L’ENFANT RÊVÉ. Francia, 2020. Un film de Raphaël Jacoulot. 107 minutos. Disponible en la plataforma cinemaduparc.com
En más de una oportunidad el cine ha enfocado el tema de la paternidad pero eso no impide que pueda ser considerado nuevamente en la medida que agregue algún elemento distintivo. El problema está en que Raphael Jacoulot lo enfoca a través de un drama psicológico de escasa credibilidad.
El guión del realizador escrito con Benjamin Adam, Iris Kaltenbäck y Fadette Drouard presenta a François (Jalil Lespert), director de una empresa familiar de aserradero en la región de Jurá quien junto con su esposa Noémie (Mélanie Doutey) lo manejan satisfactoriamente. Ambos conforman un matrimonio muy bien avenido cuyo único obstáculo para lograr la completa felicidad es la imposibilitad de concebir un hijo a pesar de numerosos tratamientos e intervenciones a las que Noémie ha sido sometida; la solución al problema es el de recurrir a la adopción y con tal propósito la pareja comienza a efectuar los trámites pertinentes, aunque François no está del todo satisfecho porque hubiese preferido tener un hijo biológico.
La vida de este individuo sufre un vuelco notable al conocer a Patricia (Louise Bourgoin), casada y madre de dos pequeñas hijas, cuando llega a la fábrica para adquirir algunas maderas. A través de una mirada entre ambos surge una atracción instantánea que adquiere los visos de un torrente pasional. La primera observación que cabe formular reside en la ausencia de un mínimo desarrollo dramático para poder justificar el comportamiento de estos adúlteros arriesgando sus respectivas vidas de familia. El segundo reparo consiste en que resulta difícil acreditar que tanto François como su amante dispongan del tiempo suficiente para que en pleno día dejen sus pertinentes ocupaciones para intimar en un bosque cercano sin despertar sospecha alguna en sus respectivos cónyuges.
La historia se complica cuando Patricia queda en cinta y ella le asegura a François que él es el verdadero padre y que además está dispuesta a dejar a su marido y sus dos hijitas para vivir con él. De allí en más la conducta de este hombre adquiere una doble faceta ya que por un lado no puede ocultar su felicidad frente a su futura paternidad pero al propio tiempo se siente atormentado por no saber cómo encarar la situación planteada para confesar a Noémie su affaire y la consecuencia del mismo.
Lo que podría haber sido un interesante estudio de personalidad de un hombre obsesionado por tener un hijo legítimo, el desarrollo de esta historia impide que así sea por las situaciones inverosímiles que se van sucediendo hasta llegar a un desenlace que a manera de thriller resulta inadmisible a la vez que frustrante. Nobleza obliga reconocer la buena filmación de Jacoulot y la dúctil interpretación de Lesper sumergiéndose en la piel de un personaje poco agradable y difícil de defender.
Queda como resultado un drama de escasa emoción que aunque bien intencionado debería haber sido objeto de un tratamiento más realista; dada la manera en que está expuesto carece de convicción. Jorge Gutman