Un Memo­ra­ble Cuaderno

EL CUA­DERNO DE TOMY. Argen­ti­na, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Car­los Sorín. 84 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

Por pri­me­ra vez en su apre­cia­ble fil­mo­gra­fía el vete­rano rea­li­za­dor Car­los Sorín enca­ra un tema que no le per­te­ne­ce sino que está ins­pi­ra­do en un caso real.

El 21 de abril de 2015 murió en Bue­nos Aires María (Marie) Váz­quez de 43 años des­pués de haber bata­lla­do dura­men­te con­tra el cán­cer de ova­rio. Si bien el tris­te epi­so­dio podría haber sido un caso más de las innu­me­ra­bles víc­ti­mas de esta cruel enfer­me­dad, la situa­ción atra­ve­sa­da por esta arqui­tec­ta y dibu­jan­te se dis­tin­gue por haber com­par­ti­do su expe­rien­cia a tra­vés de las redes socia­les a medi­da que su esta­do físi­co se iba dete­rio­ran­do. Ade­más, hay algo que para ella adquie­re tras­cen­den­tal impor­tan­cia: sabien­do que Tomy, su úni­co hijo de 3 años, ya no la vería más a medi­da que segui­ría cre­cien­do, deci­dió escri­bir­le en un cua­derno lo que ella esta­ba atra­ve­san­do como asi­mis­mo expre­sar­le el inmen­so amor que sen­tía por él; des­pués de su dece­so, ese dia­rio publi­ca­do en un libro deno­mi­na­do El Cua­derno de Nip­pur logró un enor­me suce­so editorial.

Vale­ria Ber­tuc­ce­lli y Julián Sorin

Fil­ma­do casi en su mayor par­te en el ámbi­to de la habi­ta­ción de la clí­ni­ca don­de Marie (Vale­ria Ber­tu­ce­lli) se halla inter­na­da la narra­ción de Sorín se cen­tra en las últi­mas sema­nas de su vida cuan­do su cán­cer es ter­mi­nal y las opcio­nes de ope­ra­ción y/o de qui­mio­te­ra­pia han que­da­do des­car­ta­das. Es así que sólo res­tan los cui­da­dos palia­ti­vos a fin de redu­cir los dolo­res y evi­tar su ago­nía. Fren­te a ese cua­dro, esta mujer due­ña de una sin­gu­lar for­ta­le­za no se deses­pe­ra como tam­po­co se auto-com­pa­de­ce, sino que por el con­tra­rio tra­ta de trans­mi­tir lo que está vivien­do tui­tean­do como así tam­bién acu­dien­do al cua­derno men­cio­na­do para que ella per­ma­nez­ca pre­sen­te en la memo­ria de Tomy (Julián Sorín). En tan­to, a su lado casi per­ma­nen­te­men­te se halla su ama­do mari­do Fede­ri­co (Este­ban Lamothe) tra­tan­do de ani­mar­la y evi­tan­do que las lágri­mas le pue­dan trai­cio­nar en ese enco­mia­ble esfuerzo.

En otras ins­tan­cias del rela­to, se refle­ja el cui­da­do pro­por­cio­na­do por los médi­cos (Mau­ri­cio Dayub, Bea­triz Spel­zi­ni) y enfer­me­ras de la clí­ni­ca (Ele­na Nor­te, Nata­lia Mos­chet­to­ni) para per­mi­tir que Marie pue­da sen­tir­se lo más con­for­ta­ble aten­dien­do a las cir­cuns­tan­cias exis­ten­tes. Tam­bién se encuen­tran las ami­gas de Marie (Ana Katz, Pao­la Barrien­tos, Ani­ta Pauls, Móni­ca Anto­nó­pu­los, Romi­na Ric­chi, Cata­ri­na Spi­net­ta, Male­na Pichot, Car­la Que­ve­do) y en espe­cial su esti­ma­do ami­go Char­lie (Die­go Gen­ti­le) que lle­gan a visi­tar­la e inclu­so a fes­te­jar su cua­dra­gé­si­mo ter­cer cum­plea­ños, pocas sema­nas antes de fallecer.

Sorín ha logra­do que esta his­to­ria tan den­sa­men­te con­mo­ve­do­ra no se con­vier­ta en un melo­dra­ma sen­si­ble; así, la emo­ción de su tema se refle­ja de mane­ra natu­ral sin que el espec­ta­dor se sien­ta mani­pu­la­do. Ate­nuan­do el cli­ma dra­má­ti­co del rela­to, se asis­te a momen­tos pro­vis­tos de un humor cíni­co y soca­rrón fren­te a situa­cio­nes que la pro­ta­go­nis­ta man­tie­ne con la gen­te que la rodea.

El cli­max de este dra­ma se pro­du­ce cuan­do el dolor físi­co y el sobre­pe­so psi­co­ló­gi­co de Marie alcan­zan una dimen­sión inaguan­ta­ble. Es allí que fren­te al impe­ra­ti­vo deseo de la enfer­ma de poner fin a su situa­ción el film abor­da con suma deli­ca­de­za el dile­ma sobre cómo con­cluir su vida y has­ta qué pun­to una inten­si­fi­ca­da seda­ción pue­de dife­ren­ciar­se de la euta­na­sia como pro­ce­di­mien­to médico.

Sorín ofre­ce un rela­to de fic­ción que más se ase­me­ja al de un docu­men­tal por la for­ma en que está con­ce­bi­do y en espe­cial por haber logra­do con­vo­car a un elen­co inte­gra­do por remar­ca­bles acto­res que viven con com­ple­ta con­vic­ción los roles que les han sido asig­na­do. Indu­da­ble­men­te quien se lle­va las pal­mas es Ber­tu­ce­lli que deja de ser la actriz para con­ver­tir­se en la rapa­da y des­gas­ta­da Marie; quie­nes hayan teni­do la des­afor­tu­na­da opor­tu­ni­dad de asis­tir a un ser que­ri­do en seme­jan­te situa­ción apre­cia­rán cómo la actriz logra una com­ple­ta meta­mor­fo­sis con su per­so­na­je. Elo­cuen­te y com­ple­ta­men­te con­vin­cen­te es el desem­pe­ño de Lamothe como el mari­do de Marie trans­mi­tien­do en su ros­tro la enor­me con­go­ja de asis­tir a su desin­te­gra­ción físi­ca. Por últi­mo men­ción espe­cial mere­ce Julián, el nie­to de Sorín, como el niño a quien el libro le es dedi­ca­do; la esce­na que man­tie­ne con su madre en el momen­to del adiós adquie­re una indes­crip­ti­ble ternura.

Aun­que esta refle­xión de la muer­te como par­te final de la vida pue­da resul­tar algo incó­mo­da tenien­do en cuen­ta la cruel pan­de­mia que se está vivien­do, de todos modos la exce­len­cia de este ínti­mo y cáli­do film logra­rá el amplio apo­yo del públi­co. Jor­ge Gutman