Fe Reli­gio­sa ver­sus Secularismo

THE OTHER STORY. Israel, 2018. Un film de Avi Nesher

Al men­cio­nar a Israel, lo pri­me­ro que a uno le vie­ne a la men­te es el con­flic­to per­ma­nen­te entre israe­líes y pales­ti­nos. Sin embar­go más allá del aspec­to polí­ti­co, exis­te otro moti­vo de ten­sión que late en las entra­ñas de esta dimi­nu­ta nación oca­sio­na­do por el anta­go­nis­mo exis­ten­te entre el sec­tor de la pobla­ción secu­lar y aquel otro com­pe­ne­tra­do con el judaís­mo reli­gio­so. Este es el apa­sio­nan­te tema que abor­da el pres­ti­gio­so rea­li­za­dor israe­lí Avi Nesher en The Other Story en el mar­co de un rela­to de fic­ción muy bien construido.

Joy Rie­ger y Maya Dagan

Uno de los per­so­na­jes es Anat (Joy Rie­ger) una joven israe­lí que habién­do­se des­en­vuel­to en el mun­do de los clu­bes noc­tur­nos de Tel Aviv ha deci­di­do renun­ciar a los ava­ta­res de la vida moder­na y vol­car­se con total devo­ción a la fe reli­gio­sa; al pro­pio tiem­po es su inten­ción de casar­se con Shahar (Nathan Goshen), un can­tan­te y letris­ta de can­cio­nes que habien­do sido una popu­lar estre­lla del rock igual­men­te ha opta­do por la orto­do­xia estric­ta sumer­gién­do­se en la Torah. La acti­tud de Anat con­tra­ría pro­fun­da­men­te a su abue­lo Shlo­mo (Sas­son Gabai) ‑un psi­quia­tra y per­ti­naz ateo- y más aún a su madre Tali (Maya Dagan) que como exi­to­sa mujer de nego­cios nada quie­re saber con la reli­gión. Como con­se­cuen­cia de lo que acon­te­ce Tali que está divor­cia­da de Jonathan (Yuval Segal), quien dejó Israel hace algu­nos años para vivir en Esta­dos Uni­dos, jun­to con Schlo­mo logran que él retor­ne al país para que uni­dos pue­dan impe­dir que la boda se efec­túe y que Anat retor­ne a la vida secular.

Para­le­la­men­te hay otra his­to­ria que se desa­rro­lla. En una tarea asig­na­da por un juez a Schlo­mo, él le pide a su hijo que es igual­men­te psi­quia­tra para que ambos actúen de con­se­je­ros a fin de resol­ver el caso de una pare­ja que se está divor­cian­do y que se dispu­ta la cus­to­dia de su dota­do hiji­to. Sari (Avi­gail Hara­ri) que dejó el opre­si­vo ambien­te ultra orto­do­xo de su fami­lia para lle­var una vida espi­ri­tual de mayor liber­tad se unió a su mari­do Rami (Maa­yan Bloom) con quien tam­po­co logró ser feliz; es así que aho­ra está embar­ca­da en un cul­to femi­nis­ta pagano des­ti­na­do a luchar con­tra el patriar­ca­do vigen­te; por esa razón el padre del niño teme que si su mujer lle­ga a lograr el cui­da­do del peque­ño, él verá afec­ta­do su bien­es­tar al estar influi­do por su madre.

El guión del rea­li­za­dor y de Noam Shpan­cer ‑quien es un pres­ti­gio­so psi­có­lo­go- per­mi­te que las dos sub­tra­mas se inter­ca­len al entre­cru­zar­se los des­ti­nos de dos jóve­nes rebel­des muje­res ‑Anat y Sari- con ideo­lo­gías reli­gio­sas com­ple­ta­men­te divergentes.

Entre otros aspec­tos, el film abre paso a la dis­cu­sión sobre aspec­tos cla­ves con­cer­nien­tes al sig­ni­fi­ca­do de la ver­dad cuan­do con total con­vic­ción cada una de las par­tes en pug­na cree ser due­ña de la mis­ma. ¿Resul­tan más vera­ces aqué­llos que sos­tie­nen que el encuen­tro con Dios se pro­du­ce a tra­vés de la fe reli­gio­sa que quie­nes por el con­tra­rio sos­tie­nen que la liber­tad secu­lar es la que per­mi­te la total ple­ni­tud y rea­li­za­ción del ser humano? Evi­den­te­men­te es muy difí­cil res­pon­der a esta pre­gun­ta, si aca­so exis­te una res­pues­ta valedera.

Entre otros aspec­tos, la temá­ti­ca del film per­mi­te medi­tar has­ta dón­de los padres tie­nen el dere­cho de deci­dir, inter­fe­rir y/o modi­fi­car el camino empren­di­do por los hijos. Cier­ta­men­te este fas­ci­nan­te tópi­co a su vez pone a prue­ba los lazos de fami­lia cuan­do en su seno no todos coin­ci­den en mate­ria reli­gio­sa con el ries­go de crear grie­tas difí­ci­les de superar.

En resu­men, una ágil direc­ción, un exce­len­te guión nutri­do de com­ple­jos per­so­na­jes y un cali­fi­ca­do elen­co con­tri­bu­yen a enri­que­cer este pujan­te dra­ma fami­liar. Jor­ge Gutman