HIGH LIFE. Francia-Alemania-Estados Unidos-Gran Bretaña-Polonia, 2018. Un film de Claire Denis
La respetada realizadora Claire Denis cuyos filmes son catalogados como “cine de autor” incursiona en el género de la ciencia ficción con High Life. Aunque el punto de partida atrae la atención del espectador, a medida que transcurre el metraje su narración va perdiendo interés juzgando las extrañas situaciones que acontecen en su desarrollo sin la posibilidad de encontrar cabal sentido a lo que Denis desea expresar.
La acción de este claustrofóbico relato no lineal ‑concebido por la realizadora con la colaboración de Jean-Pol Fargeau y Geoff Cox- transcurre en una nave espacial que flotando a través de la galaxia tiene como destino alcanzar el agujero negro dentro de la distancia más aproximada a la Tierra. En la misma viaja Monte (Robert Pattinson), un ex convicto quien como padre monoparental es responsable de la suerte de su pequeña hijita que se halla con él. En este viaje también se encuentran otros peligrosos prisioneros (André Benjamin, Mia Goth, Agata Buzek, Lars Eidinger, Claire Tran, Gloria Obianyo y Ewan Mitchell) que a cambio de no ser condenados a muerte han aceptado ser utilizados como cobayos en esta misión espacial sin aparente retorno. A todo ello, en el interior del vehículo se halla la doctora Dibs (Juliette Binoche), una desequilibrada científica con un pasado criminal, que mantiene el control de los pasajeros a quienes considerándolos como meros objetos sexuales los somete a inauditos ensayos de reproducción humana. Así, en una grotesca y nada sutil escena ella logra que Monte produzca un orgasmo durante su sueño para luego recoger su semen a fin de ser inseminado artificialmente.
¿Cuál es el propósito de este relato? Tratando de hallar una explicación lógica, uno podría pensar que dentro del marco actual donde queda resaltado el empoderamiento femenino, Denis desea demostrar que la mujer es dueña absoluta de su destino y que por lo tanto es capaz de fecundar sin que exista el natural acoplamiento entre los sexos; otra interpretación podría radicar en ilustrar el porvenir de la raza humana. En todo caso, la fantasía que aquí se aprecia resulta desconcertante y a la postre frustrante en la medida que la intención provocativa de Denis de desafiar al espectador sobre temas existenciales acerca de la vida y la muerte es pretenciosamente filosófica.
Sin emoción alguna y con escenas violentas difíciles de digerir, este desconcertante drama podrá atraer por la popularidad que despiertan Pattinson y Binoche; si bien ambos se desempeñan muy bien a pesar de las limitaciones de sus personajes poco convincentes, es deseable poder apreciarlos en proyectos de mayor envergadura.
Si acaso el lector de estas líneas que acuda a ver el film no alcanza a desentrañarlo ni a vislumbrar hacia dónde enfoca, no deberá preocuparse porque Pattinson como protagonista del mismo, en declaraciones vertidas a la prensa manifestó que él no había llegado a comprenderlo totalmente. Jorge Gutman