LAS NIÑAS BIEN. México, 2018. Un film escrito y dirigido por Alejandra Márquez Abella. 93 minutos. Disponible en la plataforma cinemamoderne.com
Un retrato escasamente complaciente de la alta burguesía de México es lo que se aprecia en Las Niñas Bien, cuya acción se ubica en la capital azteca en los comienzos de la década del 80.
El relato de la realizadora Alejandra Márquez Abella se centra en Sofía (Ilse Salas), una mujer treintañera casada con Fernando (Flavio Medina), un rico banquero, y madre de dos niños. Viviendo en la opulencia esta dama dispone de todo lo que pueda desear en su fastuosa mansión ubicada en un suburbio residencial de México. En las primeras escenas que transcurren en una fiesta se la pueda ver rodeada de sus amigas Alejandra (Cassandra Ciangherotti), Inés (Johanna Murillo) y Ana Paula (Paulina Gaitan), quienes igualmente casadas gozan de los mismos privilegios; las conversaciones mantenidas son completamente vacuas, predominando los comentarios acerca de futuros viajes al exterior, los vestidos de gala adquiridos en Estados Unidos y la agenda de las próximas reuniones sociales.
La fortuna de Fernando heredada de su padre, ha sido manejada hasta la fecha por su tío Javier (Diego Jáuregui); inesperadamente su pariente le comunica que una importante transacción comercial que debió haberse realizado con inversionistas extranjeros queda sin efecto; asimismo le informa su decisión de dejar el cargo para que en adelante Fernando tome las riendas del banco. A todo ello el panorama se complica por la difícil situación económica y financiera que atraviesa el país con la nacionalización de la banca adoptada por el presidente López Portillo y la fortísima devaluación del peso mexicano respecto del dólar americano. Es así como estas medidas producen gradualmente la caída en desgracia de Fernando al ver que su imperio comienza a tambalear.
Consciente de lo que sucede y pese a que su marido trata de minimizar ante ella lo que está sucediendo, Sofía no se autoengaña; a pesar de la existencia de un preponderante machismo donde las mujeres no tienen gran poder de decisión, ella es lo suficientemente madura para comprender que su castillo de cristal se esfumará muy pronto, incluyendo la prescindencia del personal de servicio, cumpleaños ostentosos, la posesión de coches lujosos conducidos por choferes y mucho de los ingredientes disfrutados por la clase elitista a la cual pertenece. Pero frente a esta situación, lo importante es mantener las apariencias frente al círculo que la rodea sin que nadie pueda imponerse de lo que le acontece. Mientras tanto, tal como lo vino haciendo antes del colapso, a través de su fantasía se solaza con la presencia imaginaria de su ídolo Julio Iglesias de quien está embelesada.
La visión impiadosa de este estrato social está muy bien descripta por la realizadora. Sin embargo, las escenas de ese universo frívolo y vacío se repiten constantemente llegando en cierto momento a fatigar; eso se complementa con un desenlace abierto que en este caso no alcanza la envergadura dramática necesaria. Queda como balance, un film que a pesar de las observaciones apuntadas llega a interesar por su temática, convincente actuación de su elenco y su buen nivel de producción.
Jorge Gutman