Un Gran Víncu­lo Fraternal

MY LITTLE SIS­TER. Sui­za, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Stepha­nie Chuat y Véro­ni­que Rey­mond 99 minu­tos. Dis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma cinemamoderne.com

De con­si­de­ra­ble expe­rien­cia en el terreno docu­men­tal y en la tele­vi­sión, las direc­to­ras Stépha­nie Chuat y Véro­ni­que Rey­mond, des­pués de The Little Bedroom (2010) pre­mia­do en Locarno, retor­nan con My Little Sis­ter, explo­ran­do el espe­cial víncu­lo entre dos her­ma­nos en un momen­to crí­ti­co de sus vidas.

Nina Hoss y Lars Eidinger

Casa­da y madre de dos hijos, Lisa (Nina Hoss) ha sido una bri­llan­te escri­to­ra que vivió en Ber­lín y que se sien­te blo­quea­da como auto­ra al haber­se tras­la­da­do a los Alpes sui­zos cuan­do su mari­do Mar­tin (Jens Albi­nus) fue con­tra­ta­do como direc­tor de una exclu­si­va escue­la de ense­ñan­za media, en don­de ella se desem­pe­ña como pro­fe­so­ra de poesía.

Su vida se tras­to­ca cuan­do su her­mano geme­lo Sven (Lars Eidin­ger), es aque­ja­do de un muy agre­si­vo tipo de leu­ce­mia; es enton­ces que regre­sa de inme­dia­to a la capi­tal ale­ma­na para pres­tar­se a un tras­plan­te de médu­la. Cuan­do él es dado de alta, sus pri­me­ros días de con­va­le­cen­cia jun­to a Lisa trans­cu­rren en el depar­ta­men­to de su madre (Marthe Keller), una vie­ja actriz que aun­que sen­si­ble no deja de lan­zar cier­tos dar­dos des­de­ño­sos a sus hijos. Sven es un con­su­ma­do actor tea­tral que ha tra­ba­ja­do por mucho tiem­po con su ami­go Tho­mas Oster­meier (repre­sen­tán­do­se a sí mis­mo), direc­tor del tea­tro Schau­büh­ne de Ber­lín; habien­do repre­sen­ta­do en varias opor­tu­ni­da­des el rol titu­lar de Ham­let, aho­ra está ansio­so de vol­ver a inter­pre­tar­lo en la pró­xi­ma repo­si­ción de la pie­za; sin embar­go Oster­meier alber­ga serias dudas de que lo pue­da lograr dada su frá­gil con­di­ción física.

Entre­tan­to Lisa resuel­ve lle­var a su her­mano a Sui­za para que él con­vi­va con su fami­lia duran­te algu­nas sema­nas; allí es muy bien aco­gi­do por Mar­tín y sobre todo por sus dos sobri­ni­tos Lin­ne- Lu (Lin­ne-Lu Lun­gershau­sen) y Noah (Noah Tschar­land). Todo pare­ce­ría desa­rro­llar­se nor­mal­men­te para Sven; pero su esta­do aní­mi­co se alte­ra cuan­do Oster­meier le comu­ni­ca su deci­sión de no vol­ver a poner en esce­na Ham­let y sobre todo cuan­do su cán­cer rebro­ta fuertemente.

Aun­que la enfer­me­dad ter­mi­nal de Sven cons­ti­tu­ye el arco dra­má­ti­co del film, las rea­li­za­do­ras intro­du­cen el con­flic­to matri­mo­nial que se pro­du­ce entre Mar­tín y su espo­sa; eso suce­de cuan­do él renue­va su con­tra­to de 5 años como direc­tor del cole­gio y Lisa se nie­ga a pro­lon­gar su esta­día por tan lar­go lap­so por­que lo que más ansía es retor­nar a Berlín.

A pesar de que este dra­ma es emo­cio­nal­men­te sen­ti­men­tal, Chuat y Rey­mond impreg­nan suma deli­ca­de­za y fina sen­si­bi­li­dad en su tra­ta­mien­to sin que des­bor­de alguno se pro­duz­ca. En mate­ria acto­ral es estu­pen­da la inter­pre­ta­ción de Hoss irra­dian­do el inmen­so amor que su per­so­na­je sien­te hacia su ago­ni­zan­te her­mano, al pun­to tal que ella reco­bra su crea­ti­vi­dad escri­bién­do­le un monó­lo­go tea­tral ins­pi­ra­do en el cuen­to de Han­sel y Gre­tel para que él pue­da inter­pre­tar­lo en esce­na. A su lado igual­men­te des­cue­lla Eidin­ger refle­jan­do con vehe­men­cia la mane­ra en que la pasión tea­tral de Sven le hace sen­tir que vive ple­na­men­te a pesar de su gra­ve estado.

En esen­cia, el públi­co asis­te a un con­mo­ve­dor rela­to que aun­que su tema no resul­ta nove­do­so de todos modos impre­sio­na favo­ra­ble­men­te por su esme­ra­da pues­ta escé­ni­ca y mag­ní­fi­ca actua­ción. Jor­ge Gutman

Des­apa­ri­cio­nes Forzadas

SIN SEÑAS PAR­TI­CU­LA­RES. Méxi­co-Espa­ña, 2020. Un film de Fer­nan­da Vala­dez. 99 minu­tos. Diis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma digital.tiff.net

Coin­ci­dien­do con el estreno de Las Niñas Bien en don­de se ilus­tra a la cla­se opu­len­ta de Méxi­co, he aquí el otro lado de la meda­lla que se apre­cia en Sin Señas Par­ti­cu­la­res. En esta ópe­ra pri­ma de Fer­nan­da Vala­dez, se expo­ne la situa­ción vivi­da por un impor­tan­te sec­tor de la pobla­ción tra­tan­do de emer­ger de la pobre­za como así tam­bién la vio­len­cia mani­fes­ta­da en des­apa­ri­cio­nes for­za­das don­de en su mayo­ría las víc­ti­mas for­man par­te de los estra­tos más des­fa­vo­re­ci­dos de la sociedad.

Mer­ce­des Hernández

En un bre­ve pró­lo­go la pri­me­ra ima­gen pre­sen­ta en un dis­tan­te plano a dos mucha­chos mexi­ca­nos diri­gién­do­se hacia el Nor­te en pro­cu­ra del míti­co sue­ño ame­ri­cano. Pos­te­rior­men­te, el guión de la rea­li­za­do­ra escri­to con Astrid Ron­de­ro intro­du­ce a dos madres preo­cu­pa­das por saber acer­ca de sus hijos ado­les­cen­tes que han deja­do su hogar. La his­to­ria se cen­tra en Mag­da­le­na (Mer­ce­des Her­nán­dez), una de ellas, que es una cam­pe­si­na de Gua­na­ja­to cuyo hijo Jesús par­tió con un ami­go varios meses atrás con des­tino a Esta­dos Uni­dos sin haber reci­bi­do noti­cia algu­na de él.

Des­pués de efec­tua­da la denun­cia de su des­apa­ri­ción ante la poli­cía sin obte­ner resul­ta­do, esta angus­tia­da mujer impul­sa­da por cier­tas pis­tas empren­de una lar­ga pere­gri­na­ción para poder ubi­car­lo; en ese accio­nar atra­vie­sa diver­sos villo­rrios deso­la­dos tra­tan­do de lle­gar has­ta la fron­te­ra ame­ri­ca­na don­de allí supo­ne que podrá obte­ner infor­ma­ción más pre­ci­sa sobre su para­de­ro. En su camino se topa con Miguel (David Illes­cas), un noble mucha­cho recien­te­men­te depor­ta­do de Esta­dos Uni­dos quien tra­tan­do de ubi­car a su madre al poco tiem­po cons­ta­ta que ya no está más don­de solía habi­tar; el estre­cho víncu­lo que se esta­ble­ce entre estas dos sole­da­des moti­va uno de los momen­tos más emo­ti­vos de este drama.

Evi­tan­do efec­tos sen­sa­cio­na­lis­tas y con nota­ble saga­ci­dad, la direc­to­ra deja intuir cómo la fron­te­ra mexi­ca­na con Esta­dos Uni­dos adquie­re el carác­ter de un terri­to­rio sal­va­je don­de no impe­ra la ley; eso per­mi­te que gru­pos arma­dos y mili­cias enmas­ca­ra­das encuen­tren el cam­po pro­pi­cio para sem­brar impu­ne­men­te una des­ga­rra­do­ra vio­len­cia en víc­ti­mas inde­fen­sas demos­tran­do así que la vida huma­na care­ce de valor.

Con un enfo­que cua­si docu­men­tal y ape­lan­do a una narra­ción en gran par­te mini­ma­lis­ta Vala­dez demues­tra una sin­gu­lar madu­rez como novel rea­li­za­do­ra en la expo­si­ción de esta tris­te his­to­ria que que­da resal­ta­da con la memo­ra­ble inter­pre­ta­ción de Her­nán­dez; en su carac­te­ri­za­ción de una madre cora­je dis­pues­ta a enfren­tar cual­quier tipo de peli­gros y ame­na­zas con tal de dar con su pri­mo­gé­ni­to, esta nota­ble actriz trans­mi­te con su expre­si­vo ros­tro el inten­so dolor de su per­so­na­je vivien­do en un mun­do impiadoso.

Tan­to la com­po­si­ción visual mer­ced a la estu­pen­da foto­gra­fía de Clau­dia Bece­rril Bulos así como la acer­ta­da músi­ca fun­cio­nal de Cla­ri­ce Jen­sen se aso­cian ade­cua­da­men­te en la valo­ri­za­ción de este pene­tran­te drama.

Por sus indis­cu­ti­bles méri­tos, el film obtu­vo el pre­mio al mejor guión y el del públi­co en el fes­ti­val de Sun­dan­ce 2020. Jor­ge Gutman

Con­se­cuen­cias de un Embarazo

PIE­CES OF A WOMAN. Cana­dá-Hun­gría, 2020. Un film de Kor­nél Mun­druc­zó. 128 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Net­flix.

El direc­tor hún­ga­ro Kor­nél Mun­druc­zó, bien cono­ci­do en el ámbi­to fes­ti­va­le­ro al haber obte­ni­do su film Whi­te God (2014) el pre­mio mayor en la sec­ción Un Cer­tain Regard del fes­ti­val de Can­nes retor­na aho­ra con su pri­mer tra­ba­jo efec­tua­do en inglés. Aquí con­fir­ma su talen­to de cineas­ta a pesar de que Pie­ces of a Woman no lle­ga a col­mar la expec­ta­ti­va aguardada.

El peca­do de este film, si así se le pue­de deno­mi­nar, es que ade­más de abor­dar dos temas ‑uno como con­se­cuen­cia del otro‑, aña­de otra his­to­ria sub­ya­cen­te que des­vía la aten­ción al no lograr inte­grar­se en un todo global.

Shia LaBeouf y Vanes­sa Kirby

Martha (Vanes­sa Kirby) y Sean (Shia LaBeouf) con­for­man un joven matri­mo­nio radi­ca­do en Bos­ton que aguar­dan con ansie­dad la inmi­nen­te lle­ga­da del pri­mer hijo. En las pri­me­ras esce­nas se pue­de apre­ciar el gran amor de esta pare­ja y todo hace supo­ner que será aún más refor­za­do al agran­dar­se la familia.

Des­pués de mos­trar que Sean se desem­pe­ña como capa­taz de una obra en cons­truc­ción, el desa­rro­llo del rela­to se tras­la­da al hogar de la pare­ja cuan­do ella comien­za a sen­tir suce­si­vas con­trac­cio­nes y se pro­du­ce la rup­tu­ra de la bol­sa de agua. En la medi­da que el matri­mo­nio deci­dió que el par­to se efec­túe en el hogar en lugar de una clí­ni­ca hos­pi­ta­la­ria, la ope­ra­ción es rea­li­za­da con la inter­ven­ción de Eva (Molly Par­ker), una pro­fe­sio­nal sani­ta­ria espe­cia­li­za­da en aten­der par­tos. Es aquí don­de Mun­druc­zó ofre­ce un extra­or­di­na­rio plano secuen­cia de poco más de 20 minu­tos trans­mi­tien­do la inten­sa ten­sión gene­ra­da por los fuer­tes dolo­res expe­ri­men­ta­dos por la par­tu­rien­ta antes del alum­bra­mien­to, en tan­to que Sean tra­ta de brin­dar­le el máxi­mo apo­yo emo­cio­nal. Final­men­te se pro­du­ce el momen­to de júbi­lo cuan­do la hiji­ta aso­ma a la vida, pero esa dicha se des­va­ne­ce en esca­sos segun­dos cuan­do ines­pe­ra­da­men­te pere­ce en los bra­zos de su madre.

Es fácil de con­mi­se­rar­se con la pro­fun­da pena vivi­da por los cón­yu­ges en don­de el guión de Kata Weber con­si­de­ra el dife­ren­te modo en que cada uno de ellos la trans­mi­te y las dife­ren­cias que se pro­du­cen. Martha vive su trau­ma que­rien­do eli­mi­nar cual­quier ves­ti­gio vin­cu­la­do con su hiji­ta des­apa­re­ci­da; adop­tan­do una acti­tud auto­des­truc­ti­va recha­za los estí­mu­los que su mari­do con pro­fun­do sen­ti­mien­to tra­ta de ofre­cer­le para levan­tar su deplo­ra­ble esta­do aní­mi­co. En cuan­to a Sean, él vuel­ca su pesa­dum­bre que­rien­do afe­rrar­se por com­ple­to al recuer­do del ser per­di­do y opo­nién­do­se a que su mujer des­ha­ga la habi­ta­ción espe­cial­men­te pre­pa­ra­da para quien habría de ocu­par­la. Así, en un pro­ce­so que se pro­lon­ga por espa­cio de 7 meses, el film ilus­tra la for­ma en que el estre­cho lazo de amor se va desin­te­gran­do fren­te al desin­te­rés que Martha va sin­tien­do hacia su espo­so, a pesar de los deno­da­dos esfuer­zos que él rea­li­za para que el víncu­lo no se disuelva.

Lo que podría cons­ti­tuir un intere­san­te estu­dio de carac­te­res demos­tran­do cómo un des­di­cha­do acon­te­ci­mien­to pue­de con­du­cir a la con­clu­sión de una rela­ción con­yu­gal, el guón adop­ta una varian­te que dis­per­sa la aten­ción del foco cen­tral de esta his­to­ria. Eso acon­te­ce cuan­do Eli­za­beth (Ellen Burstyn) la entro­me­ti­da ancia­na madre de Martha, ins­ta a su hija a deman­dar judi­cial­men­te a la par­te­ra por pre­sun­ta negli­gen­cia y pue­da obte­ner una com­pen­sa­ción mone­ta­ria; en con­se­cuen­cia, el con­si­guien­te jui­cio que tie­ne lugar podría haber sido pres­cin­di­do por com­ple­to. En todo caso la pre­sen­cia de Eli­za­beth en el mar­co del rela­to es la excu­sa para demos­trar la tiran­te rela­ción exis­ten­te entre la hija y su madre así como el menos­pre­cio de esta mujer hacia su yerno.

Por razo­nes de dis­cre­ción se evi­ta­rá el comen­ta­rio de cier­tas esce­nas com­ple­ta­men­te entre­ve­ra­das que des­me­re­cen lo que huma­na­men­te el film pro­me­tía en su ini­cio. Lo más rele­van­te resi­de en su elen­co en don­de neta­men­te se des­ta­ca la des­co­llan­te actua­ción de Kirby que ya había demos­tra­do sus dotes artís­ti­cas en la per­so­ni­fi­ca­ción de la prin­ce­sa Mar­ga­ret en las pri­me­ras dos tem­po­ra­das de la exi­to­sa serie bri­tá­ni­ca The Crown; su vibran­te inter­pre­ta­ción duran­te el pro­ce­so del par­to y la con­si­guien­te furia con­te­ni­da por su fra­ca­so mater­nal le ha vali­do el pre­mio a la mejor actriz en el fes­ti­val de Vene­cia del año pasa­do. Por su par­te resul­ta enco­mia­ble la com­po­si­ción que LaBeouf rea­li­za de su per­so­na­je con el que exis­te mayor empa­tía que con el de Kirby; eso se debe a la remar­ca­ble con­vic­ción que trans­mi­te en el doble dolor que expe­ri­men­ta por la muer­te de la cria­tu­ra y por cons­ta­tar cómo su víncu­lo con­yu­gal se des­ha­ce a pesar del pro­fun­do cari­ño que sien­te por su espo­sa. En un papel secun­da­rio la vete­ra­na Burstyn sigue demos­tran­do sus qui­la­tes a pesar de com­po­ner un per­so­na­je poco agra­cia­do. En otros rubros es impor­tan­te des­ta­car la valio­sa cola­bo­ra­ción del fotó­gra­fo de Ben­ja­min Loeb, sobre todo en la minu­cio­sa fil­ma­ción de la pro­lon­ga­da esce­na del nacimiento.

Con un des­di­bu­ja­do des­en­la­ce, el film se deja ver pero de nin­gún modo tras­cien­de como retra­to de la des­com­po­si­ción de un matri­mo­nio por la pér­di­da de un ser querido.
Jor­ge Gutman

Muy Buen Melo­dra­ma Romántico

SYL­VIE’S LOVE. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Euge­ne Ashe. 115 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Ama­zon Pri­me.

Euge­ne Ashe abor­da la come­dia román­ti­ca a tra­vés de una his­to­ria que remi­te a la épo­ca en que el púbi­co de las déca­das de los 50 y 60 solía dis­fru­tar con los nota­bles melo­dra­mas de Dou­glas Sirk. Si bien el cineas­ta no inno­va en el géne­ro, el film se dis­tin­gue por su sóli­da narra­ción como así tam­bién por­que sus per­so­na­jes son en su mayo­ría afroamericanos.

Nnam­di Aso­mugha y Tes­sa Thompson

Aun­que el guión del rea­li­za­dor ubi­ca las pri­me­ras imá­ge­nes en 1962, inme­dia­ta­men­te la acción retro­ce­de 5 años pre­sen­tan­do a sus dos per­so­na­jes cen­tra­les. Uno de ellos es Syl­vie John­son (Tes­sa Thom­pson), la joven hija de quien tiem­po atrás fue­ra músi­co (Lan­ce Red­dick) y que aho­ra posee en el neo­yor­kino Bronx un local de dis­cos don­de ella tra­ba­ja; el otro per­so­na­je es Robert Hallo­way (Nnam­di Aso­mugha), un saxo­fo­nis­ta que comien­za su carre­ra con una peque­ña ban­da de músi­cos. El encuen­tro entre ellos se pro­du­ce cuan­do Robert entra a com­prar un dis­co de jazz y rápi­da­men­te logra ser con­tra­ta­do como emplea­do de la tien­da. A pesar de que Syl­vie está de novia con Lacy (Alano Miller), un joven de fami­lia adi­ne­ra­da que se encuen­tra en Corea cum­plien­do su obli­ga­ción mili­tar, sur­ge gra­dual­men­te una afi­ni­dad entre ella y el músi­co por el gus­to común hacia el jazz que cul­mi­na sen­ti­men­tal­men­te. Sin embar­go, a medi­da que trans­cu­rre el roman­ce apa­re­cen algu­nos obs­tácu­los insu­pe­ra­bles que ter­mi­nan que­bran­do la relación.

El desa­rro­llo de la tra­ma retor­na a su comien­zo don­de Syl­vie ya es una mujer casa­da no muy satis­fe­cha con su matri­mo­nio en tan­to que Robert es un con­su­ma­do músi­co sol­te­ro; en un encuen­tro cir­cuns­tan­cial que se pro­du­ce entre ambos se con­fir­ma el refrán de que don­de hubo fue­go ceni­zas que­dan pues­to que la emo­ción amo­ro­sa del pasa­do aún no se ha extinguido.

No obs­tan­te las ten­sio­nes racia­les que exis­tie­ron duran­te el perío­do en que se desa­rro­lla esta his­to­ria, en la mis­ma no exis­te con­flic­to alguno sal­vo míni­mas alu­sio­nes total­men­te des­vin­cu­la­das del tema central.

Más allá de su pre­vi­si­bi­li­dad, Syl­vie’s Love se des­ta­ca por su guión efi­cien­te­men­te con­ce­bi­do, valién­do­se de per­so­na­jes bien deli­nea­dos y exce­len­te­men­te carac­te­ri­za­dos por Thom­pson y Aso­mugha quie­nes man­tie­nen una impe­ca­ble quí­mi­ca; a todo cabe agre­gar la refi­na­da foto­gra­fía de Declan Quinn, el dise­ño de pro­duc­ción de May­ne Ber­ke per­mi­tien­do una mag­ní­fi­ca recrea­ción de épo­ca de la gran ciu­dad y los temas musi­ca­les com­pues­tos por Fabri­ce Lecom­te que cons­ti­tu­yen un efec­ti­vo sos­tén del rela­to y que sin duda satis­fa­rán a los aman­tes del jazz.

En suma, Ashe ha logra­do un ele­gan­te, sen­si­ble y melan­có­li­co melo­dra­ma que per­mi­te reme­mo­rar el buen cine de anta­ño aun­que con algu­nos tópi­cos vin­cu­la­dos con el femi­nis­mo impe­ran­te en la actua­li­dad. Jor­ge Gutman

Un Muy Buen Western

NEWS OF THE WORLD. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film de Paul Green­grass. 118 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Apple TV app y Ama­zon Pri­me Video 

Un home­na­je a los wes­terns de anta­ño es lo que Paul Green­grass brin­da en su recien­te tra­ba­jo News of the World. Resul­ta com­pla­cien­te com­pro­bar cómo este par­ti­cu­lar géne­ro que tuvo a John Ford como su gran maes­tro pue­de lle­gar a cau­ti­var gra­cias a una rea­li­za­ción mesu­ra­da, a la genui­na inter­pre­ta­ción de sus per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos y a la bue­na adap­ta­ción de la nove­la homó­ni­ma de Pau­let­te Giles efec­tua­da por el rea­li­za­dor y Luke Davies.

Tom Hanks y Hele­na Zengel

En cada film en que le toca par­ti­ci­par Tom Hanks tra­sun­ta en sus per­so­na­jes una remar­ca­ble noble­za y aquí nue­va­men­te se com­prue­ba en la carac­te­ri­za­ción que efec­túa del Capi­tan Jef­fer­son Kyle Kidd, un vete­rano de la recien­te Gue­rra de Sece­sión ame­ri­ca­na. La acción que trans­cu­rre en 1870 lo mues­tra via­jan­do de pue­blo en pue­blo a tra­vés del terri­to­rio de Texas don­de a cam­bio de pocas mone­das se gana la vida leyen­do a los parro­quia­nos las noti­cias del mun­do extraí­das de los dia­rios; no siem­pre son nece­sa­ria­men­te fide­dig­nas en la medi­da que a veces cuen­ta his­to­rias ima­gi­na­das que con­ve­nien­te­men­te entre­tie­nen a su audiencia.

En uno de los altos de su ruta encuen­tra una carre­ta aban­do­na­da con un hom­bre negro cruel­men­te eje­cu­ta­do y ade­más allí está escon­di­da Johan­na (Hele­na Zen­gel), una niña de 10 años que prác­ti­ca­men­te actúa de mane­ra sal­va­je evi­tan­do que nadie se le apro­xi­me. A tra­vés de una nota escri­ta que Kidd halla, se impo­ne que esta menor había lle­ga­do a Esta­dos Uni­dos con sus padres des­de Ale­ma­nia y que habien­do que­da­do huér­fa­na fue cria­da por la tri­bu Kio­wa que la man­tu­vo en cau­ti­ve­rio; al haber muer­to sus padres adop­ti­vos está sola en el mun­do; en esa mis­ma misi­va se pide que Johan­na sea entre­ga­da a sus tíos que viven en una ale­ja­da comu­ni­dad ale­ma­na pero suce­de que las auto­ri­da­des loca­les encar­ga­das de sumi­nis­trar­le ayu­da se hallan ausen­tes. En con­se­cuen­cia, Kidd deci­de ocu­par­se de ella para su tras­la­do des­de Wichi­ta Falls has­ta Cas­tro­vi­lle don­de viven sus parien­tes a fin de que Johan­na encuen­tre defi­ni­ti­va­men­te un hogar estable.

A par­tir de allí el rela­to adquie­re el viso de una road movie don­de a lo lar­go de los 600 kiló­me­tros de reco­rri­do para lle­gar a des­tino Kidd debe supe­rar serias difi­cul­ta­des. El pri­mer esco­llo es el de comu­ni­car­se con la peque­ña pues­to que ella no domi­na el inglés y sola­men­te se expre­sa en el idio­ma kio­wa emplea­do por los autóc­to­nos de la región y que él lo des­co­no­ce; a todo ello no resul­ta sen­ci­llo tra­tar con la niña quien por los trau­mas sufri­dos en el pasa­do des­con­fía de su pro­tec­tor tra­tan­do de huir. No menos impor­tan­te es el encuen­tro con peli­gro­sos ban­do­le­ros que tra­tan de apo­de­rar­se de Johan­na para abu­sar­la sexual­men­te en don­de el rela­to gene­ra esce­nas de logra­da acción y suspenso.

Con su pre­sen­cia caris­má­ti­ca Hanks des­ti­la enor­me huma­ni­dad en el per­so­na­je de un indi­vi­duo que en un mun­do indi­vi­dua­lis­ta encuen­tra la posi­bi­li­dad de for­mar una nue­va fami­lia. Asi­mis­mo Zen­gel, la peque­ña actriz ale­ma­na, demues­tra asom­bro­sa duc­ti­li­dad y des­en­vol­tu­ra ani­man­do a esa chi­qui­lla que expe­ri­men­tó una infan­cia poco feliz y que final­men­te, a pesar de la dife­ren­cia exis­ten­te en edad, cul­tu­ra y per­so­na­li­dad, logra for­jar un lazo de cari­ño, com­pren­sión e iden­ti­fi­ca­ción con Kidd.

Ade­más del tema cen­tral, el film tras­lu­ce la vio­len­cia per­pe­tra­da por los blan­cos con­tra las pobla­cio­nes autóc­to­nas como al pro­pio tiem­po evi­den­cia las ten­sio­nes exis­ten­tes entre el Nor­te y el Sur a pesar de que el con­flic­to béli­co haya con­clui­do; esa pola­ri­za­ción exis­ten­te no es muy dife­ren­te a la que polí­ti­ca­men­te exis­te en la actua­li­dad en Esta­dos Unidos.

Green­grass ha logra­do un dis­fru­ta­ble rela­to inti­mis­ta y con­tem­pla­ti­vo a tra­vés de una impe­ca­ble rea­li­za­ción real­za­da por sus des­ta­ca­dos intér­pre­tes. A todo ello, el film se enri­que­ce visual­men­te gra­cias a la foto­gra­fía de Dariusz Wols­ki des­ple­gan­do con­si­de­ra­ble rique­za visual al cap­tar la mag­ni­fi­cen­cia de los dife­ren­tes pai­sa­jes en que trans­cu­rre la acción. Jor­ge Gutman