DIANE. Estados Unidos, 2019. Un film escrito y dirigido por Kent Jones
Kent Jones, quien ha sido en el pasado un excelente crítico cinematográfico y ahora dirige el prestigioso Festival de Nueva York, ya ha demostrado sus dotes de excelente documentalista con Hitchcock/Truffaut (2015). Ahora, en Diane su primer largometraje de ficción confirma su madurez de realizador asignando más importancia al contenido de la historia que cuenta que al estilo empleado.
En la narración nutrida por una serie de viñetas, Jones enfoca al personaje que da el título al film. En la magnífica interpretación de la veterana actriz Mary Kay Place, gradualmente se va conociendo a Diane, una mujer viuda septuagenaria que vive en una concentrada comunidad ubicada en la zona rural de Massachusetts. En el crudo invierno en que transcurre la acción, ella se mueve en forma incansable, desplazándose constantemente de un lugar al otro para dedicar su tiempo y energía al servicio de los que más la necesitan. Así, suministra confort a su querida prima Donna (Deirdre O’Connell), visitándola en el hospital donde atraviesa la última etapa de un cáncer terminal; igualmente, presta ayuda a los indigentes y necesitados del lugar, sirviéndoles comida en los comedores populares junto con su amiga Bobbie (Andrea Martin).
Con todo, su máxima preocupación radica en el estado de su hijo Brian (Jake Lacy) de 30 años, un drogadicto que no ha logrado su rehabilitación donde se estaba tratando a pesar de afirmar que está recuperado; es así que visita frecuentemente el poco deseable departamento en el que habita trayéndole comida y limpiándole su ropa. A pesar de que ella le urge a que retorne a la clínica que lo estaba atendiendo, sus esfuerzos resultan infructuosos.
La vida de esta mujer dista de ser feliz y mucho de sus sinsabores volcados en su diario personal radican en pecados del pasado que se hacen sentir en el presente. Si bien sus acciones de buena samaritana pueden ser reconocidas por quienes reciben su ayuda, Diane no puede eliminar el cargo de culpa que lleva consigo.
El realizador se preocupa de efectuar un análisis profundo de la personalidad de esta mujer exponiéndola como un ser provisto de contradicciones pero esencialmente humano. Al propio tiempo, Jones no soslaya el ineluctable proceso de envejecimiento de la gente de la tercera edad como así también el sentimiento interior de soledad que puede conllevar.
No hay nota alguna que suene a falsa en esta conmovedora historia que cuenta con un competente elenco donde decididamente sobresale la extraordinaria caracterización lograda por Place; ella enriquece enormemente al film transmitiendo con sus gestos y expresiones la angustia existencial de su protagonista que trata de obtener la ansiada paz que tranquilice su conciencia.
Complementando sus méritos, la banda sonora del compositor Jeremiah Bornfield y la fotografía de Wyatt Garfield se asocian armoniosamente a la atmósfera impregnada por Kent Jones en su artística obra, cuya visión seguramente será apreciada por el cinéfilo selectivo. Jorge Gutman