GAZA. Irlanda-Canadá, 2018. Un documental de Garry Keane y Andrew McConnell.
Ubicada en una superficie de 40 kilómetros de largo por 10 de ancho, la franja de Gaza es una de las regiones más afectadas del mundo debido al conflicto permanente existente entre palestinos e israelíes. Si bien la persona corriente se suele imponer a través de los diferentes medios de difusión de lo que allí sucede cuando se producen las escaramuzas entre las facciones enemigas, no mucho se sabe de lo que acontece con quienes allí residen y de qué modo se desenvuelven en su diaria rutina en esa pequeña banda de tierra ubicada al borde del Mediterráneo donde habitan hacinadas cerca de 2 millones de personas.
Por lo que antecede resulta más que bienvenida la iniciativa de los realizadores Garry Keane y Andrew McConnell al adentrarse en Gaza para captar una realidad diferente a la percepción que uno tiene. Para ello, los documentalistas han entrevistado a varios de sus moradores palestinos, diferentes en cuanto a origen, situación económica y cultural, para obtener de los mismos historias únicas que en conjunto reflejan el espíritu colectivo de una comunidad frente a situaciones límites.
Manal Khalafawi es una de las entrevistadas. Se trata de una mujer secular de clase media casada con 5 hijos, quien ha trabajado durante los últimos 25 años en proyectos de gestión en las Naciones Unidas. Ella recuerda con melancolía los viejos tiempos en que Gaza, el lugar donde nació, era una región cosmopolita llena de vida y esperanza.
Una de las hijas de Manal es Karma Khaial de 19 años, estudiante de leyes en la universidad Al Azhar situada en Gaza; ella desearía obtener una beca para realizar una maestría en derecho internacional o ciencias políticas. En tanto su vía de escape es su pasión por el violonchelo aspirando a lograr un nivel profesional.
Ente otros entrevistados se encuentra un afable sastre que recuerda la época en que su fábrica de 80 empleados prosperaba y que hoy ha desaparecido debido al escaso suministro de energía eléctrica que no supera las 4 horas diarias. Igualmente resulta interesante escuchar las anécdotas graciosas de un taxista que ha pasado 20 meses en prisión por no haber cancelado las deudas que contrajo.
https://www.youtube.com/watch?v=WXqWSyLkmyk
El documental enfoca también a Ahmed, un adolescente de 14 años que tiene 13 hermanos además de cuantiosos hermanastros producto de la unión de su padre con tres esposas. Perteneciente a una humildísima familia y sin educación alguna, su pasión es el mar, soñando con poseer su propio bote para salir a pescar y proveer alimentación a los suyos; lamentablemente su campo de acción es muy limitado al no poder internarse más allá de los 5 kilómetros porque los pescadores que intentan traspasar esa distancia corren el riesgo de ser detenidos y encarcelados. Así, a pesar de tener el Mediterráneo frente suyo, el habitante de Gaza se encuentra como enjaulado al aire libre con el tránsito bloqueado por los países limítrofes de Israel y Egipto. Además de co-director, McConnell se destaca como un remarcable fotógrafo captando las condiciones del lugar. Sus imágenes resultan devastadoras al ilustrar los escombros, los edificios en ruina baleados y la situación de aquella parte de la población viviendo en campos de refugiados.
Lejos de cualquier afán propagandístico, Keane y McConnell han dejado de lado toda consideración política para enfocar con gran humanidad a una región superpoblada que carece de agua potable y de electricidad suficiente y resulta incapaz de garantizar un modo digno de vida. En ese aspecto, este documental valorizado por el excelente montaje de Mick Mahon, tiene el propósito de concientizar al espectador sobre las condiciones miserables de vida de quienes habitan en este triste sector del Medio Oriente.
Si lo que se espera de un documental es testimoniar objetivamente la realidad, este film realizado con honda sensibilidad ha logrado plenamente su propósito. Jorge Gutman