A VIDA INVISÍVEL DE EURIDICE GUSMȂO. Brasil, 2019. Un film de Karim Aïnouz
En la buena adaptación realizada por el realizador Karim Aïnouz conjuntamente con los guionistas Murilo Hauser e Ines Bortagaray de la novela de Martha Batalha publicada en 2015, el público puede juzgar A vida invisível de Eurídice Gusmâo, un relato que exalta los lazos de cariño y afecto existentes entre dos hermanas. Por sus méritos, el film fue considerado como mejor de la sección “A Certain Regard” en el festival de Cannes de 2019.
La acción transcurre en Río de Janeiro, en la década del 50 y se centra en la excelente relación entre la prodigiosa pianista Eurídice (Carol Duarte) de 18 años y su hermana Guida (Julia Stockler), dos años mayor. Ambas pertenecen a un hogar de clase media integrado por Manuel (Antonio Fonseca), un padre autoritario y machista, y su madre Ana (Flavia Gusmâo), una mujer sumisa a su esposo. El relato cobra impulso cuando a ocultas de su familia Guida se une sentimentalmente a Yorgos, un marinero griego (Nikolas Antunes) y parte con él a Atenas, dispuesta a casarse; sin despedirse de su familia, deja una carta manifestando su intención de regresar después de la boda. Esa actitud produce una marcada ira en su padre y la situación empeora cuando ella, desilusionada de Yorgos, retorna a Brasil en estado de embarazo y Manuel ‑en franco tren de repudio- le niega acceso al hogar; cuando Guida suplica que le deje ver a su querida Eurídice, su padre le miente diciéndole que ella viajó a Viena para perfeccionar sus estudios musicales. La esencia de esta historia radica en la comunicación abortada a través del tiempo entre estas dos hermanas dado que la correspondencia epistolar que Guida envía a Eurídice nunca llegó a destino. Así, a través de vidas paralelas en una misma ciudad en donde cada hermana supone que la otra reside en Europa, el anhelado reencuentro fraternal no llega a producirse.
Transcurrirán 60 años para arribar a un inesperado y emocionante desenlace realzado por la elocuente presencia de la gran actriz Fernanda Montenegro, caracterizando a la anciana Eurídice.
A pesar de que su duración de casi dos horas y media podría haber sido reducida en 20 minutos sin afectar el contenido del relato, ése es un reparo menor. Lo concreto es que el público asiste a una tierna historia melodramática e impregnada de melancolía que conmueve por su contenido, la acertada dirección de Aïnouz, la impecable actuación de Duarte y Stockler y la exquisita belleza captada por la fotografía de Hélène Louvart Finalmente cabe destacar el merecido homenaje del realizador a la resiliencia y empoderamiento femenino en el marco de una sociedad patriarcal. Jorge Gutman