis­ma dejan­do en cam­bio la sen­sa­ción de asis­tir a una his­to­ria que en cier­tas ins­tan­cias care­ce de la nece­sa­ria cohe­ren­cia y que se agra­va por coin­ci­den­cias casua­les que se pro­du­cen de mane­ra forzada.

En lo que con­cier­ne a la actua­ción, Jallab satis­fa­ce como el atri­bu­la­do pro­ta­go­nis­ta que tra­ta de libe­rar­se de sus aco­sa­do­res demo­nios inte­rio­res; Vanas­se es com­ple­ta­men­te con­vin­cen­te como la psi­có­lo­ga que asis­te al tor­tu­ra­do Malek como así tam­bién repre­sen­tan­do la figu­ra fan­tas­ma­gó­ri­ca que lo visi­ta en su hogar; por su par­te la actriz espa­ño­la Abouk carac­te­ri­zan­do a Sho­reh apor­ta con la sen­sua­li­dad de su per­so­na­je un espe­cial encan­to femenino.

La direc­ción de Édoin es sobria aun­que sin des­co­llar debi­do a las limi­ta­cio­nes del guión en el que los per­so­na­jes des­crip­tos no logran alcan­zar la pro­fun­di­dad nece­sa­ria. En todo caso, este dra­ma intros­pec­ti­vo resul­ta mode­ra­da­men­te acep­ta­ble aun­que no agre­ga algo dis­tin­ti­vo sobre el tema de los inmi­gran­tes que no pue­den dejar de lado los ras­tros del pasa­do de la tie­rra natal. Jor­ge Gutman